- Bar, Concept Art:
-¡Neh!- Exclamé algo molesta y triste a la vez, mientras ponía aquel vaso de cristal de cabeza y mi mentón reposaba con pereza sobre aquella superficie de madera, la barra de un bar viejo, donde yo solía pasar la mayoría del tiempo, la verdad es que yo pierdo mucho el tiempo en cualquier lugar. Miré aburrida todo a mi alrededor, ladee mi cabeza; para relajar mi mejilla sobre la barra, sin ganas de enderezarme; tan solo alcé mi vaso en el aire – ¡Señor Fuko! – Llamé desesperante, moviendo de lado a lado el vaso; para que él se diera cuenta de que estaba completamente vacío – ¡Quiero más leche! – Mi tono era infantil (como siempre), estaba haciendo berrinches. Sentí como el vaso era arrebatado de mis manos y el señor suspiró con mucha pesadez.
–Momo, no puedo servirte más leche, sabes bien que debes pagar primero –Me regañó, y, esa maldita palabra la odiaba, odiaba que me negaran lo que deseaba; no traía más dinero conmigo, mi sueldo lo había gastado en puros caramelos y juguetes que me llamaban la atención, como el juego de cartas que compré recientemente, aunque, no tenía nadie con quien jugar, en el templo estaba prohibido.
–¡Quiero leche! – Alcé mi voz, sin alzar mi cabeza; mis piernas se movían de un lado a otro, pateando la superficie baja de la barra; la pared que me dividía de todos los suministros que tenía el señor Fuko a su espalda- ¡Quiero leche! –Exigí de nuevo, molesta, cual niña cuando en verdad deseaba algo pero sus padres no tenían los medios para dárselo.
–Vamos, no te comportes de esa forma; ya eres una adulta – Me recordó que tenía ya los dieciochos años, no era una adulta, era una maldita chica adolescente; ¿tenía obligaciones de adultos?, si, los tenia, pero eso no implicaba que era adulta, ¿verdad?. Me alcé molesta, mientras erguía mi cuerpo sobre la silla bar, fue entonces que lo señalé a él; con mi dedo índice y con una expresión bastante molesta lo fulminé. Mi camisa se deslizaba por mi costado derecho, dejando ver perfectamente mi escote.
–¡Eso es mentira! – [Recalque su engaño, sus falsas acusaciones, su…su ¡declaración de guerra!, si, él quería hacerme la guerra en ese bar – ¡No soy una adulta, sigo siendo una joven que aún puede beber leche! – Mis cejas mostraban mi enojo, más solo era una rabieta de mi parte y el señor Fuko lo sabía.
–La ley es clara, toda persona que alcancé los dieciochos, son mayores de edad y tú has abusado de ese privilegio – Me dijó con una ceja alzada, con ironía, juzgándome me elevó la voz y me señaló con su dedo índice, dejando los vasos y las botellas a un lado. Él estaba fastidiado por mis quejas sin sentido, lo sabía bien, pues hacíamos lo mismo todos los días. – Bebes tanto alcohol como un borracho sin fondo, no…– Se calló un momento, para verme con decepción – de hecho eres peor, me atrevo a decir que eres la numero uno en beber tanto en este bar –
–¡No!, ¡No es cierto! Chillé refutante, mientras mis manos tapaban mis orejas, evitando escuchar sus falsas acusaciones, ¡lo eran! . Es cierto que me ponía borracha fácilmente, pero, ¡No! , ¡No! ¡No!, ¡Me niego rotundamente a reconocer que ya crecí!, me niego a escucharlo– ¡Quiero Leche, Señor Fuko, deme leche! – Pateé más insistente, más molesta, más insoportable.
–¡Ya te dije que no, Momo! – Fue su última palabra, en lo que yo comenzaba a mostrar mis falsas lágrimas de cocodrilo, llorando se conseguía todo, ¿no?.
–Momo, no puedo servirte más leche, sabes bien que debes pagar primero –Me regañó, y, esa maldita palabra la odiaba, odiaba que me negaran lo que deseaba; no traía más dinero conmigo, mi sueldo lo había gastado en puros caramelos y juguetes que me llamaban la atención, como el juego de cartas que compré recientemente, aunque, no tenía nadie con quien jugar, en el templo estaba prohibido.
–¡Quiero leche! – Alcé mi voz, sin alzar mi cabeza; mis piernas se movían de un lado a otro, pateando la superficie baja de la barra; la pared que me dividía de todos los suministros que tenía el señor Fuko a su espalda- ¡Quiero leche! –Exigí de nuevo, molesta, cual niña cuando en verdad deseaba algo pero sus padres no tenían los medios para dárselo.
–Vamos, no te comportes de esa forma; ya eres una adulta – Me recordó que tenía ya los dieciochos años, no era una adulta, era una maldita chica adolescente; ¿tenía obligaciones de adultos?, si, los tenia, pero eso no implicaba que era adulta, ¿verdad?. Me alcé molesta, mientras erguía mi cuerpo sobre la silla bar, fue entonces que lo señalé a él; con mi dedo índice y con una expresión bastante molesta lo fulminé. Mi camisa se deslizaba por mi costado derecho, dejando ver perfectamente mi escote.
–¡Eso es mentira! – [Recalque su engaño, sus falsas acusaciones, su…su ¡declaración de guerra!, si, él quería hacerme la guerra en ese bar – ¡No soy una adulta, sigo siendo una joven que aún puede beber leche! – Mis cejas mostraban mi enojo, más solo era una rabieta de mi parte y el señor Fuko lo sabía.
–La ley es clara, toda persona que alcancé los dieciochos, son mayores de edad y tú has abusado de ese privilegio – Me dijó con una ceja alzada, con ironía, juzgándome me elevó la voz y me señaló con su dedo índice, dejando los vasos y las botellas a un lado. Él estaba fastidiado por mis quejas sin sentido, lo sabía bien, pues hacíamos lo mismo todos los días. – Bebes tanto alcohol como un borracho sin fondo, no…– Se calló un momento, para verme con decepción – de hecho eres peor, me atrevo a decir que eres la numero uno en beber tanto en este bar –
–¡No!, ¡No es cierto! Chillé refutante, mientras mis manos tapaban mis orejas, evitando escuchar sus falsas acusaciones, ¡lo eran! . Es cierto que me ponía borracha fácilmente, pero, ¡No! , ¡No! ¡No!, ¡Me niego rotundamente a reconocer que ya crecí!, me niego a escucharlo– ¡Quiero Leche, Señor Fuko, deme leche! – Pateé más insistente, más molesta, más insoportable.
–¡Ya te dije que no, Momo! – Fue su última palabra, en lo que yo comenzaba a mostrar mis falsas lágrimas de cocodrilo, llorando se conseguía todo, ¿no?.
- Señor Fuko, Concept Art:
Última edición por Momo el Sáb Oct 12, 2019 6:53 am, editado 1 vez