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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Madara Chronicles es un foro basado en la obra de Masashi Kishimoto "Naruto" y "Naruto Shippuden", utilizando tan solo su ambientación y personajes para crear una trama propia.

Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Hermanos [2/6]

[Reiju | Pasado] Serendipity

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Tenma Uzumaki


[Reiju | Pasado]  Serendipity Original
白と赤

Shiro to Aka

A
manecer. Era el tiempo ideal para enseñar al cuerpo lo que se debe hacer.

Un día inusualmente cálido para la nieve que caía eternamente, con un fondo azul sobre las cabezas que apenas exhibía algunas nubes blancas repartidas. Un azul un poco opaco, pero que no escondía ese dorado refulgir a la distancia, en el horizonte, alzándose poco a poco con su lentitud celeste. Sí, todo muy majestuoso, pero esa mañana a la primera luz del alba, el color rojo rompía la pureza de la nieve.

Cómo un rayo, atravesaba los campos de entrenamientos más boscosos de la zona. Era un área amplia, de al menos un kilómetro a la redonda desde donde se encontraba, siendo él el epicentro y habiéndose adentrado demasiado. Pero no estaba solo, sin embargo. La velocidad que lo había atraído allí fue impulsada por la necesidad de alcanzar a su maestra, quien se había perdido entre los árboles de hojas blancas; demasiado rauda, ingeniosa y tramposa, quien en su momento le lanzó una cuerda directo a las piernas, permitiendo ganar más margen si podía, aunque ella realmente no lo necesitara.

Para ese momento, Tenma yacía en medio del bosque nevado buscándola, fútilmente. Su voz de adolescente resonaba abiertamente entre los troncos y hojas, con el llamado de Maestra abarcando una amplia distancia.

Sólo los más curiosos, como ardillas y conejos, atendían a este llamado con sus grandes miradas tiernas, para luego perderse en sus madrigueras. Las botas de Tenma se hundían en la nieve, marcando un camino fácilmente rastreable incluso para un niño de siete años. - Tsk. - Chasqueó la lengua, a sabiendas de que así no podría encontrarla, y de que tontamente sólo estaba declarando su posición mientras ella, escondida, se estuviera riendo en silencio y divertida.

Tendré que idear un método para hallarla. - Sopesó en los lindes de su mente, buscando una solución para dar con el paradero de alguien muy superior a él.

Era claro que tan fácil no lo tendría.

Sin embargo, sus pasos lo terminaron por conducir hacia una corriente petrificada entre la nieve. Un río helado, cuya superficie congelada podía deducirse lo suficientemente gruesa cómo para caminar por ella, mas en su interior tal vez todavía corriera el agua. O tal vez no. La fuente de donde nacía aquel cauce yacía congelado; una cascada, de más de diez metros de altura, se situaba medianamente alejada por su derecha. Se veía, en cierto modo, hermoso. Esos cristales de hielo en descenso como si se hubiera detenido el tiempo.

Tenma se agachó dejando que su capa roja, y la bufanda vinotinto en el cuello, rozaran la tierra mientras reunía un puñado de nieve con sus manos. Se sentía fría incluso a través de sus guantes blancos. Pero, quien lo viera, tendría la impresión de un niño que intentaba jugar con el elemento natural de su tierra, mas él, por lo bajo, sonreía ocultamente hasta que se levantó lentamente. Su diestra se había llenado de aquel montón de cristales helados, convirtiéndolo en una bola al cerrar su mano en un puño. Parecía que quería intentar algo, y esperó, unos segundos, hasta que en dado momento instantáneamente giró. - ¡Ahí estás! - Todo su brazo se elongó para tirar el puñado de nieve hacia, donde creía, haber percibido a su maestra.

Su proyectil voló, pero, en un momento, se percató de una inesperada situación. Su gesto cambió.



[Reiju | Pasado]  Serendipity Original
白と赤

Shiro to Aka

A
manecer. Era el tiempo ideal para enseñar al cuerpo lo que se debe hacer.

Un día inusualmente cálido para la nieve que caía eternamente, con un fondo azul sobre las cabezas que apenas exhibía algunas nubes blancas repartidas. Un azul un poco opaco, pero que no escondía ese dorado refulgir a la distancia, en el horizonte, alzándose poco a poco con su lentitud celeste. Sí, todo muy majestuoso, pero esa mañana a la primera luz del alba, el color rojo rompía la pureza de la nieve.

Cómo un rayo, atravesaba los campos de entrenamientos más boscosos de la zona. Era un área amplia, de al menos un kilómetro a la redonda desde donde se encontraba, siendo él el epicentro y habiéndose adentrado demasiado. Pero no estaba solo, sin embargo. La velocidad que lo había atraído allí fue impulsada por la necesidad de alcanzar a su maestra, quien se había perdido entre los árboles de hojas blancas; demasiado rauda, ingeniosa y tramposa, quien en su momento le lanzó una cuerda directo a las piernas, permitiendo ganar más margen si podía, aunque ella realmente no lo necesitara.

Para ese momento, Tenma yacía en medio del bosque nevado buscándola, fútilmente. Su voz de adolescente resonaba abiertamente entre los troncos y hojas, con el llamado de Maestra abarcando una amplia distancia.

Sólo los más curiosos, como ardillas y conejos, atendían a este llamado con sus grandes miradas tiernas, para luego perderse en sus madrigueras. Las botas de Tenma se hundían en la nieve, marcando un camino fácilmente rastreable incluso para un niño de siete años. - Tsk. - Chasqueó la lengua, a sabiendas de que así no podría encontrarla, y de que tontamente sólo estaba declarando su posición mientras ella, escondida, se estuviera riendo en silencio y divertida.

Tendré que idear un método para hallarla. - Sopesó en los lindes de su mente, buscando una solución para dar con el paradero de alguien muy superior a él.

Era claro que tan fácil no lo tendría.

Sin embargo, sus pasos lo terminaron por conducir hacia una corriente petrificada entre la nieve. Un río helado, cuya superficie congelada podía deducirse lo suficientemente gruesa cómo para caminar por ella, mas en su interior tal vez todavía corriera el agua. O tal vez no. La fuente de donde nacía aquel cauce yacía congelado; una cascada, de más de diez metros de altura, se situaba medianamente alejada por su derecha. Se veía, en cierto modo, hermoso. Esos cristales de hielo en descenso como si se hubiera detenido el tiempo.

Tenma se agachó dejando que su capa roja, y la bufanda vinotinto en el cuello, rozaran la tierra mientras reunía un puñado de nieve con sus manos. Se sentía fría incluso a través de sus guantes blancos. Pero, quien lo viera, tendría la impresión de un niño que intentaba jugar con el elemento natural de su tierra, mas él, por lo bajo, sonreía ocultamente hasta que se levantó lentamente. Su diestra se había llenado de aquel montón de cristales helados, convirtiéndolo en una bola al cerrar su mano en un puño. Parecía que quería intentar algo, y esperó, unos segundos, hasta que en dado momento instantáneamente giró. - ¡Ahí estás! - Todo su brazo se elongó para tirar el puñado de nieve hacia, donde creía, haber percibido a su maestra.

Su proyectil voló, pero, en un momento, se percató de una inesperada situación. Su gesto cambió.

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Reijuu Musashi
Fui aquella mañana a los campos de entrenamiento razones un poco menos obvias. Si bien es cierto que suelo concurrir al lugar con muchísima regularidad, debido principalmente a que mi entrenamiento como espadachín me toma bastante tiempo del día, esta vez era la excepción. Solamente había sentido la necesidad de salir de mi casa un momento, de escaparme de todos mis problemas y conflictos familiares, de encontrar mi espacio en aquel lugar que tanto frecuentaba… Tal era así que ni siquiera mi Ninjato o Contrato Virtuoso me acompañaron, lo había dejado todo en aquel lugar intentando caminar libre al fin, si mis armas me seguían acompañando a donde quiera que fuese seguiría siendo una esclava toda la vida; Tal vez es momento de darle un fin a todo y empezar a pensar un poco en mi libertad, en explorar el mundo e intentar comprender todo ese universo que desconozco llamado “Sentimientos”.

Las personas que los tienen parecen mucho más enérgicas, tienen un propósito, tienen la voluntad para afirmar que están viviendo y no se limitan a existir como yo. También quería de eso, quería comprender por qué aún sigo viva, necesitaba una respuesta a por qué compartiendo especies con los demás individuos de mi sociedad soy incapaz de relacionarme e identificarme con ellos. Me siento vacía, como si mi vida necesitase de varias piezas para completarse o peor: Que mi vida estuviese completa, pero las piezas desordenadas de modo que la imagen que recibo es completamente incomprensible y soy incapaz de rearmarlo.

Vestía unos bonitos leggins celestes, un chaleco de pelos blanco y debajo de él estaba muy bien abrigada con blusas y camisas. También tenía unos tenis blancos que podía lucir gracias a que el día no estaba frío como de costumbre, no era obligatorio que llevase conmigo mis botas blancas invernales o algo que abrigara demasiado mis pies. Conmigo cargaba un termo lleno de capuccino caliente que había preparado para mi estadía fuera del lugar, y bueno… Usaría la tapa del termo como mi futura taza para así poder degustar mi creación.

Logré encontrar un buen tronco donde sentarme sin tener que buscar demasiado. Este estaba partido casi al inicio, tenía un buen volumen y dureza, era el trabajo reciente de un leñador y pude darme cuenta porque el corte estaba casi perfecto y no creía nada de él. Me acomodé allí, me serví un poco de Capuccino y me relajé mientras observaba a un pelirrojo extraño hacer cosas de… Pelirrojos.

Me limité a observarlo solamente. Entre sorbos veía sus acciones, mis orbes plata clavaron una mirada sobre su figura a la vez que intentaba escuchar sus diálogos y comprender el por qué de su comportamiento. Yo aún no tenía las habilidades de comunicación suficientes ni el valor como para preguntarle el por qué de las cosas, así que solamente me quedaba la intriga. Observar en silencio es mi papel, solamente esperaba que no se percatara de que lo estaba mirando tanto… Por alguna extraña razón las personas se incomodan al sentirse observados.

De un instante a otro, quién sabe por qué razón, el muchacho de cabellera roja me lanzó una bola de nieve para la cual no estaba preparada. Su ataque fue repentino, me agarró totalmente desprevenida en lo que elevé suavemente mi taza para beber un poco de Capuccino y me dio de lleno. Mi cabeza retrocedió un poco, cerré mis ojos rápidamente evitando que que algo de nieve entrara y por el súbito movimiento todo el contenido que tenía en el vaso terminó en mi cara haciendo de mi desayuno un desastre.

- Pour un démon ... - Musité con los ojos aún cerrados y rezando porque no me entrara nada en los ojos y tener que aguantar ese insoportable ardor. Todo aquel líquido se deslizaba sobre mi rostro y las gotas descendían en un largo recorrido que finalizaba manchando mi bonito abrigo que posiblemente es más costoso que toda mi vestimenta junta. Como no lo tenía puesto pude utilizar mi clásico vendaje a modo de pañuelo y limpiarme el rostro buscando salir del apuro.
Fui aquella mañana a los campos de entrenamiento razones un poco menos obvias. Si bien es cierto que suelo concurrir al lugar con muchísima regularidad, debido principalmente a que mi entrenamiento como espadachín me toma bastante tiempo del día, esta vez era la excepción. Solamente había sentido la necesidad de salir de mi casa un momento, de escaparme de todos mis problemas y conflictos familiares, de encontrar mi espacio en aquel lugar que tanto frecuentaba… Tal era así que ni siquiera mi Ninjato o Contrato Virtuoso me acompañaron, lo había dejado todo en aquel lugar intentando caminar libre al fin, si mis armas me seguían acompañando a donde quiera que fuese seguiría siendo una esclava toda la vida; Tal vez es momento de darle un fin a todo y empezar a pensar un poco en mi libertad, en explorar el mundo e intentar comprender todo ese universo que desconozco llamado “Sentimientos”.

Las personas que los tienen parecen mucho más enérgicas, tienen un propósito, tienen la voluntad para afirmar que están viviendo y no se limitan a existir como yo. También quería de eso, quería comprender por qué aún sigo viva, necesitaba una respuesta a por qué compartiendo especies con los demás individuos de mi sociedad soy incapaz de relacionarme e identificarme con ellos. Me siento vacía, como si mi vida necesitase de varias piezas para completarse o peor: Que mi vida estuviese completa, pero las piezas desordenadas de modo que la imagen que recibo es completamente incomprensible y soy incapaz de rearmarlo.

Vestía unos bonitos leggins celestes, un chaleco de pelos blanco y debajo de él estaba muy bien abrigada con blusas y camisas. También tenía unos tenis blancos que podía lucir gracias a que el día no estaba frío como de costumbre, no era obligatorio que llevase conmigo mis botas blancas invernales o algo que abrigara demasiado mis pies. Conmigo cargaba un termo lleno de capuccino caliente que había preparado para mi estadía fuera del lugar, y bueno… Usaría la tapa del termo como mi futura taza para así poder degustar mi creación.

Logré encontrar un buen tronco donde sentarme sin tener que buscar demasiado. Este estaba partido casi al inicio, tenía un buen volumen y dureza, era el trabajo reciente de un leñador y pude darme cuenta porque el corte estaba casi perfecto y no creía nada de él. Me acomodé allí, me serví un poco de Capuccino y me relajé mientras observaba a un pelirrojo extraño hacer cosas de… Pelirrojos.

Me limité a observarlo solamente. Entre sorbos veía sus acciones, mis orbes plata clavaron una mirada sobre su figura a la vez que intentaba escuchar sus diálogos y comprender el por qué de su comportamiento. Yo aún no tenía las habilidades de comunicación suficientes ni el valor como para preguntarle el por qué de las cosas, así que solamente me quedaba la intriga. Observar en silencio es mi papel, solamente esperaba que no se percatara de que lo estaba mirando tanto… Por alguna extraña razón las personas se incomodan al sentirse observados.

De un instante a otro, quién sabe por qué razón, el muchacho de cabellera roja me lanzó una bola de nieve para la cual no estaba preparada. Su ataque fue repentino, me agarró totalmente desprevenida en lo que elevé suavemente mi taza para beber un poco de Capuccino y me dio de lleno. Mi cabeza retrocedió un poco, cerré mis ojos rápidamente evitando que que algo de nieve entrara y por el súbito movimiento todo el contenido que tenía en el vaso terminó en mi cara haciendo de mi desayuno un desastre.

- Pour un démon ... - Musité con los ojos aún cerrados y rezando porque no me entrara nada en los ojos y tener que aguantar ese insoportable ardor. Todo aquel líquido se deslizaba sobre mi rostro y las gotas descendían en un largo recorrido que finalizaba manchando mi bonito abrigo que posiblemente es más costoso que toda mi vestimenta junta. Como no lo tenía puesto pude utilizar mi clásico vendaje a modo de pañuelo y limpiarme el rostro buscando salir del apuro.

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Tenma Uzumaki




E
n ocasiones, las casualidades son meros reflejos de un pasado distante, e inconsciente, del presente.

Tal vez, las situaciones no se desarrollan de la misma manera que en algún entonces, pero tampoco definen el el camino de la misma medida y mucho menos su final. Sólo dan una segunda oportunidad para aquellos que en su momento no pudieron alcanzar sus sueños, en otro tiempo.

En ese momento, Tenma se demostraba perplejo ante la metedura de pata que su percepción le había sugerido. Sus ojos sólo reflejaban el error al creer que allí yacía una persona en especial, pero fue diferente, para la concepción y casi seguridad que había tenido. No era su maestra pero sí una mujer, y una de la cual no había dectado pero sí le había estampado una bola de nieve en la cara, junto a un efecto secundario igual que inesperado. - Di-an-tres. - Con extrema lentitud, su expresión mental corría dentro de su cabeza a la misma velocidad que intentaba procesar el desenlace de su acción. Pero, casi por instinto, su cuerpo se movió adelante, torpe y precipitado, recortando la distancia que le separaba de la joven como un rayo.

¡L-lo siento! ¡Pensé por un momento que era otra persona! - Finalmente, tras soltar un argumento tan veloz que se atropellaba entre sí, llegó ante la chica quien trataba de remediar el desastre ocasionado por su torpeza.

La cara, el abrigo y parte de su cabellohabían sido cubiertos por una ducha de capuccino. El pelirrojo no detalló nada más allá en vista a lo evidente.

En un acto natural por buscar una solución a la embarazosa situación, los ámbares del pelirrojo rodeado aquellas partes bañadas del líquido amarronado en un matiz muy claro. Un trozo de tela usó la chica como un precario intento por secarse, cosa que no amortiguaba demasiado la sensación de ardor que soportaba. El Uzumaki, ante esto, percibió el origen de aquella bebida con el incitante olor, y conociendo sus características, era natural que dedujera con demasiada precisión la temperatura. Aquello sólo empeoró las cosas para él. - ¡Se ha quemado! - Ese pequeño pensamiento le alertó.

Delgadas manos salieron de la capa carmín del pelirrojo. Una postura formó un único sello.

Su propia energía vital se reunió y corrió hasta su palma derecha, amasando una puñado de chakra en esa zona para, al acercar un poco la extremidad con los cinco dedos abiertos, al rostro femenino, soltar una suave corriente de aire que se mezclaba con el tenue frío del ambiente, buscando amortiguar el dolor. Desafortunadamente, no tenía algún elemento curativo en ese momento. Tendría que llevarla donde su abuela. - ¿Te cayó en los ojos? Debe revisarte un médico.








E
n ocasiones, las casualidades son meros reflejos de un pasado distante, e inconsciente, del presente.

Tal vez, las situaciones no se desarrollan de la misma manera que en algún entonces, pero tampoco definen el el camino de la misma medida y mucho menos su final. Sólo dan una segunda oportunidad para aquellos que en su momento no pudieron alcanzar sus sueños, en otro tiempo.

En ese momento, Tenma se demostraba perplejo ante la metedura de pata que su percepción le había sugerido. Sus ojos sólo reflejaban el error al creer que allí yacía una persona en especial, pero fue diferente, para la concepción y casi seguridad que había tenido. No era su maestra pero sí una mujer, y una de la cual no había dectado pero sí le había estampado una bola de nieve en la cara, junto a un efecto secundario igual que inesperado. - Di-an-tres. - Con extrema lentitud, su expresión mental corría dentro de su cabeza a la misma velocidad que intentaba procesar el desenlace de su acción. Pero, casi por instinto, su cuerpo se movió adelante, torpe y precipitado, recortando la distancia que le separaba de la joven como un rayo.

¡L-lo siento! ¡Pensé por un momento que era otra persona! - Finalmente, tras soltar un argumento tan veloz que se atropellaba entre sí, llegó ante la chica quien trataba de remediar el desastre ocasionado por su torpeza.

La cara, el abrigo y parte de su cabellohabían sido cubiertos por una ducha de capuccino. El pelirrojo no detalló nada más allá en vista a lo evidente.

En un acto natural por buscar una solución a la embarazosa situación, los ámbares del pelirrojo rodeado aquellas partes bañadas del líquido amarronado en un matiz muy claro. Un trozo de tela usó la chica como un precario intento por secarse, cosa que no amortiguaba demasiado la sensación de ardor que soportaba. El Uzumaki, ante esto, percibió el origen de aquella bebida con el incitante olor, y conociendo sus características, era natural que dedujera con demasiada precisión la temperatura. Aquello sólo empeoró las cosas para él. - ¡Se ha quemado! - Ese pequeño pensamiento le alertó.

Delgadas manos salieron de la capa carmín del pelirrojo. Una postura formó un único sello.

Su propia energía vital se reunió y corrió hasta su palma derecha, amasando una puñado de chakra en esa zona para, al acercar un poco la extremidad con los cinco dedos abiertos, al rostro femenino, soltar una suave corriente de aire que se mezclaba con el tenue frío del ambiente, buscando amortiguar el dolor. Desafortunadamente, no tenía algún elemento curativo en ese momento. Tendría que llevarla donde su abuela. - ¿Te cayó en los ojos? Debe revisarte un médico.




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Reijuu Musashi
- ¿Por qué atacarías a otra persona? - Pregunté de forma extraña, preocupándome más por las palabras extrañas o mejor dicho la combinación de ellas que utilizó el pelirrojo. Me llamó poderosamente la atención algo que a priori no parecía tan importante y es el saber que si no era yo cualquier otra persona hubiese sido víctima de aquella rápida bola de nieve que no pude esquivar ni predecir. Siendo sincera nunca he tenido la suficiente libertad como para jugar en la nieve por lo que aquellos actos son cuanto menos un poco ajenos a mí. ¿Qué gracia tenía tirarse nieve? Es fría, incómoda, puede asustar mucho y definitivamente no es agradable sentir algo como ello en tu piel… Mucho menos si se escurre entre tu ropa y el líquido se desliza por tu espalda o… ¡Qué horror! Son cosas de la sociedad que jamás entenderé por más esfuerzo mental que haga.

- No debes preocuparte por mí, no quema. Hace falta más para lastimarme, es café. - Le dije con mi voz tan dulce y calma, esperando que él se tranquilizara un poco de la situación. Se le veía preocupado y yo, aunque olía dulce y mi capuccino quedó totalmente desperdiciado estaba bien; Podría comprar cuántos quisiera más tarde. Sin embargo, lo que si me molestó fue su ataque repentino, que persiguiera a otra persona para lanzarle una bola de nieve no parece demasiado sano. No podía asimilar una buena respuesta para ello y por timidez decidí no preguntar, aunque tenía la duda la verdad. - Estoy bien… Solo necesito ducha tibia y otro Capuccino. Confía. - Agregué mostrándome tranquila, ya habiendo limpiado casi todo rastro de aquel líquido de mi rostro. Mis orbes plata se fijaron rápidamente sobre los del Uzumaki, mi mirada era totalmente fría e inexpresiva, de por sí todo mi comportar no es demasiado normal por lo que no dudaba que pudiese incomodarle… Solamente me limité a observarlo, sin decir una sola palabra. Él podría ver su propio reflejo en mis ojos descubiertos y a mi haciendo absolutamente nada, esperando por una respuesta convincente por parte de él: Que en efecto, esperaba que me diese otro Capuccino para compensar el que perdí. Puedo perdonarle casi cualquier cosa siempre y cuando tenga el poder para reponerlo, los malos tratos es algo con lo que conviví demasiado tiempo. ¡Un Capuccino derramado no es nada! Aunque si quiero beber uno, tenía que recibir uno si no quería que mi humor cambiase pero no se lo dije. Solamente lo miré, lo miré fijamente y detallé todo su movimiento grabándolo en mi retina.
- ¿Por qué atacarías a otra persona? - Pregunté de forma extraña, preocupándome más por las palabras extrañas o mejor dicho la combinación de ellas que utilizó el pelirrojo. Me llamó poderosamente la atención algo que a priori no parecía tan importante y es el saber que si no era yo cualquier otra persona hubiese sido víctima de aquella rápida bola de nieve que no pude esquivar ni predecir. Siendo sincera nunca he tenido la suficiente libertad como para jugar en la nieve por lo que aquellos actos son cuanto menos un poco ajenos a mí. ¿Qué gracia tenía tirarse nieve? Es fría, incómoda, puede asustar mucho y definitivamente no es agradable sentir algo como ello en tu piel… Mucho menos si se escurre entre tu ropa y el líquido se desliza por tu espalda o… ¡Qué horror! Son cosas de la sociedad que jamás entenderé por más esfuerzo mental que haga.

- No debes preocuparte por mí, no quema. Hace falta más para lastimarme, es café. - Le dije con mi voz tan dulce y calma, esperando que él se tranquilizara un poco de la situación. Se le veía preocupado y yo, aunque olía dulce y mi capuccino quedó totalmente desperdiciado estaba bien; Podría comprar cuántos quisiera más tarde. Sin embargo, lo que si me molestó fue su ataque repentino, que persiguiera a otra persona para lanzarle una bola de nieve no parece demasiado sano. No podía asimilar una buena respuesta para ello y por timidez decidí no preguntar, aunque tenía la duda la verdad. - Estoy bien… Solo necesito ducha tibia y otro Capuccino. Confía. - Agregué mostrándome tranquila, ya habiendo limpiado casi todo rastro de aquel líquido de mi rostro. Mis orbes plata se fijaron rápidamente sobre los del Uzumaki, mi mirada era totalmente fría e inexpresiva, de por sí todo mi comportar no es demasiado normal por lo que no dudaba que pudiese incomodarle… Solamente me limité a observarlo, sin decir una sola palabra. Él podría ver su propio reflejo en mis ojos descubiertos y a mi haciendo absolutamente nada, esperando por una respuesta convincente por parte de él: Que en efecto, esperaba que me diese otro Capuccino para compensar el que perdí. Puedo perdonarle casi cualquier cosa siempre y cuando tenga el poder para reponerlo, los malos tratos es algo con lo que conviví demasiado tiempo. ¡Un Capuccino derramado no es nada! Aunque si quiero beber uno, tenía que recibir uno si no quería que mi humor cambiase pero no se lo dije. Solamente lo miré, lo miré fijamente y detallé todo su movimiento grabándolo en mi retina.

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Tenma Uzumaki




L
as primeras frases de la desconocida cambiaron el gesto del pelirrojo. La incipiente preocupación derivó en cierta confusión. Pero aquella pregunta tenía sentido, después de todo. - Eh... no fue por atacar, precisamente. - Corrigió la duda de la mujer, sin dejar de acariciar su cara con el soplo de aire que emanaba, todavía, desde su palma en base al suave flujo de chakra que reunía. - Sentí tu presencia creyendo que era mi maestra. Ha estado escondiéndose. - Un juego, sí, era lo que podría parecer. Y en cierto modo lo era. Pero la finalidad real yacía en un entrenamiento poco menos que especial.

Fue, pues, que la fémina desestimó el accidente, eludiendo a viva voz el ardor que el café le hubiera podido ocasionar.

Tenma no creyó en esto del todo, principalmente porque desconocía la verdadera naturaleza de la joven; una persona que cuyo cuerpo necesitaba de mucho más para ceder ante el dolor. No obstante, si bien la pasividad y armonía se deslizaban en su voz femenina, el pelirrojo entró en un bucle de duda y embelesamiento por igual.

Los ojos platinos de la forastera se reflejaron en el iris ambarino suyo; un par de círculos claros que provocaban una celeste combinación entre su tono de piel y el color de su cabello, pero que extrañamente eran capaces de emanar una frívola impresión que no concordaba con la dulzura de su voz. Era, cuanto menos, extraño. Y el Uzumaki no podía discernir con exactitud la veracidad de la chica mientras mantuviera esa mirada directa y penetrante, tal y cómo el acero de una katana ejecutando una estocada. Curiosa analogía. - Pues... hay algo que se puede hacer. - Sugirió él, habiendo dejado de invertir hacía unos momentos su energía sobre ella. - No muy lejos de aquí existe un manantial de aguas termales. Te puedo guiar. Y después ello, podría aprovechar ese tiempo para reponer tu bebida. - Una idea simple, clara y concisa. Se le notaba con exagerada seguridad. No obstante, había un detalle que se le escapaba de esa idea en particular.

Dio un par de pasos hacia atrás, un poco más de lo prudente. Su razón era espaciar la distancia que, en segundos previos, había acortado por el accidente sin medir lo invasivo que hubiera podido resultar.





L
as primeras frases de la desconocida cambiaron el gesto del pelirrojo. La incipiente preocupación derivó en cierta confusión. Pero aquella pregunta tenía sentido, después de todo. - Eh... no fue por atacar, precisamente. - Corrigió la duda de la mujer, sin dejar de acariciar su cara con el soplo de aire que emanaba, todavía, desde su palma en base al suave flujo de chakra que reunía. - Sentí tu presencia creyendo que era mi maestra. Ha estado escondiéndose. - Un juego, sí, era lo que podría parecer. Y en cierto modo lo era. Pero la finalidad real yacía en un entrenamiento poco menos que especial.

Fue, pues, que la fémina desestimó el accidente, eludiendo a viva voz el ardor que el café le hubiera podido ocasionar.

Tenma no creyó en esto del todo, principalmente porque desconocía la verdadera naturaleza de la joven; una persona que cuyo cuerpo necesitaba de mucho más para ceder ante el dolor. No obstante, si bien la pasividad y armonía se deslizaban en su voz femenina, el pelirrojo entró en un bucle de duda y embelesamiento por igual.

Los ojos platinos de la forastera se reflejaron en el iris ambarino suyo; un par de círculos claros que provocaban una celeste combinación entre su tono de piel y el color de su cabello, pero que extrañamente eran capaces de emanar una frívola impresión que no concordaba con la dulzura de su voz. Era, cuanto menos, extraño. Y el Uzumaki no podía discernir con exactitud la veracidad de la chica mientras mantuviera esa mirada directa y penetrante, tal y cómo el acero de una katana ejecutando una estocada. Curiosa analogía. - Pues... hay algo que se puede hacer. - Sugirió él, habiendo dejado de invertir hacía unos momentos su energía sobre ella. - No muy lejos de aquí existe un manantial de aguas termales. Te puedo guiar. Y después ello, podría aprovechar ese tiempo para reponer tu bebida. - Una idea simple, clara y concisa. Se le notaba con exagerada seguridad. No obstante, había un detalle que se le escapaba de esa idea en particular.

Dio un par de pasos hacia atrás, un poco más de lo prudente. Su razón era espaciar la distancia que, en segundos previos, había acortado por el accidente sin medir lo invasivo que hubiera podido resultar.

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Kazuki Hayashi
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