Finalmente había llegado mi momento de participar. Realmente yo no compartía el mismo ánimo que expresaba el público, no me hacía feliz y desconocía lo que es la felicidad siquiera. No había paz en mi interior, calma ni entropía. No viví el momento para nada, solamente estaba existiendo a la vez que mis ojos divisaban el ir y venir de distintos participantes a la arena de combate mientras comenzaban y concluían sus batallas en un ciclo presuntamente finito. Pero… ¿Por qué no me podía emocionar también? ¿Por qué no había una sonrisa expresada en mi rostro? ¿Por qué no me había gastado en ver la hora siquiera? Las manecillas del reloj hacían su clásico tic-tac de forma incesante, aquel ruido se expandía por la sala de espera y resonaba en todas las paredes. El eco del movimiento mecánico en el reloj se sumergía en mi mente, se sumergían en mis pensamientos que para aquel entonces no eran más que un cuarto totalmente blanco… No había nada, ni luz, ni oscuridad, no había desorden ni caos, así como en mi corazón no sentía que existiese dentro absolutamente nada. No había nervios, desesperación, no temía al peligro ni a ser mortalmente herida. ¿Por qué? ¿Por qué la naturaleza no fue lo suficientemente piadosa como para no privarme de un instinto de supervivencia que todos los seres vivos deben de poseer de forma innata?
¿Por qué soy tan distinta? ¿Por qué soy tan extraña?... Mi padre me dijo que debería estar disfrutando el momento, que debería estar feliz de poder medirme contra otras personas pero yo no sentía absolutamente nada… Lo único que comprendía es que nada lograba comprender, conocía mi desconocimiento, sabía que mi única garantía es la incertidumbre. Por suerte no soy una persona tan curiosa, me bastaba únicamente con tratar de imaginar qué pasaba en la cabeza de los demás participantes, de lo contrario seguramente caería en la ansiedad y la desesperación… Pero allí estaba, sintiendo la nada, viviendo la nada, solamente esperando que aquel presentador invocara mi nombre para hacer acto de presencia. Yo no disfrutaba las batallas en lo absoluto, no me divierten, no me hieren, no me provocan nada. Vivo en un ciclo tortuoso, de un inexorable vacío que corroe mi alma y me obliga a buscar (En vano) un propósito, una meta, un sueño que me motive a vivir.
En aquel habitáculo naturalmente no estaba sola. Si bien me senté apartada de todo el mundo puesto a que la soledad me trae comodidad (al no tener la necesidad de relacionarme con otras personas, tópico en lo que soy exageradamente mala) obviamente me percaté de la presencia de todos los demás integrantes del kumité. Variopintos guerreros ninja de otras aldeas llegaron al lugar para hacer una demostración de sus habilidades, había tantos rostros como estilos posibles. Estaba segura de que no podría ni imaginarme ni la mitad de las formas de pelear que aquellos guerreros iban a demostrar, seguramente en otras aldeas había distintas culturas, distintas artes marciales, distintos sistemas de combates o disciplinas. No podría adivinar cada estilo solamente observando a la persona durante aquellos fugaces pensamientos, cada persona posee su historia, su desarrollo, su cultura y su entrenamiento personal que lo hacen único ante los ojos de cualquiera. Cada uno de ellos tenía una esencia distinta pero incluso con esas podría afirmar que en caso de enfrentármelos los terminaría olvidando al cabo de unas horas. Llegué a un punto de mi vida donde ya no veía a las personas como tal, era completamente consciente de que si en algún punto de la vida fuesen quien fuesen si llegaban a tener una recompensa por su cabeza los terminaría ejecutando sin dudarlo; De forma rápida y efectiva, sin siquiera preocuparme en cómo y quiénes son realmente ni todo el trasfondo que rodea su mística existencia.
Así somos las asesinas, supongo. Personas que tienen que sentirse ajenas a la existencia, si por alguna razón pudiésemos identificarnos con nuestras presas dudaríamos al atacar y claramente no va con nuestro estilo, nos haría muy ineficaces… Si tan solo yo dudara un segundo, no me quiero imaginar la golpiza que me llevaría por parte de padre, por eso es que no debo subestimar a nadie y acabar todo lo más rápido posible. Si tienen tiempo a reaccionar a mis movimientos significa que he fracasado y toca volver a entrenar muchísimo más, aunque no debería de ser necesario de momento. Mis habilidades con la espada y mi velocidad deberían de ser suficientes para acabar con casi cualquier persona que se cruce, mi rival más compleja debe de ser la siguiente por lógica pura.
Es mi primer batalla, desconozco su estilo y no tengo la más mínima información de siquiera quién es. Podría ser cualquiera en esta sala, no puedo fiarme de las apariencias ya que estas últimas no hacen más que engañar y ocultar la verdadera naturaleza de las personas. Mis ojos vendados habían visto incontables veces esto y yo soy una prueba viviente de ello, el no parecer letal es lo que me hace letal así como una rosa por su belleza es que termina dañando por sus espinas. Para todos los demás tendría el privilegio de verlos pelear de primera mano, podía saber qué estilos tenían e imaginar situaciones y estrategias con el fin de que mis combates no duren más que segundos. Puede ser decepcionante mi estilo de batalla para los espectadores, no obstante para su infortunio cabe resaltar que vengo a combatir y no a dar un espectáculo familiar. No soy una ninja, no tengo nada que ver con esta cultura. Todo lo que se cruce frente mío no es más que un obstáculo que mi katana tiene que atravesar… ¿Me dirán algo si termino hiriendo a alguien de forma mortal? El no permitirme matar es quizá perjudicarme demasiado al ser una persona que se dedica exclusivamente a ello.
Al cabo de pocos minutos finalmente escuché mi nombre por parte del presentador junto al de mi contrincante. Inmediatamente tomé mi Ninjato desde su saya utilizando mi mano izquierda, guardé mi Tanto bajo la parte derecha de mi falda (donde tiene ese corte en V, permitiéndome guardarlo y sacarlo con mucha velocidad) y me eso era todo lo que necesitaba en el combate. No tenía más herramientas, no tenía kunais, bombas ni ningún artilugio extraño. Me valía únicamente de los filos y mi maestría para utilizarlos, domaba aquellas herramientas tan peligrosas y letales por lo que utilizar cualquier otra cosa para combatir a mi rival sería una falta de respeto… Quedaba darlo todo y nada más, aunque a decir verdad esto de batallar no me hacía especial ilusión.
El público estaba emocionado, expectante, esperando un gran espectáculo de mi parte. Veía como la gran mayoría me apoyaba y aplaudía por estar en mi ciudad local a lo que no supe cómo sentirme. No sabía si debía sentir aquella felicidad de los que todos tanto hablan, únicamente mi pulso se aceleró un poco, recibí un subidón de energía con cada paso que daba hacia las el campo de batalla y a su vez mi semblante permaneció absolutamente frívolo e inexpresivo. No quería reaccionar de ninguna forma, no quería decepcionar a nadie, no sabía cómo expresarme ante ellos y en consecuencia no hice nada. Solamente daba pasos elegantes, mi airoso andar realzaba mi curvilínea figura remarcando aquellos atributos que ostenta mi cuerpo. El taconear de mis zapatos negros se opacaba completamente ante los gritos incesantes y chiflidos por parte del público, ni siquiera lograba oír mis propios pensamientos por lo que decidí ignorarlos en la mayor medida posible… Entonces, me pregunté. “¿Qué haría mi padre en esta situación?” “¿Qué es digno de un guerrero cuando la gente clama su nombre?” ¿Debía hacer algo bonito para llamar su atención o debía quedarme en el molde y no parecer arrogante en lo absoluto. Después de todo no sabía quiénes eran ellos, quién es mi contrincante y tampoco quería faltarle el respeto en lo absoluto.
Llegué yo y al instante llegó también mi contrincante; Una mujer de bellas facciones, pelirroja, joven y se notaba que tenía una buena vitalidad. Juraría haberla visto en combates anteriores pero por alguna razón no tenía conocimiento alguno de sus habilidades, de su estilo de combate. En ese instante ella fue un fantasma, una estela de un recuerdo que debería tener pero evidentemente no tengo o de lo contrario podría sentirme más segura a la hora de combatir. ¿Tendré que ir con cautela? ¿O debo ir con la intención de matarla solamente? Cualquiera que sea el caso no debo extender demasiado el combate, soy consciente de mis debilidades y fortalezas.
- Es una pena que no haya traído a Contrato Virtuoso. Si tuviera mi espada podría darte un combate mucho más digno… Espero no te molestes conmigo, aunque si luego del combate quieres castigarme por esta terrible ofensa lo entenderé. - Dije en un tono dulce, observándola directamente a los ojos (acto que ella podría deducir por la posición de mi rostro y no de mis ojos al estar mis ojos con aquel vendaje negro). Tenía unos ojos bonitos, supongo, me daría pena que aquel aspecto excelso en virtudes sea socavado por cortes de una espada, debía ser lo más eficaz posible para no arruinar nada de su integridad… Demasiado en qué pensar, demasiadas limitaciones, si mi orden fuera tan solo matarla me sentiría en mi salsa.
A la señal del Jonin rubio, personaje que no conocía ni me importaba al estar ajena al mundo y orden de los ninjas, hice una pequeña reverencia a mi contrincante en señal de respeto permitiéndole así dar inicio al tan ansiado combate.
Ni bien escuché que finalizó su frase, ni bien mi cuerpo recibió el estimuló de que podría dar el primer ataque no perdí un solo segundo. Cual corredor que espera su señal de salida me desplacé rápidamente hacia mi contrincante, no dudé un solo segundo y no le daría una fracción de ese tiempo siquiera para pensar en cómo contratacar. Durante aquel trayecto para recorrer, para mi fortuna, los escasos metros que nos separaban desenvainé mi Ninjato rápidamente apoyándome con ambas manos; Tomando la izquierda la Katana desde su mango y la derecha desplazando la Saya hacia el lado opuesto a la guardia logrando una liberación rápida y eficaz.
Inmediatamente, antes de que mis cabellos siquiera pudieran reflejar el cambio de movimiento consecuencia a la inercia imbuí mi shinobigatana con chakra potenciando mi futuro ataque que esperaba fuese el primer y único ataque necesario para arrebatarle las posibilidades de victoria a la Kunoichi del país del fuego. Aquel frío absoluto, aquella gélida sensación de la frívola ventisca acariciando mis piernas no servían siquiera para distraerme de mi objetivo. No había frío, obstáculo o dolor que me desenfocara de lo importante. Como asesina, había pasado por peores situaciones y ahora todo es más simple al tener un solo objetivo; Llegar rápido, golpear rápido y dejarla fuera de combate.
Normalmente hubiese balanceado mi Ninjato para atacar directamente pero… Me negaba a realizar un golpe tan abierto, no era mi estilo, necesitaba mi espada frente a mí y priorizar el control de ella para responder a cualquier posible ataque y buscar apuñalar a mi contrincante. Entre mi fugaz andar, y la mirada depredadora que conseguí clavar sobre la contraria buscaba una buena apertura para clavar mi sable en ella. Aunque me atacara, aunque quisiera responder a mi embestida el daño que podía provocarle yo con una puñalada de tal magnitud era mayor que cualquiera que ella pudiera hacerme. Observé sus brazos en todo el recorrido, más bien mi visión estaba a la altura de sus hombros siendo esto un dato crucial a la hora de enfrentar ninjas; La mayoría de sus técnicas provienen de sus manos, y necesitaba tener una visión general de su cuerpo para tener una chance de siquiera deducir cuál es su próximo movimiento y realizar algo en consecuencia. Agaché un poco mi cabeza y mi cuerpo en general, cubriendo mi rostro sumergiendo mi mirada a la altura de mis brazos al encontrarse estos en guardia y cubriéndome de cualquier ataque repentino que se dirigiese hacia el mismo (al considerar mi cara como el sitio más delicado y la zona a proteger)
Por la corta distancia (menos de 8 metros entre ambas) y mi velocidad me sentía en ventaja. Si ella me lo permitiese, con mi Ninjato empuñado por mi mano izquierda buscaría lanzarle un ataque completamente recto, intentando perforar su abdomen con la punta de mi arma. Me mostré totalmente agresiva, dando el todo por el todo. Si le dejaba hacer sellos mientras me quedaba parada pensando o haciendo nada, definitivamente perdería este combate solamente pecando de estupidez. Obviamente no permití tal cosa, y me lancé buscando castigar cualquiera de sus errores.
- Spoiler:
Resumen:
Reiju piensa mientras espera su turno. Una vez es llamada toma su Ninjato en la mano izquierda y guarda su Tanto bajo la parte derecha de su falda para acceder a ella posteriormente si llega a requerirlo.
Llegado el combate hace el saludo y sabiendo que un rival posiblemente intente hacer un jutsu aprovechando la distancia, hace uso de su gran velocidad para arremeter contra ella buscando darle una estocada en el abdomen, no dejarla pensar o reaccionar adecuadamente y previo a desenvainar su arma imbuye su arma en Chakra aumentando su filo y capacidades ofensivas.
Dato de vital importancia: 50 metros de área es poquito, es algo así como 7,3m x 7,3m. Por lo que no deberíamos estar a más de 8 metros de distancia.
Acciones (3): Correr hacia la contrincante (1 sta), imbuir el Ninjato en chakra (2 Chk) y el ataque. (3 sta)
Habilidad Especial: Espada Elemental (幻想拳, Gensoken)
La habilidad de la espada elemental permite al usuario dejar fluir su primera naturaleza de chakra por el filo de sus armas. Según qué naturaleza de chakra sea, las características adquiridas por las armas podrán ir variando.
Coste: 2Ck
Chakra: 69/72
Stamina: 69/72
Inventario: Tanto y Ninjato
Peso: 1,5kg/2kg
Finalmente había llegado mi momento de participar. Realmente yo no compartía el mismo ánimo que expresaba el público, no me hacía feliz y desconocía lo que es la felicidad siquiera. No había paz en mi interior, calma ni entropía. No viví el momento para nada, solamente estaba existiendo a la vez que mis ojos divisaban el ir y venir de distintos participantes a la arena de combate mientras comenzaban y concluían sus batallas en un ciclo presuntamente finito. Pero… ¿Por qué no me podía emocionar también? ¿Por qué no había una sonrisa expresada en mi rostro? ¿Por qué no me había gastado en ver la hora siquiera? Las manecillas del reloj hacían su clásico tic-tac de forma incesante, aquel ruido se expandía por la sala de espera y resonaba en todas las paredes. El eco del movimiento mecánico en el reloj se sumergía en mi mente, se sumergían en mis pensamientos que para aquel entonces no eran más que un cuarto totalmente blanco… No había nada, ni luz, ni oscuridad, no había desorden ni caos, así como en mi corazón no sentía que existiese dentro absolutamente nada. No había nervios, desesperación, no temía al peligro ni a ser mortalmente herida. ¿Por qué? ¿Por qué la naturaleza no fue lo suficientemente piadosa como para no privarme de un instinto de supervivencia que todos los seres vivos deben de poseer de forma innata?
¿Por qué soy tan distinta? ¿Por qué soy tan extraña?... Mi padre me dijo que debería estar disfrutando el momento, que debería estar feliz de poder medirme contra otras personas pero yo no sentía absolutamente nada… Lo único que comprendía es que nada lograba comprender, conocía mi desconocimiento, sabía que mi única garantía es la incertidumbre. Por suerte no soy una persona tan curiosa, me bastaba únicamente con tratar de imaginar qué pasaba en la cabeza de los demás participantes, de lo contrario seguramente caería en la ansiedad y la desesperación… Pero allí estaba, sintiendo la nada, viviendo la nada, solamente esperando que aquel presentador invocara mi nombre para hacer acto de presencia. Yo no disfrutaba las batallas en lo absoluto, no me divierten, no me hieren, no me provocan nada. Vivo en un ciclo tortuoso, de un inexorable vacío que corroe mi alma y me obliga a buscar (En vano) un propósito, una meta, un sueño que me motive a vivir.
En aquel habitáculo naturalmente no estaba sola. Si bien me senté apartada de todo el mundo puesto a que la soledad me trae comodidad (al no tener la necesidad de relacionarme con otras personas, tópico en lo que soy exageradamente mala) obviamente me percaté de la presencia de todos los demás integrantes del kumité. Variopintos guerreros ninja de otras aldeas llegaron al lugar para hacer una demostración de sus habilidades, había tantos rostros como estilos posibles. Estaba segura de que no podría ni imaginarme ni la mitad de las formas de pelear que aquellos guerreros iban a demostrar, seguramente en otras aldeas había distintas culturas, distintas artes marciales, distintos sistemas de combates o disciplinas. No podría adivinar cada estilo solamente observando a la persona durante aquellos fugaces pensamientos, cada persona posee su historia, su desarrollo, su cultura y su entrenamiento personal que lo hacen único ante los ojos de cualquiera. Cada uno de ellos tenía una esencia distinta pero incluso con esas podría afirmar que en caso de enfrentármelos los terminaría olvidando al cabo de unas horas. Llegué a un punto de mi vida donde ya no veía a las personas como tal, era completamente consciente de que si en algún punto de la vida fuesen quien fuesen si llegaban a tener una recompensa por su cabeza los terminaría ejecutando sin dudarlo; De forma rápida y efectiva, sin siquiera preocuparme en cómo y quiénes son realmente ni todo el trasfondo que rodea su mística existencia.
Así somos las asesinas, supongo. Personas que tienen que sentirse ajenas a la existencia, si por alguna razón pudiésemos identificarnos con nuestras presas dudaríamos al atacar y claramente no va con nuestro estilo, nos haría muy ineficaces… Si tan solo yo dudara un segundo, no me quiero imaginar la golpiza que me llevaría por parte de padre, por eso es que no debo subestimar a nadie y acabar todo lo más rápido posible. Si tienen tiempo a reaccionar a mis movimientos significa que he fracasado y toca volver a entrenar muchísimo más, aunque no debería de ser necesario de momento. Mis habilidades con la espada y mi velocidad deberían de ser suficientes para acabar con casi cualquier persona que se cruce, mi rival más compleja debe de ser la siguiente por lógica pura.
Es mi primer batalla, desconozco su estilo y no tengo la más mínima información de siquiera quién es. Podría ser cualquiera en esta sala, no puedo fiarme de las apariencias ya que estas últimas no hacen más que engañar y ocultar la verdadera naturaleza de las personas. Mis ojos vendados habían visto incontables veces esto y yo soy una prueba viviente de ello, el no parecer letal es lo que me hace letal así como una rosa por su belleza es que termina dañando por sus espinas. Para todos los demás tendría el privilegio de verlos pelear de primera mano, podía saber qué estilos tenían e imaginar situaciones y estrategias con el fin de que mis combates no duren más que segundos. Puede ser decepcionante mi estilo de batalla para los espectadores, no obstante para su infortunio cabe resaltar que vengo a combatir y no a dar un espectáculo familiar. No soy una ninja, no tengo nada que ver con esta cultura. Todo lo que se cruce frente mío no es más que un obstáculo que mi katana tiene que atravesar… ¿Me dirán algo si termino hiriendo a alguien de forma mortal? El no permitirme matar es quizá perjudicarme demasiado al ser una persona que se dedica exclusivamente a ello.
Al cabo de pocos minutos finalmente escuché mi nombre por parte del presentador junto al de mi contrincante. Inmediatamente tomé mi Ninjato desde su saya utilizando mi mano izquierda, guardé mi Tanto bajo la parte derecha de mi falda (donde tiene ese corte en V, permitiéndome guardarlo y sacarlo con mucha velocidad) y me eso era todo lo que necesitaba en el combate. No tenía más herramientas, no tenía kunais, bombas ni ningún artilugio extraño. Me valía únicamente de los filos y mi maestría para utilizarlos, domaba aquellas herramientas tan peligrosas y letales por lo que utilizar cualquier otra cosa para combatir a mi rival sería una falta de respeto… Quedaba darlo todo y nada más, aunque a decir verdad esto de batallar no me hacía especial ilusión.
El público estaba emocionado, expectante, esperando un gran espectáculo de mi parte. Veía como la gran mayoría me apoyaba y aplaudía por estar en mi ciudad local a lo que no supe cómo sentirme. No sabía si debía sentir aquella felicidad de los que todos tanto hablan, únicamente mi pulso se aceleró un poco, recibí un subidón de energía con cada paso que daba hacia las el campo de batalla y a su vez mi semblante permaneció absolutamente frívolo e inexpresivo. No quería reaccionar de ninguna forma, no quería decepcionar a nadie, no sabía cómo expresarme ante ellos y en consecuencia no hice nada. Solamente daba pasos elegantes, mi airoso andar realzaba mi curvilínea figura remarcando aquellos atributos que ostenta mi cuerpo. El taconear de mis zapatos negros se opacaba completamente ante los gritos incesantes y chiflidos por parte del público, ni siquiera lograba oír mis propios pensamientos por lo que decidí ignorarlos en la mayor medida posible… Entonces, me pregunté. “¿Qué haría mi padre en esta situación?” “¿Qué es digno de un guerrero cuando la gente clama su nombre?” ¿Debía hacer algo bonito para llamar su atención o debía quedarme en el molde y no parecer arrogante en lo absoluto. Después de todo no sabía quiénes eran ellos, quién es mi contrincante y tampoco quería faltarle el respeto en lo absoluto.
Llegué yo y al instante llegó también mi contrincante; Una mujer de bellas facciones, pelirroja, joven y se notaba que tenía una buena vitalidad. Juraría haberla visto en combates anteriores pero por alguna razón no tenía conocimiento alguno de sus habilidades, de su estilo de combate. En ese instante ella fue un fantasma, una estela de un recuerdo que debería tener pero evidentemente no tengo o de lo contrario podría sentirme más segura a la hora de combatir. ¿Tendré que ir con cautela? ¿O debo ir con la intención de matarla solamente? Cualquiera que sea el caso no debo extender demasiado el combate, soy consciente de mis debilidades y fortalezas.
- Es una pena que no haya traído a Contrato Virtuoso. Si tuviera mi espada podría darte un combate mucho más digno… Espero no te molestes conmigo, aunque si luego del combate quieres castigarme por esta terrible ofensa lo entenderé. - Dije en un tono dulce, observándola directamente a los ojos (acto que ella podría deducir por la posición de mi rostro y no de mis ojos al estar mis ojos con aquel vendaje negro). Tenía unos ojos bonitos, supongo, me daría pena que aquel aspecto excelso en virtudes sea socavado por cortes de una espada, debía ser lo más eficaz posible para no arruinar nada de su integridad… Demasiado en qué pensar, demasiadas limitaciones, si mi orden fuera tan solo matarla me sentiría en mi salsa.
A la señal del Jonin rubio, personaje que no conocía ni me importaba al estar ajena al mundo y orden de los ninjas, hice una pequeña reverencia a mi contrincante en señal de respeto permitiéndole así dar inicio al tan ansiado combate.
Ni bien escuché que finalizó su frase, ni bien mi cuerpo recibió el estimuló de que podría dar el primer ataque no perdí un solo segundo. Cual corredor que espera su señal de salida me desplacé rápidamente hacia mi contrincante, no dudé un solo segundo y no le daría una fracción de ese tiempo siquiera para pensar en cómo contratacar. Durante aquel trayecto para recorrer, para mi fortuna, los escasos metros que nos separaban desenvainé mi Ninjato rápidamente apoyándome con ambas manos; Tomando la izquierda la Katana desde su mango y la derecha desplazando la Saya hacia el lado opuesto a la guardia logrando una liberación rápida y eficaz.
Inmediatamente, antes de que mis cabellos siquiera pudieran reflejar el cambio de movimiento consecuencia a la inercia imbuí mi shinobigatana con chakra potenciando mi futuro ataque que esperaba fuese el primer y único ataque necesario para arrebatarle las posibilidades de victoria a la Kunoichi del país del fuego. Aquel frío absoluto, aquella gélida sensación de la frívola ventisca acariciando mis piernas no servían siquiera para distraerme de mi objetivo. No había frío, obstáculo o dolor que me desenfocara de lo importante. Como asesina, había pasado por peores situaciones y ahora todo es más simple al tener un solo objetivo; Llegar rápido, golpear rápido y dejarla fuera de combate.
Normalmente hubiese balanceado mi Ninjato para atacar directamente pero… Me negaba a realizar un golpe tan abierto, no era mi estilo, necesitaba mi espada frente a mí y priorizar el control de ella para responder a cualquier posible ataque y buscar apuñalar a mi contrincante. Entre mi fugaz andar, y la mirada depredadora que conseguí clavar sobre la contraria buscaba una buena apertura para clavar mi sable en ella. Aunque me atacara, aunque quisiera responder a mi embestida el daño que podía provocarle yo con una puñalada de tal magnitud era mayor que cualquiera que ella pudiera hacerme. Observé sus brazos en todo el recorrido, más bien mi visión estaba a la altura de sus hombros siendo esto un dato crucial a la hora de enfrentar ninjas; La mayoría de sus técnicas provienen de sus manos, y necesitaba tener una visión general de su cuerpo para tener una chance de siquiera deducir cuál es su próximo movimiento y realizar algo en consecuencia. Agaché un poco mi cabeza y mi cuerpo en general, cubriendo mi rostro sumergiendo mi mirada a la altura de mis brazos al encontrarse estos en guardia y cubriéndome de cualquier ataque repentino que se dirigiese hacia el mismo (al considerar mi cara como el sitio más delicado y la zona a proteger)
Por la corta distancia (menos de 8 metros entre ambas) y mi velocidad me sentía en ventaja. Si ella me lo permitiese, con mi Ninjato empuñado por mi mano izquierda buscaría lanzarle un ataque completamente recto, intentando perforar su abdomen con la punta de mi arma. Me mostré totalmente agresiva, dando el todo por el todo. Si le dejaba hacer sellos mientras me quedaba parada pensando o haciendo nada, definitivamente perdería este combate solamente pecando de estupidez. Obviamente no permití tal cosa, y me lancé buscando castigar cualquiera de sus errores.
- Spoiler:
Resumen:
Reiju piensa mientras espera su turno. Una vez es llamada toma su Ninjato en la mano izquierda y guarda su Tanto bajo la parte derecha de su falda para acceder a ella posteriormente si llega a requerirlo.
Llegado el combate hace el saludo y sabiendo que un rival posiblemente intente hacer un jutsu aprovechando la distancia, hace uso de su gran velocidad para arremeter contra ella buscando darle una estocada en el abdomen, no dejarla pensar o reaccionar adecuadamente y previo a desenvainar su arma imbuye su arma en Chakra aumentando su filo y capacidades ofensivas.
Dato de vital importancia: 50 metros de área es poquito, es algo así como 7,3m x 7,3m. Por lo que no deberíamos estar a más de 8 metros de distancia.
Acciones (3): Correr hacia la contrincante (1 sta), imbuir el Ninjato en chakra (2 Chk) y el ataque. (3 sta)
Habilidad Especial: Espada Elemental (幻想拳, Gensoken)
La habilidad de la espada elemental permite al usuario dejar fluir su primera naturaleza de chakra por el filo de sus armas. Según qué naturaleza de chakra sea, las características adquiridas por las armas podrán ir variando.
Coste: 2Ck
Chakra: 69/72
Stamina: 69/72
Inventario: Tanto y Ninjato
Peso: 1,5kg/2kg