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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Hermanos [2/6]

Estudiantes Rebeldes [Misión C] [Priv. Kaede]

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Namikaze Hikari
Spoiler:

La misión había sido enviada a ambas por un pergamino debido a que tenía cierto grado de urgencia, la urgencia de esta trataba de que eran estudiantes con grado de violencia bastante claro. El pergamino sería recibido por el padre de Hikari, un hombre alto guapo y rubio de ojos azules que igualaban al azul del cielo. Él mismo sería quien le daría la noticia a su hija referente a lo que debía hacer, aunque Hikari no le gustaba mucho que su padre le consintiera tanto.

La Namikaze menor estaba preparándose para salir, no tenía idea de quién le acompañaría en la misión ya que ella tampoco sentía que sola pudiese hacer algo. Aún era ''pequeña'' en forma física, pero gracias a esa pequeñez tenía una velocidad única. En ese momento vistió con ropajes de tonalidad amarilla, excepto los pantalones.  El pantalón era negro ajustado, con sandalias y por encima llevaba un kimono con las mangas hasta por encima de los codos, un tanto abierto y por debajo una camiseta de mallas negra que cubría por completo su torso con otra tela negra completa y solo en algunas partes (brazos y cuello) se veía la rejilla. Su largo cabello rubio iría suelto y encima del mismo estaría acomodado su gorro de aviador.

Cuando ya estaba lista, aproximadamente a las 8:30 de la mañana, se despediría de su padre con un movimiento de manos a distancia y saldría de la casa. En el momento de salir sentiría una brisa que ondearía su cabello, tomaría una bocanada de aire y comenzaría la carrera hacia el punto de encuentro: Una cuadra antes de la academia. Curiosamente, esta era la primera misión que hacía Hikari.

A opinión personal de la Namikaze que además compartía con su padre, no gustaba mucho de la violencia. Era ninja, sí, pero no compartía el enseñar a golpes o hacer entender a la gente a golpes. El objetivo principal de la misión era bastante claro y era dejar inconscientes a unos simples estudiantes, definitivamente no era algo que compartía. Su padre y su madre jamás le levantaron la mano durante su infancia y no era algo que ella quería aplicar. Lo comentó con su padre y él compartía su opinión, estaba feliz de que no fuese la única que pensara de la misma forma.

Llegó al sitio, supuso que llegó temprano porque con quien debía hacer la misión aún no llegaba. Pero no era algo que le molestase, sonreía de forma gatuna e infantil mientras esperaba. Sacó una dona y comenzó a comer.
Spoiler:

La misión había sido enviada a ambas por un pergamino debido a que tenía cierto grado de urgencia, la urgencia de esta trataba de que eran estudiantes con grado de violencia bastante claro. El pergamino sería recibido por el padre de Hikari, un hombre alto guapo y rubio de ojos azules que igualaban al azul del cielo. Él mismo sería quien le daría la noticia a su hija referente a lo que debía hacer, aunque Hikari no le gustaba mucho que su padre le consintiera tanto.

La Namikaze menor estaba preparándose para salir, no tenía idea de quién le acompañaría en la misión ya que ella tampoco sentía que sola pudiese hacer algo. Aún era ''pequeña'' en forma física, pero gracias a esa pequeñez tenía una velocidad única. En ese momento vistió con ropajes de tonalidad amarilla, excepto los pantalones.  El pantalón era negro ajustado, con sandalias y por encima llevaba un kimono con las mangas hasta por encima de los codos, un tanto abierto y por debajo una camiseta de mallas negra que cubría por completo su torso con otra tela negra completa y solo en algunas partes (brazos y cuello) se veía la rejilla. Su largo cabello rubio iría suelto y encima del mismo estaría acomodado su gorro de aviador.

Cuando ya estaba lista, aproximadamente a las 8:30 de la mañana, se despediría de su padre con un movimiento de manos a distancia y saldría de la casa. En el momento de salir sentiría una brisa que ondearía su cabello, tomaría una bocanada de aire y comenzaría la carrera hacia el punto de encuentro: Una cuadra antes de la academia. Curiosamente, esta era la primera misión que hacía Hikari.

A opinión personal de la Namikaze que además compartía con su padre, no gustaba mucho de la violencia. Era ninja, sí, pero no compartía el enseñar a golpes o hacer entender a la gente a golpes. El objetivo principal de la misión era bastante claro y era dejar inconscientes a unos simples estudiantes, definitivamente no era algo que compartía. Su padre y su madre jamás le levantaron la mano durante su infancia y no era algo que ella quería aplicar. Lo comentó con su padre y él compartía su opinión, estaba feliz de que no fuese la única que pensara de la misma forma.

Llegó al sitio, supuso que llegó temprano porque con quien debía hacer la misión aún no llegaba. Pero no era algo que le molestase, sonreía de forma gatuna e infantil mientras esperaba. Sacó una dona y comenzó a comer.

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Senju Kaede

El día anterior había recibido un pergamino, en el cual estaba escrito de manera detallada la misión; poner orden al grupo de aspirantes. La nota era clara y concisa, no se debía matar a ninguno de ellos, pero se entendía entre líneas que la misión era un claro acto de matonaje. Obviamente no estaba de acuerdo, tampoco entendía como los maestros no lograban hacerse cargo de un grupo de niños que no saben nada más que uno que otro jutsu básico, pero bueno… no era algo que debía juzgar o preguntar, la misión estaba y debía cumplirse como a de lugar.

El día por fin había llegado y no podía negar que estaba ansiosa al ser la primera misión en realizar tras un largo tiempo. Me levanté animada y me dirigí hacia el cuarto del baño, no sin antes detenerme frente al armario y elegir la ropa que utilizaría el día de hoy. La ducha fue corta ya que mi madre había golpeado un par de veces la puerta para avisarme que el desayuno estaba listo; al salir, vestí unos pantalones deportivos negros ceñidos al cuerpo y una blusa manga larga de la misma tonalidad y de estilo malla que traslucía mi cuerpo, más para cubrir aquella coqueta transparencia utilizaría el pulóver táctico sin mangas y de color verde musgo. Como último toque, peiné mi cabello en una coleta alta y coloreé mis labios con suave color carmín para darle algo de vida al pálido rostro que portaba por la falta de sueño. Sin más demoras, bajé rápidamente las escaleras que me llevaban al comedor donde se encontraba mi madre junto al ostentoso desayuno sobre la mesa. Ella sonreía de manera amplia mientras me servía el té y colocaba un par de pastelitos y un panecillo de huevo en un plato frente a mí, estaba feliz y orgullosa, no dejaba de repetir que debía ser cuidadosa pero debía dar un castigo ejemplar a aquellos ruines estudiantes. En fin, quién la entendía, sólo me limité a sonreír y terminar el desayuno lo más rápido posible para no llegar tarde y hacer perder tiempo a mi desconocida compañera.

Tras terminar de comer, salí a paso raudo hacia la academia que para mi suerte no estaba lejos de casa, por lo que tardé solo un par de minutos en llegar. A lo lejos se distinguía una rubia cabellera adornada con un sombrero sumamente adorable. — ¡Qué lindaaaaaa! — Chillé por lo bajo mientras sonreía ampliamente y levantaba la diestra animadamente para saludarla a nada menos un metro de distancia. — ¡Hola! ¿Eres mi compañera de misión? — Dije al tiempo que llevaba la diestra hasta mi cuello para alzar la bandana de la aldea que lucía cual collar. Sin esperar contestación y asumiendo que era ella, carraspeé la garganta para continuar hablando animadamente. — Es un gusto, soy Kae… — Agregué sin perder la amplia sonrisa en ningún momento, más, me vi interrumpida con el saludo de una tímida voz masculina, — Di…Disculpen, ¿ustedes son las que cumplirán la misión? Mi nombre es Makoto, y soy el que está a cargo del grupo problemático que señala la petición en la misión, por fin han llegado… la clase comenzó hace un poco y ya es un caos… ¿Cuáles son sus nombres? — Preguntó. Mientras el supuesto maestro hablaba, me dediqué a observarlo con recelo. No parecía alguien que infundiera respeto: su voz era suave y nerviosa, parecía un sujeto enfermizo por la pálidez y sus grandes ojeras, le temblaba sin vergüenza el párpado derecho, seguro era por la tensión que debía cargar día a día. El maestro en cuestión pidió nuestra identificación a la vez que nos invitaba a entrar a la academia con un ademán de sus manos mientras se adentraba por el pasillo que nos llevaría al salón. —Soy Kaede Senju… — Caminando tras él respondí lo suficientemente alto para que me escuchase tras los gritos que se escuchaban al otro lado de la puerta corrediza que nos separaba del grupo. Podía escuchar gritos, risas y hasta palabras vulgares, lo que hizo provocó un claro desagrado junto a una mueca que expresaba mis sentimientos. No estaba para nada contenta con el comportamiento y debía ponerme en el papel si no quería que los alumnos pasasen por encima de nosotras. — ¿Están listas? — Preguntó el maestro, a lo que yo sólo asentí para luego observar a mi compañera de reojo en espera de su respuesta. —Quizás… deberíamos llevarlo a campo abierto, dentro de la academia… dentro del salón puede ser demasiado peligroso… —Sugerí antes de que Makoto abriése la puerta.

El día anterior había recibido un pergamino, en el cual estaba escrito de manera detallada la misión; poner orden al grupo de aspirantes. La nota era clara y concisa, no se debía matar a ninguno de ellos, pero se entendía entre líneas que la misión era un claro acto de matonaje. Obviamente no estaba de acuerdo, tampoco entendía como los maestros no lograban hacerse cargo de un grupo de niños que no saben nada más que uno que otro jutsu básico, pero bueno… no era algo que debía juzgar o preguntar, la misión estaba y debía cumplirse como a de lugar.

El día por fin había llegado y no podía negar que estaba ansiosa al ser la primera misión en realizar tras un largo tiempo. Me levanté animada y me dirigí hacia el cuarto del baño, no sin antes detenerme frente al armario y elegir la ropa que utilizaría el día de hoy. La ducha fue corta ya que mi madre había golpeado un par de veces la puerta para avisarme que el desayuno estaba listo; al salir, vestí unos pantalones deportivos negros ceñidos al cuerpo y una blusa manga larga de la misma tonalidad y de estilo malla que traslucía mi cuerpo, más para cubrir aquella coqueta transparencia utilizaría el pulóver táctico sin mangas y de color verde musgo. Como último toque, peiné mi cabello en una coleta alta y coloreé mis labios con suave color carmín para darle algo de vida al pálido rostro que portaba por la falta de sueño. Sin más demoras, bajé rápidamente las escaleras que me llevaban al comedor donde se encontraba mi madre junto al ostentoso desayuno sobre la mesa. Ella sonreía de manera amplia mientras me servía el té y colocaba un par de pastelitos y un panecillo de huevo en un plato frente a mí, estaba feliz y orgullosa, no dejaba de repetir que debía ser cuidadosa pero debía dar un castigo ejemplar a aquellos ruines estudiantes. En fin, quién la entendía, sólo me limité a sonreír y terminar el desayuno lo más rápido posible para no llegar tarde y hacer perder tiempo a mi desconocida compañera.

Tras terminar de comer, salí a paso raudo hacia la academia que para mi suerte no estaba lejos de casa, por lo que tardé solo un par de minutos en llegar. A lo lejos se distinguía una rubia cabellera adornada con un sombrero sumamente adorable. — ¡Qué lindaaaaaa! — Chillé por lo bajo mientras sonreía ampliamente y levantaba la diestra animadamente para saludarla a nada menos un metro de distancia. — ¡Hola! ¿Eres mi compañera de misión? — Dije al tiempo que llevaba la diestra hasta mi cuello para alzar la bandana de la aldea que lucía cual collar. Sin esperar contestación y asumiendo que era ella, carraspeé la garganta para continuar hablando animadamente. — Es un gusto, soy Kae… — Agregué sin perder la amplia sonrisa en ningún momento, más, me vi interrumpida con el saludo de una tímida voz masculina, — Di…Disculpen, ¿ustedes son las que cumplirán la misión? Mi nombre es Makoto, y soy el que está a cargo del grupo problemático que señala la petición en la misión, por fin han llegado… la clase comenzó hace un poco y ya es un caos… ¿Cuáles son sus nombres? — Preguntó. Mientras el supuesto maestro hablaba, me dediqué a observarlo con recelo. No parecía alguien que infundiera respeto: su voz era suave y nerviosa, parecía un sujeto enfermizo por la pálidez y sus grandes ojeras, le temblaba sin vergüenza el párpado derecho, seguro era por la tensión que debía cargar día a día. El maestro en cuestión pidió nuestra identificación a la vez que nos invitaba a entrar a la academia con un ademán de sus manos mientras se adentraba por el pasillo que nos llevaría al salón. —Soy Kaede Senju… — Caminando tras él respondí lo suficientemente alto para que me escuchase tras los gritos que se escuchaban al otro lado de la puerta corrediza que nos separaba del grupo. Podía escuchar gritos, risas y hasta palabras vulgares, lo que hizo provocó un claro desagrado junto a una mueca que expresaba mis sentimientos. No estaba para nada contenta con el comportamiento y debía ponerme en el papel si no quería que los alumnos pasasen por encima de nosotras. — ¿Están listas? — Preguntó el maestro, a lo que yo sólo asentí para luego observar a mi compañera de reojo en espera de su respuesta. —Quizás… deberíamos llevarlo a campo abierto, dentro de la academia… dentro del salón puede ser demasiado peligroso… —Sugerí antes de que Makoto abriése la puerta.

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Shiori
♦Kede Senju ♦Kumo♦7:00 ♦Nublado


·Estudiantes Rebeldes

Después de las ultimas misiones, decidió tomar un descanso, un tiempo dedicado a ella y a cuidarse a si misma, a veces esas cosas son justas y necesarias, sobre todo cuando tu trabajo y tu vida consiste en una competencia constante de demostrar tus habilidades, de entrenar y hacerte más fuerte y más sabio, para que nadie te pisotee. Se encontraba recostada en su cama mirando el techo, pensando en que es lo que haría los siguientes años, si se dedicaría solamente a entrenar, o buscaría avanzar en todo, decisiones, decisiones. Pensamientos que se vieron interrumpidos cuando un mensajero toco a su puerta, haciendo que se tuviese que levantar de su comodidad y atender la puerta, el mensajero solo le entregó un pergamino y se marchó.
¿Una misión? – Estaba algo extrañada que le llevaran una misión directamente en la puerta, pero no le hacia asco a un trabajo no esperado que le llegaba, por lo que abrió el pergamino con mucha calma, y se asqueó un poquito al ver que se tendría que encargar de unos estudiantes, se podría decir que la enseñanza y/o el cuidado de niños menores a ella, no era lo suyo, es decir, con mucha suerte era capaz de cuidar de ella misma y ¿debía ser un ejemplo a seguir?, pero bueno no le quedaba de otra. Dejo el pergamino encima de la mesa y se tiró a la cama, con la intención de continuar con su momento reflexivo, sin embargo, el sueño pudo con ella y se quedo frita.

Al día siguiente y como era de esperarse, se quedó dormida, abrió los ojos única y exclusivamente por que los rayos del sol comenzaban a darle en los ojos, situación que le incomodaba pues le hacían leer, con algo de baba seca en su boca, elevó su mirada hacia el reloj, solo para darse cuenta de que tenía al menos unos diez minutos de atrasó a su compromiso. Del shock cayó de la cama y se incorporó con harta prisa, corriendo al baño donde lavo su rostro y dientes lo más rápido posible, una vez terminado aquello, se aprontó en vestirse y salió a las prisas de su casa, en una carrera contra el tiempo, que ya tenía más que perdida, pues había perdido tiempo durmiendo y disfrutando de sueños que solo eran una ilusión de su mente.

Mientras corría lo mas rápido que sus piernas le permitían, intentaba armar una buena excusa y una disculpa, aunque pensándolo bien nada de lo  que dijera justificaría su irresponsabilidad.

Una vez frente a la academia, entro lo más rápido posible, y de la misma forma se presentó, mostrando la identificación, con la cual el encargado le permitió acceder. Mientras dirigía sus pasos hacia el salón, logró identificar a dos personas, de las cuales uno se mostraba como el maestro de la academia, por su altura y su postura erguida y que manifestaba poder, y a su lado una figura mas menudita, bastante curvilínea y de un perfecto perfil, no tenía mucha seguridad de quien pudiese ser, pero estando cerca solo se presentó. Shiori Senju, asignada a la misión, perdón la tardanza

Ale I love you
♦Kede Senju ♦Kumo♦7:00 ♦Nublado


·Estudiantes Rebeldes

Después de las ultimas misiones, decidió tomar un descanso, un tiempo dedicado a ella y a cuidarse a si misma, a veces esas cosas son justas y necesarias, sobre todo cuando tu trabajo y tu vida consiste en una competencia constante de demostrar tus habilidades, de entrenar y hacerte más fuerte y más sabio, para que nadie te pisotee. Se encontraba recostada en su cama mirando el techo, pensando en que es lo que haría los siguientes años, si se dedicaría solamente a entrenar, o buscaría avanzar en todo, decisiones, decisiones. Pensamientos que se vieron interrumpidos cuando un mensajero toco a su puerta, haciendo que se tuviese que levantar de su comodidad y atender la puerta, el mensajero solo le entregó un pergamino y se marchó.
¿Una misión? – Estaba algo extrañada que le llevaran una misión directamente en la puerta, pero no le hacia asco a un trabajo no esperado que le llegaba, por lo que abrió el pergamino con mucha calma, y se asqueó un poquito al ver que se tendría que encargar de unos estudiantes, se podría decir que la enseñanza y/o el cuidado de niños menores a ella, no era lo suyo, es decir, con mucha suerte era capaz de cuidar de ella misma y ¿debía ser un ejemplo a seguir?, pero bueno no le quedaba de otra. Dejo el pergamino encima de la mesa y se tiró a la cama, con la intención de continuar con su momento reflexivo, sin embargo, el sueño pudo con ella y se quedo frita.

Al día siguiente y como era de esperarse, se quedó dormida, abrió los ojos única y exclusivamente por que los rayos del sol comenzaban a darle en los ojos, situación que le incomodaba pues le hacían leer, con algo de baba seca en su boca, elevó su mirada hacia el reloj, solo para darse cuenta de que tenía al menos unos diez minutos de atrasó a su compromiso. Del shock cayó de la cama y se incorporó con harta prisa, corriendo al baño donde lavo su rostro y dientes lo más rápido posible, una vez terminado aquello, se aprontó en vestirse y salió a las prisas de su casa, en una carrera contra el tiempo, que ya tenía más que perdida, pues había perdido tiempo durmiendo y disfrutando de sueños que solo eran una ilusión de su mente.

Mientras corría lo mas rápido que sus piernas le permitían, intentaba armar una buena excusa y una disculpa, aunque pensándolo bien nada de lo  que dijera justificaría su irresponsabilidad.

Una vez frente a la academia, entro lo más rápido posible, y de la misma forma se presentó, mostrando la identificación, con la cual el encargado le permitió acceder. Mientras dirigía sus pasos hacia el salón, logró identificar a dos personas, de las cuales uno se mostraba como el maestro de la academia, por su altura y su postura erguida y que manifestaba poder, y a su lado una figura mas menudita, bastante curvilínea y de un perfecto perfil, no tenía mucha seguridad de quien pudiese ser, pero estando cerca solo se presentó. Shiori Senju, asignada a la misión, perdón la tardanza

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