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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Madara Chronicles es un foro basado en la obra de Masashi Kishimoto "Naruto" y "Naruto Shippuden", utilizando tan solo su ambientación y personajes para crear una trama propia.

Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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¡Fuga de un preso! [Misión Rango C] [Arashi Uchiha y Sabaku Tsunayoshi]

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Sabaku Tsunayoshi
Cuando Sabaku Tsunayoshi decidió trazarse su propio camino ninja para alcanzar un perdón que simplemente no podía otorgarse, supo de inmediato que el recorrido del mismo no sería nada, pero nada sencillo. Necesitaba hacerse cada vez más fuerte, convertirse en una figura que representase seguridad para todo habitante de su aldea, así como lo habían querido aquellos quienes sin pedirle nada le prestaron su apoyo y no dejaron de hacerlo hasta el último segundo de sus vidas. Necesitaba convertirse en un valioso habitante de su villa, hacer valer una vida que sin pedirla, aquellas dos personas que más lo amaron le regalaron sin requerir nada a cambio, mas sólo que fuera feliz. Los errores y equivocaciones del pelirrojo para con aquellos que le habían dado el ser, no le dejaban tranquilo, le perseguían siempre recordándole que hubo una época de su vida en la que decepcionó por completo a sus padres, quienes por desgracia ya no estaba allí con él. Nunca podría pedirles perdón por tantas faltas. Nunca podría compensar las horas de preocupación y miedo que les había hecho sentir al escaparse al desierto en lugar de asistir a la academia día tras día todos esos años. Nunca podría escuchar un "estoy orgulloso de tí, hijo" de alguno de ellos. Nada. No podría redimirse, sólo intentar cambiar para quizás, sólo quizás enmendar un poco las cosas.

Si. Aún no superaba aquello...

Por los momentos, sólo podía caminar a paso tranquilo por la senda del shinobi, guiado por las breves enseñanzas que alcanzó a prestar atención de sus progenitores en su tiempo de rebeldía, así como la casi nula experiencia en el campo ninja que hasta ahora había adquirido para seguir avanzando. Ciertamente no esperaba que en tan poco tiempo de servicio su nombre estuviese en el registro del Kazekage como uno de sus ninjas de bajo rango más prometedores, ni siquiera pensaba en si era tomado en cuenta para misiones que necesitasen un cuidado especial, pero ese día, la confianza que hasta ese momento creía nula por parte de su líder y por lo tanto de su aldea para consigo mismo, se le fue demostrada sin que lo pudiese creer de a primeras. Obviamente la sorpresa en su rostro no sería muy notable, sobretodo porque la poca expresividad del chico ayudaba a eso. Aún así pudo sentir cómo un sin fin de emociones positivas finalmente le invadían.

¿Significaba aquello que lo que hasta ahora había hecho, realizando sus encargos con gran disposición y compromiso, le había rendido sus frutos como ninja de la arena? El que fuese solicitado en la oficina del Kazekage ese día por la mañana para realizar una misión de más relevancia que las acostumbradas por el pelirrojo de marcadas ojeras, así le hacía pensar.

[...]

Se había preparado de la mejor manera posible, su equipo ninja, su calabaza bien cargada de su arena especial, así como una mentalidad despejada de dudas para evitar conflictos internos que seguramente (y muy probablemente) le complicarían la culminación exitosa de la misión de ese día. Se aseguró de desayunar bastante bien, necesitaría mucha fuerza y vigor para poder desempeñarse de gran forma. Avanzó a paso rápido pero sin correr para ahorrar energías hasta la oficina del líder de Sunagakure, sin embargo y luego de anunciarse con la recepcionista, ésta le impidió el paso para ver al Kazekage. ¿Se había arrepentido el maestro Kazekage de llamarle? Aquello pasó fugazmente por la mente del extrañado muchacho al notar la actitud de la, normalmente, alegre y amable muchacha.

- No puedes pasar, Tsuna-kun. Kazekage-sama se encuentra en una reunión muy importante con un escuadrón Jounnin de reconocimiento. -

- Entiendo, Kaoru-san. Tal vez puedas orientarme tú, se me solicitó hoy para un encargo de mayor dificultad a la normal... - El tono de voz del arenero resultaba ser bastante tranquilo, a diferencia del de su acompañante femenina quien lucía bastante estresada y con ligeras pero notables ojeras, no tan obvias como las del pelirrojo pero allí estaban.

- Así es. Yo tengo el documento con la información, pero debemos esperar a que tu compañero llegue para entregárselo a ambos, no debe de tardar ya que a los dos se les llamó con motivo de urgencia... - A pesar de la dificultad que la muchacha le anunciaba con anterioridad que podría (y era así) tener esa misión por el simple hecho de mencionar la urgencia con la cual que se le solicitaba tanto a él como a ese tercero desconocido, lo único que le había llamado la atención de todo aquello al de ojos color turquesa, fue el hecho de colaborar con alguien a quien no conocía. Un compañero... Realmente no tenía ninguno. Si debía adivinar, diría que le asignarían uno momentáneo pero aun así era mejor asegurarse...

- ¿Compañero? -

- No es una misión como la que hayas realizado antes. Es una misión de rango C y para este encargo necesitas colaborar con otro ninja. Es un Gennin igual que tú -

- Está bien, esperaré... -

Realmente no tendrían que esperar mucho, pues antes de que ambos siquiera pudiesen acomodarse en su sitio, la figura de otro joven ninja de la arena, de cabello un poco largo color negro atado en una cola, haría acto de presencia al entrar por la puerta del edificio, llamando la atención del especialista en el manejo de la arena y de la recepcionista del lugar en el proceso...

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Cuando Sabaku Tsunayoshi decidió trazarse su propio camino ninja para alcanzar un perdón que simplemente no podía otorgarse, supo de inmediato que el recorrido del mismo no sería nada, pero nada sencillo. Necesitaba hacerse cada vez más fuerte, convertirse en una figura que representase seguridad para todo habitante de su aldea, así como lo habían querido aquellos quienes sin pedirle nada le prestaron su apoyo y no dejaron de hacerlo hasta el último segundo de sus vidas. Necesitaba convertirse en un valioso habitante de su villa, hacer valer una vida que sin pedirla, aquellas dos personas que más lo amaron le regalaron sin requerir nada a cambio, mas sólo que fuera feliz. Los errores y equivocaciones del pelirrojo para con aquellos que le habían dado el ser, no le dejaban tranquilo, le perseguían siempre recordándole que hubo una época de su vida en la que decepcionó por completo a sus padres, quienes por desgracia ya no estaba allí con él. Nunca podría pedirles perdón por tantas faltas. Nunca podría compensar las horas de preocupación y miedo que les había hecho sentir al escaparse al desierto en lugar de asistir a la academia día tras día todos esos años. Nunca podría escuchar un "estoy orgulloso de tí, hijo" de alguno de ellos. Nada. No podría redimirse, sólo intentar cambiar para quizás, sólo quizás enmendar un poco las cosas.

Si. Aún no superaba aquello...

Por los momentos, sólo podía caminar a paso tranquilo por la senda del shinobi, guiado por las breves enseñanzas que alcanzó a prestar atención de sus progenitores en su tiempo de rebeldía, así como la casi nula experiencia en el campo ninja que hasta ahora había adquirido para seguir avanzando. Ciertamente no esperaba que en tan poco tiempo de servicio su nombre estuviese en el registro del Kazekage como uno de sus ninjas de bajo rango más prometedores, ni siquiera pensaba en si era tomado en cuenta para misiones que necesitasen un cuidado especial, pero ese día, la confianza que hasta ese momento creía nula por parte de su líder y por lo tanto de su aldea para consigo mismo, se le fue demostrada sin que lo pudiese creer de a primeras. Obviamente la sorpresa en su rostro no sería muy notable, sobretodo porque la poca expresividad del chico ayudaba a eso. Aún así pudo sentir cómo un sin fin de emociones positivas finalmente le invadían.

¿Significaba aquello que lo que hasta ahora había hecho, realizando sus encargos con gran disposición y compromiso, le había rendido sus frutos como ninja de la arena? El que fuese solicitado en la oficina del Kazekage ese día por la mañana para realizar una misión de más relevancia que las acostumbradas por el pelirrojo de marcadas ojeras, así le hacía pensar.

[...]

Se había preparado de la mejor manera posible, su equipo ninja, su calabaza bien cargada de su arena especial, así como una mentalidad despejada de dudas para evitar conflictos internos que seguramente (y muy probablemente) le complicarían la culminación exitosa de la misión de ese día. Se aseguró de desayunar bastante bien, necesitaría mucha fuerza y vigor para poder desempeñarse de gran forma. Avanzó a paso rápido pero sin correr para ahorrar energías hasta la oficina del líder de Sunagakure, sin embargo y luego de anunciarse con la recepcionista, ésta le impidió el paso para ver al Kazekage. ¿Se había arrepentido el maestro Kazekage de llamarle? Aquello pasó fugazmente por la mente del extrañado muchacho al notar la actitud de la, normalmente, alegre y amable muchacha.

- No puedes pasar, Tsuna-kun. Kazekage-sama se encuentra en una reunión muy importante con un escuadrón Jounnin de reconocimiento. -

- Entiendo, Kaoru-san. Tal vez puedas orientarme tú, se me solicitó hoy para un encargo de mayor dificultad a la normal... - El tono de voz del arenero resultaba ser bastante tranquilo, a diferencia del de su acompañante femenina quien lucía bastante estresada y con ligeras pero notables ojeras, no tan obvias como las del pelirrojo pero allí estaban.

- Así es. Yo tengo el documento con la información, pero debemos esperar a que tu compañero llegue para entregárselo a ambos, no debe de tardar ya que a los dos se les llamó con motivo de urgencia... - A pesar de la dificultad que la muchacha le anunciaba con anterioridad que podría (y era así) tener esa misión por el simple hecho de mencionar la urgencia con la cual que se le solicitaba tanto a él como a ese tercero desconocido, lo único que le había llamado la atención de todo aquello al de ojos color turquesa, fue el hecho de colaborar con alguien a quien no conocía. Un compañero... Realmente no tenía ninguno. Si debía adivinar, diría que le asignarían uno momentáneo pero aun así era mejor asegurarse...

- ¿Compañero? -

- No es una misión como la que hayas realizado antes. Es una misión de rango C y para este encargo necesitas colaborar con otro ninja. Es un Gennin igual que tú -

- Está bien, esperaré... -

Realmente no tendrían que esperar mucho, pues antes de que ambos siquiera pudiesen acomodarse en su sitio, la figura de otro joven ninja de la arena, de cabello un poco largo color negro atado en una cola, haría acto de presencia al entrar por la puerta del edificio, llamando la atención del especialista en el manejo de la arena y de la recepcionista del lugar en el proceso...

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Kanon
¡TEMA SEMI-ACEPTADO!
Sabaku Tsunayoshi, recibes por este post: 2PD por calidad. De momento nada más, podéis proseguir con el tema.

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Sabaku Tsunayoshi, recibes por este post: 2PD por calidad. De momento nada más, podéis proseguir con el tema.

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Sabaku Tsunayoshi
Las presentaciones serían breves al igual que lo fue la información que le dio a quien por ese día sería su compañero para realizar aquella misión, cuyo grado de dificultad exigía el apoyo de un shinobi para el arenero de rojizos cabellos. Kaoru sin más, decidió entregarle el pergamino con la información detallada sobre lo que se tenía que hacer aquel día al Sabaku, una vez que aquel a quien esperaron sin demorarse mucho llegara, para que así ambos shinobis se pusieran de inmediato a trabajar en ello. - Tengan mucho cuidado, ¿si? - Preocupación, algo que no había notado de nadie hacia él desde que perdió a aquellos quienes diariamente le demostraban eso mismo. Sintió que una pequeña porción de su vacío interno se llenaba con eso. El recordarlos de esa grata manera le hizo llenarse de una ligera felicidad necesaria para mantenerse sereno y activo. Sonrió hacia la atareada muchacha y asintió seguro de poder cumplir lo que fuera que se le indicase en aquel pergamino.

- Muchas gracias, Kaoru-san. No tardaremos. - Nada más tomar el escrito en el rollo de papiro, agradeció con cortesía a la muchacha para así retirarse seguido de su, ahora, nuevo compañero. "Uchiha Arashi" era su nombre, lo poco que le habría dicho en la breve presentación que había tenido al llegar éste. Se encargaría de no olvidarse de eso. Una vez afuera desplegó el documento para que ambos pudieran leerlo. Se les había encargado la captura de un criminal recién fugado de prisión, quien había matado a un pobre e indefenso interrogador y logrado escapar con ello en su retorcida consciencia. ("Sólo alarga su condena") - Pensó. Sin embargo la primera duda sería ¿por qué los Jounin no se encargaban de ese asunto si seguramente no les costaría nada hacerlo? Al parecer había una especie de reunión de grandes figuras de autoridad en la aldea, incluidos los ninjas del más alto rango, por lo que los Chunnin seguían en sus posiciones de vigilia y protección, y los Gennin debían de encargarse de todo lo que pudieran en cuanto a misiones se refiriera. De todas maneras el criminal a atrapar no era del todo peligroso al no tener las habilidades de un Gennin como tal, o al menos eso indicaba la información escrita. - Será mejor darse prisa, según éste documento, los sensores de la aldea lo han ubicado ocultándose en un edificio abandonado cerca de la prisión - Dirigió aquellas palabras a su pelinegro acompañante cuya mirada de seriedad y concentración le aliviaría bastante. Si iba a trabajar en conjunto con alguien, necesitaba a uno que supiera lo que significaba estar centrado en el objetivo sin distracción alguna de por medio. Acto seguido, los pasos veloces de ambos ninjas de la arena los dirigirían hacia el edificio donde se encarcelaba a los maleantes de la aldea para así iniciar la búsqueda del mencionado edificio en ruinas desde allí.

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Las presentaciones serían breves al igual que lo fue la información que le dio a quien por ese día sería su compañero para realizar aquella misión, cuyo grado de dificultad exigía el apoyo de un shinobi para el arenero de rojizos cabellos. Kaoru sin más, decidió entregarle el pergamino con la información detallada sobre lo que se tenía que hacer aquel día al Sabaku, una vez que aquel a quien esperaron sin demorarse mucho llegara, para que así ambos shinobis se pusieran de inmediato a trabajar en ello. - Tengan mucho cuidado, ¿si? - Preocupación, algo que no había notado de nadie hacia él desde que perdió a aquellos quienes diariamente le demostraban eso mismo. Sintió que una pequeña porción de su vacío interno se llenaba con eso. El recordarlos de esa grata manera le hizo llenarse de una ligera felicidad necesaria para mantenerse sereno y activo. Sonrió hacia la atareada muchacha y asintió seguro de poder cumplir lo que fuera que se le indicase en aquel pergamino.

- Muchas gracias, Kaoru-san. No tardaremos. - Nada más tomar el escrito en el rollo de papiro, agradeció con cortesía a la muchacha para así retirarse seguido de su, ahora, nuevo compañero. "Uchiha Arashi" era su nombre, lo poco que le habría dicho en la breve presentación que había tenido al llegar éste. Se encargaría de no olvidarse de eso. Una vez afuera desplegó el documento para que ambos pudieran leerlo. Se les había encargado la captura de un criminal recién fugado de prisión, quien había matado a un pobre e indefenso interrogador y logrado escapar con ello en su retorcida consciencia. ("Sólo alarga su condena") - Pensó. Sin embargo la primera duda sería ¿por qué los Jounin no se encargaban de ese asunto si seguramente no les costaría nada hacerlo? Al parecer había una especie de reunión de grandes figuras de autoridad en la aldea, incluidos los ninjas del más alto rango, por lo que los Chunnin seguían en sus posiciones de vigilia y protección, y los Gennin debían de encargarse de todo lo que pudieran en cuanto a misiones se refiriera. De todas maneras el criminal a atrapar no era del todo peligroso al no tener las habilidades de un Gennin como tal, o al menos eso indicaba la información escrita. - Será mejor darse prisa, según éste documento, los sensores de la aldea lo han ubicado ocultándose en un edificio abandonado cerca de la prisión - Dirigió aquellas palabras a su pelinegro acompañante cuya mirada de seriedad y concentración le aliviaría bastante. Si iba a trabajar en conjunto con alguien, necesitaba a uno que supiera lo que significaba estar centrado en el objetivo sin distracción alguna de por medio. Acto seguido, los pasos veloces de ambos ninjas de la arena los dirigirían hacia el edificio donde se encarcelaba a los maleantes de la aldea para así iniciar la búsqueda del mencionado edificio en ruinas desde allí.

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Sabaku Tsunayoshi
El tiempo invertido en llegar al punto en que la búsqueda de ambos ninjas iniciaría en verdad, no habría sido del todo largo. Un par de minutos habrían bastado para llegar hasta la prisión principal de la aldea, desde donde empezarían a buscar por las calles aledañas aquel edificio en deplorables condiciones donde se suponía, de encontraría aquel criminal que, menos que intentar ayudar para con su propia situación, se había encargado de terminar de dañarse la vida al quitarle la propia al pobre hombre que simplemente habría intentado cumplir con su labor ese día e intentado interrogarle, sólo para escapar e igualmente terminar siendo ubicado y prontamente, seguramente, devuelto a prisión. Seguro estaba el pelirrojo de poder cumplir con aquel encargo, no estaba del todo confiado en las habilidades que su compañero de ese día poseía, pero sí que tenía fe en que con sus habilidades podrían al menos detener al malhechor lo suficiente como para conseguir darle captura de alguna manera. Quizás su situación emocional no fuera la mejor de todas, en realidad estaba en peores condiciones internas que las que se podrían notar en aquel viejo edificio en ruinas una vez que le habrían ubicado, hallándose a una cuadra al oeste del edificio donde se encarcelaba a todo alborotador, ladrón, traidor y asesino del lugar, pero ciertamente sabría cómo despejar esos malestares internos para centrarse en lo que para esos momentos sería mucho más importante que seguir con su martirio diario; completar la misión en conjunto.

- Puedo buscarle desde aquí, nos ahorraríamos tiempo y nos aseguraríamos la ventaja del factor sorpresa. - Después de decirle aquello a Arashi, Tsunayoshi continuaría su acción con una cadena de sellos manuales que, al terminar, acabarían sirviendo para que el moldeo de chakra generado en el interior del Sabaku y que ahora se exteriorizaba hacia su calabaza, permitiera salir de la misma una pequeña porción de la arena llevaba allí, haciendo un momento a un lado el tapón de ésta, para así formar una especie de globo ocular flotante bastante parecido a las perlas color turquesa que el de grandes y notables ojeras poseía. Un tercer ojo sería creado con la intención de asegurar la zona y dar con el paradero del criminal sin arriesgarse a ser atacados desde un punto ciego o que incluso el objetivo a capturar se fuese a escapar al sentirse acorralado. Alzaría su mano en dirección de la deplorable edificación para así iniciar la búsqueda del criminal recién fugado de su zona de custodia y castigo. Su párpado izquierdo se encargaría de bloquear la visión del correspondiente ojo al ser ayudado por el toque de los dedos índice y corazón de la mano izquierda del arenero, su nervio óptico conectaría su capacidad visual con aquella creación hecha de los minerales infundidos en chakra que portaba en el contenedor hallado en su espalda. En resumen, podría ver lo que ese ojo artificial veía.

Su arenoso globo ocular flotaría hasta colarse por unas de las ventanas rotas de lo que parecía ser el segundo piso del local. Un establecimiento de tres pisos debía de ser explorado y muy rápido no iba a terminar, era por eso que necesitaría toda la paciencia que hasta ahora habría demostrado tener el Uchiha a su lado. - Espero no sea molestia esperar... - Diría aquello en clara intención de pedir un poco de tiempo hasta completar su búsqueda.

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El tiempo invertido en llegar al punto en que la búsqueda de ambos ninjas iniciaría en verdad, no habría sido del todo largo. Un par de minutos habrían bastado para llegar hasta la prisión principal de la aldea, desde donde empezarían a buscar por las calles aledañas aquel edificio en deplorables condiciones donde se suponía, de encontraría aquel criminal que, menos que intentar ayudar para con su propia situación, se había encargado de terminar de dañarse la vida al quitarle la propia al pobre hombre que simplemente habría intentado cumplir con su labor ese día e intentado interrogarle, sólo para escapar e igualmente terminar siendo ubicado y prontamente, seguramente, devuelto a prisión. Seguro estaba el pelirrojo de poder cumplir con aquel encargo, no estaba del todo confiado en las habilidades que su compañero de ese día poseía, pero sí que tenía fe en que con sus habilidades podrían al menos detener al malhechor lo suficiente como para conseguir darle captura de alguna manera. Quizás su situación emocional no fuera la mejor de todas, en realidad estaba en peores condiciones internas que las que se podrían notar en aquel viejo edificio en ruinas una vez que le habrían ubicado, hallándose a una cuadra al oeste del edificio donde se encarcelaba a todo alborotador, ladrón, traidor y asesino del lugar, pero ciertamente sabría cómo despejar esos malestares internos para centrarse en lo que para esos momentos sería mucho más importante que seguir con su martirio diario; completar la misión en conjunto.

- Puedo buscarle desde aquí, nos ahorraríamos tiempo y nos aseguraríamos la ventaja del factor sorpresa. - Después de decirle aquello a Arashi, Tsunayoshi continuaría su acción con una cadena de sellos manuales que, al terminar, acabarían sirviendo para que el moldeo de chakra generado en el interior del Sabaku y que ahora se exteriorizaba hacia su calabaza, permitiera salir de la misma una pequeña porción de la arena llevaba allí, haciendo un momento a un lado el tapón de ésta, para así formar una especie de globo ocular flotante bastante parecido a las perlas color turquesa que el de grandes y notables ojeras poseía. Un tercer ojo sería creado con la intención de asegurar la zona y dar con el paradero del criminal sin arriesgarse a ser atacados desde un punto ciego o que incluso el objetivo a capturar se fuese a escapar al sentirse acorralado. Alzaría su mano en dirección de la deplorable edificación para así iniciar la búsqueda del criminal recién fugado de su zona de custodia y castigo. Su párpado izquierdo se encargaría de bloquear la visión del correspondiente ojo al ser ayudado por el toque de los dedos índice y corazón de la mano izquierda del arenero, su nervio óptico conectaría su capacidad visual con aquella creación hecha de los minerales infundidos en chakra que portaba en el contenedor hallado en su espalda. En resumen, podría ver lo que ese ojo artificial veía.

Su arenoso globo ocular flotaría hasta colarse por unas de las ventanas rotas de lo que parecía ser el segundo piso del local. Un establecimiento de tres pisos debía de ser explorado y muy rápido no iba a terminar, era por eso que necesitaría toda la paciencia que hasta ahora habría demostrado tener el Uchiha a su lado. - Espero no sea molestia esperar... - Diría aquello en clara intención de pedir un poco de tiempo hasta completar su búsqueda.

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Sabaku Tsunayoshi
Mientras dejaba que su tercer globo ocular, formado de manera artificial gracias a su buena habilidad en el manejo de su técnica de clan, explorase el segundo piso del edificio, procedió a avanzar por su cuenta al recordar que el factor tiempo también influiría en la culminación exitosa de aquel encargo. Debían de regresar al criminal a su respectivo lugar penal cuanto antes y no tendrían todo el tiempo del mundo para hacerlo, igualmente hasta podrían perderle el rastro en caso de que el mismo quisiera cambiar de escondite mientras esperaban que el ojo de arena del Sabaku diera con su paradero. Era por esa razón que el mismo Tsunayoshi comenzaría a avanzar hacia la puerta mal sellada con algunas tablas de aquella edificación estropeada por el paso del tiempo y el descuido de la aldea misma. - Mejor será que vayamos avanzando también y buscando por nuestra cuenta, así cubriremos un terreno más amplio - Diría a su callado acompañante quien posiblemente asintiría a su sugerencia. Acto seguido ambos muchachos entrarían a las ruinas de lo que alguna vez fue una posada para los viajeros que decidían detenerse a descansar en la gran aldea del País del Viento. El joven, cuyas características inexistentes cejas le brindaba de una expresividad neutral sin igual, detalló fugazmente lo que sus orbes color turquesa suave podrían observar entre aquella desastrosa reunión de el polvo, los escombros y el paso del tiempo. Muebles sin posibilidad de ser restaurados, telas rasgadas y devoradas seguramente por algún que otro animal callejero que en más de una ocasión habría pasado su noche allí, junto con una que otra telaraña entre los rincones que la tenue luz que se colaba entre las rotas ventanas y los agujeros en las paredes del deplorable edificio permitía observar. ("Ha de estar muy desesperado como para ocultarse en un lugar así. ¿Dónde estará este sujeto?") - Por su parte, su tercer ojo, cuya conexión directa con el globo ocular izquierdo del pelirrojo al estar este cerrado le permitiría observar otra parte del edificio, el segundo piso para ser exactos, le ayudaba a explorar aún más aquel lugar y a la vez acortar aún más el tiempo en que tardaría en dar con su objetivo, ya después de hallarle seguramente se le ocurriría algo para capturarlo.

Los segundos que se irían tan rápido como los deseos del Sabaku por cruzar palabra alguna con el Uchiha, darían paso a los minutos, diez de ellos para ser exactos. El primer piso de aquella estructura ya estaría cubierto mínimo a la mitad por lo que podría deducir el pelirrojo con el recorrido que ya tendría hecho junto a Arashi. Sólo un recibidor en ruinas, un baño en ruinas y un pasillo permitiría el acceso a unas escaleras que curiosamente también estarían en ruinas. Vaya que aquel lugar haría honor a su denominación. Por su parte las habitaciones recorridas por su tercer ojo flotante allí en el segundo piso casi siempre mostrarían lo mismo; camas en el más triste estado de degradación, junto a un amoblado, paredes y techos en proceso de derrumbe. Un largo pasillo en aquel lugar daría acceso a unas escaleras que llevarían tanto a los dos ninjas como al globo ocular de arena flotante hasta el tercer piso, donde el Sabaku, por intuición más que otra cosa, enviaría a su creación desértica a "echarle un ojo" al tejado del edificio, por si acaso. Pedido y dirigido en seguida, el ojo de arena se pondría en marcha al lugar indicado por su maestro mientras el mencionado arenero continuaría su búsqueda junto a su, no muy hablador, compañero usuario de Katon. Nada diferente a lo ya visto hasta ahora, más habitaciones destruidas por el tiempo, el abandono y también por lo que parecerían ser marcas de algún incendio pasado que en su momento sería el causante de la miseria actual de dicho lugar. ("Es extraño que aún no hayamos encontrado a este tipo. Quizás ya se fue...") - Pensaría al terminar de observar la primera habitación en la cual iniciarían su búsqueda en aquel piso pero antes de que sus ánimos, al entender que se habían complicado las cosas, se fueran al suelo, su flotante globo ocular ubicado en el tejado del destruido edificio le haría ver lo que tanto desearía; el hombre buscado.

- Lo encontré - Afirmaría al Uchiha a su lado quien seguramente ya se iría imaginando en qué lugar estaría el objetivo...

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Mientras dejaba que su tercer globo ocular, formado de manera artificial gracias a su buena habilidad en el manejo de su técnica de clan, explorase el segundo piso del edificio, procedió a avanzar por su cuenta al recordar que el factor tiempo también influiría en la culminación exitosa de aquel encargo. Debían de regresar al criminal a su respectivo lugar penal cuanto antes y no tendrían todo el tiempo del mundo para hacerlo, igualmente hasta podrían perderle el rastro en caso de que el mismo quisiera cambiar de escondite mientras esperaban que el ojo de arena del Sabaku diera con su paradero. Era por esa razón que el mismo Tsunayoshi comenzaría a avanzar hacia la puerta mal sellada con algunas tablas de aquella edificación estropeada por el paso del tiempo y el descuido de la aldea misma. - Mejor será que vayamos avanzando también y buscando por nuestra cuenta, así cubriremos un terreno más amplio - Diría a su callado acompañante quien posiblemente asintiría a su sugerencia. Acto seguido ambos muchachos entrarían a las ruinas de lo que alguna vez fue una posada para los viajeros que decidían detenerse a descansar en la gran aldea del País del Viento. El joven, cuyas características inexistentes cejas le brindaba de una expresividad neutral sin igual, detalló fugazmente lo que sus orbes color turquesa suave podrían observar entre aquella desastrosa reunión de el polvo, los escombros y el paso del tiempo. Muebles sin posibilidad de ser restaurados, telas rasgadas y devoradas seguramente por algún que otro animal callejero que en más de una ocasión habría pasado su noche allí, junto con una que otra telaraña entre los rincones que la tenue luz que se colaba entre las rotas ventanas y los agujeros en las paredes del deplorable edificio permitía observar. ("Ha de estar muy desesperado como para ocultarse en un lugar así. ¿Dónde estará este sujeto?") - Por su parte, su tercer ojo, cuya conexión directa con el globo ocular izquierdo del pelirrojo al estar este cerrado le permitiría observar otra parte del edificio, el segundo piso para ser exactos, le ayudaba a explorar aún más aquel lugar y a la vez acortar aún más el tiempo en que tardaría en dar con su objetivo, ya después de hallarle seguramente se le ocurriría algo para capturarlo.

Los segundos que se irían tan rápido como los deseos del Sabaku por cruzar palabra alguna con el Uchiha, darían paso a los minutos, diez de ellos para ser exactos. El primer piso de aquella estructura ya estaría cubierto mínimo a la mitad por lo que podría deducir el pelirrojo con el recorrido que ya tendría hecho junto a Arashi. Sólo un recibidor en ruinas, un baño en ruinas y un pasillo permitiría el acceso a unas escaleras que curiosamente también estarían en ruinas. Vaya que aquel lugar haría honor a su denominación. Por su parte las habitaciones recorridas por su tercer ojo flotante allí en el segundo piso casi siempre mostrarían lo mismo; camas en el más triste estado de degradación, junto a un amoblado, paredes y techos en proceso de derrumbe. Un largo pasillo en aquel lugar daría acceso a unas escaleras que llevarían tanto a los dos ninjas como al globo ocular de arena flotante hasta el tercer piso, donde el Sabaku, por intuición más que otra cosa, enviaría a su creación desértica a "echarle un ojo" al tejado del edificio, por si acaso. Pedido y dirigido en seguida, el ojo de arena se pondría en marcha al lugar indicado por su maestro mientras el mencionado arenero continuaría su búsqueda junto a su, no muy hablador, compañero usuario de Katon. Nada diferente a lo ya visto hasta ahora, más habitaciones destruidas por el tiempo, el abandono y también por lo que parecerían ser marcas de algún incendio pasado que en su momento sería el causante de la miseria actual de dicho lugar. ("Es extraño que aún no hayamos encontrado a este tipo. Quizás ya se fue...") - Pensaría al terminar de observar la primera habitación en la cual iniciarían su búsqueda en aquel piso pero antes de que sus ánimos, al entender que se habían complicado las cosas, se fueran al suelo, su flotante globo ocular ubicado en el tejado del destruido edificio le haría ver lo que tanto desearía; el hombre buscado.

- Lo encontré - Afirmaría al Uchiha a su lado quien seguramente ya se iría imaginando en qué lugar estaría el objetivo...

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Sabaku Tsunayoshi
No les habría costado mucho llegar hasta el tejado del local. El astro rey les recordaría que vivían en un desierto ya que tan solo salir de las escaleras hacia la superficie, los rayos ultravioletas les darían de lleno en el cuerpo, y con ello en el rostro, cegándoles unos breves segundos la visión previamente acostumbrada a la oscuridad del edificio, pero recuperándose sin más luego de unos segundos después para poder analizar el entorno que se les presentaría a su alrededor. Habría algo que no le parecería del todo bien al Sabaku, empezando porque tan pronto su visión se acostumbrase a la claridad del día podría ubicar fácilmente a un hombre mayor que ellos, de espaldas al par de ninjas, parado justo al borde del edificio, a unos veinte metros de distancia respecto a ellos.

No le diría nada, rápidamente llevaría su mano hasta el tapón de su calabaza para quitarlo. Empezaría luego a ordenar a su árido material desértico hacer aparición mientras sus pasos ya le estarían llevando hasta la ubicación del objetivo de ese día. Los minerales del desierto llevados en el arenoso contenedor del pelirrojo empezarían a emerger de su encierro dispuestos a servir a su maestro en lo que éste necesitase. Su moldeo de chakra sin necesidad de sellos casi estaría completo, el hombre ante él mantendría sus manos juntas como si acabase de aplaudir pero pareciendo más una posición para orar. Después de ello y faltándole sólo siete metros para alcanzarlo al arenero, el hombre saltaría del edificio diciendo algo que le helaría la sangre al Gennin mayor de edad...

- No me detengas. Yo ya estoy muerto... -

- ¡Aguarda! - Extendería su mano en el momento que la arena que salía de su calabaza rápidamente formaba un grueso tentáculo, cuya base seguiría unida al contenido interno del recipiente arenoso del Sabaku, que se movilizaría hacia la dirección en la cual el hombre había saltado con claras intensiones de salvarle. Sus pasos le llevarían hasta el borde del tejado, el tentáculo, cuyo grosor sería similar al de un brazo humano, se estiraría hasta un máximo de diez metros con tal de tomar por la pierna a quien su controlador desearía salvar, todo ante la extraña mirada del inexpresivo Uchiha, que en todo este tiempo no había dicho nada, algo que al pelirrojo le parecería incluso más raro que su propia forma de ser.

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No les habría costado mucho llegar hasta el tejado del local. El astro rey les recordaría que vivían en un desierto ya que tan solo salir de las escaleras hacia la superficie, los rayos ultravioletas les darían de lleno en el cuerpo, y con ello en el rostro, cegándoles unos breves segundos la visión previamente acostumbrada a la oscuridad del edificio, pero recuperándose sin más luego de unos segundos después para poder analizar el entorno que se les presentaría a su alrededor. Habría algo que no le parecería del todo bien al Sabaku, empezando porque tan pronto su visión se acostumbrase a la claridad del día podría ubicar fácilmente a un hombre mayor que ellos, de espaldas al par de ninjas, parado justo al borde del edificio, a unos veinte metros de distancia respecto a ellos.

No le diría nada, rápidamente llevaría su mano hasta el tapón de su calabaza para quitarlo. Empezaría luego a ordenar a su árido material desértico hacer aparición mientras sus pasos ya le estarían llevando hasta la ubicación del objetivo de ese día. Los minerales del desierto llevados en el arenoso contenedor del pelirrojo empezarían a emerger de su encierro dispuestos a servir a su maestro en lo que éste necesitase. Su moldeo de chakra sin necesidad de sellos casi estaría completo, el hombre ante él mantendría sus manos juntas como si acabase de aplaudir pero pareciendo más una posición para orar. Después de ello y faltándole sólo siete metros para alcanzarlo al arenero, el hombre saltaría del edificio diciendo algo que le helaría la sangre al Gennin mayor de edad...

- No me detengas. Yo ya estoy muerto... -

- ¡Aguarda! - Extendería su mano en el momento que la arena que salía de su calabaza rápidamente formaba un grueso tentáculo, cuya base seguiría unida al contenido interno del recipiente arenoso del Sabaku, que se movilizaría hacia la dirección en la cual el hombre había saltado con claras intensiones de salvarle. Sus pasos le llevarían hasta el borde del tejado, el tentáculo, cuyo grosor sería similar al de un brazo humano, se estiraría hasta un máximo de diez metros con tal de tomar por la pierna a quien su controlador desearía salvar, todo ante la extraña mirada del inexpresivo Uchiha, que en todo este tiempo no había dicho nada, algo que al pelirrojo le parecería incluso más raro que su propia forma de ser.

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Sabaku Tsunayoshi
Tarde llegaría, poco o casi nada había faltado para salvarle y sin embargo no sería necesario... Aquel a quien intentaba salvar se giraría casi que en cámara lenta y arrojaría hacia el muro del edificio base del Sabaku, un kunai atado a un hilo hecho de alambre, atravesando una parte de la estructura con la filosa cuchilla y afirmándose a la misma a unos quince metros de distancia respecto a donde se hallaba el arenero. Cinco metros impedían al tentáculo de arena alcanzar a un objetivo suicida que en verdad no lo era. ¿Qué estaba pasando? La sonrisa macabra del desconocido apenas notable por el extrañado pelirrojo le hizo entender que algo iba mal de todo aquello. Un único sello generado por la mano libre del "alpinista" al momento en que éste se soltaba, y caía sin daños al suelo, produciría los eventos siguientes en cuestión de unos pocos segundos...

Un grupo de fuertes explosiones empezaría a escucharse desde el interior de la estructura, dirigiéndose rápidamente hacia la zona superior de la misma. Tsunayoshi, sabiendo que debía alejarse de allí y abandonar a su objetivo o terminaría lastimado (o peor) por lo que fuera que estuviera sucediendo, realizaría una rápida cadena de sellos manuales que permitirían al Sabaku generar un moldeo de chakra especial, provocando que la arena a su alrededor empezara a acumularse en su base de apoyo y finalmente elevarse sobre la estructura en destrucción. - Rápido, sube - Diría al Uchiha esperando que hiciera caso a lo que le decía para escapar del desfavorable ambiente que se había formado. De ser así, empezarían a elevarse lejos del derrumbe que ya se notaría, rápidamente desplazados hacia la izquierda de todo aquel desastre que fácilmente podría verse desde lejos y que ya causaría el pánico de los aldeanos aledaños al lugar, corriendo y gritando en busca de ayuda.

Los restos del ahora destruido edificio se notarían luego de varios segundos de desesperante inquietud, dejando el lugar lleno de polvo, arena y obviamente escombros de la estructura. El creador de la plataforma flotante de un metro cuadrado formada de arena vería aquello con una frustración y confusión no reflejadas en su rostro, siendo este bastante inexpresivo y casi inalterable.

- ¿Dónde está? - Preguntaría más para sí mismo que para su callado acompañante, intentando ubicar al sujeto "suicida" mientras descendía de las alturas hasta finalmente encontrarlo a unos cuantos metros cerca de lo que minutos antes habría sido la posada en ruinas, con un rostro que expresaría satisfacción y orgullo en su máxima capacidad humana.

- Este lugar necesitaba una bonita remodelación - Diría sonriendo. Se hallaría a unos quince metros al noroeste de ambos Gennin y a unos dieciocho de la, ahora inexistente, estructura, mirando a los ninjas como si acabase de curar el cáncer en el mundo.

- ¿Por qué hiciste eso? - Preguntaría con un tono bastante serio y demostrando un desprecio ligero hacia el hombre frente a él pues, no le habría gustado mucho que pusiera la seguridad de los civiles en riesgo por derrumbar el edificio.

- ¿Yo? Yo soy sólo un buen hombre y este jodido edificio una mala estructura. ¿Qué debía hacer? Pues lo que toda buena persona debería... Acabar con lo malo - Llevaría ambas manos a las bolsas que llevaría en sus costados para así tomar un kunai con cada una los cuales estarían unidos a un respectivo Pack de hilos de alambre, listo para atacar sin razón aparente. - Por otro lado tienes cara de maleante y por eso debes ser erradicado -

- Debes tener problemas... - Diría movilizando su arena y observando por un breve instante a su compañero para ver si éste participaba un poco en aquella situación. Fuera como fuera, aquel sujeto acabaría por atacarle y él no pensaba quedarse de brazos cruzados. Si había que luchar pues, lucharía...

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Tarde llegaría, poco o casi nada había faltado para salvarle y sin embargo no sería necesario... Aquel a quien intentaba salvar se giraría casi que en cámara lenta y arrojaría hacia el muro del edificio base del Sabaku, un kunai atado a un hilo hecho de alambre, atravesando una parte de la estructura con la filosa cuchilla y afirmándose a la misma a unos quince metros de distancia respecto a donde se hallaba el arenero. Cinco metros impedían al tentáculo de arena alcanzar a un objetivo suicida que en verdad no lo era. ¿Qué estaba pasando? La sonrisa macabra del desconocido apenas notable por el extrañado pelirrojo le hizo entender que algo iba mal de todo aquello. Un único sello generado por la mano libre del "alpinista" al momento en que éste se soltaba, y caía sin daños al suelo, produciría los eventos siguientes en cuestión de unos pocos segundos...

Un grupo de fuertes explosiones empezaría a escucharse desde el interior de la estructura, dirigiéndose rápidamente hacia la zona superior de la misma. Tsunayoshi, sabiendo que debía alejarse de allí y abandonar a su objetivo o terminaría lastimado (o peor) por lo que fuera que estuviera sucediendo, realizaría una rápida cadena de sellos manuales que permitirían al Sabaku generar un moldeo de chakra especial, provocando que la arena a su alrededor empezara a acumularse en su base de apoyo y finalmente elevarse sobre la estructura en destrucción. - Rápido, sube - Diría al Uchiha esperando que hiciera caso a lo que le decía para escapar del desfavorable ambiente que se había formado. De ser así, empezarían a elevarse lejos del derrumbe que ya se notaría, rápidamente desplazados hacia la izquierda de todo aquel desastre que fácilmente podría verse desde lejos y que ya causaría el pánico de los aldeanos aledaños al lugar, corriendo y gritando en busca de ayuda.

Los restos del ahora destruido edificio se notarían luego de varios segundos de desesperante inquietud, dejando el lugar lleno de polvo, arena y obviamente escombros de la estructura. El creador de la plataforma flotante de un metro cuadrado formada de arena vería aquello con una frustración y confusión no reflejadas en su rostro, siendo este bastante inexpresivo y casi inalterable.

- ¿Dónde está? - Preguntaría más para sí mismo que para su callado acompañante, intentando ubicar al sujeto "suicida" mientras descendía de las alturas hasta finalmente encontrarlo a unos cuantos metros cerca de lo que minutos antes habría sido la posada en ruinas, con un rostro que expresaría satisfacción y orgullo en su máxima capacidad humana.

- Este lugar necesitaba una bonita remodelación - Diría sonriendo. Se hallaría a unos quince metros al noroeste de ambos Gennin y a unos dieciocho de la, ahora inexistente, estructura, mirando a los ninjas como si acabase de curar el cáncer en el mundo.

- ¿Por qué hiciste eso? - Preguntaría con un tono bastante serio y demostrando un desprecio ligero hacia el hombre frente a él pues, no le habría gustado mucho que pusiera la seguridad de los civiles en riesgo por derrumbar el edificio.

- ¿Yo? Yo soy sólo un buen hombre y este jodido edificio una mala estructura. ¿Qué debía hacer? Pues lo que toda buena persona debería... Acabar con lo malo - Llevaría ambas manos a las bolsas que llevaría en sus costados para así tomar un kunai con cada una los cuales estarían unidos a un respectivo Pack de hilos de alambre, listo para atacar sin razón aparente. - Por otro lado tienes cara de maleante y por eso debes ser erradicado -

- Debes tener problemas... - Diría movilizando su arena y observando por un breve instante a su compañero para ver si éste participaba un poco en aquella situación. Fuera como fuera, aquel sujeto acabaría por atacarle y él no pensaba quedarse de brazos cruzados. Si había que luchar pues, lucharía...

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Sabaku Tsunayoshi
Y el ataque que ya se notaba venir, fue lanzado contra él por parte de aquel perturbado hombre. La primera cuchilla en dirección de su rostro, la segunda tomando una vía aparentemente libre hacia el costado izquierdo del abdomen del pelirrojo. Aquellos metros que les separaban fueron rápidamente devorados por las ansias que los proyectiles oscurecidos corto punzantes demostraban de un hombre cuyo futuro parecía estar marcado ya por una inminente vida tras las rejas o incluso bajo tierra. ¿Pero cómo se podría llegar a esa conclusión sobre el final del atacante? Sólo con presenciar la facilidad con la cual el compacto y reforzado millar de granos de tierra fina y seca protegía a su controlador al interponerse entre el acero del par de Kunais y la integridad del Sabaku mismo. La arena, rápida y sin temor hacia lo desconocido, no sólo luchaba para garantizar el bienestar de su controlador, sino también el de la gente de Suna. El pelirrojo de grandes ojeras, inexpresivo pero lo más analítico que podía, inició entonces su contra-ofensiva para intentar no extender tanto un combate innecesario para esas alturas. Ya el desastre cercano estaba hecho. No había podido evitar el derrumbe del edificio abandonado causado por quién sabe qué tipo de pensamientos estúpidos dentro de la cabeza de aquel hombre que posiblemente padecía alguna que otra enfermedad mental. ¿El encierro habría sido tan terrible como para enloquecer así a un ninja? El shinobi era libre, sí, pero a la vez estaba atado a una villa. El Ronnin en cambio no estaba atado a una villa pero era libre de elegir qué hacer y cómo llevar su propio camino hacia el sendero que más le conveniese. Quizás ese hombre se había desligado a todo vínculo que le atase a la aldea. Quizás y la tradición a la misma le habría llevado a prisión. Quizás los años allí le habrían hecho entender que por muy libre que pudiera ser, al final no dejaba de ser parte de la aldea...

Tsunayoshi negó. Ningún traidor de la aldea merecía siquiera que le dirigiera la mirada. Sin embargo aquella deducción no era verídica, no estaba seguro de nada salvo dos cosas: La primera, que debía de noquearlo cuanto antes, y la segunda, que ya se estaba tardando en ello.

No era precisamente un gran estratega. Apenas y seguía perfeccionando día a día un estilo de combate único en su clan que le permitiese destacar en algún futuro, no sólo entre sus familiares de sangre lejanos sino entre todo shinobi de la Aldea oculta entre la Arena. Notó cómo al fallar su cometido bélico, ambas cuchillas eran llamadas por su dueño gracias al tirón que las manos de éste habían hecho a los cables de alambres que las sujetaban. Su arena implacable yacía lista para sumarse a la acción esperada, tomaría aquello como lo que era, una prueba más en su camino ninja...

Un ágil movimiento con su mano y toda su arena empezaría a surgir del enorme contenedor en el cual se hallaba el resto de la misma. Seca, fuerte y fina, aquella que representaba su gran poder, tan rápido como su propia habilidad le permitió en aquel momento, avanzó sin vacilar hacia la posición cambiante de un enemigo que desde hacía un momento ya se movilizaba en su contra.

El desconocido oponente, haciendo girar por sobre su cabeza una de las dos cuchillas con la cuerda metálica, arrojó de nueva cuenta el proyectil directo al rostro del frío joven de la arena. Tal vez no habría entendido bien lo de la defensa del Sabaku, pero en esta ocasión el mismo ataque del arenero le protegía tan bien como si de su escudo de arena se tratase.

Una ola de arena de aproximadamente cinco metros de alto y diez de ancho se alzada feroz frente al de mirada turquesa, viajando sin intenciones de detenerse pronto rumbo al cercano enemigo. Los metros que les separarían a ambos estarían entre los ocho y los siete, suficiente como para que el frustrado criminal se alejase dejando la cuchilla que había arrojado allí, abandonada por su incapacidad de herir, para así detener sus pasos y emprender un retroceso que le serviría para huir de la cólera de los poderosos conjuntos de minerales desérticos próximos, o al menos eso desearía.

Ya lo único que le interesaría al pelirrojo después de eso, era saber por qué su compañero seguía observando desde lejos sin hacer nada. ¿Acaso ese era el grandioso trabajo en equipo que podría llevar a cabo? No le extrañaba que él mismo no fuese capaz de socializar de una gran forma, pero que su acompañante de misión ni siquiera le haya dado la oportunidad para intentarlo en verdad le hacía pensar que su futuro seguía siendo estar solo...

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Y el ataque que ya se notaba venir, fue lanzado contra él por parte de aquel perturbado hombre. La primera cuchilla en dirección de su rostro, la segunda tomando una vía aparentemente libre hacia el costado izquierdo del abdomen del pelirrojo. Aquellos metros que les separaban fueron rápidamente devorados por las ansias que los proyectiles oscurecidos corto punzantes demostraban de un hombre cuyo futuro parecía estar marcado ya por una inminente vida tras las rejas o incluso bajo tierra. ¿Pero cómo se podría llegar a esa conclusión sobre el final del atacante? Sólo con presenciar la facilidad con la cual el compacto y reforzado millar de granos de tierra fina y seca protegía a su controlador al interponerse entre el acero del par de Kunais y la integridad del Sabaku mismo. La arena, rápida y sin temor hacia lo desconocido, no sólo luchaba para garantizar el bienestar de su controlador, sino también el de la gente de Suna. El pelirrojo de grandes ojeras, inexpresivo pero lo más analítico que podía, inició entonces su contra-ofensiva para intentar no extender tanto un combate innecesario para esas alturas. Ya el desastre cercano estaba hecho. No había podido evitar el derrumbe del edificio abandonado causado por quién sabe qué tipo de pensamientos estúpidos dentro de la cabeza de aquel hombre que posiblemente padecía alguna que otra enfermedad mental. ¿El encierro habría sido tan terrible como para enloquecer así a un ninja? El shinobi era libre, sí, pero a la vez estaba atado a una villa. El Ronnin en cambio no estaba atado a una villa pero era libre de elegir qué hacer y cómo llevar su propio camino hacia el sendero que más le conveniese. Quizás ese hombre se había desligado a todo vínculo que le atase a la aldea. Quizás y la tradición a la misma le habría llevado a prisión. Quizás los años allí le habrían hecho entender que por muy libre que pudiera ser, al final no dejaba de ser parte de la aldea...

Tsunayoshi negó. Ningún traidor de la aldea merecía siquiera que le dirigiera la mirada. Sin embargo aquella deducción no era verídica, no estaba seguro de nada salvo dos cosas: La primera, que debía de noquearlo cuanto antes, y la segunda, que ya se estaba tardando en ello.

No era precisamente un gran estratega. Apenas y seguía perfeccionando día a día un estilo de combate único en su clan que le permitiese destacar en algún futuro, no sólo entre sus familiares de sangre lejanos sino entre todo shinobi de la Aldea oculta entre la Arena. Notó cómo al fallar su cometido bélico, ambas cuchillas eran llamadas por su dueño gracias al tirón que las manos de éste habían hecho a los cables de alambres que las sujetaban. Su arena implacable yacía lista para sumarse a la acción esperada, tomaría aquello como lo que era, una prueba más en su camino ninja...

Un ágil movimiento con su mano y toda su arena empezaría a surgir del enorme contenedor en el cual se hallaba el resto de la misma. Seca, fuerte y fina, aquella que representaba su gran poder, tan rápido como su propia habilidad le permitió en aquel momento, avanzó sin vacilar hacia la posición cambiante de un enemigo que desde hacía un momento ya se movilizaba en su contra.

El desconocido oponente, haciendo girar por sobre su cabeza una de las dos cuchillas con la cuerda metálica, arrojó de nueva cuenta el proyectil directo al rostro del frío joven de la arena. Tal vez no habría entendido bien lo de la defensa del Sabaku, pero en esta ocasión el mismo ataque del arenero le protegía tan bien como si de su escudo de arena se tratase.

Una ola de arena de aproximadamente cinco metros de alto y diez de ancho se alzada feroz frente al de mirada turquesa, viajando sin intenciones de detenerse pronto rumbo al cercano enemigo. Los metros que les separarían a ambos estarían entre los ocho y los siete, suficiente como para que el frustrado criminal se alejase dejando la cuchilla que había arrojado allí, abandonada por su incapacidad de herir, para así detener sus pasos y emprender un retroceso que le serviría para huir de la cólera de los poderosos conjuntos de minerales desérticos próximos, o al menos eso desearía.

Ya lo único que le interesaría al pelirrojo después de eso, era saber por qué su compañero seguía observando desde lejos sin hacer nada. ¿Acaso ese era el grandioso trabajo en equipo que podría llevar a cabo? No le extrañaba que él mismo no fuese capaz de socializar de una gran forma, pero que su acompañante de misión ni siquiera le haya dado la oportunidad para intentarlo en verdad le hacía pensar que su futuro seguía siendo estar solo...

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Sabaku Tsunayoshi
Su retroceso quizás le habría ayudado contra un nivel menor de ninjutsu, pero desafortunadamente para su capacidad móvil y ágil, el manejo del arenero sobre el material desértico era lo suficientemente bueno como para darle bastantes problemas a su huida. La enorme ola de arena terminó por alcanzar al psicótico fugitivo, barriendo con su humanidad y rodeando su cuerpo lo suficiente como para que el arenero se decidiera por realizar un último y decisivo movimiento...

Ante la oportunidad presentada, los rápidos pero moderados movimientos con sus manos juntas, quienes ágiles formaban los sellos aprendidos en su formación como ninja, le permitirían al Sabaku moldear su chakra especial para así llevar a cabo la ejecución de su jutsu de clan más adecuado para tal situación. Su mirada seria, inepresiva y a la vez centrada en su objetivo, no se apartaría del hombre que intentaba por todos los medios surgir de aquel flujo de arena que poco a poco le había comenzado a cubrir el cuerpo. Miembros superiores, miembros inferiores, abdomen, torso, cuello y finalmente el rostro. Toda la arena alrededor del bandido escapista terminaría rodeándole para finalmente capturarle al formar una esfera arenosa y compacta, tan dura que impediría el movimiento del prisionero pero sin la mortalidad de aplastarlo, ya que, máximo podría hacerle desmayar por la falta de oxígeno.

- No comprendo ¿Por qué no hablas siquiera? - Preguntaría sin emoción alguna hacia el callado Uchiha tras de él, intentando saber qué le ocurría, por qué no hacía nada...

[...]

Gracias a su buen manejo sobre su arena, los sellos aprendidos durante su adiestramiento básico en los jutsus de su clan y la buena ejecución de los mismos por sus manos, tendría la capacidad de transportar la esférica prisión del criminal hasta el lugar donde volvería a ser encarcelado, probablemente con una condena más larga debido a su fuga, elevando el improvisado sarcófago de arena por una base flotante de la misma de un metro cuadrado de diámetro. Desharía ambos jutsus mantenidos para así liberar al inconsciente hombre en las inmediaciones de la prisión de la aldea donde sería tomado por los guardias, agradeciendo éstos el trabajo del arenero y su callado compañero. Partiría luego rumbo al despacho del Kazekage a reportar el éxito de su misión sin intención de pasar un segundo más al lado del muchacho que había demostrado un nivel de indiferencia peor que el suyo.

Después de todo aquello, una simple duda invadiría su agobiada mente; ¿qué era el compañerismo?

¿Realmente ese era el trabajo en equipo que, del que tanto se hablaba, era capaz de superar cualquier adversidad? Si era así, realmente no tenía mucho sentido. Prácticamente había hecho todo solo, acompañado sí, pero abandonado en el campo de acción. Eso no era compañerismo. Era abandono... Era un regreso a la ya acostumbrada soledad.

Nada nuevo en verdad.

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Su retroceso quizás le habría ayudado contra un nivel menor de ninjutsu, pero desafortunadamente para su capacidad móvil y ágil, el manejo del arenero sobre el material desértico era lo suficientemente bueno como para darle bastantes problemas a su huida. La enorme ola de arena terminó por alcanzar al psicótico fugitivo, barriendo con su humanidad y rodeando su cuerpo lo suficiente como para que el arenero se decidiera por realizar un último y decisivo movimiento...

Ante la oportunidad presentada, los rápidos pero moderados movimientos con sus manos juntas, quienes ágiles formaban los sellos aprendidos en su formación como ninja, le permitirían al Sabaku moldear su chakra especial para así llevar a cabo la ejecución de su jutsu de clan más adecuado para tal situación. Su mirada seria, inepresiva y a la vez centrada en su objetivo, no se apartaría del hombre que intentaba por todos los medios surgir de aquel flujo de arena que poco a poco le había comenzado a cubrir el cuerpo. Miembros superiores, miembros inferiores, abdomen, torso, cuello y finalmente el rostro. Toda la arena alrededor del bandido escapista terminaría rodeándole para finalmente capturarle al formar una esfera arenosa y compacta, tan dura que impediría el movimiento del prisionero pero sin la mortalidad de aplastarlo, ya que, máximo podría hacerle desmayar por la falta de oxígeno.

- No comprendo ¿Por qué no hablas siquiera? - Preguntaría sin emoción alguna hacia el callado Uchiha tras de él, intentando saber qué le ocurría, por qué no hacía nada...

[...]

Gracias a su buen manejo sobre su arena, los sellos aprendidos durante su adiestramiento básico en los jutsus de su clan y la buena ejecución de los mismos por sus manos, tendría la capacidad de transportar la esférica prisión del criminal hasta el lugar donde volvería a ser encarcelado, probablemente con una condena más larga debido a su fuga, elevando el improvisado sarcófago de arena por una base flotante de la misma de un metro cuadrado de diámetro. Desharía ambos jutsus mantenidos para así liberar al inconsciente hombre en las inmediaciones de la prisión de la aldea donde sería tomado por los guardias, agradeciendo éstos el trabajo del arenero y su callado compañero. Partiría luego rumbo al despacho del Kazekage a reportar el éxito de su misión sin intención de pasar un segundo más al lado del muchacho que había demostrado un nivel de indiferencia peor que el suyo.

Después de todo aquello, una simple duda invadiría su agobiada mente; ¿qué era el compañerismo?

¿Realmente ese era el trabajo en equipo que, del que tanto se hablaba, era capaz de superar cualquier adversidad? Si era así, realmente no tenía mucho sentido. Prácticamente había hecho todo solo, acompañado sí, pero abandonado en el campo de acción. Eso no era compañerismo. Era abandono... Era un regreso a la ya acostumbrada soledad.

Nada nuevo en verdad.

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Kazuki Hayashi
¡Tema Aceptado!
Tsunayoshi Sabaku, recibes por lo que quedaba este tema:
Calidad: 2PD + 2PD + 1.5PD + 1.5PD + 2PD + 1.5PD + 1.5PD
Por tanto, se te recompensa con los 12PD totales y 1.000 R.
¡Tema Aceptado!
Tsunayoshi Sabaku, recibes por lo que quedaba este tema:
Calidad: 2PD + 2PD + 1.5PD + 1.5PD + 2PD + 1.5PD + 1.5PD
Por tanto, se te recompensa con los 12PD totales y 1.000 R.

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