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ientras caminaba por las calles de la aldea, iban y venían pensamientos difusos. Siempre había optado por el camino del bien, buscamdo la tranquilidad opuesta a las guerras. Aunque no hubiese conflicto bélico real, la tensión se palpitaba, haciendo pesada la vida cotidiana, sin saber que podría estar pasando tras bambalinas entre los kages especialmente; No conocía personalmente al Raikage, pero pensaba que buscaría lo mejor para su pueblo, y yo debería estar a su lado para aconsejarle.Como el sol brillaba y el cielo azul resplandecía sobre mí, decidí ir a los campos de entrenamiento para ver qie podría hacer; No tenía misión alguna y no podía quedarme sin hacer nada. Ya me había tomado varios años alejado del servicio y volví para fortalecerme y ayudar a mi aldea. Me abría paso entre la multitud compradora, todavía pensando en mis metas... Debía hacerme fuerte para proteger a quien quería y evitar más conflictos innecesarios. Estaba un poco lejos del campo, pero me gustaba caminar por la aldea, con su alegría inquebrantable y sus pobladores trabajadores; Se podía ver el por qué del desarrollo de Kumogakure.
Llegué a los campos de entrenamiento que se encontraban alejados del centro de la aldea, ya que necesitaba espacio para la práctica de jutsus. El lugar brillaba de un color verde, algo que no se encomtraba en otra parte de la aldea gracias a la pequeña cascada que se encuentra allí; El verde césped cubre una gran porción de suelo, donde crecen arboles y flores. Podía apreciar la belleza del lugar, mirando de un lado a otro con los ojos abiertos. No podía disimular mi admiración, lo que hizo que me quedase caminando y recorriendo el sitio como tantas veces había hecho, siempre buscando alguna que otra cosa nueva...