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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Madara Chronicles es un foro basado en la obra de Masashi Kishimoto "Naruto" y "Naruto Shippuden", utilizando tan solo su ambientación y personajes para crear una trama propia.

Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Hermanos [2/6]

LAS BESTIAS DEL DESIERTO [Trama de invocación Sabaku Tsunayoshi-Privada]

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Master MC
Las bestias del desierto


Dentro de la aldea de sunagakure se respiraba un aire de tensión, en el edificio en el cual la sombra de la arena cumplía con sus labores administrativas, se empezaban a acumular papeles que llegaban de imprevisto y diversos informes que debían de ser revisados lo más rápidamente posible por el mismo. Una serie de desapariciones se estaban produciendo en el desierto que rodeaba la aldea, se desconocía que hubiera algo raro y no era para nada extraño que se produjeran este tipo de situaciones en las que se le perdía la pista a alguien entre las dunas, o por lo menos eso era lo que cabía esperarse, en los últimos días se estaban produciendo una serie de extrañas incidencias en las que personas, que a priori estaban muy familiarizadas con este entorno, comenzaban a perderse. La situación no era algo que interesara realmente al señor Arata, Kazekage actual, pero si lo hacía la montaña de papeles que se amontonaban en su escritorio y le quitaban tiempo de disfrutar con las múltiples mujeres que estaban interesadas en el, por lo que hizo un llamamiento a un gennin de la aldea, Sabaku Tsunayoshi. Una investigación de este calibre comúnmente no era encomendada a un shinobi que no fuera mínimo de rango chunnin pero eran más difíciles de localizar que los de menor rango, por lo que decidió encomendarselo al miembro del clan originario de su propia aldea y a un chunnin cuyo nombre era Tsuchinoko Tetsu, por ser uno de los pocos disponibles y dejarlo a cargo del gennin

La misión es sencilla, encontrar a los desaparecidos y, de haberla, a la causa de las desapariciones. Tetsu no tardó en comenzar con la misión una vez le fue encomendada, por lo que envió una carta al pelirrojo de ojos turquesas para que se encontraran en la puerta de la aldea. Dentro de la hora designada y con una gran puntualidad el chunnin de la aldea de la arena, se presentó en el lugar y esperó a que su compañero hiciera acto de presencia.

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Las bestias del desierto


Dentro de la aldea de sunagakure se respiraba un aire de tensión, en el edificio en el cual la sombra de la arena cumplía con sus labores administrativas, se empezaban a acumular papeles que llegaban de imprevisto y diversos informes que debían de ser revisados lo más rápidamente posible por el mismo. Una serie de desapariciones se estaban produciendo en el desierto que rodeaba la aldea, se desconocía que hubiera algo raro y no era para nada extraño que se produjeran este tipo de situaciones en las que se le perdía la pista a alguien entre las dunas, o por lo menos eso era lo que cabía esperarse, en los últimos días se estaban produciendo una serie de extrañas incidencias en las que personas, que a priori estaban muy familiarizadas con este entorno, comenzaban a perderse. La situación no era algo que interesara realmente al señor Arata, Kazekage actual, pero si lo hacía la montaña de papeles que se amontonaban en su escritorio y le quitaban tiempo de disfrutar con las múltiples mujeres que estaban interesadas en el, por lo que hizo un llamamiento a un gennin de la aldea, Sabaku Tsunayoshi. Una investigación de este calibre comúnmente no era encomendada a un shinobi que no fuera mínimo de rango chunnin pero eran más difíciles de localizar que los de menor rango, por lo que decidió encomendarselo al miembro del clan originario de su propia aldea y a un chunnin cuyo nombre era Tsuchinoko Tetsu, por ser uno de los pocos disponibles y dejarlo a cargo del gennin

La misión es sencilla, encontrar a los desaparecidos y, de haberla, a la causa de las desapariciones. Tetsu no tardó en comenzar con la misión una vez le fue encomendada, por lo que envió una carta al pelirrojo de ojos turquesas para que se encontraran en la puerta de la aldea. Dentro de la hora designada y con una gran puntualidad el chunnin de la aldea de la arena, se presentó en el lugar y esperó a que su compañero hiciera acto de presencia.

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Sabaku Tsunayoshi
Las turquesas perlas del joven con la peculiar habilidad de manipular los granos se arena miraron el contenido de aquel documento que se le había hecho entrega de manos de un mensajero de la aldea esa mañana. Su expresión no cambió hasta que acabó de asimilar todo lo que era plasmado en el rollo de papiro. Era temprano, el pelirrojo solía despertar antes de que el astro rey hiciera acto de presencia anunciando el inicio del amanecer. Recién terminaba de bañarse y vestirse, apenas y se disponía a desayunar cuando el llamado a su puerta le hizo dirigirse a la misma y descubrir la razón por la que se le requería.

Guardó el rollo de papiro y cerró sus ojos por un breve instante. El mensajero no tardó en irse tan pronto le había hecho entrega de aquel pergamino para seguir con sus labores. ("Supongo que aún no pierdo del todo la confianza...") - Pensó.

Aún hasta ese momento no se había permitido el mirar a la cara al líder de Suna, no después de aquel papelón en el País del Hierro, podía recordarlo, la expresión de la sombra de la aldea no sería olvidada jamás por el de pronunciadas ojeras. Dejar mal no sólo a su aldea sino a su líder no había hecho más que terminar de cargar aquel gran peso que llevaba en su espalda, ajeno a su arena. No se sentía digno de seguir sirviendo a la aldea, pero a pesar de ello no se había dejado de disponer de él para tareas de ligera (y a veces media) importancia y en aquel día, muy probablemente, de nuevo le sería encargada una tarea con los grados de dificultades habituales.

Había realizado ya varias misiones, había entrenado todos los días hasta ahora sin falta cada mañana procurando el mejorar aunque fuese un poco cada día y realmente no sentía que estuviera enmendando algo, no sentía que estuviera compensando las decepciones generadas y los fallos cometidos, igual no iba a darse por vencido todavía pero no podía dejar de preguntarse qué tanto había avanzado realmente. Durante aquel ataque al festival previo al torneo perdido donde pudo servir como refuerzo para detener a los terroristas había sentido que su camino iba siendo recorrido a buen paso, su eliminación de la competencia le demostró que no era suficiente ese ritmo. Los fallos en socializar con los shinobis locales le habían puesto en duda el verdadero concepto de compañerismo, la formación del equipo 3 aún estaba siendo procesada por el solitario joven, así que avanzar era algo que no lo tenía del todo claro, sabía que no estaba ni cerca de la mitad de su camino aún, pero en verdad deseaba saber hasta dónde había avanzado o siquiera si en verdad había recorrido un par de metros.

Afortunadamente había comprado un paquete con fideos instantáneos, eso le salvaría esa mañana el desayuno puesto que no tendría mucho tiempo para cocinar. Comió un par de bocados y no se permitió aguardar más tiempo. Fiel compañera, contenedora de su parte del desierto que siempre iba con él, a la espalda, ajustó a su cintura y piernas unas cuantas bolsas con herramientas y salió de su hogar, no sin antes poner el seguro a la puerta, para así dirigirse rápidamente hacia el punto de encuentro donde quien le había enviado aquel documento se hallaría.

No tardó más de un par de minutos en llegar al sitio en el cual se le citaba, lugar en donde pudo vislumbrar a un muchacho parado cerca a la entrada y salida de Sunagakure, probablemente sería él su compañero pero debía de asegurarse antes.

- Buenos días, ¿Tsuchinoko Tetsu? -

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Las turquesas perlas del joven con la peculiar habilidad de manipular los granos se arena miraron el contenido de aquel documento que se le había hecho entrega de manos de un mensajero de la aldea esa mañana. Su expresión no cambió hasta que acabó de asimilar todo lo que era plasmado en el rollo de papiro. Era temprano, el pelirrojo solía despertar antes de que el astro rey hiciera acto de presencia anunciando el inicio del amanecer. Recién terminaba de bañarse y vestirse, apenas y se disponía a desayunar cuando el llamado a su puerta le hizo dirigirse a la misma y descubrir la razón por la que se le requería.

Guardó el rollo de papiro y cerró sus ojos por un breve instante. El mensajero no tardó en irse tan pronto le había hecho entrega de aquel pergamino para seguir con sus labores. ("Supongo que aún no pierdo del todo la confianza...") - Pensó.

Aún hasta ese momento no se había permitido el mirar a la cara al líder de Suna, no después de aquel papelón en el País del Hierro, podía recordarlo, la expresión de la sombra de la aldea no sería olvidada jamás por el de pronunciadas ojeras. Dejar mal no sólo a su aldea sino a su líder no había hecho más que terminar de cargar aquel gran peso que llevaba en su espalda, ajeno a su arena. No se sentía digno de seguir sirviendo a la aldea, pero a pesar de ello no se había dejado de disponer de él para tareas de ligera (y a veces media) importancia y en aquel día, muy probablemente, de nuevo le sería encargada una tarea con los grados de dificultades habituales.

Había realizado ya varias misiones, había entrenado todos los días hasta ahora sin falta cada mañana procurando el mejorar aunque fuese un poco cada día y realmente no sentía que estuviera enmendando algo, no sentía que estuviera compensando las decepciones generadas y los fallos cometidos, igual no iba a darse por vencido todavía pero no podía dejar de preguntarse qué tanto había avanzado realmente. Durante aquel ataque al festival previo al torneo perdido donde pudo servir como refuerzo para detener a los terroristas había sentido que su camino iba siendo recorrido a buen paso, su eliminación de la competencia le demostró que no era suficiente ese ritmo. Los fallos en socializar con los shinobis locales le habían puesto en duda el verdadero concepto de compañerismo, la formación del equipo 3 aún estaba siendo procesada por el solitario joven, así que avanzar era algo que no lo tenía del todo claro, sabía que no estaba ni cerca de la mitad de su camino aún, pero en verdad deseaba saber hasta dónde había avanzado o siquiera si en verdad había recorrido un par de metros.

Afortunadamente había comprado un paquete con fideos instantáneos, eso le salvaría esa mañana el desayuno puesto que no tendría mucho tiempo para cocinar. Comió un par de bocados y no se permitió aguardar más tiempo. Fiel compañera, contenedora de su parte del desierto que siempre iba con él, a la espalda, ajustó a su cintura y piernas unas cuantas bolsas con herramientas y salió de su hogar, no sin antes poner el seguro a la puerta, para así dirigirse rápidamente hacia el punto de encuentro donde quien le había enviado aquel documento se hallaría.

No tardó más de un par de minutos en llegar al sitio en el cual se le citaba, lugar en donde pudo vislumbrar a un muchacho parado cerca a la entrada y salida de Sunagakure, probablemente sería él su compañero pero debía de asegurarse antes.

- Buenos días, ¿Tsuchinoko Tetsu? -

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Master MC
Las bestias del desierto


Algo de aire se movía mientras el chunnin esperaba a que apareciera su compañero levantando a su paso algunas partículas de arena, la espera no fue muy larga, el Sabaku no tardó en presentarse en frente de él, en respuesta las palabras del gennin le dió una contestación afirmativa, y describió brevemente sus habilidades para que el pelirrojo no tuviera excesivos problemas en el caso de tener que pelear. La descripción dada fue simple, un especialista en genjutsu, con afinidad con el elemento agua que no pertenecía a ningún clan importante dentro de la aldea.

Una vez se concluyeron las presentaciones Tetsu recomendó el comenzar la misión investigando un pequeño poblado que se encontraba ligeramente al sur de la aldea, del cual habían desaparecido un par de personas, a no más de cinco kilómetros, no tardarían más de quince minutos en llegar a la entrada donde les esperaba el jefe del susodicho poblado. Los invitó a pasar a su casa para darles un poco de información sobre la situación.

La morada era bastante modesta, su tamaño le permitía apenas tener dos habitaciones, una principal de unos cinco metros de radio y una secundaria de unos tres metros de radio, en la principal se podía observar una cocina al fondo desde la entrada y en el centro del habitáculo una mesa redonda grande con varias sillas alrededor, después de que el anciano sirviera una taza de té a los invitados se dió inicio a la conversación, a parte de alguna información sobre los desaparecidos y sus rutinas, también informó a los shinobis sobre un ave de apariencia diferenciadora que había sido vista recientemente en mitad de la noche volando. Esa descripción fue acompañada de una antigua leyenda que había en la zona que hablaba sobre la existencia de un ave llamada “Alicato” de plumaje dorado que tenía la habilidad de sentir la maldad de las personas y desorientar a las personas con intenciones viles en mitad del desierto, se decía que vivía en un oasis en mitad del vasto desierto con propiedades igual de misteriosas que las del ave, se decía que era un espejismo y no existía en realidad, pues siempre que era visto en la lejanía parecía desaparecer cuando alguien se aproximaba. Todos los avistamientos de la susodicha visión, coincidían con una zona unos diez kilómetros más al sur del poblado.

Cuando ambos ninjas terminaron su charla con el jefe del poblado y se alejaron algunos metros de la entrada del mismo, el chunnin se dirigió a su compañero para hablar sobre su teoría. -Si bien no hay unas pistas claras sobre los desaparecidos, creo que podría ser buena idea seguir los rumores sobre aquel ave, pues parece que se ha avistado recientemente y no hace mucho que comenzaron las desapariciones. Esperó a la respuesta del de ojos turquesa para comenzar su viaje al sur en busca del “oasis espejismo”.

Datos del Shinobi:


Las bestias del desierto


Algo de aire se movía mientras el chunnin esperaba a que apareciera su compañero levantando a su paso algunas partículas de arena, la espera no fue muy larga, el Sabaku no tardó en presentarse en frente de él, en respuesta las palabras del gennin le dió una contestación afirmativa, y describió brevemente sus habilidades para que el pelirrojo no tuviera excesivos problemas en el caso de tener que pelear. La descripción dada fue simple, un especialista en genjutsu, con afinidad con el elemento agua que no pertenecía a ningún clan importante dentro de la aldea.

Una vez se concluyeron las presentaciones Tetsu recomendó el comenzar la misión investigando un pequeño poblado que se encontraba ligeramente al sur de la aldea, del cual habían desaparecido un par de personas, a no más de cinco kilómetros, no tardarían más de quince minutos en llegar a la entrada donde les esperaba el jefe del susodicho poblado. Los invitó a pasar a su casa para darles un poco de información sobre la situación.

La morada era bastante modesta, su tamaño le permitía apenas tener dos habitaciones, una principal de unos cinco metros de radio y una secundaria de unos tres metros de radio, en la principal se podía observar una cocina al fondo desde la entrada y en el centro del habitáculo una mesa redonda grande con varias sillas alrededor, después de que el anciano sirviera una taza de té a los invitados se dió inicio a la conversación, a parte de alguna información sobre los desaparecidos y sus rutinas, también informó a los shinobis sobre un ave de apariencia diferenciadora que había sido vista recientemente en mitad de la noche volando. Esa descripción fue acompañada de una antigua leyenda que había en la zona que hablaba sobre la existencia de un ave llamada “Alicato” de plumaje dorado que tenía la habilidad de sentir la maldad de las personas y desorientar a las personas con intenciones viles en mitad del desierto, se decía que vivía en un oasis en mitad del vasto desierto con propiedades igual de misteriosas que las del ave, se decía que era un espejismo y no existía en realidad, pues siempre que era visto en la lejanía parecía desaparecer cuando alguien se aproximaba. Todos los avistamientos de la susodicha visión, coincidían con una zona unos diez kilómetros más al sur del poblado.

Cuando ambos ninjas terminaron su charla con el jefe del poblado y se alejaron algunos metros de la entrada del mismo, el chunnin se dirigió a su compañero para hablar sobre su teoría. -Si bien no hay unas pistas claras sobre los desaparecidos, creo que podría ser buena idea seguir los rumores sobre aquel ave, pues parece que se ha avistado recientemente y no hace mucho que comenzaron las desapariciones. Esperó a la respuesta del de ojos turquesa para comenzar su viaje al sur en busca del “oasis espejismo”.

Datos del Shinobi:


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Sabaku Tsunayoshi
Aquel joven que efectivamente respondía al nombre de "Tetsu" afirmó la duda del Sabaku, contestando positivamente a la pregunta del pelirrojo para así presentarse adecuadamente, haciendo mención breve sobre sus habilidades y procedencia... Un usuario de técnicas ilusorias cuya afinidad elemental no era más que la del agua y cuyo clan al parecer no era muy reconocido por la aldea ni mucho menos a nivel mundial, pero obviamente no sería subestimado por ese minúsculo detalle por parte del arenero ya que, por algo aquel muchacho podría presumir su rango ante el Sabaku y no precisamente porque le había agradado al Kage y se lo habían dado gratis.

Tsunayoshi inclinó su postura ante su superior en señal de saludo para proceder a hacer lo mismo, informando al Tsuchinoko sobre sus capacidades. Obvió su nombre y clan ya que el Chunnin ya los conocía, mas no dejó de exponer sus habilidades y afinidad elemental que si bien podría saberlas de igual manera aquel shinobi, no las consideró de más el recordarlas, sólo por si acaso.

Concluidas las presentaciones y sin intención de entablar algún tipo de conversación amistosa, el guía del Gennin pasó a dar las instrucciones y recomendaciones que ambos seguirían para así dar inicio a la misión, dirigiéndose ambos hacia el sur del país, cinco kilómetros rumbo a un pequeño poblado en cuyos alrededores se habían reportado más desapariciones que en cualquier otro lugar. El viaje no presentó problema alguno, más allá de la leve arena capaz de obstruir la visión del desafortunado al que le fuese a entrar en los ojos debido a las ligeras corrientes de viento muy comunes en el árido país. Varios minutos que no significarían pérdida de tiempo "vital" para el cumplimiento del encargo ninja, les permitirían finalmente llegar a la pequeña aldea en cuya entrada se notaba la estancia de un hombre mayor...

("¿Quién es?") - Pensó el usuario de Fuuton.

Aquel hombre les dio la bienvenida a la aldea de las dunas de arena, un pequeño poblado que hasta el momento había sabido mantener la paz y armonía en sus dominios gracias a la buena administración de recursos y comercios en la capital del país. Rápidamente les invitó a pasar a su hogar para informarles lo mejor posible de la situación puesto que estaba enterado de la razón de la visita de los ninjas de Suna.

Una vivienda sencilla y acogedora, taza de té para agradar a las visitas y procedió entonces el anciano a ponerles al tanto de los sucesos. Una pista no tan definida; la leyenda del ave dorada que provocaba que aquellos con intenciones viles se perdiesen en el árido desierto infernal...

("El Alicanto...") - Era la primera vez que oía hablar de dicha especie, no podía mentirse a sí mismo, le daba curiosidad aquella historia, pero al escuchar que existía la probabilidad de que aquel animal fuese producto de un espejismo parte de su interés se incrementó. No lo dijo al momento, sólo esperaba la oportunidad para expresar su deseo de buscar a aquel animal y frenarlo en caso de ser el antagonista de los viajeros del país.

Luego de charlar con el jefe de la aldea, ambos ninjas se alejaron de la vivienda del mayor para así decidir sus próximos movimientos.

El Chunnin agradaba al Gennin con su idea de buscar al ave - Me parece bien ir a comprobar la existencia de dicho animal. Quizás no se trate de una simple leyenda... - Diría aquello al usuario de Suiton en clara señal de consentimiento para así ponerse en marcha rumbo al sitio donde se suponía, habitaba aquella rara especie aviar; el "Oasis Espejismo".

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Aquel joven que efectivamente respondía al nombre de "Tetsu" afirmó la duda del Sabaku, contestando positivamente a la pregunta del pelirrojo para así presentarse adecuadamente, haciendo mención breve sobre sus habilidades y procedencia... Un usuario de técnicas ilusorias cuya afinidad elemental no era más que la del agua y cuyo clan al parecer no era muy reconocido por la aldea ni mucho menos a nivel mundial, pero obviamente no sería subestimado por ese minúsculo detalle por parte del arenero ya que, por algo aquel muchacho podría presumir su rango ante el Sabaku y no precisamente porque le había agradado al Kage y se lo habían dado gratis.

Tsunayoshi inclinó su postura ante su superior en señal de saludo para proceder a hacer lo mismo, informando al Tsuchinoko sobre sus capacidades. Obvió su nombre y clan ya que el Chunnin ya los conocía, mas no dejó de exponer sus habilidades y afinidad elemental que si bien podría saberlas de igual manera aquel shinobi, no las consideró de más el recordarlas, sólo por si acaso.

Concluidas las presentaciones y sin intención de entablar algún tipo de conversación amistosa, el guía del Gennin pasó a dar las instrucciones y recomendaciones que ambos seguirían para así dar inicio a la misión, dirigiéndose ambos hacia el sur del país, cinco kilómetros rumbo a un pequeño poblado en cuyos alrededores se habían reportado más desapariciones que en cualquier otro lugar. El viaje no presentó problema alguno, más allá de la leve arena capaz de obstruir la visión del desafortunado al que le fuese a entrar en los ojos debido a las ligeras corrientes de viento muy comunes en el árido país. Varios minutos que no significarían pérdida de tiempo "vital" para el cumplimiento del encargo ninja, les permitirían finalmente llegar a la pequeña aldea en cuya entrada se notaba la estancia de un hombre mayor...

("¿Quién es?") - Pensó el usuario de Fuuton.

Aquel hombre les dio la bienvenida a la aldea de las dunas de arena, un pequeño poblado que hasta el momento había sabido mantener la paz y armonía en sus dominios gracias a la buena administración de recursos y comercios en la capital del país. Rápidamente les invitó a pasar a su hogar para informarles lo mejor posible de la situación puesto que estaba enterado de la razón de la visita de los ninjas de Suna.

Una vivienda sencilla y acogedora, taza de té para agradar a las visitas y procedió entonces el anciano a ponerles al tanto de los sucesos. Una pista no tan definida; la leyenda del ave dorada que provocaba que aquellos con intenciones viles se perdiesen en el árido desierto infernal...

("El Alicanto...") - Era la primera vez que oía hablar de dicha especie, no podía mentirse a sí mismo, le daba curiosidad aquella historia, pero al escuchar que existía la probabilidad de que aquel animal fuese producto de un espejismo parte de su interés se incrementó. No lo dijo al momento, sólo esperaba la oportunidad para expresar su deseo de buscar a aquel animal y frenarlo en caso de ser el antagonista de los viajeros del país.

Luego de charlar con el jefe de la aldea, ambos ninjas se alejaron de la vivienda del mayor para así decidir sus próximos movimientos.

El Chunnin agradaba al Gennin con su idea de buscar al ave - Me parece bien ir a comprobar la existencia de dicho animal. Quizás no se trate de una simple leyenda... - Diría aquello al usuario de Suiton en clara señal de consentimiento para así ponerse en marcha rumbo al sitio donde se suponía, habitaba aquella rara especie aviar; el "Oasis Espejismo".

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Cronista MC
Las bestias del desierto

Tras recibir la respuesta del Sabaku el de rango superior de la arena no se lo pensó por un momento y comenzóó su camino de cara a la ubicación donde, aparentemente, se estaban generando todos los problemas.

Después de viajar durante alrededor de media hora sin  mucha complicación llegaron a una zona en la que, al igual que en los alrededores no se podía ver nada más que dunas, pero en algún momento del viaje, el Chunin se percató de que algo no estaba bien, no estaba muy seguro de que, pero lo que tenía claro es que había sentido como si atravesara una fina pared de un liquido por lo que dio una orden a su acompañante para detenerse. -Parece que hemos entrado en algún tipo de zona, dame un segundo. sin siquiera esperar por la respuesta del de pelo carmesí Tatsu junto sus manos formando un sello para concentrarse en su flujo de chakra y alterarlo por un momento.

Cuando el especialista en genjutsu realizó esta acción fue capaz de discernir un nuevo paisaje a su alrededor y tras dibujar en su rostro una leve sonrisa volvió a formar el sello, esta vez con una mano y la otra la colocó sobre el hombro de su compañero y dijo. -Kai, ahora deberías poder apreciar un poco el paisaje, ¿me equivoco? en ese momento, todo el paisaje cambió alrededor del joven de ojos turquesa. A la par, mientras que todo el entorno estaba cambiando para Tsunayoshi, un gran pájaro de plumaje dorado descendió del cielo para colocarse a cinco metros de ambos shinobis, acompañado de lo que parecía ser una de sus crías pues se mantenía tras la pata del ave más grande observando a los humanos. -Parece que alguien capaz de romper la ilusión de mi pequeño se ha atrevido a entrar en mi territorio, soy parte de la especie de los alicatos, llevamos viviendo cientos de años en este desierto y en todo ese tiempo ningún humano ha entrado voluntariamente aquí. ¿Qué es lo que queréis? Sin ocultar su cara de sorpresa el Chunin procedió a dar una explicación del motivo que los había conducido hasta esa situación intentado a la par encontrar algo de información sobre los desaparecidos pues su objetivo no tenía nada que ver con el discernir la existencia de un ave legendaria como esa.

Después de unas explicaciones breves el gran ave invitó a llevarse al Chunin a una de las cuevas cercanas para hablar con el mientras pedía al de ojos turquesa que se encargara de cuidar de su retoño durante el tiempo que iban a estar fuera, algo podría parecer raro, ¿por qué un ave que solo se encontraba en las leyendas confiaría en un par de humanos de esa forma? La respuesta era casi tan misteriosa como la pregunta, pero la capacidad de estos animales para ver los sentimientos de las personas era igual de cierta que su existencia por lo que no tuvo ningún problema en dejar a su cría con el Sabaku, sin decir mucho, Tetsu y el gran ave se desvanecieron como si entraran en la niebla y el Genin de la arena se quedó acompañado del pequeño ave que daba saltos a su alrededor y lo miraba con una actitud juguetona.

Datos del Shinobi:

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Las bestias del desierto

Tras recibir la respuesta del Sabaku el de rango superior de la arena no se lo pensó por un momento y comenzóó su camino de cara a la ubicación donde, aparentemente, se estaban generando todos los problemas.

Después de viajar durante alrededor de media hora sin  mucha complicación llegaron a una zona en la que, al igual que en los alrededores no se podía ver nada más que dunas, pero en algún momento del viaje, el Chunin se percató de que algo no estaba bien, no estaba muy seguro de que, pero lo que tenía claro es que había sentido como si atravesara una fina pared de un liquido por lo que dio una orden a su acompañante para detenerse. -Parece que hemos entrado en algún tipo de zona, dame un segundo. sin siquiera esperar por la respuesta del de pelo carmesí Tatsu junto sus manos formando un sello para concentrarse en su flujo de chakra y alterarlo por un momento.

Cuando el especialista en genjutsu realizó esta acción fue capaz de discernir un nuevo paisaje a su alrededor y tras dibujar en su rostro una leve sonrisa volvió a formar el sello, esta vez con una mano y la otra la colocó sobre el hombro de su compañero y dijo. -Kai, ahora deberías poder apreciar un poco el paisaje, ¿me equivoco? en ese momento, todo el paisaje cambió alrededor del joven de ojos turquesa. A la par, mientras que todo el entorno estaba cambiando para Tsunayoshi, un gran pájaro de plumaje dorado descendió del cielo para colocarse a cinco metros de ambos shinobis, acompañado de lo que parecía ser una de sus crías pues se mantenía tras la pata del ave más grande observando a los humanos. -Parece que alguien capaz de romper la ilusión de mi pequeño se ha atrevido a entrar en mi territorio, soy parte de la especie de los alicatos, llevamos viviendo cientos de años en este desierto y en todo ese tiempo ningún humano ha entrado voluntariamente aquí. ¿Qué es lo que queréis? Sin ocultar su cara de sorpresa el Chunin procedió a dar una explicación del motivo que los había conducido hasta esa situación intentado a la par encontrar algo de información sobre los desaparecidos pues su objetivo no tenía nada que ver con el discernir la existencia de un ave legendaria como esa.

Después de unas explicaciones breves el gran ave invitó a llevarse al Chunin a una de las cuevas cercanas para hablar con el mientras pedía al de ojos turquesa que se encargara de cuidar de su retoño durante el tiempo que iban a estar fuera, algo podría parecer raro, ¿por qué un ave que solo se encontraba en las leyendas confiaría en un par de humanos de esa forma? La respuesta era casi tan misteriosa como la pregunta, pero la capacidad de estos animales para ver los sentimientos de las personas era igual de cierta que su existencia por lo que no tuvo ningún problema en dejar a su cría con el Sabaku, sin decir mucho, Tetsu y el gran ave se desvanecieron como si entraran en la niebla y el Genin de la arena se quedó acompañado del pequeño ave que daba saltos a su alrededor y lo miraba con una actitud juguetona.

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Sabaku Tsunayoshi
Fácilmente pudo notar el enorme compromiso que aquel shinobi de mediano rango, rumbo al alcance de un poder mayor, tenía para con la misión que se le era encomendada. Rápidamente ambos ninjas de la arena dirigieron sus pasos hacia donde se les había indicado podría estar el lugar donde aquella misteriosa ave dorada, sospechosa de las misteriosas desapariciones reportadas, residía. Entre grandes dunas arenosas y un mar desértico casi infernal, haciendo honor a su apodo, "el desierto infernal", se movilizaban a pasos rápidos pero no tanto como para resentir luego cansancio alguno. Algo les detuvo, o mas bien, el Chunnin del dúo de Sunagakure detuvo al pelirrojo obviamente frenando su propio avance de igual manera al percatarse de algo que evidentemente el Sabaku no había logrado ver. La actitud del Tsuchinoko le hizo entender que aquello no era nada nuevo o raro para él puesto que en menos de lo que pudo tardar el arenero en intentar decifrar lo que sucedía, el de rango mayor le liberaba de una insospechada técnica ilusoria, permitiéndole ver lo que antes claramente no podía...

Ante la inexpresiva mirada del arenero, que poco a poco cambiaba levemente a un rostro más "impresionado", se empezaba a notar un paisaje paradisíaco, un enorme lago de aguas cristalinas frente a ambos shinobis rodeado de una variada vegetación que despedía mucha vida y gran armonía con la extraña unión que parecía tener con el desierto a su alrededor. No sabría decir cuántos metros abarcaba dicho lugar pero fácilmente superaban los cien metros de diámetro, rodeado de grandes formaciones rocosas poseedoras de variadas cavernas, posiblemente usadas como refugio contra las poderosas tormentas de arena, y en medio de aquel lago se apreciaba una enorme roca en la cual se hallaba una caverna de buen tamaño, superior a las demás. ("¿Así que estaba oculto este lugar bajo una especie de barrera ilusoria?...") - Pensó maravillado por la hermosura del oasis y dejando de lado por unos breves segundos su centrada y analítica manera de asimilar las cosas, aunque no por ello había dejado de preguntarse lo que había ocurrido puesto que no ignoraría la peculiaridad de aquel lugar.

Antes de poder responder afirmativamente a lo que el ilusionista a su lado preguntaba, una enorme ave de plumajes dorados y serena pero firme mirada verde azulada aterrizaba ante ellos, dejando cinco metros de distancia y levantando arena a su alrededor que junto con el viento generado por el batir de sus grandes alas, terminarían a parar aquellos granos de minerales áridos en los ropajes de los ninjas quienes tendrían que cubrir sus rostros para que sus ojos no terminasen siendo invadidos por dicha arena.

El ave habló claro y sin titubeos, afirmando la duda de Tsunayoshi sobre si aquello había sido una ilusión y cuestionando la intromisión y actual estadía de los jóvenes en "su territorio", una versión más pequeña del mismo se hallaba intentando ocultarse de los humanos tras la pata del gran Alicanto. Tetsu respondió a lo que preguntaba el macho aviar, pasando a explicar el motivo por el cual ambos shinobis se hallaban allí en primer lugar. Mientras aquello sucedía, el Sabaku no perdería tiempo y trataría de analizar lo mejor posible todo su entorno, sólo por si las palabras no lograban nada y no quedaba más remedio que recurrir al combate. El ave ante ellos les superaba fácilmente en altura, por obvias razones en fuerza también, seguramente. El más pequeño de los emplumados fijaría entonces sus oscurecidas pupilas rodeadas de un amarillento iris en la turquesa mirada del inexpresivo joven. Quizás habría sido por una milésima de segundo pero el controlador de arena podría jurar que la mirada del pequeño Alicanto se habría tornado muy seria. Quizás estaría exagerando con lo de tomar medidas en caso de ser necesario pero su entrenamiento y pensamiento como shinobi no le permitían confiarse en ningún momento. Parpadearía un par de veces tratando de alejar cualquier tipo de distracción y fijaría de vuelta su mirada en la gran ave, deseando no tener que usar nada más que las palabras para completar aquella misión en caso de que aquellas criaturas fuesen los causantes de las desapariciones.

Nuevamente sería por un breve instante pero creería ver a la pequeña ave cambiar su expresión y ¿sonreír?

El Alicanto, quien por sus palabras informaba ser el padre de aquel pequeño, decidía retirarse un momento junto con Tetsu para conversar mejor en una de las cavernas cercanas. Aquello parecía ser una decisión un tanto rara puesto que dejaría junto a Tsunayoshi a su cría. Algo definitivamente no andaría bien pero ¿qué más podría hacer sino esperar lo mejor el Sabaku?

Quedó sólo en aquel sitio junto al pequeño Alicanto quien le miraría sonriente. Sabía que de no hacer algo, tarde o temprano aquello se tornaría bastante incómodo. No era precisamente un experto en socializar pero en verdad no deseaba llegar a estar en tal situación, principalmente porque necesitaba estar preparado para lo peor. - ¿Qué ocurre? - Preguntaría aquello tras sentirse observado en exceso por aquella avecilla.

- Eres bueno, tu amigo también pero tu intención es más noble, ¿eres pacifista? - Respondería felizmente aquella ave con un tono femenino ante la extrañada mirada del pelirrojo.

- Eh, gracias, supongo, pero yo no... -

- Son los primeros en entrar aquí con intención de hacerlo y no por pura casualidad como dijo papá. Deben ser muy hábiles. ¿Son ninjas? ¿O samurái? -

El pelirrojo dio un bien disimulado paso atrás. - Nosotros... -

- Sinceramente no pareces muy fuerte. Eres el asistente de quien deshizo mi campo ilusorio, ¿verdad? - Entre pequeños saltitos, habría dado ya una vuelta alrededor del usuario de técnicas con arena.

- Yo... -

- Descuida, sé que son shinobi, o al menos tu compañero lo es, su banda de Sunagakure lo delata. Sin embargo tú no la llevas, ¿alguna razón en especial? -

- ... -

- No hablas mucho, ¿eh? ¿Puedo saber tu nombre al menos? -

Su mirada volvió a la normalidad inexpresiva que solía mostrar ante todos. Sí, aquella ave le estaba limitando todo intento por responder al momento que le disparaba pregunta tras pregunta, pero no le molestaba, por alguna razón no se sentía disgustado, claro que, también se sentía algo raro por no saber cómo reaccionar...

- Mi nombre es Tsunayoshi -

- Tsunayoshi... Me agrada. Yo soy Akane, es un gusto -

El Sabaku asintió en señal de saludo ante la sonriente mirada de la Alicanto. - Sé que probablemente tu padre y mi compañero puedan llegar a un acuerdo de paz, pero tal vez puedas ayudarnos un poco. ¿Podrías decirme por qué secuestran a los viajeros? -

- ¿De qué hablas? No hemos secuestrado a nadie. Desde que tengo uso de razón, los Alicantos nos hemos ocultado del peligroso mundo humano gracias a nuestro hábil manejo de técnicas ilusorias, pero sé que necesito más práctica ya que vencieron mi barrera muy fácilmente, además de que, ajeno a lo que se sabe de ustedes, no parecen tener intención egoísta alguna, más bien siento un fuerte deseo de ayudar a los demás provenir de ustedes... -

("¿Vencer su barrera? Yo caí en ella sin darme cuenta") - Pensaría el arenero.

- Lo que quiero decir es que no hemos secuestrado ni hecho mal a nadie. -

- Entiendo. Pero los reportes indican misteriosas desapariciones por estos lugares y una pista sobre el avistamiento de un ave dorada que aparece y desaparece misteriosamente, eso nos hizo creer que tu especie está relacionada con tal asunto. -

- No hacemos mal a nadie - Su mirada se tornó un poco seria al decir eso.

- Me disculpo, no quise insinuar nada respecto a que ustedes... -

- Lo sé, sólo bromeo - Después de aquello la pequeña ave soltó unas leves carcajadas. - Es raro conocer a un humano con tanta paciencia. Según la información que por milenios se ha recolectado de ustedes, no son muy calmados que digamos... -

- Eh, gracias... -

Un silencio incómodo que hasta esos momentos el arenero de rojiza cabellera habría estado deseando no llegar a tener, se presentaba sin pena alguna.

("Grandioso") - Pensaría deseando que pronto el ilusionista Chunnin regresara con buenas noticias, eso sin notar que desde las lejanías, tanto la pequeña Alicanto como él, estarían siendo observados por un par de ojos violáceos de notable furia en su mirar pertenecientes a una desconocida figura aviar que, en un breve instante, se desvanecería entre el efecto óptico de las ondas de calor sin dejar rastro alguno.

— — — — — — — — — — — — — — —
Off Rol:
Fácilmente pudo notar el enorme compromiso que aquel shinobi de mediano rango, rumbo al alcance de un poder mayor, tenía para con la misión que se le era encomendada. Rápidamente ambos ninjas de la arena dirigieron sus pasos hacia donde se les había indicado podría estar el lugar donde aquella misteriosa ave dorada, sospechosa de las misteriosas desapariciones reportadas, residía. Entre grandes dunas arenosas y un mar desértico casi infernal, haciendo honor a su apodo, "el desierto infernal", se movilizaban a pasos rápidos pero no tanto como para resentir luego cansancio alguno. Algo les detuvo, o mas bien, el Chunnin del dúo de Sunagakure detuvo al pelirrojo obviamente frenando su propio avance de igual manera al percatarse de algo que evidentemente el Sabaku no había logrado ver. La actitud del Tsuchinoko le hizo entender que aquello no era nada nuevo o raro para él puesto que en menos de lo que pudo tardar el arenero en intentar decifrar lo que sucedía, el de rango mayor le liberaba de una insospechada técnica ilusoria, permitiéndole ver lo que antes claramente no podía...

Ante la inexpresiva mirada del arenero, que poco a poco cambiaba levemente a un rostro más "impresionado", se empezaba a notar un paisaje paradisíaco, un enorme lago de aguas cristalinas frente a ambos shinobis rodeado de una variada vegetación que despedía mucha vida y gran armonía con la extraña unión que parecía tener con el desierto a su alrededor. No sabría decir cuántos metros abarcaba dicho lugar pero fácilmente superaban los cien metros de diámetro, rodeado de grandes formaciones rocosas poseedoras de variadas cavernas, posiblemente usadas como refugio contra las poderosas tormentas de arena, y en medio de aquel lago se apreciaba una enorme roca en la cual se hallaba una caverna de buen tamaño, superior a las demás. ("¿Así que estaba oculto este lugar bajo una especie de barrera ilusoria?...") - Pensó maravillado por la hermosura del oasis y dejando de lado por unos breves segundos su centrada y analítica manera de asimilar las cosas, aunque no por ello había dejado de preguntarse lo que había ocurrido puesto que no ignoraría la peculiaridad de aquel lugar.

Antes de poder responder afirmativamente a lo que el ilusionista a su lado preguntaba, una enorme ave de plumajes dorados y serena pero firme mirada verde azulada aterrizaba ante ellos, dejando cinco metros de distancia y levantando arena a su alrededor que junto con el viento generado por el batir de sus grandes alas, terminarían a parar aquellos granos de minerales áridos en los ropajes de los ninjas quienes tendrían que cubrir sus rostros para que sus ojos no terminasen siendo invadidos por dicha arena.

El ave habló claro y sin titubeos, afirmando la duda de Tsunayoshi sobre si aquello había sido una ilusión y cuestionando la intromisión y actual estadía de los jóvenes en "su territorio", una versión más pequeña del mismo se hallaba intentando ocultarse de los humanos tras la pata del gran Alicanto. Tetsu respondió a lo que preguntaba el macho aviar, pasando a explicar el motivo por el cual ambos shinobis se hallaban allí en primer lugar. Mientras aquello sucedía, el Sabaku no perdería tiempo y trataría de analizar lo mejor posible todo su entorno, sólo por si las palabras no lograban nada y no quedaba más remedio que recurrir al combate. El ave ante ellos les superaba fácilmente en altura, por obvias razones en fuerza también, seguramente. El más pequeño de los emplumados fijaría entonces sus oscurecidas pupilas rodeadas de un amarillento iris en la turquesa mirada del inexpresivo joven. Quizás habría sido por una milésima de segundo pero el controlador de arena podría jurar que la mirada del pequeño Alicanto se habría tornado muy seria. Quizás estaría exagerando con lo de tomar medidas en caso de ser necesario pero su entrenamiento y pensamiento como shinobi no le permitían confiarse en ningún momento. Parpadearía un par de veces tratando de alejar cualquier tipo de distracción y fijaría de vuelta su mirada en la gran ave, deseando no tener que usar nada más que las palabras para completar aquella misión en caso de que aquellas criaturas fuesen los causantes de las desapariciones.

Nuevamente sería por un breve instante pero creería ver a la pequeña ave cambiar su expresión y ¿sonreír?

El Alicanto, quien por sus palabras informaba ser el padre de aquel pequeño, decidía retirarse un momento junto con Tetsu para conversar mejor en una de las cavernas cercanas. Aquello parecía ser una decisión un tanto rara puesto que dejaría junto a Tsunayoshi a su cría. Algo definitivamente no andaría bien pero ¿qué más podría hacer sino esperar lo mejor el Sabaku?

Quedó sólo en aquel sitio junto al pequeño Alicanto quien le miraría sonriente. Sabía que de no hacer algo, tarde o temprano aquello se tornaría bastante incómodo. No era precisamente un experto en socializar pero en verdad no deseaba llegar a estar en tal situación, principalmente porque necesitaba estar preparado para lo peor. - ¿Qué ocurre? - Preguntaría aquello tras sentirse observado en exceso por aquella avecilla.

- Eres bueno, tu amigo también pero tu intención es más noble, ¿eres pacifista? - Respondería felizmente aquella ave con un tono femenino ante la extrañada mirada del pelirrojo.

- Eh, gracias, supongo, pero yo no... -

- Son los primeros en entrar aquí con intención de hacerlo y no por pura casualidad como dijo papá. Deben ser muy hábiles. ¿Son ninjas? ¿O samurái? -

El pelirrojo dio un bien disimulado paso atrás. - Nosotros... -

- Sinceramente no pareces muy fuerte. Eres el asistente de quien deshizo mi campo ilusorio, ¿verdad? - Entre pequeños saltitos, habría dado ya una vuelta alrededor del usuario de técnicas con arena.

- Yo... -

- Descuida, sé que son shinobi, o al menos tu compañero lo es, su banda de Sunagakure lo delata. Sin embargo tú no la llevas, ¿alguna razón en especial? -

- ... -

- No hablas mucho, ¿eh? ¿Puedo saber tu nombre al menos? -

Su mirada volvió a la normalidad inexpresiva que solía mostrar ante todos. Sí, aquella ave le estaba limitando todo intento por responder al momento que le disparaba pregunta tras pregunta, pero no le molestaba, por alguna razón no se sentía disgustado, claro que, también se sentía algo raro por no saber cómo reaccionar...

- Mi nombre es Tsunayoshi -

- Tsunayoshi... Me agrada. Yo soy Akane, es un gusto -

El Sabaku asintió en señal de saludo ante la sonriente mirada de la Alicanto. - Sé que probablemente tu padre y mi compañero puedan llegar a un acuerdo de paz, pero tal vez puedas ayudarnos un poco. ¿Podrías decirme por qué secuestran a los viajeros? -

- ¿De qué hablas? No hemos secuestrado a nadie. Desde que tengo uso de razón, los Alicantos nos hemos ocultado del peligroso mundo humano gracias a nuestro hábil manejo de técnicas ilusorias, pero sé que necesito más práctica ya que vencieron mi barrera muy fácilmente, además de que, ajeno a lo que se sabe de ustedes, no parecen tener intención egoísta alguna, más bien siento un fuerte deseo de ayudar a los demás provenir de ustedes... -

("¿Vencer su barrera? Yo caí en ella sin darme cuenta") - Pensaría el arenero.

- Lo que quiero decir es que no hemos secuestrado ni hecho mal a nadie. -

- Entiendo. Pero los reportes indican misteriosas desapariciones por estos lugares y una pista sobre el avistamiento de un ave dorada que aparece y desaparece misteriosamente, eso nos hizo creer que tu especie está relacionada con tal asunto. -

- No hacemos mal a nadie - Su mirada se tornó un poco seria al decir eso.

- Me disculpo, no quise insinuar nada respecto a que ustedes... -

- Lo sé, sólo bromeo - Después de aquello la pequeña ave soltó unas leves carcajadas. - Es raro conocer a un humano con tanta paciencia. Según la información que por milenios se ha recolectado de ustedes, no son muy calmados que digamos... -

- Eh, gracias... -

Un silencio incómodo que hasta esos momentos el arenero de rojiza cabellera habría estado deseando no llegar a tener, se presentaba sin pena alguna.

("Grandioso") - Pensaría deseando que pronto el ilusionista Chunnin regresara con buenas noticias, eso sin notar que desde las lejanías, tanto la pequeña Alicanto como él, estarían siendo observados por un par de ojos violáceos de notable furia en su mirar pertenecientes a una desconocida figura aviar que, en un breve instante, se desvanecería entre el efecto óptico de las ondas de calor sin dejar rastro alguno.

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