Aquella mañana me encontraba a la entrada del bosque detrás de casa, había estado practicando con mis shurikens y kunais varias técnicas que me había propuesto al verlas en uno de los pergaminos en la biblioteca, hacía bastante que no tenía un instructor así que me las había arreglado para seguir avanzando por mi cuenta, a base de imaginación y lectura; jamás me había molestado que hasta día de hoy siguieran llamando ratón de biblioteca, de hecho; me gustaba.
Una sonrisa surcó mis labios cuando escuché el sonido de aquel Kunai que había lanzado dar en el clavo. Y justo después de ello, la voz de mi madre llamándome como si fuera a salirsele un pulmón; su grito hizo que algunos pájaros salieran volando desde la copa de los arboles y bueno, si había lanzado aquel grito significaba claramente que debía estar frente a ella en menos de un minuto, pues aquello no se volvería a repetir.

Y así fue, tan rápido como pude llegué frente a mi madre cuando ella llevaba quince segundos contando, en cuanto me vio y suspiró.
Buenos días mamá, ¿pasó algo? dije, sonriendole mientras me acercaba.
— No ha pasado nada realmente, una mujer me ha dado esto para ti en la entrada de la casa, límpiate el sudor y ven a desayunar que ya está listo — comenzó a decir mientras que me daba la espalda y regresaba dentro de casa por la puerta trasera, no tarde en desenrollar el pergamino que me entregó mientras caminaba siguiendo a mi madre.
¿Un equipo? pensé extrañada, realmente no sabía por qué en aquel momento si había pasado tanto tiempo desde la graduación en la academia ¿Tal vez el hokage no había tenido la necesidad hasta ahora?, pensé, ingenua, suponiendo que aquello había sido una orden general de mucho más arriba.
Sin embargo, preferí no pensar en ello y simplemente ir a desayunar, aun quedaba tiempo para la reunión por lo que, sin dilación me prepararía e iría.
Cuando dieron las nueve en punto partí hacia el centro de la ciudad, conocía bien el puesto mencionado en el pergamino, el cual también cargué conmigo solo como medida de precaución.

Caminando a mi ritmo llegué a la hora exacta, en cuanto me acerqué un poco al puesto vi a dos chicos parados frente al mismo, estaba a unos cuantos pasos así que les sonreí esperando que lo notaran y levanté un brazo saludándolos, si no eran ellos pasaría mucha pena, si si eran tal vez pensarían que me estaba tomando demasiadas libertades para ser gente que no conozco, sin embargo; por mi mente pasaba en ese momento que tendría que llevarme bien con ellos pues, si esto del equipo era cierto estaríamos trabajando juntos un largo tiempo.

¡Hola!, mi nombre es Uchiha Aoi comencé a decir dando los últimos pasos hacia los dos ¿Son ustedes Hirogane y Sabaku Hikari? pregunté con una sonrisa en los labios Me han citado aquí con ustedes...

Mientras escuchaba, Aoi miró la mano de Titus y sin saber muy bien como responder a eso; tomó su mano entre las suyas y la movió de arriba hacia abajo, aquello lo había visto quizá alguna vez y tal vez no era la forma correcta de realizar el saludo pero para ella bastó por el momento.
Los había observado mientras llegaba y ahora que los veía desde cerca bien parecidos eran los dos (por lo menos así lo veía ella), sin embargo, a lo mejor era idea suya o por las circunstancias en las que se encontraban, que el aire entre los tres estaba un poco extraño.
Oh, podemos pagar la mitad cada uno, así la carga no recaerá sobre ti... además... me da un poco de pena pero suelo comer bastante, dijo, subiendo la mano hacia su nuca para acariciarla un poco apenada, pero no mentía, acababa de desayunar y ya tenía hambre nuevamente.

Es un gusto conocerlos a los dos; la verdad es que, hubiera pasado pena levantando el brazo tan alto si no hubieran sido ustedes salió de la boca de la uchiha mientras entraba de última en el local y se sentó en una de las butacas a un lado de Titus; los escuchó mientras que veía como la mesera se preparaba con una libretilla para tomar nota de las ordenes, puso los codos sobre la mesa y se recargó un poco para poder tener vista de los chicos pues se había sentado en un extremo.
Volviendo un poco al tema de los clanes, pienso que tener un clan te haga más fuerte... de hecho, creo que, quien se gana el prestigio aun sin tener clan es porque ha tenido que trabajar aún más duro que alguien que pertenece a una prestigiosa familia, soltó mirando un poco hacia el techo en cuento Titus terminó de hablar.
— Buenas tardes, bienvenidos ¿les sirvo algo? — preguntó entonces la mesera Si por favor, yo quiero un tazón extra grande de ramen, dijo entonces.
Cierto emm... ¿el sharingan?, si lo tengo, pero no he logrado conseguir la segunda aspa aún volvió a decir, esta vez desviando la mirada de la señorita y activando al sharingan; el aspa dio una vuelta en su ojo cuando terminó de voltear hacia los dos miembros de su equipo, tal vez para mostrar que no mentía, bueno, en realidad hasta hoy día ni ella lo sabe.

Esperó entonces a que sus dos compañeros pidieran su comida para continuar Gracias por invitarnos Hikari