E
l bullicio característico de la gente se ausentaba en aquel pequeño restaurante poco concurrido, principalmente gracias a la tormenta de nieve que se ceñía en las calles cubriéndolo todo con su manto blanquecino. Los cuchicheos de los clientes, el tintineo de los cubiertos y alguno que otro golpe sordo en la madera, eran las únicas constantes en aquel lugar que irrumpían su silencio natural. No habían más que siete almas allí, incluido la cocinera, el mesero y un nuevo visitante que había llegado no más de hacía menos de media hora. Obviamente, su aspecto había dejado curiosos a los lugareños, con esos rasgos tan llamativos por su distintivo cabello, pero primordialmente por reconocer de quién se trataba la persona. No era más que un chico, pero no uno cualquiera, aunque se mostraba exento a cualquier mirada.
A pesar de la intriga y alguna posible necesidad de dirigirle la palabra, Tenma yacía sentado en un taburete frente a una mesa solitaria y apartada, ataviado de una larga capa carmesí hasta las rodillas con su capucha descolgada tras su espalda. Su expresión era calma y enfocada a un papel abierto bajo la tinta de su pincel, junto a un pequeño libro con algunas anotaciones y fórmulas extrañas que alguien ignorante en la materia desconocería de qué se trataba. - Enlazar el chakra de esta manera resulta un poco complicado. - Pensó, tratando de discernir cómo conectar correctamente cada vector de una nueva técnica de sellado.
Estaba estudiando por su cuenta.
De pronto, echó su espalda hacia atrás, suspirando mientras trataba de ordenar sus ideas. Fue en ese momento cuando sus ojos se posaron sobre un cartel, en la pared opuesta a la suya, que decía: “Se busca.”, inscrito en el encabezado, y debajo una sombra dentro de un recuadro cuya silueta era perfectamente humana, aludiendo a la figura de una persona desconocida. ¿Quién era el personaje? No lo sabía, sólo tenía en cuenta que era un presunto hombre, tildado de acosador por lo que veía en la descripción.