Para Mishima Rokuro, Gennin de la aldea oculta entre la arena y un buen estudiante de las artes del combate cuerpo a cuerpo, el declive de su, aparentemente, gran vida como shinobi ocurrió en el momento en que había decidido acabar con la vida de aquel muchacho, amigo de su infancia, que por hazares del destino le había "ganado la partida" en la batalla del amor. Un mismo interés amoroso, un supuesto vencedor que se alzaría con el amor de aquella kunoichi sin competir por ello, solamente siendo como era. Por otro lado un dolido Rokuro quien sintiéndose traicionado no había encontrado mejor salida para desahogar sus penas que pagar su molestia con quien realmente no tenía la culpa. Nadie la tenía. Si una persona no es correspondida por quien le gusta, no debe de actuar de aquella forma y menos cuando una amistad de tantos años estaba de por medio. Mala acción que le empujó a huir de su villa, dejar atrás todo y convertirse en un criminal, uno que no duraría fuera de los muros de la gran aldea del País del Viento ya que no habría pasado ni medio día y ya le habían hallado aquellos que mandaron a capturarle. Ciertamente no fue muy acertado en cuanto a su primer movimiento ofensivo se refería. Tampoco parecía tener la ventaja debido a que se enfrentaría a dos ninjas, uno de ellos, aquel completo vago sin remedio con quien había coincidido en la academia en el primer año del pelirrojo en fracasar como estudiante. Sabía que Tsunayoshi había repetido el último año de academia por mucho tiempo, eso le hacía subestimarlo al tenerlo de frente pero aquel primer contacto con los áridos minerales que manipulaba el arenero de ojos turquesas le había puesto en alerta... Ya no era el mismo imbéci como pensaba el peliazul.
El otro ninja era una mujer, de notable edad superior a la adolescencia pero hallándose cerca de los 20 años. Una joven chica de fría mirada y serena postura quien a simple vista, se compenetraba perfectamente con la inexpresiva forma de ser del shinobi del clan Sabaku a su lado.
¿Qué podría hacer el artista marcial en aquella situación? No deseaba huir ya que sabía que sería gastar energía en vano y en caso de terminar acorralado, le facilitaría la tarea de captura a sus perseguidores debido a que se hallaría completamente cansado como para defenderse. Debía luchar aunque no tuviera las de ganar. Tomando su postura ofensiva luego de decirle unas palabras al de rojizo cabello, ignoraría las palabras del mismo y comenzaría a avanzar de frente al flotante dúo luego de oír las palabras de la chica que acompañaban el desprecio de su compatriota de la arena.
A ninguno les prestó atención...
Eso sí, a quien sí le entregaría total atención serían tanto a los minerales flotantes manipulados por el arenero quienes inicialmente habían estado en reposo dentro de la enorme calabaza en la espalda del mencionado joven, y también a la desagradable acción de la kunoichi de sangre y mirada fría.
Su rostro realizó entonces un gesto de completo asco al verla, ¿qué clase de ser humano era ese? Se preguntó. Ni tiempo le dio asimilar aquello cuando un conjunto de serpientes caían al caluroso suelo del desierto y rápidamente se encaminaban a su encuentro con mortales intenciones. Aquellos reptiles, inexplicablemente salidos de las mangas de la fémina de pálida piel tersa provocarían que la intención inicial del fugitivo tomase un rumbo diferente, enterrando los talones en la abrasadora arena del terreno desértico, trastabillando un poco en dicho cambio de dirección para así empezar a retroceder, momento en el que sus ojos le permitían observar cómo la arena de su compatriota se dirigía a su encuentro sin siquiera darle tiempo a respirar; estaba bien complicada su situación en definitiva.
[...]
Se hallaba frustrado, al menos internamente lo estaba. Nadie, ningún habitante de cualquier aldea del mundo shinobi tenía el derecho de quitarle la vida a un compañero sin una razón lo suficientemente pesada y lógica para ello. Aunque en verdad no había lógica en lo que asesinar se refería, ciertamente la erradicación de problemas y la protección de los civiles lo ameritaba. Tsunayoshi no podía perdonar la falta que había cometido su compatriota. Tampoco iba a entregarle un metro de terreno para defender su posición, iba a regresarlo a la aldea, fuera vivo o muerto. Le miró avanzar aparentemente sin estrategia alguna para atacar, cosa bastante estúpida a simple vista pero que no debía ser tomada a la ligera de primeras, cosas como esa eran las que fácilmente tomaban desprevenido al confiado que daba por hecho algo potencialmente riesgoso.
Decidido a mantener la distancia y a la vez intentar dar captura a su oponente, haría que su conjunto de minerales áridos flotantes sobre su cabeza avanzaran de golpe directo al frente y un poco hacia abajo en forma de una gran ola de arena que lo que trataría sería evitar que el artista marcial saltara, siguiendo el ataque terrestre que su contorsionista acompañante realizaba al liberar sus propias aliadas venenosas que avanzarían al encuentro del buscado sujeto. Sólo debían de cubrir los lados por si el peliazul intentaba huir hacia la derecha o izquierda.
En el momento en que Rokuro avanzaba, era cuando tanto la gran ola flotante de arena se le iba encima mientras por el suelo se le acercaban las serpientes de la Sarutobi. En el momento en que se detenía a duras penas para intentar retroceder, el controlador de la arena llevaba sus manos a las correspondientes bolsas de herramientas que llevaba en ambas piernas, quitando el seguro de las mismas y sacando tres Shurikens con ambas manos, arrojando las mismas sin miramiento alguno hacia el Mishima. Dos de aquellas estrellas ninja irían rumbo a la derecha del objetivo, dos hacia su izquierda y dos al medio, intentando con ello asegurar un golpe al abrumar al criminal.
Había apenas mirado de reojo a su acompañante luego de aquello, sintiendo un ligero sentimiento de extrañeza al verla doblada de aquella forma tan indescriptible...
En verdad el mundo shinobi estaba lleno de sorpresas.
[...]
Se sintió atrapado aunque aún no se definía nada. Prácticamente no saldría de aquella abrumadora ofensiva en una pieza y claro que lo sabía. Sonrió ya que entendió que aquel inútil muchacho había cambiado. No se dejaría capturar sin pelear...
-
¡Maldita sea! - Regresaría su avance al frente lo más rápido que sus piernas le permitían. Irremediablemente el par de Shurikens que se dirigían a su pecho acabarían incrustándose en su ropa y por ende, en su piel. El dolor no significaría mucho debido a la pérdida de interés en la protección, era todo o nada en aquel desesperado ataque sin planificación alguna. Llegaría de esa forma al encuentro con las serpientes de la joven Orochi en el instante que las demás Shurikens enemigas pasaban de largo por sus lados. Ejecutaría una veloz y certera patada giratoria al frente, suficiente como para, probablemente, repeler a varios de los reptiles hostiles al darles de lleno con dicha extremidad. Ante todo aquello, la ola de arena del Sabaku que se hallaría sobre el artista marcial, caería sobre el mencionado usuario de Taijutsu, empezando a cubrirlo por completo y a retenerlo en una versión "pirata" del verdadero ataúd de atadura de arena.
-
No me arrepiento... de nada... - Diría aquello en el momento que los minerales manipulados por el arenero le terminarían de cubrir, dejándolo encerrado en una especie de capullo de arena, prisión de la cual posiblemente no saldría pronto.
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- Off Rol:
- Estadísticas:
• Ninjutsu: 40
• Genjutsu: 1
• Taijutsu: 1
• Kenjutsu: 30
• Fuinjutsu: 1
• Fuerza: 12
• Velocidad: 30
• Resistencia: 30
• Percepción: 30
- Técnicas y acciones:
Técnicas usadas: 2
Suspensión del Desierto (砂漠浮遊, Sabaku Fuyū) [Mantenida]
Es uno de los métodos defensivos y auxiliares que el usuario puede utilizar durante el combate. Esta técnica le permite al Sabaku levitar su arena y endurecerla para así hacer que levite en el aire. Gracias a esta técnica, la persona puede mantenerse en la superficie flotante gracias a que la arena es modificada para que soporte el peso de la persona. Máximo 7 turnos, y para volver a utilizar la técnica han de pasar 2 turnos.
Nota: No puede elevarse mas de 25 metros + 10 metros por rango.
Chakra: 6Ck, +3Ck mantener/turno.
Dominio de Arena (ドメインの盾, Suna no Domein)
Esta técnica es la más simple del clan, pero no por ello la menos poderosa. Consiste en, sin necesidad de sellos, manipular la arena de la calabaza o incluso la de alrededores (en Chuunin) para poder crear figuras con la materia. Todo depende del rango e imaginación del usuario, siendo obvio que un Genin no podrá crear un colosal dragón, por ejemplo.
Chakra:
12Ck por figura grande
Acciones ofensivas físicas: 1
Atacar con arma (-3 st)
Chakra: 111 - 3 - 12 = 96
Stamina: 120 - 3 = 117
- Equipaje:
Kunais x9 (900gr)
Shurikens x40 (2000gr) - 6 (300gr) = x34 (1700gr)
Makibishis x20 (1000gr)
Senbons x10 (250gr)
Pack de cuerdas de alambre x1 [30mts] (250gr)
Píldoras de soldado x2 (100gr)
Bombas de Luz x1 (500gr)
Calabaza de Arena x1
Carga total inicial del tema: 5000gr = 5kg.
Carga total actual: 4700gr = 4,7kg.
- Npc:
Nombre: Mishima Rokuro
Rango: Gennin
Especialidad: Taijutsu
Elemento: Raiton
Stats:
• Ninjutsu: 12
• Genjutsu: 0
• Taijutsu: 18
• Kenjutsu: 0
• Fuinjutsu: 0
• Fuerza: 15
• Velocidad: 20
• Resistencia: 20
• Percepción: 15
Chakra: 90
Stamina: 82 - 1 - 3 = 78
Técnicas/acciones: 1
Correr (no cuenta en el límite de acciones) - 1st.
Atacar con una patada (-3st)