Azure es una adolescente confiada de sus capacidades. Una mujer que a la vista parecía arrogante a medida que avanzaba por el campo nevado, mientras las hebras azabaches de su cabello bailaban contra el viento. Su paso avanzaba parsimonioso mientras arreglaba los guantes de sus manos en completa calma, como si diera por hecho que adentrándose por el camino hacia aquella aldea se encontraría con el peor de los males. Sus orbes rojizos en todo momento se mantendrían atentos, más, no nerviosos cuando buscaba al supuesto equipo que le habían encomendado; al cual le habían asignado como sus protegidos: Yugen Nendo y Hirogne Titus.

Mentiría si dijese que la Uchiha se sentía feliz de ser acompañada por novicios, no era algo que le molestara, pero tampoco le parecía bien estar llevando a un par de novatos directo al peligro y no a algún refugio con los demás de su país correspondiente. Sin embargo, intentaba mantenerse positiva en todo momento a pesar de que su rostro reflejase todo lo contrario. Entre aquel caos que se formaba, Azure logró encontrar a un muchacho de cabellos blancos y ojos azules, que, si no le fallaba la memoria, sería el chico del clan Nendo. — ¿Yugen Nendo? — Preguntó la kunoichi de ojos rojos, tan intensos como el fuego. La mirada de ella parecía clavarse en el chico para examinarlo de pies a cabeza en una rápida ojeada. — Si eres tú, acompáñame por favor. —  Agregó rápidamente sin ninguna mueca en su rostro. ¿Altanera? Pues sí, no lo iba a negar. Pero a sus 14 años y con una pequeña estatura que hacía dudar de su fortaleza, ya tenía bastantes reconocimientos encima y por ello no dudaba de sus capacidades, ya que sabía a la perfección de que podía acabar con lo se le cruzase por delante. Casi dos segundos pasaron en espera de la contestación del chico, si era él se limitaría a caminar en silencio en búsqueda del otro shinobi, y si no, pues seguiría su búsqueda.

La caminata no dudaría más de tres minutos, dando vueltas por el área del festival hasta encontrar a un shinobi de Kumogakure acompañado de otro ninja de cabellos color melocotón, un rasgo bastante distintivo que le advertiría de inmediato a Azure, que él era el chico que buscaba. — ¡Hirogane Titus! — Alzó la voz la kunoichi ante la bulla abrumaba la Aldea de la Nieve, mientras lo observaba a dos metros de distancia. Si estaba al tanto de la situación y era él el portador de aquel nombre, debería acercarse; y si no, se limitaría a seguir la misión acompañada del ninja de la arena.

— No creo que comprendan la situación, pero necesito de su total cooperación ¿Entienden? Mi nombre es Azure Uchiha y voy a estar al mando en esta misión de rescate, por lo que deben seguir mis órdenes al pie de la letra. Si no les parece, son libres de marcharse y esconderse en sus refugios, no me hago responsable de cobardes. Deben entender que estoy al mando, no por ello soy responsable de su seguridad, ya que desconozco lo encontremos ahí afuera y mi prioridad es la gente de Yukigakure; sean cuidadosos y no actúen de manera precipitada…— Dijo la chica con un semblante completamente apático mientras paseaba la vista entre Yugen y TItus, como si se tratase de una madre regañando a sus hijos. — Debemos llegar la aldea, cuanto antes… Pero primero rodearemos el área para asegurarnos de que no haya peligro para la gente que está evacuando el festival. Nos dirigiremos hacia al sur con respecto a la torre del Korikage, veremos si no hay problemas y luego nos marcharemos a la aldea, tengan esto… — Agregó rápidamente al mismo tiempo que llevaba la diestra al bolsillo de su túnica térmica color azulada que le protegía del frío, y extendió la mano hacia los chicos, esperando que ellos obedecieran para entregarles un pequeño artefacto. — Son intercomunicadores, deben saber cómo funcionan. Creo que han captado todo, debemos irnos. — Finalizó abriéndose paso en un suave pero autoritario empujón entre los shinobis.

En silencio Azure comenzó a correr en dirección al sur, tal y como lo había dicho, con la esperanza que ambos chicos le siguieran la marcha. Intentaba mantenerse serena y trazando varios planes en su cabeza mientras sus agilizadas piernas avanzaban por la nieve, teniendo especial cuidado con el terreno blando para no quedar hundida en ésta. El frío era persistente y se dejaba ver el vaho de su respiración tanto de su nariz como el aire que exhalaba por su boca; el viento soplaba y silbaba contra sus oídos y entre las ramas de los frondosos árboles que comenzaban a aparecer para dar inicio a un humilde bosque. Estaba completamente concentrada en cada perímetro que su visión le permitía, pero una nueva explosión en dirección a la montaña le hizo desconcentrarse por un momento. Sin dejar de correr y en cuestión de segundos, su piel se erizo y sus orbes se dirigieron de inmediato hacia el costado derecho del sendero que seguían. — ¡RETROCEDAN! — Gritó para que al instante y entre los árboles a 2 metros de distancia dinamitara un sello explosivo. Por suerte la kunoichi pudo escapar del radio de daño que había generado, cómo también a los kunais que habían sido dirigido únicamente a la Uchiha. En un rápido pensar y gracias a su precisa percepción, notó que sólo era la presencia de un criminal por lo que tras recobrar el equilibrio se encaminó raudamente entre los árboles por dónde provenía aquel ataque. — No me sigan, terminaré con esto rápidamente. Continúen su camino hacia el sur, verifiquen el área y espérenme ahí. Si se encuentran en peligro, comuníquenmelo… Confío en que ustedes puedan salvar su propio culo. — Terminó de decir para perderse entre los árboles.


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No muy lejos de la explosión, exactamente a 150 kilómetros de ésta se encontraba Aya; una adolescente con una belleza sinigual, con una cabellera roja que lograba verse desde cualquier punto en la lejanía. Su actividad en ese momento, constaba en nada. Aya no estaba haciendo nada más que dirigir las órdenes por el intercomunicador suspendido en su oreja izquierda, al mismo tiempo que agitaba sus brazos hacia los lados a la vez que gesticulaba con sus manos al son de la conversación. — ¿Estás seguro que todo ha salido bien? Yo en un momento estaré contigo Hoshi, al parecer nadie ha venido por este camino…. Quiero que todo esta Aldea de mierda arda, no la soporto… ¡¿Espera… qué?! Habla más despacio… ¿En mi dirección?... vale… — Dijo Aya mientras observaba sin miedo la boca del bosque le separaba del terreno descampado cubierto de nieve que le separaba.

Aya sabía a la perfección que debía volver con su equipo cuanto antes y terminar lo que habían ideado hace mucho tiempo, pero la curiosidad era más fuerte que su ambición y el hecho de tener dos ninjas totalmente desconocidos, dónde suponía que pertenecían a las tropas de Yukigakure le hacía enardecer de cólera. Era un sentimiento extraño que nacía desde sus entrañas y le apretaba el cuello; necesitaba verlos y aplastarlos antes de reunirse con los demás… después de todo ese debía ser para las cucarachas del país de la nieve.

Su odio le ganó a la razón. Sin cuestionarse demasiado la existencia de aquellos muchachos o cerciorarse siquiera de si se trata de oriundos de la aldea que funge como locación se acercó velozmente para arremeter contra ellos en lo que la Chunin enemiga se adelantaba. Azure se había confiado, quizá se confió demasiado por sus habilidades y el tener comunicadores, por lo que comenzó a adelantarse y separarse bastante de los chicos con los que desde un principio no quiso cooperar… Aya aprovechó lo mismo, aprovechó esa brecha de distancia entre ambas para realizar un ataque sorpresa intentando matar a los Shinobis antes de regresar con sus compañeros. Si ella regresaba luego de haber matado a tantos individuos haría un gran aporte a la causa sin duda y… ¿A quién quiero engañar? Lo que busca no es más que el mero placer en la venganza, es aquel primitivo instinto lo que la lleva a pelear incluso cuando la lógica dicte lo contrario.

Fūton: Daitoppa – Pronunció ella luego de una rápida sucesión de sellos mientras se ubicaba a unos 15 metros de distancia respecto a ambos Genins. Inmediatamente liberó una poderosa onda de viento que destruyó todos los árboles a su paso y esperaba que hiciera lo propio con el peliblanco y el pelirosado quienes con algo de suerte no advertirían su presencia. La pelirroja hizo gran alarde de su poder mostrando una técnica con tan devastadora potencia, solamente con ella le bastó para arrancar de su lugar a los robustos árboles que por quizá décadas o centenares estuvieron allí mostrándose inamovibles.

Aya sonrió, sonrió por placer, por emoción, por deseo de venganza. Su cuerpo estaba siendo invadido por una serie de sentimientos que no podía ni necesitaba comprender.

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Fácilmente la kunoichi se percató de que su ataque había sido frenado por un muro de roca creado de las manos del peliblanco que tenía enfrente, el muro se resquebrajó con la colisión que ya empezaba a perder fuerza debido al recorrido que había hecho, esto no fue suficiente para romperlo completamente por lo que Hirogane fue capaz de subirse sobre el mismo y lanzarle algún tipo de arma que no logró diferenciar debido a la distancia pero cuya trayectoria si que podía calcular y su cuerpo se movió casi por reflejo, juntando la nieve que se había levantado en el choque con el muro y que su atención se fijaba en las tres masas que se le aproximaban no pudo percatarse de la acción que realizó el pelirosa justo al tocar el suelo, aunque poco después de que éste alcanzara la nieve, había finalizado con su maniobra evasiva y se disponía a atacar con la mayor velocidad que podía, de la propia nieve se generó un clon de agua idéntico a la chica, éste se quedó por detrás de ella y realizó una cadena de sellos para después colocar la mano en el suelo y cerrar los ojos, mientras que la original avanzó hasta estar a 12 metros del ninja de cabello rosado con el clon a dos por detrás de ella, a la par que completaba una cadena de sellos, justo cuando finalizó se generaron de su espalda cinco cadenas de las cuales 2 avanzarían en dirección al muro para atravesarlo por completo e intentar golpear al peliblanco que se encontraba detrás y tres intentaron hacer lo propio con Hirogane para intentar golpearlo. También, ambos shinobis podían notar como su fuerza estaba siendo drenada por alguna razón (la técnica del clon).

En la cara de Aya se dibujó una sádica sonrisa por la situación en la que pensaba que tenía el control, aunque esto podía no ser así dependiendo de las acciones que decidieran realizar sus contrincantes para esquivar e incluso, realizar un contrataque ante esta situación.

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