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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Élite [25/102] Progresión leve [Entrenamiento en solitario].  40 Progresión leve [Entrenamiento en solitario].  3lf1VlO Time Of Heroes Progresión leve [Entrenamiento en solitario].  40x40_zps8zack2u9
Hermanos [2/6]

Progresión leve [Entrenamiento en solitario].

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Sabaku Tsunayoshi
Una cuchilla de doble filo, color negro como la oscura noche, se clavó finalmente en el blanco de madera cuyas marcas de pinturas establecían un punto en medio de su circunferencia, indicando el lugar preciso en que debía de darse como objetivo principal. Otras cuchillas totalmente iguales a la primera yacían en el suelo, acompañando a la afortunada antes mencionada en una práctica de tiro en el campo de entrenamiento de la aldea oculta entre la arena. Sabaku Tsunayoshi, recientemente ascendido a Gennin de la aldea, yacía parado a unos diez metros de dicho blanco lignario con su brazo derecho extendido hacia adelante y su mano en una posición delatadora indicando que había sido él, ayudado por la extremidad extendida, quien había arrojado esos proyectiles shinobis hacia la madera pintada, con la única finalidad de empezar a cubrir sus debilidades y mejorar aquellos aspectos en los que flaquea a terriblemente.

El Kenjutsu, arte derivada del Taijutsu que abarcaba el manejo de armas que todo shinobi debería poder dominar en buenos términos para llevar a cabo sus misiones de mejor forma, era unas de las doctrinas ninja en las que la deficiencia del pelirrojo era más notoria cuando llegaba el momento de desenvolverse en dicha área. Su manejo de armas no era muy bueno, por no decir que era pésimo ya que eso sería muy denigrante para el especialista de manejo y moldeo de chakra puro.

El sudor a causa del esfuerzo y las seguidas horas de práctica sin descanso, escurría por su frente en leves gotas que, traviesas y libres, recorrían un pequeño trecho hasta llegar al lugar en donde deberían de estar las inexistentes cejas del muchacho de ojos color turquesa para así caer libremente y encontrarse irremediablemente con el suelo, quien felizmente las recibía para absorber su contenido líquido y salado, y así nutrirse de humedad en una cantidad absurda e insignificante que ni con el pasar de las horas podría ser tomada como algo serio. Después de todo, sudar, era algo bastante poco común en los habitantes del árido país que, acostumbrados como ningún otro a tan secos y asfixiantes ambientes climáticos, poseían una resistencia al calor impresionante y mucho más, a los síntomas causados por el aumento de temperatura en el cuerpo, como lo era el método natural que el mismo organismo tenía para refrescarse; el sudar. Apenas una leve capa de líquido en su frente y una que otra gota que corría por su espalda evidenciaban un cansancio de horas en la apariencia del pelirrojo dominante de la arena. Su agitada respiración y su apenas leve alterada apariencia fácilmente harían darse cuenta a quien lo mirara que estaba cansado.

Desde muy temprano había ido hasta el campo de entrenamiento de Sunagakure con la única intención de mejorar aunque fuese un poco su puntería con el lanzamiento de sus armas. Primero las Shurikens, que con suerte no terminó hiriendo a alguien en su práctica. Siguiendo a las famosas estrellas ninja de acero, fueron las agujas shinobis, utilizadas principalmente en el antiguo arte del asesinado silente, conocidas como senbons, que al igual que los proyectiles anteriores casi provocaron el daño a uno que otro compatriota en el lugar. Finalmente y no por ello menos importante los Kunais, pequeños cuchillos color negro de acero puro y doble filo, de versátil uso tanto como arma de cuerpo a cuerpo como proyectil, habían servido al ninja de la arena para terminar con una práctica que en tres horas ya era considerada suficiente para el agotado joven quien después de recoger todo su equipo shinobi, decidió regresar a su hogar para descansar de ese primer día de entrenamiento. No era una y ya, no señor, había planeado unas cuatro sesiones esa semana, una cada día, para asegurarse de al menos obtener un progreso notable en su manejo y lanzamiento de armas pequeñas. Aquel día había acertado sólo una vez en el blanco. Una progresión bastante lenta pero entendible debido al bajo nivel de desempeño en la rama que poseía el muchacho mayor de edad.

[...]

Igual que el día anterior, ese siguiente día lo iniciaba muy temprano. Después de bañarse, alistarse y equiparse como necesitaba para continuar su práctica, salió tan veloz como un rayo directo hacia el campo de práctica, no sin antes claro, cerrar las puertas de su ahora solitario hogar.

Realizar esos ejercicios le ayudaba también para mantener su mente distante de lo que constantemente le atormentaba hasta en sus noches de "descanso y sueño". La desilusión y resignación en la cara de sus fallecidos padres seguía persiguiéndolo, recordándole que aún debía de esforzarse mucho para conseguir el perdón de aquellos a quienes había decepcionado en más de una ocasión. Iría un paso a la vez y el dominio de armas era el primer objetivo esa semana, la otra ya sería cosa de improvisación, suponía el de rojiza cabellera alborotada y puntiaguda.

Las burlas de los jóvenes promesa de la aldea, así como de los recientemente ascendidos a Gennin mucho menores en edad a él, no se hacían esperar al notar claramente el mal dominio en puntería y arrojamiento de armas que tenía el Sabaku. Pero ni siquiera eso lo detendría de su objetivo ese día. Al menos dos veces necesitaba acertar para sentirse satisfecho, y que suerte que ese día dos senbons y una de las Shurikens arrojadas dieran en el blanco, para alivio del no tan alto chico, aunque los Kunais sí que habían fallado en el cometido de acertar al blanco. Obviamente aún necesitaba practicar más, mucho más.

Ese día decidió pasearse por la aldea, intentando relajarse más para con ello centrarse mejor en su objetivo esa semana y en el perfeccionamiento de su técnica individual como tal. Una que otra parada le llevó a comprar algunas cosas para su inventario shinobi, a comer una sopa de fideos con chuletas de cerdo y curri para reponer una parte de su energía, y a comprar unas nuevas prendas de vestir para su día a día como habitante de Sunagakure, así como para sus horas en labor ninja.

Esa noche, recostado en su cama, dentro de la soledad que las cuatro paredes de su habitación le bridaban, miró al techo de su lugar de reposo pensando en qué tan felices habrían estado esos dos ninjas de ver a su hijo portar la banda shinobi de la arena como ninja oficial de la aldea, mientras sostenía fuertemente dicho artefacto en su mano derecha. Si. Aquellos pensamientos no eran para nada sanos en sus ya dolidas y maltratadas mente y alma, pero no podía sacarse de la cabeza a ese par, que siempre estuvo con él y que sin importar nada, ni siquiera la muerte, podría eliminarse ese amor y esa admiración que tanto les tenía.

("Sé, que llegará el día en que estarán orgullosos de mí, sólo esperen un poco... Madre, padre") - Pensó cerrando sus ojos y dejando que su cuerpo terrenal terminase en los brazos de su cómodo colchón para finalizar ese día con un buen sueño reparador de energías.

[...]

Las burlas no sólo era lo que notaba y ya sentía como algo natural a su alrededor, sino que los insultos desalentadores se habían unido a las denigrantes y despreciables palabras de los crueles ninjas jóvenes que desafortunadamente le acompañaban ese día en el campo de entrenamiento. Tsunayoshi, sereno, calmado, centrado en su objetivo y nada más que en eso, ignoraba todo a su alrededor, protegido así de cualquier intento por herir su alma ya quebrada por el cruel destino que ni las peores palabras podrían lastimar más. Aquella mañana cuatro senbons y dos Kunais habían dado satisfactoriamente en el blanco junto con dos Shurikens. La sonrisa del joven no se hizo esperar en el animado rostro del muchacho. Ni siquiera el desaliento de las personas aledañas a él lo harían retroceder ante el camino ninja que él mismo se había propuesto recorrer.

("Esto no es suficiente, debo esforzarme más.") - Y no estaba equivocado. Sabía que podía dar más, igual que los que le habían dado el ser sabían que el potencial de chico era alto...

[...]

El día en que su pequeña rutina de entrenamiento terminaría en un "continuará" llegaba a paso lento y muy tranquilo en cuanto a recorrido del tiempo se refería, después de eso descansaría dos días enteros para luego ponerse en práctica de servicio ninja. No había solicitado misión en esos días para precisamente concentrarse en su entrenamiento de armas. Sabía que como ninja de bajo nivel que era, los encargos que le llegarían no serían tan difíciles de cumlir pero aún así, estar preparado para toda situación que se le llegase a presentar nunca estaba de más, y menos aún en una época en la que, se había enterado por los rumores de algunos aldeanos en las calles y tiendas del lugar, era muy probable que estallase una guerra entre naciones centrales y norteñas. No estaba seguro de nada pero supuestamente el shodaime Hokage había muerto por culpa (al parecer) de Kumogakure y Sunagakure como aliada incondicional de Konoha, no dudaría en interceder por ella si hacía falta. En épocas de guerra hasta el ninja de más bajo rango era muy valioso y tomado en cuenta. Como bien se mencionó, el calmado ninja especialista en ninjutsu elemental no estaba cien por ciento seguro de que tales rumores fueran reales, en verdad deseaba que aquello sólo fuera simple habladuría de gente ignorante que repetía lo que escuchaba sin antes cerciorarse de la veracidad del tema. Aún así su progresión personal seguía siendo su prioridad principal en cuando a objetivo como ninja se refería, abarcando en ello el buen desempeño en el campo del deber, la ayuda desinteresada a los aldeanos y el crecimiento constante y evolutivo como guerrero orgulloso de Sunagakure y del país del Viento. Un paso más que dar para avanzar en su largo camino hacia la compensación de sus errores del pasado. Un paso más para crecer como habitante y guerrero de su amada Sunagakure no Satō.
Una cuchilla de doble filo, color negro como la oscura noche, se clavó finalmente en el blanco de madera cuyas marcas de pinturas establecían un punto en medio de su circunferencia, indicando el lugar preciso en que debía de darse como objetivo principal. Otras cuchillas totalmente iguales a la primera yacían en el suelo, acompañando a la afortunada antes mencionada en una práctica de tiro en el campo de entrenamiento de la aldea oculta entre la arena. Sabaku Tsunayoshi, recientemente ascendido a Gennin de la aldea, yacía parado a unos diez metros de dicho blanco lignario con su brazo derecho extendido hacia adelante y su mano en una posición delatadora indicando que había sido él, ayudado por la extremidad extendida, quien había arrojado esos proyectiles shinobis hacia la madera pintada, con la única finalidad de empezar a cubrir sus debilidades y mejorar aquellos aspectos en los que flaquea a terriblemente.

El Kenjutsu, arte derivada del Taijutsu que abarcaba el manejo de armas que todo shinobi debería poder dominar en buenos términos para llevar a cabo sus misiones de mejor forma, era unas de las doctrinas ninja en las que la deficiencia del pelirrojo era más notoria cuando llegaba el momento de desenvolverse en dicha área. Su manejo de armas no era muy bueno, por no decir que era pésimo ya que eso sería muy denigrante para el especialista de manejo y moldeo de chakra puro.

El sudor a causa del esfuerzo y las seguidas horas de práctica sin descanso, escurría por su frente en leves gotas que, traviesas y libres, recorrían un pequeño trecho hasta llegar al lugar en donde deberían de estar las inexistentes cejas del muchacho de ojos color turquesa para así caer libremente y encontrarse irremediablemente con el suelo, quien felizmente las recibía para absorber su contenido líquido y salado, y así nutrirse de humedad en una cantidad absurda e insignificante que ni con el pasar de las horas podría ser tomada como algo serio. Después de todo, sudar, era algo bastante poco común en los habitantes del árido país que, acostumbrados como ningún otro a tan secos y asfixiantes ambientes climáticos, poseían una resistencia al calor impresionante y mucho más, a los síntomas causados por el aumento de temperatura en el cuerpo, como lo era el método natural que el mismo organismo tenía para refrescarse; el sudar. Apenas una leve capa de líquido en su frente y una que otra gota que corría por su espalda evidenciaban un cansancio de horas en la apariencia del pelirrojo dominante de la arena. Su agitada respiración y su apenas leve alterada apariencia fácilmente harían darse cuenta a quien lo mirara que estaba cansado.

Desde muy temprano había ido hasta el campo de entrenamiento de Sunagakure con la única intención de mejorar aunque fuese un poco su puntería con el lanzamiento de sus armas. Primero las Shurikens, que con suerte no terminó hiriendo a alguien en su práctica. Siguiendo a las famosas estrellas ninja de acero, fueron las agujas shinobis, utilizadas principalmente en el antiguo arte del asesinado silente, conocidas como senbons, que al igual que los proyectiles anteriores casi provocaron el daño a uno que otro compatriota en el lugar. Finalmente y no por ello menos importante los Kunais, pequeños cuchillos color negro de acero puro y doble filo, de versátil uso tanto como arma de cuerpo a cuerpo como proyectil, habían servido al ninja de la arena para terminar con una práctica que en tres horas ya era considerada suficiente para el agotado joven quien después de recoger todo su equipo shinobi, decidió regresar a su hogar para descansar de ese primer día de entrenamiento. No era una y ya, no señor, había planeado unas cuatro sesiones esa semana, una cada día, para asegurarse de al menos obtener un progreso notable en su manejo y lanzamiento de armas pequeñas. Aquel día había acertado sólo una vez en el blanco. Una progresión bastante lenta pero entendible debido al bajo nivel de desempeño en la rama que poseía el muchacho mayor de edad.

[...]

Igual que el día anterior, ese siguiente día lo iniciaba muy temprano. Después de bañarse, alistarse y equiparse como necesitaba para continuar su práctica, salió tan veloz como un rayo directo hacia el campo de práctica, no sin antes claro, cerrar las puertas de su ahora solitario hogar.

Realizar esos ejercicios le ayudaba también para mantener su mente distante de lo que constantemente le atormentaba hasta en sus noches de "descanso y sueño". La desilusión y resignación en la cara de sus fallecidos padres seguía persiguiéndolo, recordándole que aún debía de esforzarse mucho para conseguir el perdón de aquellos a quienes había decepcionado en más de una ocasión. Iría un paso a la vez y el dominio de armas era el primer objetivo esa semana, la otra ya sería cosa de improvisación, suponía el de rojiza cabellera alborotada y puntiaguda.

Las burlas de los jóvenes promesa de la aldea, así como de los recientemente ascendidos a Gennin mucho menores en edad a él, no se hacían esperar al notar claramente el mal dominio en puntería y arrojamiento de armas que tenía el Sabaku. Pero ni siquiera eso lo detendría de su objetivo ese día. Al menos dos veces necesitaba acertar para sentirse satisfecho, y que suerte que ese día dos senbons y una de las Shurikens arrojadas dieran en el blanco, para alivio del no tan alto chico, aunque los Kunais sí que habían fallado en el cometido de acertar al blanco. Obviamente aún necesitaba practicar más, mucho más.

Ese día decidió pasearse por la aldea, intentando relajarse más para con ello centrarse mejor en su objetivo esa semana y en el perfeccionamiento de su técnica individual como tal. Una que otra parada le llevó a comprar algunas cosas para su inventario shinobi, a comer una sopa de fideos con chuletas de cerdo y curri para reponer una parte de su energía, y a comprar unas nuevas prendas de vestir para su día a día como habitante de Sunagakure, así como para sus horas en labor ninja.

Esa noche, recostado en su cama, dentro de la soledad que las cuatro paredes de su habitación le bridaban, miró al techo de su lugar de reposo pensando en qué tan felices habrían estado esos dos ninjas de ver a su hijo portar la banda shinobi de la arena como ninja oficial de la aldea, mientras sostenía fuertemente dicho artefacto en su mano derecha. Si. Aquellos pensamientos no eran para nada sanos en sus ya dolidas y maltratadas mente y alma, pero no podía sacarse de la cabeza a ese par, que siempre estuvo con él y que sin importar nada, ni siquiera la muerte, podría eliminarse ese amor y esa admiración que tanto les tenía.

("Sé, que llegará el día en que estarán orgullosos de mí, sólo esperen un poco... Madre, padre") - Pensó cerrando sus ojos y dejando que su cuerpo terrenal terminase en los brazos de su cómodo colchón para finalizar ese día con un buen sueño reparador de energías.

[...]

Las burlas no sólo era lo que notaba y ya sentía como algo natural a su alrededor, sino que los insultos desalentadores se habían unido a las denigrantes y despreciables palabras de los crueles ninjas jóvenes que desafortunadamente le acompañaban ese día en el campo de entrenamiento. Tsunayoshi, sereno, calmado, centrado en su objetivo y nada más que en eso, ignoraba todo a su alrededor, protegido así de cualquier intento por herir su alma ya quebrada por el cruel destino que ni las peores palabras podrían lastimar más. Aquella mañana cuatro senbons y dos Kunais habían dado satisfactoriamente en el blanco junto con dos Shurikens. La sonrisa del joven no se hizo esperar en el animado rostro del muchacho. Ni siquiera el desaliento de las personas aledañas a él lo harían retroceder ante el camino ninja que él mismo se había propuesto recorrer.

("Esto no es suficiente, debo esforzarme más.") - Y no estaba equivocado. Sabía que podía dar más, igual que los que le habían dado el ser sabían que el potencial de chico era alto...

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