Una vez ambos shinobis se hallaron encima de aquella base de arena flotante y la misma había alcanzado una altura aproximada de diez metros, aquellos minerales suspendidos en el aire gracias al chakra del arenero rápidamente emprendieron el rumbo directo hacia donde se había logrado escuchar aquel aullido. No se dirigían al peligro precisamente, peligro había en todas partes.
Por cada centímetro que aquella base de arena avanzaba por los aires, Tsunayoshi se preguntaba con mayor intriga ¿qué iba a encontrarse allí adelante? Quizás no hallaría la respuesta al misterio de aquella sangre esparcida por los principales caminos que recorrían las caravanas de mercadeo rumbo a la aldea, quizás sólo terminaría por encontrarse con un misterio aún más grande que ese...
Cuando la distancia rozaba los treinta metros respecto al paradero de, efectivamente, una gran manada de dingos, su compañero le alertó. Aquel grupo de canes salvajes rodeaban constantemente a un atemorizado trío de hombres, uno de ellos de notable avanzada edad, uno en la obvia adultez y otro seguramente empezando dicha etapa, puesto que en apariencia parecía ser contemporáneo con los shinobis que recién llegaban al campo de tensión.
Mostrando sus colmillos y amenazando con gruñidos a sus próximas víctimas, los perros no traspasaban la barrera de los cinco metros alrededor de los asustados hombres. Ojos rojos y marcas del mismo color se podían apreciar a lo largo de todo el pelaje de cada uno de los animales allí presentes. ¿Qué les ocurría? Claramente no tenían la apariencia de un dingo normal, aunque Tsunayoshi no fuera experto en el tema de la fauna del desierto, sabía reconocer el aspecto de un can, y jamás escuchó o leyó algo sobre perros con marcas rojas brillantes en el cuerpo y ojos tan rojos como la sangre.
Sangre...
El arenero parpadeó. Seguía confundido. Miró alrededor y pudo notar a un cuarto hombre en la escena, alejado por más de diez metros de las futuras víctimas de aquellos animales y portando las mismas marcas rojizas características de aquellos perros, sin embargo, mirándole con el mayor detalle posible una vez que la nube de arena se detuvo al descender ligeramente y quedar a cinco metros del suelo y diez metros respecto a los perros más cercanos, fue que notó que aquel extraño joven de cabello azulado portaba cascabeles en sus muñecas, atados a unas cintas que rodeaban las mismas como pulseras y mediante el uso de constantes sellos las mantenía en sinfonía contínua.
El Nendo confrontaba al desconocido posible enemigo mientras el Sabaku se mantenía en silencio, necesitaba idear alguna estrategia puesto que atacar de frente y sin un plan de acción no sería una idea del todo "brillante".
Treinta canes rodeando a tres inocentes, un posible enemigo ante ellos y ambos shinobis de la arena hallados peligrosamente cerca del suelo. Primero lo primero...
Llevaría discretamente su mano al tapón de su calabaza para quitar el mismo y así dejar vía libre a la cómoda salida de su contenido arenoso completamente bajo control suyo. Guardaría el tapón de goma en su chaleco y procedería a liberar una parte de su arena que lentamente empezaría a caer al suelo, simulando ser desprendimiento de la base arenosa que les mantenía a flote, antes de que aquella situación tomara un posible rumbo negativo, enviaría a aquella arena a rodear a los tres comerciantes en una cúpula de dos metros de altura y un diámetro de dos metros, tratando de asegurar con ello la seguridad de los civiles presentes, enviando un poco más de arena de ser necesario también desde su calabaza al igual que la primera porción árida obviamente.
El desconocido peliazul respondería notablemente molesto al comentario del moldeador de chakra explosivo, mirando cómo sus presas serían rodeadas por aquella circunferencia de arena. Eso sí, los gritos de confusión y miedo de los hombres encerrados por su seguridad no se harían esperar, provocando que parte de aquellos dingos perdieran la paciencia e intentaran acceder al interior de la cúpula, embistiendo y mordiendo la misma con una notable furia.
-
¿Que qué demonios hago? Quizás tengas razón, yo hago demonios... ¡Pero mis demonios necesitan alimentarse y ustedes me distraen! - Cinco sellos manuales notablemente veloces serían ejecutados por aquel joven de cabellos azules y ojos color escarlata. Al momento las marcas de aproximadamente diez de aquellos perros empezarían a brillar. Los músculos de aquellos animales empezarían a crecer, igual sus dientes y garras, terminando por adquirir la apariencia de unas especies de "perros mutantes". Aquel cambio de físico provocaría que los diez canes aullaran, quizás por un dolor desconocido por los shinobis de la Arena, o tal vez por la excitante sensación de un combate próximo. Rápidamente los diez dignos mutantes comenzarían a dirigirse rumbo al paradero de aquella nube de arena flotante, base de apoyo de los Gennin.
-
Debe estar loco si piensa que puede... - El enemigo silenciaría al Sabaku sin hacer mucho más que continuar manteniendo la sinfonía de sus cascabeles. Aquellos perros hostiles abrirían sus hocicos para así "escupir" a una considerablemente rápida velocidad, un kunai cada uno directo hacia ambos muchachos. Cinco en dirección al Sabaku, los otros cinco en dirección a un próximo y deseado choque en el cuerpo del Nendo. No alcanzaría a poder siquiera intentar descifrar la trayectoria de aquellos proyectiles cuando su arena especial, hallada dentro de su calabaza, ya se estaría movilizando y juntando ante el par de shinobis, formando un manto protector de dos metros de altura y tres de largo, cubriendo el frente de ambos ninjas, que sin muchos problemas lograría repeler aquellos cuchillos y evitar el daño a sus protegidos.
-
Bien, deben morir, sobretodo ese sujeto - Diría al Nendo, intentando hacerle entender que tenía la completa libertad para hacerlos pedazos a todos. La arena defensora de ambos caería al suelo bajo el arenero después de cumplir su labor, lista para acatar las futuras órdenes de su controlador. Tsunayoshi no tenía razones para dejar vivir a semejantes aberraciones. Aquellos animales ya no serían normales, habrían sido maldecidos por la mano de aquel extraño sujeto. En resumen, debían acabar con los perros y con el amo, después de todo, "muerto el perro, se acabó la rabia", ¿no?.
— — — — — — — — — — — — — — —
- Off Rol:
- Estadísticas:
• Ninjutsu: 40
• Genjutsu: 1
• Taijutsu: 1
• Kenjutsu: 11
• Fuinjutsu: 1
• Fuerza: 12
• Velocidad: 30
• Resistencia: 30
• Percepción: 30
- Técnicas y acciones:
Técnicas usadas: 3
Suspensión del Desierto (砂漠浮遊, Sabaku Fuyū) [Mantenida]
Es uno de los métodos defensivos y auxiliares que el usuario puede utilizar durante el combate. Esta técnica le permite al Sabaku levitar su arena y endurecerla para así hacer que levite en el aire. Gracias a esta técnica, la persona puede mantenerse en la superficie flotante gracias a que la arena es modificada para que soporte el peso de la persona. Máximo 7 turnos, y para volver a utilizar la técnica han de pasar 2 turnos.
Nota: No puede elevarse mas de 25 metros + 10 metros por rango.
Chakra: 3Ck mantener/turno.
Dominio de Arena (ドメインの盾, Suna no Domein)
Esta técnica es la más simple del clan, pero no por ello la menos poderosa. Consiste en, sin necesidad de sellos, manipular la arena de la calabaza o incluso la de alrededores (en Chuunin) para poder crear figuras con la materia. Todo depende del rango e imaginación del usuario, siendo obvio que un Genin no podrá crear un colosal dragón, por ejemplo.
Chakra:
6Ck por figura mediana
Escudo de Arena (砂の盾, Suna no Tate)
Es un sistema automático de defensa que utiliza arena, la cual rodea y protege al usuario, este escudo aparece cuando el Sabaku se encuentra en peligro de ser lastimado haciendo que sea casi intocable. Esta se considera una defensa casi absoluta ya que sin importar en donde sea atacado este escudo lo protegerá, además puede endurecerse de tal forma que puede resistir ataques de una gran magnitud como el caso del acero. Defiende de técnicas del mismo rango que el usuario.
Nota: Si las reservas de chakra del Sabaku caen por debajo del 50% esta técnica ya no puede usarse.
Chakra: 0 (Chakra gastado por el ponente x 1,5)
Acciones ofensivas físicas:
Chakra: 114 - 3 - 6 = 105
Stamina: 120
- Equipaje:
Kunais x2 (200gr)
Makibishis x40 (2000gr)
Cuerdas de Alambre x2 packs de 30mts c/u (500gr)
Bolsitas Explosivas x1 (100gr)
Píldora de Soldado x1 (50gr)
Bombas de Humo x2 (700gr)
Calabaza de Arena x1
Carga total inicial del post: 3550gr = 3,55kg.
Carga total actual: 3550gr = 3,55kg.
- Reparto de armas:
A la derecha y también a la izquierda de su cintura, sujetas a una correa, lleva una bolsa en la cual porta 1 kunai y un rollo de 30 metros de cuerda de alambre cuya punta está atada al círculo de la base de la empuñadura del kunai.
En el muslo derecho lleva atada una bolsita de herramientas en la cual porta 20 Makibishis, mientras que en el muslo izquierdo también lleva una bolsita de herramientas atada, portando el mismo contenido en igualdad de cantidad.
En el abdomen, atado a la misma correa que rodea su cintura y que mantiene sujetas al par de bolsas con cuerdas de alambre, porta un pequeño estuche en el cual lleva dos bombas de humo, una bolsita explosiva y una píldora de soldado.
Carga en su espalda su fiel calabaza de arena comprimida, llevando normalmente la misma llena de su principal y más poderosa arma del desierto.
Una vez ambos shinobis se hallaron encima de aquella base de arena flotante y la misma había alcanzado una altura aproximada de diez metros, aquellos minerales suspendidos en el aire gracias al chakra del arenero rápidamente emprendieron el rumbo directo hacia donde se había logrado escuchar aquel aullido. No se dirigían al peligro precisamente, peligro había en todas partes.
Por cada centímetro que aquella base de arena avanzaba por los aires, Tsunayoshi se preguntaba con mayor intriga ¿qué iba a encontrarse allí adelante? Quizás no hallaría la respuesta al misterio de aquella sangre esparcida por los principales caminos que recorrían las caravanas de mercadeo rumbo a la aldea, quizás sólo terminaría por encontrarse con un misterio aún más grande que ese...
Cuando la distancia rozaba los treinta metros respecto al paradero de, efectivamente, una gran manada de dingos, su compañero le alertó. Aquel grupo de canes salvajes rodeaban constantemente a un atemorizado trío de hombres, uno de ellos de notable avanzada edad, uno en la obvia adultez y otro seguramente empezando dicha etapa, puesto que en apariencia parecía ser contemporáneo con los shinobis que recién llegaban al campo de tensión.
Mostrando sus colmillos y amenazando con gruñidos a sus próximas víctimas, los perros no traspasaban la barrera de los cinco metros alrededor de los asustados hombres. Ojos rojos y marcas del mismo color se podían apreciar a lo largo de todo el pelaje de cada uno de los animales allí presentes. ¿Qué les ocurría? Claramente no tenían la apariencia de un dingo normal, aunque Tsunayoshi no fuera experto en el tema de la fauna del desierto, sabía reconocer el aspecto de un can, y jamás escuchó o leyó algo sobre perros con marcas rojas brillantes en el cuerpo y ojos tan rojos como la sangre.
Sangre...
El arenero parpadeó. Seguía confundido. Miró alrededor y pudo notar a un cuarto hombre en la escena, alejado por más de diez metros de las futuras víctimas de aquellos animales y portando las mismas marcas rojizas características de aquellos perros, sin embargo, mirándole con el mayor detalle posible una vez que la nube de arena se detuvo al descender ligeramente y quedar a cinco metros del suelo y diez metros respecto a los perros más cercanos, fue que notó que aquel extraño joven de cabello azulado portaba cascabeles en sus muñecas, atados a unas cintas que rodeaban las mismas como pulseras y mediante el uso de constantes sellos las mantenía en sinfonía contínua.
El Nendo confrontaba al desconocido posible enemigo mientras el Sabaku se mantenía en silencio, necesitaba idear alguna estrategia puesto que atacar de frente y sin un plan de acción no sería una idea del todo "brillante".
Treinta canes rodeando a tres inocentes, un posible enemigo ante ellos y ambos shinobis de la arena hallados peligrosamente cerca del suelo. Primero lo primero...
Llevaría discretamente su mano al tapón de su calabaza para quitar el mismo y así dejar vía libre a la cómoda salida de su contenido arenoso completamente bajo control suyo. Guardaría el tapón de goma en su chaleco y procedería a liberar una parte de su arena que lentamente empezaría a caer al suelo, simulando ser desprendimiento de la base arenosa que les mantenía a flote, antes de que aquella situación tomara un posible rumbo negativo, enviaría a aquella arena a rodear a los tres comerciantes en una cúpula de dos metros de altura y un diámetro de dos metros, tratando de asegurar con ello la seguridad de los civiles presentes, enviando un poco más de arena de ser necesario también desde su calabaza al igual que la primera porción árida obviamente.
El desconocido peliazul respondería notablemente molesto al comentario del moldeador de chakra explosivo, mirando cómo sus presas serían rodeadas por aquella circunferencia de arena. Eso sí, los gritos de confusión y miedo de los hombres encerrados por su seguridad no se harían esperar, provocando que parte de aquellos dingos perdieran la paciencia e intentaran acceder al interior de la cúpula, embistiendo y mordiendo la misma con una notable furia.
-
¿Que qué demonios hago? Quizás tengas razón, yo hago demonios... ¡Pero mis demonios necesitan alimentarse y ustedes me distraen! - Cinco sellos manuales notablemente veloces serían ejecutados por aquel joven de cabellos azules y ojos color escarlata. Al momento las marcas de aproximadamente diez de aquellos perros empezarían a brillar. Los músculos de aquellos animales empezarían a crecer, igual sus dientes y garras, terminando por adquirir la apariencia de unas especies de "perros mutantes". Aquel cambio de físico provocaría que los diez canes aullaran, quizás por un dolor desconocido por los shinobis de la Arena, o tal vez por la excitante sensación de un combate próximo. Rápidamente los diez dignos mutantes comenzarían a dirigirse rumbo al paradero de aquella nube de arena flotante, base de apoyo de los Gennin.
-
Debe estar loco si piensa que puede... - El enemigo silenciaría al Sabaku sin hacer mucho más que continuar manteniendo la sinfonía de sus cascabeles. Aquellos perros hostiles abrirían sus hocicos para así "escupir" a una considerablemente rápida velocidad, un kunai cada uno directo hacia ambos muchachos. Cinco en dirección al Sabaku, los otros cinco en dirección a un próximo y deseado choque en el cuerpo del Nendo. No alcanzaría a poder siquiera intentar descifrar la trayectoria de aquellos proyectiles cuando su arena especial, hallada dentro de su calabaza, ya se estaría movilizando y juntando ante el par de shinobis, formando un manto protector de dos metros de altura y tres de largo, cubriendo el frente de ambos ninjas, que sin muchos problemas lograría repeler aquellos cuchillos y evitar el daño a sus protegidos.
-
Bien, deben morir, sobretodo ese sujeto - Diría al Nendo, intentando hacerle entender que tenía la completa libertad para hacerlos pedazos a todos. La arena defensora de ambos caería al suelo bajo el arenero después de cumplir su labor, lista para acatar las futuras órdenes de su controlador. Tsunayoshi no tenía razones para dejar vivir a semejantes aberraciones. Aquellos animales ya no serían normales, habrían sido maldecidos por la mano de aquel extraño sujeto. En resumen, debían acabar con los perros y con el amo, después de todo, "muerto el perro, se acabó la rabia", ¿no?.
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- Off Rol:
- Estadísticas:
• Ninjutsu: 40
• Genjutsu: 1
• Taijutsu: 1
• Kenjutsu: 11
• Fuinjutsu: 1
• Fuerza: 12
• Velocidad: 30
• Resistencia: 30
• Percepción: 30
- Técnicas y acciones:
Técnicas usadas: 3
Suspensión del Desierto (砂漠浮遊, Sabaku Fuyū) [Mantenida]
Es uno de los métodos defensivos y auxiliares que el usuario puede utilizar durante el combate. Esta técnica le permite al Sabaku levitar su arena y endurecerla para así hacer que levite en el aire. Gracias a esta técnica, la persona puede mantenerse en la superficie flotante gracias a que la arena es modificada para que soporte el peso de la persona. Máximo 7 turnos, y para volver a utilizar la técnica han de pasar 2 turnos.
Nota: No puede elevarse mas de 25 metros + 10 metros por rango.
Chakra: 3Ck mantener/turno.
Dominio de Arena (ドメインの盾, Suna no Domein)
Esta técnica es la más simple del clan, pero no por ello la menos poderosa. Consiste en, sin necesidad de sellos, manipular la arena de la calabaza o incluso la de alrededores (en Chuunin) para poder crear figuras con la materia. Todo depende del rango e imaginación del usuario, siendo obvio que un Genin no podrá crear un colosal dragón, por ejemplo.
Chakra:
6Ck por figura mediana
Escudo de Arena (砂の盾, Suna no Tate)
Es un sistema automático de defensa que utiliza arena, la cual rodea y protege al usuario, este escudo aparece cuando el Sabaku se encuentra en peligro de ser lastimado haciendo que sea casi intocable. Esta se considera una defensa casi absoluta ya que sin importar en donde sea atacado este escudo lo protegerá, además puede endurecerse de tal forma que puede resistir ataques de una gran magnitud como el caso del acero. Defiende de técnicas del mismo rango que el usuario.
Nota: Si las reservas de chakra del Sabaku caen por debajo del 50% esta técnica ya no puede usarse.
Chakra: 0 (Chakra gastado por el ponente x 1,5)
Acciones ofensivas físicas:
Chakra: 114 - 3 - 6 = 105
Stamina: 120
- Equipaje:
Kunais x2 (200gr)
Makibishis x40 (2000gr)
Cuerdas de Alambre x2 packs de 30mts c/u (500gr)
Bolsitas Explosivas x1 (100gr)
Píldora de Soldado x1 (50gr)
Bombas de Humo x2 (700gr)
Calabaza de Arena x1
Carga total inicial del post: 3550gr = 3,55kg.
Carga total actual: 3550gr = 3,55kg.
- Reparto de armas:
A la derecha y también a la izquierda de su cintura, sujetas a una correa, lleva una bolsa en la cual porta 1 kunai y un rollo de 30 metros de cuerda de alambre cuya punta está atada al círculo de la base de la empuñadura del kunai.
En el muslo derecho lleva atada una bolsita de herramientas en la cual porta 20 Makibishis, mientras que en el muslo izquierdo también lleva una bolsita de herramientas atada, portando el mismo contenido en igualdad de cantidad.
En el abdomen, atado a la misma correa que rodea su cintura y que mantiene sujetas al par de bolsas con cuerdas de alambre, porta un pequeño estuche en el cual lleva dos bombas de humo, una bolsita explosiva y una píldora de soldado.
Carga en su espalda su fiel calabaza de arena comprimida, llevando normalmente la misma llena de su principal y más poderosa arma del desierto.