¿El mejor Ramen de la Roca?
8:00 am · Centro de Iwagakure · Soleado
Era bastante temprano por la mañana, un horario en donde solo las personas que tenían trabajo se encontraban despiertas. El amanecer hacía muy poco había bendecido a los habitantes de la aldea oculta entre las roca. La reconstrucción social, económica y física de la villa comenzaba a generar sus frutos, pero la velocidad en la que este desarrollo avanzaba era muy lento. De hecho a simple vista, aún había escombros en lugares donde alguno vez hubo hogares que contenían familias y shinobis.
Los senderos que permitían recorrer ésta aldea se encontraban invadidos por los obreros que caminaban hacia su trabajo lo más rápido posible ya que ellos eran los encargados de embellecer el lugar. Unos pequeños héroes sin capa. Entre aquella muchedumbre, con un calmado andar, se encontraba Senku. Avanzando en pasos cortos hacia un destino que probablemente no existía, situación en la que más de una vez a la semana se veía encerrado. El era un sujeto observador y con ambiciones muy fuertes, las cuales la misma guerra había tatuado en su alma. Pero no hay razón para ser melodramática a su vez no era más que un joven curioso, y esta combinación a veces, no lo hacía ver cómo una persona seria.
"Hola", "Buenos días", "Saludos!" Entre otras palabras salían alegremente de la boca del genin al encontrarse con personas cercanas y conocidas a él. Y a decir verdad, el número de civiles que podía llegar a saludar era realmente alto ya que, tras la guerra agraciado por su don para crear cosas y acompañado con su personalidad agradable fue capaz de absorber el cariño y la confianza de muchos de los miembros de la aldea.
Luego de pasar por aquellos segundos de sociabilización Senku parecía dar unos pequeños indicios de lo que tenía planeado hacer, podía comenzar a visualizarse la meta de la tranquila caminata. En el centro de la roca se localizaba un puesto de comida que tenía fama de hacer un ramen muy rico, y siendo esta la comida preferida del peliblanco no podía pasar más días con la duda de qué tan deliciosa podía ser aquella comida; así qué sin más, decidió desayunar un poco de Ramen.
Desligandose de los colmados senderos principales comenzó a caminar entre las calles interiores, recordando de memoria la zona en la que le habían mencionado que se encontraba aquel tan bien valorado lugar. Sus pasos, acompañados por la emoción, a medida que se encontraba más cerca comenzaban a apresurarse de forma inconciente. A su vez, el aroma que ya se sentía en el ambiente, ayudaban a que el apetito comenzara a aparecer. Bajo un pesado y árido día de calor, quizás no sería la mejor idea alimentarse con una comida tan caliente, ¿pero acaso eso ni aunque sea estaba pasando por la cabeza del shinobi?, definitivamente no.
Casi al punto de necesitar un babero, el rico olor lo guió hacia la tienda, ansioso por ahora probar con sus papílas gustativas el sabor de aquel tan codiciado alimento. Corrió las cortinas que adornaban la entrada del establecimiento y se adentró convencidisimo de su objetivo. -Muy buenos días, ¿cómo está todo por aquí?- lanzó, alegremente con una inconsciente sonrisa dibujada en el rostro, dirigiéndose a todos los presentes, tanto clientes como el dueño del local. Este último, le dio la bienvenida a Senku, y lo invitó a ver la carta. “Oh!, genial. Pero si no es mucha molestia, quiero el ramen más completo que tengas.” pidió desbordando de alegría y apetito. El cocinero asintió con la cabeza, cerró la carta y se dispuso a cocinar. El ruido del caldo hirviendo, acompañado del chillar de los trozos de carne friéndose y el resto de ingredientes siendo sofreídos, llenaban de ilusión los ojos del peliblanco. La espera a pesar de ser mínima, en tiempo Senkunianos fue extremadamente extensa, tenía más ganas de comer que hambre, a decir verdad.
Con el plato ya en mano, el cocinero combinó todos los componentes de aquel gran plato. Los fideos junto al caldo, la salsa de soja, unos huevos, la carne y las verduras fueron colocadas minuciosamentes dentro de aquel jarrón que estaba preparado para contenerlos. El plato estaba listo, y como toque final, unas cebollitas de verdeo, fueron agregadas sobre todo el preparado para darle aún más texturas al preparado.
Senku al tener el plato frente a él, agradeció por la comida y sin más se dispuso a comer. Tras la primer mordida, sus ojos se llenaron de lágrimas de la emoción y lo delicioso que estaba el ramen. -Es por lejos lo más rico que probé en mi vida.- comentó alegre mientras continuó comiendo dentro de aquel restaurante.
Los senderos que permitían recorrer ésta aldea se encontraban invadidos por los obreros que caminaban hacia su trabajo lo más rápido posible ya que ellos eran los encargados de embellecer el lugar. Unos pequeños héroes sin capa. Entre aquella muchedumbre, con un calmado andar, se encontraba Senku. Avanzando en pasos cortos hacia un destino que probablemente no existía, situación en la que más de una vez a la semana se veía encerrado. El era un sujeto observador y con ambiciones muy fuertes, las cuales la misma guerra había tatuado en su alma. Pero no hay razón para ser melodramática a su vez no era más que un joven curioso, y esta combinación a veces, no lo hacía ver cómo una persona seria.
"Hola", "Buenos días", "Saludos!" Entre otras palabras salían alegremente de la boca del genin al encontrarse con personas cercanas y conocidas a él. Y a decir verdad, el número de civiles que podía llegar a saludar era realmente alto ya que, tras la guerra agraciado por su don para crear cosas y acompañado con su personalidad agradable fue capaz de absorber el cariño y la confianza de muchos de los miembros de la aldea.
Luego de pasar por aquellos segundos de sociabilización Senku parecía dar unos pequeños indicios de lo que tenía planeado hacer, podía comenzar a visualizarse la meta de la tranquila caminata. En el centro de la roca se localizaba un puesto de comida que tenía fama de hacer un ramen muy rico, y siendo esta la comida preferida del peliblanco no podía pasar más días con la duda de qué tan deliciosa podía ser aquella comida; así qué sin más, decidió desayunar un poco de Ramen.
Desligandose de los colmados senderos principales comenzó a caminar entre las calles interiores, recordando de memoria la zona en la que le habían mencionado que se encontraba aquel tan bien valorado lugar. Sus pasos, acompañados por la emoción, a medida que se encontraba más cerca comenzaban a apresurarse de forma inconciente. A su vez, el aroma que ya se sentía en el ambiente, ayudaban a que el apetito comenzara a aparecer. Bajo un pesado y árido día de calor, quizás no sería la mejor idea alimentarse con una comida tan caliente, ¿pero acaso eso ni aunque sea estaba pasando por la cabeza del shinobi?, definitivamente no.
Casi al punto de necesitar un babero, el rico olor lo guió hacia la tienda, ansioso por ahora probar con sus papílas gustativas el sabor de aquel tan codiciado alimento. Corrió las cortinas que adornaban la entrada del establecimiento y se adentró convencidisimo de su objetivo. -Muy buenos días, ¿cómo está todo por aquí?- lanzó, alegremente con una inconsciente sonrisa dibujada en el rostro, dirigiéndose a todos los presentes, tanto clientes como el dueño del local. Este último, le dio la bienvenida a Senku, y lo invitó a ver la carta. “Oh!, genial. Pero si no es mucha molestia, quiero el ramen más completo que tengas.” pidió desbordando de alegría y apetito. El cocinero asintió con la cabeza, cerró la carta y se dispuso a cocinar. El ruido del caldo hirviendo, acompañado del chillar de los trozos de carne friéndose y el resto de ingredientes siendo sofreídos, llenaban de ilusión los ojos del peliblanco. La espera a pesar de ser mínima, en tiempo Senkunianos fue extremadamente extensa, tenía más ganas de comer que hambre, a decir verdad.
Con el plato ya en mano, el cocinero combinó todos los componentes de aquel gran plato. Los fideos junto al caldo, la salsa de soja, unos huevos, la carne y las verduras fueron colocadas minuciosamentes dentro de aquel jarrón que estaba preparado para contenerlos. El plato estaba listo, y como toque final, unas cebollitas de verdeo, fueron agregadas sobre todo el preparado para darle aún más texturas al preparado.
Senku al tener el plato frente a él, agradeció por la comida y sin más se dispuso a comer. Tras la primer mordida, sus ojos se llenaron de lágrimas de la emoción y lo delicioso que estaba el ramen. -Es por lejos lo más rico que probé en mi vida.- comentó alegre mientras continuó comiendo dentro de aquel restaurante.