En casa con Reiko-chan [Pasado - Reiko & Kyiomi]

Aun me estaba recuperando de mi último resfriado realmente no tenía ninguna intención de salir de casa, y hoy lo único que había hecho era la comida de Reiko, y me había metido de nuevo en el futon, estaba tranquilamente tumbada intentando no sentir que me moría, mientras la cabeza me daba completamente vueltas. Me dormía y me despertaba sin saber si habían sido segundos, minutos u horas, realmente no quería hacer nada, pero en una de estos despertares me di cuenta de que tenía que ir al cuarto de aseo, usando todo el esfuerzo que podía ejercer conseguí salir de la cama.

Mientras conseguía caminar por la casa, con el pijama mal colocado, que incluso se me resbalaba por el hombro, y tenía mal ajustado el pantalón pasé por la sala y vi a Reiko, creo que estaba viendo la televisión realmente no le estaba prestando mucha atención tenía que ir con rapidez al baño y eso hice. Al terminar lo que tenía que hacer ahí dentro simplemente salí, y me di cuenta de que salir del futon me había despejado, así que solo podía ir a la sala e intentar distraerme por lo que fui, y me senté dentro del Kotasu para tener calorcito, me quede ahí mirando la tele sin molestar a Reiko, solo hice una pregunta simple. -¿Reiko que te apetece cenar? Por que aun en mi estado lo único que quería era cuidarla como siempre, era algo que ahora era inherente en mi sin más, creo que seguiría cuidándola por siempre si es que me dejaba hacerlo. Probablemente me pediría su plato favorito que ni si quiera era demasiado difícil de preparar, así que podía hacerlo, sin demasiados problemas, porque siempre tenía los ingredientes en casa.

Como de costumbre, mi hermana se encontraba mal, hacía tantos esfuerzos por mi bien, que se descuidaba a ella misma y siempre andaba enfermando. Sin hacer mucho ruido, entré en su cuarto, y ahí estaba ella, tumbada en el futon, estaba durmiendo y parecía tener fiebre. “Cielos… ¿Otra vez enferma?” Pensaba mientras miraba su sonrojado rostro el cual era evidente que tenía fiebre. Sin hacer mucho ruido fui a por un paño y lo mojé con agua fría, para luego escurrirlo dejándolo bastante húmedo.

Ahora simplemente debía ser un verdadera kunoichi, pues si despertaba a Kiyomi podría llevarme un golpe, no sería la primera vez que recibía un golpe por despertarla. Cono sumo sigilo entré en su cuarto, por suerte ella no se había despertado. Con todo el cuidado del mundo le puse en la frente el paño húmedo. En ese momento Kiyomi hizo un gesto de alivio pero parecía seguir durmiendo. Al verla solamente pude sonreír.

Quizá ella no se daría cuenta de estos actos, pues le ocultaba los cuidados que le solía hacer, pues, la conocía demasiado bien, y se sentiría mal enterarse de que tenía que estar cuidándola. Y por eso también le había ocultado que había encontrado un sensei que me enseñaba el Iryoninjutsu, como así a hacer medicamentos para que ella se sanara cuando enferme, por mi culpa ahora estaba bastante débil de salud y ahora era yo quien debía de cuidarla. “Bueno… con esto no despertará en un par de horas…” Pensaba mientras le dedicaba una cálida sonrisa.

Salí de su cuarto, para luego vestirme luego salir de la casa y visitar a mi sensei, para que me enseñara a preparar remedios con plantas medicinales. No tardaría mucho, quizá una hora y media, pero al fin pude preparar un remedio, aunque ahora el problema era como se lo iba a dar sin que se diera cuenta. Regresé a casa, y lo primero que hice, fue ver si mi hermana seguía durmiendo. Pude ver que así era, no perdí el tiempo, saqué el pequeño envase el cual era un bote de cristal con un dosificador como tapón. También aproveché para quitarle el paño. Parecía que la fiebre le había bajado, eso era un buen signo, pero mi problema ahora mismo era como darle la dosis. Para mi fortuna, ella sola abrió la boca, así que esa era mi oportunidad.

Destapé el envase, y llené el cuentagotas. “Con cuidado… con cuidado…” Pensaba mientras acercaba el dosificador en su boca, sin duda era una tarea para un ninja, pues mi hermana de despertarse era un auténtico demonio. Le tiré las gotas necesarias, parecía que se había dado cuenta del sabor, Kiyomi hacía muecas a la vez que parecía estar saboreándolo y posteriormente tragárselo. Era asombroso, parecía que le había gustado el sabor y aún seguía durmiendo. Mi sensei me comentó que debía tomárselo dos veces al día ahora debería pensar como dárselo por la noche. En cualquier caso, ya se me ocurrirá algo, guardé la medicina y salí de su cuarto.

Mientras esperaba que mi hermana despertara, yo comencé a hacer mis tareas del hogar, que me tocaban, como también entrenar por mi cuenta. Kiyomi me quería bastante, pero era muy estricta en esas cosas y desobedecerla no era una buena opción. El tiempo había transcurrido con total normalidad hasta que comenzó a oscurecer. Entonces fue cuando empecé a escuchar ruidos, mi hermana al final se había despertado. Ella se sentaba en el kotasu que teníamos en el comedor al frente de mí. Yo en ese momento me encontraba leyendo un libro, disimuladamente la miraba, su rostro denotaba que ya estaba algo mejor subí mi libro tapando mi boca para luego sonreír. “Parece que le hizo efecto…” Pensaba bastante contenta. Ella en ese momento me preguntó que quería cenar, se me iluminó el rostro, se me acababa de ocurrir una buena idea, y no desaprovecharía el momento. -¿Por qué no me enseñas a cocinar? Preguntaba mientras cerraba el libro y miraba a Kiyomi. –¡Hoy quiero preparar una rica cena! Exclamaba tratando de convencerla, pues sería en la cena cuando le volvería a poner la medicina y así no me descubriría mi secreto.

Mi mente estaba dispersa mientras me daba cuenta de mí misma al terminar de despertarme que me encontraba mejor que antes de dormir, la verdad es que este descanso me había sentado increíblemente bien, y creo que podía empezar a encargarme de las cosas, en especial de la cena de Reiko, puesto que debía de asegurarme de que tuviera una dieta equilibrada. En cualquier caso, la verdad es que me sorprendió su respuesta, ella pidió que la enseñara a cocinar, nunca había mostrado antes un interés por estas cuestiones, aunque bien pensado ella tendría que aprender en algún momento para que pudiera empezar a ser más independiente, porque si era sobreprotectora con ella pero eso no significaba que no sabía que se requiere cierto grado de libertad para sentirse pleno.

Ante la petición de Reiko solo pude sonreír orgullosa, la verdad es que me gustaría estar más sana para enseñarla correctamente, aunque me encontraba mejor porque me conocía sabía que el más mínimo esfuerzo ahora me haría recaer así que se me ocurrió una idea, ella cocinaría y yo solo estaría sentada en una de las sillas dándole instrucciones, instruyéndola teóricamente mientras estaba envuelta en una sábana. -Bueno Reiko algún día tienes que aprender a hacerlo, me parece bien, pero no tengo demasiadas fuerzas, así que solo podre estar sentada mientras te guio y te doy algunos consejos, es decir no tomare en mis manos un solo utensilio de cocina.

Después de aquello con algo de esfuerzo salí del Kotasu, y me dirigí a un armario del cual tome una manta y me la enrolle como si me transformara en un burrito, entonces le dije. -Bueno tu eres la cocinera. ¿Qué quieres cocinar esta noche? Todo estaba completamente en sus manos, la consentía hasta cuando la dejaba trabajar, era algo que no podía evitar al mismo tiempo que era estricta con ella, puesto que si quería cocinar no iba a dejar que preparara una chapuza. Ahora simplemente me deje guiar por ella hasta la cocina, donde tomaría asiento y comenzaría las lecciones.

Parecía que Kiyomi aceptaba mi proposición de hacer la cena, eso sería una buena oportunidad de darle el medicamente que ella necesita para que pueda recuperarse. Pero claro, ella quería supervisarme así que sería algo complicado no levantar sospechas, ya que estaría mirando y no quería que se preocupase o se sintiera mal por tener yo que cuidar de su delicada salud, sería demasiado duro para ella. Así que prefiero ocultar mis cuidados y que piense que se recupera por ella misma. Ella me preguntó que iba a hacer de cenar, como ella no me iba a ayudar y yo apenas sabía hacer algo debía pensar algo no muy difícil que hacer. Puse mi diestra en el mentón a la vez que hacía una mueca pensativa. -Pues... si no te encuentras bien... deberíamos cenar algo suave... Respondía a la pregunta de Kiyomi.

Dicho eso, comencé a buscar los ingredientes, para ello abrí la nevera y comencé a coger todos los ingredientes. Iba a preparar una ensalada y un poco de pollo asado, así que para ello había preparado; lechuga, tomates, pepinos, zanahorias un trozo de queso y arroz que sobró del medio día. También saqué un par de pechugas de pollo. Una vez tenía listos todos los ingredientes preparados me puse el delantal, no era necesario para lo que iba a hacer, pero me hacía ilusión hacerlo. Tras eso, era el momento de comenzar a cocinar el pollo. Le quité toda la grasa que podía con las tijeras, luego de eso encendí el fuego, preparé la sartén y le puse un chorrito de aceite. Cuando el aceite estaba caliente puse las pechugas y luego comencé a hacer la ensalada, troceando la lechuga, cortando el tomate, haciendo dados de queso, poniendo rodajas de pepino, luego rayé las zanahorias y por último puse el arroz, todo eso en un bol grande.  

Le di la vuelta a las pechugas, para luego mezclar los ingredientes y aliñando la ensalada, ya estaba casi todo preparado así que lo puse en dos platos. Con una sonrisa miré a Kiyomi. -¿Puedes preparar la mesa? Le decía pues aprovecharía ese momento para meterle la medicina en la ensalada.

Ella menciono que si aún no me encontraba del todo bien debería de cenar algo suave, aunque no concreto que plato quería hacerme asumo que quería darme una pequeña sorpresa. Entonces yo simplemente me dedique a observarla, y la verdad es que no parecía necesitar ninguna ayuda, parecía que sabía perfectamente que estaba haciendo en todo momento. Me sentía orgullosa de aquello, parecía definitivamente que ella podía cuidarse de sí misma sin problemas, y eso también de cierto modo me ponía triste porque mi pequeña hermanita ya no me necesitaba. Aquella mezcla de emociones se podía ver reflejada en mi rostro, aunque yo intentaba parecer normal.

Ella ya casi terminaba de prepararlo todo solo me pidió que pusiese la mesa, y yo tenía una petición para eso. -Bueno voy a ponerla en el Kotasu si no te importa me gustaría no comer en una mesa y estar calentita mientras. No era algo que hiciera normalmente, pero normalmente no estaba enferma así que esta vez tenía una excusa. Tomé los cubiertos la jarra de agua y fui hasta la sala, la cual no quedaba demasiado lejos, la casa era modesta, pero la teníamos bien cuidada. Una vez allí comencé a dejar todas las cosas perfectamente, me tome mi tiempo para dejarlo todo perfecto y entonces regrese. -Ya está todo, podemos sacar la comida ya. Me limite entonces a darle una enorme sonrisa, la verdad es que me encontraba mucho mejor, y estas atenciones de mi hermanita me daban aún más fuerzas, ahora solo tenía que terminar de recuperarme, ella se estaba ganando una buena recompensa portándose así de bien tal vez la llevaría a algún lugar especial cuando estuviera recuperada, tal vez al restaurante de ramen, o a una barbacoa… aun tenía que pensarlo.

Mi hermana parecía estar muy contenta con lo que le había dicho en cuanto a la cena, la cual estaba a punto de estar terminada. Kiyomi aceptó poner la mesa, con la condición de ponerla en el kotatsu, con una sonrisa asentía con la cabeza. Era una buena idea, el frío de Yukigakure era tal que para alguien que estaba enferma podía ser bastante malo, así que no era una petición descabellada. -¡Claro! Añadí con una sonrisa aparte de asentir con la cabeza. En ese momento, Kiyomi comenzaba a servir la mesa, aprovechando que estaba distraída, saqué el frasco medicinal, para administrarle el medicamento. Le eche las gotas que hacían falta y removí su ensalada de vuelta y para diferenciar cual era de forma bastante sutil le puse algo especial a su ensalada un palillo con una banderita el cual tenía un símbolo del clan Uchiha.  

Segundos después, las pechugas ya estaban hechas, cada una la puse en un plato, y apagué el fuego. Era el momento de servir la comida, cogí los dos platos de ensalada y los llevé al kotatsu, allí estaba Kiyomi terminando de preparar todo para cenar. Le puse en su sitio su ensalada la que llevaba la banderita del clan, y luego puse la mía. Tras eso, volví a la cocina a coger el pollo y llevarlo a la mesa. Una vez ahí me senté en mi sitio del kotatsu y miraba con una sonrisa a mi hermana. -Espero que con esta cena te recuperes... Decía con una gran sonrisa en el rostro, esperando ver que el medicamento le fuera positivo y pudiera estar bien, aunque esperaba que no se diera cuenta y que la comida camuflara el sabor de la medicina. Sabía que tarde o temprano le tendría que contar, pero prefería ocultarselo un poquito más.

Mientras yo me refugiaba en el Kotasu ella empezaba a traer las cosas, me sentía mal que tuviera que hacerme la cena, realmente estas cosas me hacían sentir triste, ella no tenía por qué estar haciendo esto, ella no tenía por qué ayudarme, teníamos que tener padres, ellos son los que me tendrían que estar cuidando ahora no mi hermanita pequeña. Aquellos pensamientos tristes desaparecieron cuando vi a mi hermanita traer la ensalada, incluso me había puesto una banderita como las que yo solía ponerle a ella, para animar mi plato, tenía una hermanita que era un tesoro.

Ella me dijo que esperaba que con esta cena me recuperase, yo le sonreí y le dije. -Seguro que si se nota que le has puesto mucho cariño a la cena, así que itadakimasu. En ese momento comencé a comer, la ensalada apenas me sabia a nada por tener la nariz obstruida, no saboreaba bien los alimentos así que realmente solo me llenaría el estoma, la verdad es que me hubiera gustado poder saborear perfectamente lo que había preparado, porque solo me llegaba un muy sutil sabor. En ese momento se me ocurrió una idea, hacía mucho que no hablábamos entre hermanas, así que quería ponerme al día, y creo que este era un buen momento. -Bueno Reiko. ¿Hay algún chico que te guste que conocieras en la academia? Estaba siendo muy directa, para que su reacción me dijera si era así, luego iría más suave, mientras esperaba que ella me contestara me dedique a terminar mi plato de esta deliciosa comida.

Mi hermana al ver mi ensalada parecía que le había gustado mi presentación de la cena. Es más lo que me dijo, confirmó que si le había gustado al menos el aspecto de esta, ahora debía ver si le gustaba o por el contrario no le gustaba. Además me la estaba jugando el ser descubierta por el sabor, pero yo no hice nada, simplemente meraba como empezaba ella a comer, y al ver que no hacía ningún gesto extraño simplemente comencé a comer mi ensalada con una gran sonrisa, contenta por saber que se pondría bien, y que podía seguir ocultándole mi gran secreto, aunque mi hermana era una ninja muy audaz, seguro que no podría engañarle por mucho tiempo. Y lo más probable es que se enfadase al enterarse de que le medicaba a escondidas, pero era todo por su bien.

La cena transcurría con normalidad hasta que mi hermana hizo una pregunta demasiado atrevida, ella me preguntaba si había un niño de la academia que me gustase. Esa pregunta no me la esperé y me hizo que me atragantara con un trozo de pollo. En ese momento comencé a toser bastante fuerte a la vez que me daba varios golpes en el pecho y para finalizar dar un gran trago de agua para que finalmente aquel trozo de pollo bajara. Tras eso suspiré profundamente. -¿¡Como se te ocurre decir esas cosas así de pronto!? Decía con las mejillas sonrojadas. -¡No me interesan esas cosas! ¡Aún soy pequeña! Además… Me callaba por unos instantes a la vez que retiraba la mirada de mi hermana y me sonrojaba más a la vez que me entristecía. –Yo no estoy tan desarrollada como tu… Concluía con cierto tono de envidia, era evidente que mi hermana mayor era mucho más guapa y atractiva de lo que yo podría ser, y eso me hacía sentirme un poco mal, pues a ella no le era difícil atraer las miradas de los demás por sus atributos físicos.

Las palabras salieron de mi boca y pude ver como inmediatamente producían una reacción en ella, casi se ahogó con la comida tosiendo y bebiendo agua, ella se ponía bastante roja mientras me recriminaba haberle preguntado. Esa respuesta es que había algo que me estaba ocultando, pero no podía saber el que, realmente las chicas cuando llegaban a esa edad se ponían tremendamente reservada, incluso intento desviar el tema diciendo que era demasiado pequeña para que le interesasen esas cosas, aquello era una pequeña mentira, una que no podía recriminarle, por que la entendía muy bien, no hacia tanto tiempo yo tenia su edad, y como hermana mayor una de mis funciones era fingir que no, y al mismo tiempo ayudarla.

Iba a presionar un poco más, pero ella guardaba silencio mientras miraba hacia otro lado, mientras decía con tono de envidia que ella no estaba tan desarrollada como yo. Espera. ¿Mi hermanita estaba celosa de mis pechos? Tenía que animarla a como diera lugar. Así que claramente empecé con aquello y no había herramienta más poderosa que la verdad. -Reiko a tu edad era como tú, no te acuerdas por que eras pequeña. Después sonreía, de hecho, casi me reía. -Estos de aquí no salen de un día para otro. Señale a mis pechos, después volvía a sonreírle. -Tu tienes algo que yo no tenia a tu edad, un pelo liso, una cara preciosa, en cuanto empieces a desarrollarte, no podrás quitarte a los chicos… o chicas de encima. La ultima parte la añadí, solo por si acaso, quería ver como reaccionaba también ante eso, realmente ella era muy importante para mi y quería que viera que la aceptaría en cada ámbito posible, ella era mi hermana y por encima de todo simplemente la quería.

Mi hermana estaba muy rara hoy, no solo me preguntaba por si me gustaba algún chico, sino que también decía que a mi edad ella era como yo, mi hermana era una verdadera mentirosa. Fruncí el ceño a la vez que me recolocaba las lentes para luego suspirar. –Mentirosa. Respondía con total seriedad a Kiyomi, pues sabía que lo decía simplemente para hacerme sentir bien, ya que ella siempre ha sido más bonita que yo siempre, odiaba reconocerlo, pero yo no tenía nada especial. Por eso quizá usaba las lentes, pues quizá eso hacía que pareciera especial.

De todos modos nada podía hacer, no era linda, ni tenía un bonito cabello, ni tenía ningún dote femenino, aún estaba en desarrollo, pero visto lo visto, parecía que todos los dotes se los quedaría mi hermana mayor. El resto de la cena me mantuve en silencio sin saber que decir, simplemente me acabé la cena, y podía ver como ella también había acabado su cena. En ese momento me levanté y con una sonrisa pícara miraba a Kiyomi. Ahora me iba a vengar a mi manera, comenzaba a reírme de forma pervertida mientras caminaba hasta mi hermana moviendo de forma lasciva mis dedos de las manos.

Sin más, me lancé sobre ella tirándola al suelo bocarriba y yo quedándome encima de ella. -¡Ahora verás! Exclamé entre risas a la vez que acariciaba su cuerpo buscándole las cosquillas, le acariciaba los laterales de su vientre a la vez que comenzaba a darle pequeños besitos en la mejilla, tras eso la abrazaba con fuerza, para quedarme encima de ella.

Solo resople ante las palabras de Reiko, ella no se daba cuenta de sus virtudes, y como ella aún tenía además un amplio margen para mejorar, es posible que yo actualmente fuera más bonita pero eso no significaba que siempre hubiera sido así. El resto de la cena continuo en silencio yo quería seguir hablando de nuestras cosas, pero parecía ser que la había molestado un poquito más de la cuenta así que solo termine de cenar. Mientras solo pensaba lo que Reiko me recordaba a nuestra madre, ella era igualita, me servía como un recordatorio de mama, y es me ponía un poco melancólica, tal vez por eso necesitaba cuidarla tanto, y era tan sobreprotectora.

Estaba ya comenzando a relajarme cuando Reiko llamo mi atención ella se reía de una forma un poco inquietante para mí, me gire para verla y sus dedos se movían de una forma aún más inquietante, no sabía lo que iba a hacer, antes de que me diera cuenta ella me había derribado y me estaba haciendo cosquillas por todas partes, además de darme cientos de besitos en la mejilla, yo no tenía fuerzas para resistirme, así que solamente me reía, mientras intentaba sin ningún éxito librarme de su "ataque". -Te vas a contagiar... ja, ja, ja. Era inútil ella paro cuando quiso, quedándose ella sobre mi dándome un abracito, yo respondía también abrazándola, realmente la quería muchísimo, mientras delicadamente frotaba su cabecita. -Te quiero mucho hermanita. Decía mientras seguía mimándola, ella lo era todo para mí, y estos momentos eran los que conseguía que siguiera avanzando, unos pocos mimos mas como estos y estaría completamente recuperada.

Mi hermanita parecía tener cosquillas, le hacía muchas cosquillas, su risa era realmente contagiosa, debido a eso también me estaba riendo mucho. Hacía mucho que no hacíamos nada juntas, y estos pequeños momentos en donde podamos disfrutar la una de la otra eran muy preciados. Ella no paraba de reírse hasta que detuve las cosquillas y le abrazaba quedándome encima de Kiyomi. Mi hermana claro está correspondía a mis cariños y comenzó a acariciarme el cabello suavemente, a la vez decía unas palabras que siempre me encantaba escuchar. Esas palabras siempre llenaban aquel vacío que sentía en el hondo de mi corazón, ella era la única que podía hacer algo semejante. Me sonrojé completamente cuando lo escuché y hundí mi cabeza en su pecho, a su vez mis manos se hundían por debajo de su camiseta,  para acariciar lentamente el vientre con mis manos de forma directa.

El sentir el fino tacto de su piel todo mi cuerpo se estremecía, una fuerte sensación aceleraba mi corazón que hacía que este latiera de forma bastante descontrolada. Mis mejillas se enrojecían aún más y lentamente desenterraba mi rostro para volver a besar su mejilla con mucho cariño y amor. –Yo… también… te quiero mucho… Decía para luego volver mi rostro al pecho a su vez que seguía acariciando lentamente su vientre con mis dedos. –Kiyomi… esto… ¿Hoy podríamos… dormir juntas? Preguntaba de forma vergnzosa. –Hace tiempo… que no lo hacemos… Añadía tratando de convencerla.

De la misma forma que yo le daba atenciones ella me las daba a mí, aunque fuera mayor que ella yo también era una niña mimada, pero tenía que ser madura para poder cuidar de ella, lo que hacía que estos momentos en los que yo era también la que estaba siendo mimada realmente no pudiera contenerme. Estaba tan avergonzada o más ante el tacto de la mano de Reiko, y más aún al ver su vergonzosa reacción hundiendo su rostro en mi pecho, realmente en estos casos solo podía seguir frotando levemente su cabecita, para ver si conseguía relajarla. En estos momentos podía ver que aun con todo éramos muy cercanas y yo estaba muy contenta ante esta situación, porque sabía que con los años los niños solían alejarse de la figura de autoridad, me gustaba que me siguiera viendo como su hermana mayor.

Entonces ella muerta de vergüenza me hizo una petición, una que no había escuchado hace mucho, quería que durmiésemos juntas, como cuando ella era pequeña, aquello la verdad es que me hizo recordar las primeras noches después de la perdida de nuestros padres, donde dormíamos abrazadas, y yo tenía que permanecer fuerte y serena por las dos aguantando mis lágrimas. Ahora la situación era muy diferente ella quería ser mimada, y la verdad es que en mi estado debilitado no me importaría tener unos cuantos mimos, así que frote su cabecita un poquito más fuerte y le dije. -Esta bien, así puedes cuidarme mejor. Le dije aquello para que se le quitara la vergüenza al ver que lo hacía más por mí que por ella, era tan tierna me daban ganas de comérmela enterita, pero me limite a darle besitos en la cabecita, hoy sería un día entero de mimos para las dos.

Kiyomi aceptaba mi propuesta de dormir juntas, la verdad, hacía años que eso no lo hacíamos, pero hoy podría ser un caso especial, además de que me comenzaba a dar besos en la cabeza y sus caricias en el cabello aunque suaves, eran más intensas y rebosantes de amor. Una sonrisa se dibujó en mi rostro a la vez que la miraba a los ojos. -¡Entonces vayamos a la cama! Decía con una sonrisa completamente feliz le di un besito en el pecho para luego levantarme, dejando que ella también se levantara. –Bueno… recojo la cena mientras preparas la cama grande y prepárate para dormir, hoy necesitas descansar mucho para recuperarte… Tras decir eso comenzaba a recoger los platos llevándolos al fregadero, tras eso, limpié la mesa y posteriormente lavé los platos y todos los utensilios que había utilizado para hacer la cena.

Mientras hacía eso, mi hermana debía de encargarse de preparar la cama donde íbamos a dormir, también debería limpiarse los dientes y cambiarse para dormir. Ya había terminado de limpiar todo ahora solo debía prepararme para acostarme con ella, me dirigí directamente al baño. Una vez había terminado de prepararme todo me dirigí al cuarto donde las dos íbamos a pasar la noche, estaba en la puerta la cual se encontraba extrañamente entornada, mi hermana se habría despistado y no la habría cerrado bien. De todos modos me disponía a entrar, cuando de pronto vi algo que me impacto y a su vez no podía dejar de mirar.

Mi hermana comenzaba a acomodarse su larga melena, mientras que tarareaba una canción y lentamente comenzaba a desnudarse. Al verla como comenzaba a desnudarse sentía un fuerte calor en todo mi cuerpo y en especial una zona la cual nunca la había sentido de ese modo. Mi hermana ajena a todo eso, seguía desnudándose por completo, tras eso ella comenzaba a caminar por el cuarto en búsqueda de su pijama, sus turgentes pechos a cado paso revotaban y a su vez me hipnotizaban, pero no solo eran su delantera, su culo tampoco pasaba desapercibido ante mis ojos. No podía aguatar todo lo que estaba viendo, me mordí el labio inferior, cerrando también mis piernas y con mi mano haciendo un poco de presión en aquella zona que tanto me ardía, pero sin darme cuenta en ese momento en el que presioné, me dio un gusto que nunca antes había experimentado lo que hizo que hiciera un pequeño gemido que se me escapó.

Rápidamente con la mano que tenía libre me tapé la boca y solo esperaba a que ella no se diera cuenta de eso. Y al parecer, no se percató pues ella seguía cambiándose. Me quedé allí espiando a mi hermana hasta que se había cambiado por completo. Tras eso piqué en la puerta para luego entrar, tratando de ocultar todo aquello que estaba sintiendo. –Hermanita… ¿Ya estás lista? Hacía una pregunta retórica pues sabía perfectamente que sí, pero debía cumplir con el papel de que no sabía nada. –Ve a lavarte los dientes que sé que no lo has hecho, tu cepillo está seco… Decía mandándola a lavarse los dientes. Cuando ella salió aproveché para desnudarme por completo dejándome solo la ropa interior inferior y rápidamente me metí en la cama y me tapé hasta el cuello para evitar que ella se diera cuenta.

Rekio me pido entonces irnos ya a la cama y aunque había dormido todo el día, la verdad estaba bastante cansada, propuso que nos repartiéramos las tareas, ella se encargaría de la mesa y yo me encargaría de preparar la cama y de prepararme a mí misma para dormir. Reiko era una niña muy aplicada, y yo la quería mucho, cuando la veía organizarse de esa manera simplemente me alegraba muchísimo, era cuando más feliz me sentía porque sabía que ella podía valerse por sí misma. En ese caso a sus indicaciones, y me fui a la sala donde tenía que preparar la cama grande.

Lo primero era preparar la cama solo tenía que sacar el futón y extenderlo, pero tenía que sacar el grande, el que era para dos, dado que íbamos a compartirlo, lo tenía todo perfectamente limpio y ordenado, así que no había ni rastro de polvo, así que era solo cuestión de un par de minutos, nada demasiado serio, aun así quería asegurarme que no oliera a armario o algo así, por lo que le di un par de golpecitos para asegurarme de que todo estaba bien. Después de que todo estuviera listo era hora de ponerme algo para dormir, iba a cambiarme completamente de ropa, por el sudor de la fiebre, aunque no iba a darme un baño, pero era lo mejor que podía hacer. Me acomode la melena y comencé sin darme cuenta a tatarear una canción mientras me quedaba completamente desnuda, y me dirigía tranquila y despreocupadamente al cajón donde guardaba mi ropa, cuando abrí el cajón me di cuenta de que al haber estado enferma no había puesto lavadoras y no tenía ropa limpia, de hecho, no tenía ropa interior de ninguna clase, así que solo puede ponerme el pijama sin nada más, esperando que Reiko no se diera cuenta.

En ese momento Reiko llamo a la puerta y le di paso. -Si, entra. Ella menciono que no me había lavado los dientes obvio estaba aquí ocupándome de todo esto, como para poder haberlo hecho, así que pase por su lado y le di un besito en la mejilla. -Ya voy. No tarde prácticamente nada en lavarme los dientes, para cuando volví Reiko ya estaba metida en la cama, bien tapada, era normal hacia un poco de frio, pero sabía que íbamos a dormir calentitas las dos juntas, asi que apague la luz, y me metí con cuidado en el futón. -Que a gustito se está. Dije inmediatamente después de meterme dentro, para después colocarme en una postura en la que ella podría abrazarme con facilidad.

Kiyomi tras lavarse los dientes y hacer todos los preparativos para meterse en la cama conmigo, finalmente entró al cuarto, al verla entrar mi mente comenzaba a nublarse, mi hermana simplemente era preciosa, tanto que cortaba mi respiración con su simple presencia. Ella se tumbó en la cama y parecía que aún no se había percatado de mi desnudez, ella se ponía en una posición bastante buena para que la abrazase, pero aún no la abrazaba. –Si… y más si estás conmigo… Respondía a su comentario para luego quedarme unos segundos mirando al techo del cuarto tratando de pensar como decir todo lo que quería decirle.

-Kiyomi… en la cena me preguntaste si me gustaba un chico o una chica… ¿Cierto? Hacía una pregunta retorica. –La verdad es que sí hay alguien que ya me gusta… y estoy enamorada de esa persona, quizá le quiero más de lo que podría querer a alguien… pero es complicado… Añadía algo entristecida mientras miraba a mi hermana mayor. –Moralmente quizá es algo mal visto, y en la aldea me miren mal… pero… de verdad amo a esa persona… y lo siento en mi corazón que solo esa persona es dueña de mi corazón… ¿Qué debo hacer? Preguntaba completamente hecha un lío, y con un rostro completamente entristecido. –No sé qué hacer… ¿Tú qué harías? ¿Debo renunciar a esa persona?... ¿Luchar por su amor aunque esté mal?… Tras confesar mis inquietudes miraba directamente a mi hermana para escuchar sus consejos.

Parecía que conseguía que se abriera conmigo gracias a la cercanía que habíamos experimentado hoy, ella parecía mucho más propensa a hablar de sus sentimientos, de hecho ella empezó a hablar de lo que le pregunte en la cena, sobre si le gustaba alguien, realmente la verdad es que lo que estaba diciendo cuadro con lo que le dije de que le gustara las chicas. Se lo dije por un motivo, y era por que a mi también me gustaban las chicas aunque no había tenido ninguna relación con ninguna hasta este momento, realmente yo estaba muy sola y solo la tenía a ella, centrada completamente en mi corazón y todo el amor que tenía lo guardaba para Reiko, la quería mas que cualquier otra cosa en el mundo, la ponía sobre cualquier cosa, ella podría contar conmigo para lo que fuera.

Ella parecía apenarse, ella decía que su amor era inmoral, que estaba mal visto, que en la aldea no la aceptarían, yo no quería cortar sus palabras, yo quería apoyarla, pero quería dejarla terminar primero, sabía que se requería mucho valor para contarle eso a alguien, ella estaba dando un gran paso, así que cuando me pregunto qué haría yo, si luchar o renunciar solo había algo que podía decirle. -Reiko el amor, es una cosa maravillosa, que está entre tú y esa persona que amas, nadie debe decirte a quien amar, no hagas caso de quienes digan que es inmoral, el corazón no entiende de razón. Me gire para mirarla directamente a los ojos, en la penumbra, y le di un besito en la mejilla. -Lucha por ello, yo te quiero pase lo que pase. Esperaba que mis palabras le alentasen en su amor adolescente, no quería que ella estuviese tan sola como yo lo estaba, realmente la quería muchísimo, la quería tanto que si yo tuviera que apartarme para que ella fuera feliz lo haría sin dudarlo, y ella ahora requería mi apoyo incondicional, y por su puesto lo iba a tener.

Kiyomi me apoyaba con estos sentimientos que guardaba en el fondo de mi corazón, me alentaba a luchar por el amor que sentía aunque fuera algo inmoral, luego de eso ella besaba mi mejilla, todas esas sensaciones fuertes que me azotaban en ese momento se intensificaban por tantas veces, mis lágrimas comenzaban a aparecer en mis ojos a la vez que se me nublaba la vista. Fuertes escalofríos y sensaciones azotaban a mi cabeza, Kiyomi me miraba a los ojos y estaba tan cerca que todos mis sistemas se descontrolaban en mi interior. –Entonces… debo luchar por mi amor… Decía en voz baja acercándome a la persona que más amaba en el mundo.

-Kiyomi… yo… Decía a la vez que mis ojos comenzaban a tornarse de una tonalidad rojiza, mostrando por primera vez una pupila en cada ojo, al igual que una marca en forma de lágrima rodeaba cada una de las pupilas manteniéndose en el centro del iris. Inconscientemente debido a todas esas emociones reprimidas que estaba liberando había logrado despertar el doojutsu más temido en todo el mundo ninja, el Sharingan. –Te amo… Finalmente lo dije, pero no era lo único que iba a hacer, ella me dijo que el corazón no entiende de razón y que no hiciera caso si es inmoral, mientras fuera amor todo estaría bien.

Lentamente acercaba mis labios a los suyos besándola con todo el amor que la tenía, pese a mi inexperiencia, solo podía esperar que mis sentimientos reales le alcanzaran. Sabía que éramos hermanas, y que moralmente no estaría bien, pero estaba enamorada de ella, lo sabía, y besarla me lo confirmaba, ella era el amor de mi vida. Mi rostro al besarla se había enrojecido completamente y aquel calor que azotaba mi cuerpo se había intensificado, necesitaba sus caricias, o iba a estallar, y también quería que ella me aceptase. Mientras seguía el beso me puse encima de ella quitando la sábana para que ella viera mi cuerpo desnudo. Tras eso me separé mis labios con los suyos y la miraba fijamente. –Kiyomi… eres la persona a la que amo… sé que es inmoral, pero te amo con todo mi corazón… Decía para tomarle la mano derecha y ponerla en mi pecho, en la zona del corazón, debido a lo rápido que este latía ella podía notar los latidos de mi corazón. –¿Lo notas? Cada uno de estos latidos solo tienen una razón de ser… y es por ti, por quien laten… Decía esperando a que ella aceptara mis sentimientos y mi amor por ella, a la vez que pasaba eso, mis lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos rojos.  

Estaba oscuro, aun así podía ver los brillantes ojos de Reiko mientras ella tímidamente comenzaba a hablar no sabía que iba a decir, pero claramente ella iba a luchar por quien amaba, y eso me ponía muy contenta, ella se acercaba a mi cada vez más probablemente decirme algo como esto le costaba muchísimo, probablemente me estaba a punto de decir quién era la chica de la escuela que le gustaba, incluso me pediría ayuda. Entonces me distraje, puesto que algo paso, Reiko había despertado el Sharingan los sentimientos que tenía hacia esa persona debían de ser muy fuerte iba a decirle algo, cuando ella me saco completamente de mi sitio cuando dijo que me amaba.

Ella entonces me beso, acallando cualquier palabra que fuera a decirle, mi propia hermana de sangre me estaba besando en los labios, de forma apasionada, notaba todo su amor en ese beso, ese amor despertaba en mi sensaciones que no creía que pudiera sentir por mi propia hermana, ella había despertado algo en mí que creía que no existía, nunca más podría mirarla solo como mi hermana, era más que inmoral, era incluso un delito, pero yo también la amaba. Mientras el beso continuaba ella se ponía sobre mí, mientras algo aturdida le devolvía apasionadamente el beso, ella ahora sobre mi se destapo, apenas llevaba solo la ropa interior, yo no sabía que decir no sabía sus intenciones esta noche, solo podía escucharla. Ella tomaba mi mano derecha y se la acercaba a su corazón, mientras decía que sus acelerados latidos eran por mí, yo ante aquello no podía hacer nada ahora era mi corazón quien hablaba, la razón había abandonado la habitación en el momento en el que me beso.

Las lágrimas brotaban por sus ojos claramente tenía miedo de mi rechazo no podía mantener el silencio ni un solo segundo más, la miré a los ojos y le dije los sentimientos que ella había despertado. -Reiko, te amo, antes no lo sabía, creía que solo te quería como una hermana, pero tu amor ha despertado en mi este sentimiento que creía que no existía. Me incorpore hacia adelante para abrazarla y volver a besarla mientras mis brazos bajaban a su cintura para estrecharla suavemente, quedando ella sobre mis piernas y yo debajo. Fue un beso corto, pero intenso, y ahora cerca suya para que pudiera ver bien mi rostro en la oscuridad añadí algo que sabía que necesitaba oír. -Es inmoral, es un delito, podría terminar en la cárcel, pero nada de eso importa, lo que dije lo mantengo hay que luchar por lo que se ama, y sé que te amo. Sabia que si nuestros padres hubieran escuchado estas palabras me hubieran dado una paliza, no estaba bien, no estaba nada bien, pero era la verdad, la más pura y sincera que había dicho en toda mi vida. . Esas fuertes emociones, amor, culpa, incertidumbre, deseo, eran superiores a mis fuerzas, se me nublaba la vista, no era consciente de lo que me acababa de pasar, el Sharingan también había aparecido en mis ojos, aunque de forma involuntaria, estos miraban fijamente a los de Reiko, expectantes a lo que estaba a punto de pasar.

Mi hermana parecía estar impactada con la reveladora realidad de mis sentimientos, ella parecía no sabía cómo reaccionar, pero sí que me devolvía mi beso, mientras que me ponía encima de ella, le tomé de la mano para llevarla a mi pecho, y tratar por todos los medios de que mis sentimientos llegaran a ella. Pero sí que parecía que llegaban a su corazón pues ella pese a saber lo que realmente sentía por Kiyomi, reafirmaba su postura de luchar por el amor pesara a quien le pesara. También añadió que ella también me amaba. En ese momento, los ojos de Kiyomi, al igual que los míos por tantas fuertes emociones se descontrolaron, estos se tornaron rojos, con una pupila en el centro de cada una y una lagrima en el iris, ambas de manera involuntaria habíamos activado el Sharingan, se decía que estos ojos eran los ojos de los sentimientos, así que con una sonrisa feliz me sequé las lágrimas. -¿De verdad me amas? Tras esas palabras le miraba con una sonrisa. -Kiyomi... yo te amo... y no me importa si es secreto... solo quiero que me ames como yo te amo... Decía sonrojada, para luego dejar mi peso sobre ella. -Soy solo tuya... y siempre lo seré aunque tenga que estar en la sombra... yo te pertenezco... puedes hacer conmigo lo que quieras... Decía, en ese momento mis ojos rojos comenzaban a tornarse oscuros volviendo a la normalidad. -Siempre que seas tú lo que hagas conmigo estará bien... Concluía lentamente para llevar mis manos por dentro de su camiseta del pijama acariciando el vientre de mi hermana mayor.