El alba había despertado como siempre a cierto shinobi tras una primera noche en tierra ajena, forjando una pequeña sonrisa en su rostro, mientras escuchaba a sus familiares avisarle. Tras varios minutos de miradas perdidas y bostezos infinitos, decidió hacer lo que había planeado el día anterior, algo diferente de su rutina de cada día. Siendo que estaba fuera de su aldea y quizá no volvería a la nación de la Nube en mucho tiempo, debía aprovechar y conocerla un poco más. Tras frotarse por penúltima vez los ojos y atusarse bien sus desordenados cabellos, se levantó y se alistó para ir a caminar, no sin antes despedirse al salir de la casa y guardarse un pequeño cargamento de moras en los bolsillos que cogió de un árbol cercano, emprendiendo así su pequeña aventura.

En verdad no sabía muy bien hasta donde le llevarían sus pasos esta vez. Desde su llegada a ese país, había conocido a ciertas personas bastante interesantes para lo que él consideraba, sin embargo, no había dado todavía con ningún "amigo" o algo cercano a ello. La realidad era que había visto a varios mientras paseaba por las ajetreadas calles de la ciudad, bien podría haber hecho acto de presencia ante ellos pero siendo sinceros, no quería hacer sus preguntas en público. No se había acercado a la aldea principal aún, ni cómo poder hacerlo, si ese era el caso, pero tampoco le corría prisa, además, los chicos como él que se encontraban allí todavía jugaban a ser ninjas... tal como él jugaba a ser uno más del lugar.

Olía bien. La nariz del joven empezó a dar convulsiones en busca de aquel olor, era débil en realidad pero la materia prima le había sorprendido: una cafetería de batidos. En aquel momento de la tarde, el lugar no estaba tan concurrido como se podría esperar, pero la terraza estaba prácticamente llena, así que se adentró en el interior del local y se sentó en la zona de la barra.

- Batido...de fresas. Muchas fresas -demandó con ojos muy abiertos.- Ah...p-por favor.

El camarero lo atendió con una sonrisa y tras un "ahora mismo" se dedicó a prepararlo con manos diestras. El oriundo de Iwa observaba el lugar con ojos curiosos y divertidos mientras se daba cuenta de la considerable cantidad de ninjas entre los presentes. El camarero dejó el batido delante del chico con otra sonrisa y un "que disfrutes" que sacó de su inmersión al atolondrado joven. Este se relamió y comenzó a beber sin control. El líquido rosado se deslizó como una cascada por la garganta hasta que... Eructó. Eructó fuertemente y se dió un golpe en el pecho para concluir el acto. La cara del camarero era un poema a la sorpresa.

- Muchas gracias -sentenció levantándose, dispuesto a salir.

- ¡Eh! Espera, ¡son doscientos ryus! -exclamó el camarero.

- Oh... no tengo ryus, pero... -dijo, buscando entre sus bolsillos,- tengo moras. -respondió, dejando dos racimos en la barra.

- E... es broma ¿no?

- No. - dijo sonriendo, como quien no pillara tal cosa, sumergiendo aún más en la incredulidad a quien lo interpelaba - ¡Largo de aquí! ¡Pero acaso estás loco o qué te pasa! -gritó el camarero. - ¡Sal pero ya! -exclamó mientras daba la vuelta a la barra y cogía al extranjero por un brazo.

Simplemente no daba crédito. Los ojos brillosos del joven miraban sorprendido al camarero mientras este de malos modos lo echaba fuera del local, no sin antes darle una patada en la espalda para impulsarlo más lejos. El muchacho cayó sin resistencia al suelo y tras moverse levemente se quedó un segundo sentado mientras se frotaba el lugar del golpe.

- Pero qué dramático... si estaban recién cogidas.