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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Élite [25/102] Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 40 Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 3lf1VlO Time Of Heroes Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 40x40_zps8zack2u9
Hermanos [2/6]

Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze

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Yugen Nendo
Los campos de entrenamientos...¿Cuantas veces he estado aquí? Creo que ni siquiera yo puedo saber la cantidad de veces que he estado en este lugar...largos entrenamientos, heridas, rupturas de huesos...bueno creo que eso ultimo no ha sucedido aun...aun.
Arrecostado sobre uno de los pilares rocosos del campo de entrenamiento observaba con mucho cuidado la sesión de entrenamiento que estaban llevando a cabo un grupo de Gennins junto a su maestro...¿Como se sentira ser parte de un equipo...? No se que me sucedia, pero estos ultimos días había estado divagando demasiado en mis pensamientos, me perdia cada 10 minutos en algún tipo de conflicto filosófico sobre mis ideales y las imágenes que me topaba.
-Que demonios me esta sucediendo...-
Aveces me sentía sin identidad...a pesar de ser alguien que destacaba no por sus habilidades si no mas bien por su actitud y comportamiento rebelde, sin embargo dicho comportamiento se había mantenido oculto durante mucho tiempo...¿Estoy cambiando? No...no puede ser. ¿Por qué estaría cambiando...? Preguntas y mas preguntas, muchas de ellas sin respuestas y otras con respuestas muy parciales casi vacias.
Ahí estaba yo...perdido...pensativo debajo de la sombra que me proporcionaba aquel pilar de roca mientras observaba, pero ahora no prestaba atención mi mirada estaba fijada en ellos, pero mi mente estaba en otra parte. El clima de siempre, la intensidad del sol de siempre; era un dia común y corriente, estaba tomando un descanso depues de haber realizado tantas misiones seguidas...el tema del veneno, la cura realmente necesitaba un descanso de tantas cosas, suspire mientras acomodaba lentamente mi cabello para cerrar mis ojos y apoyar mi cabeza suavemente sobre el pilar de rocas.
Los campos de entrenamientos...¿Cuantas veces he estado aquí? Creo que ni siquiera yo puedo saber la cantidad de veces que he estado en este lugar...largos entrenamientos, heridas, rupturas de huesos...bueno creo que eso ultimo no ha sucedido aun...aun.
Arrecostado sobre uno de los pilares rocosos del campo de entrenamiento observaba con mucho cuidado la sesión de entrenamiento que estaban llevando a cabo un grupo de Gennins junto a su maestro...¿Como se sentira ser parte de un equipo...? No se que me sucedia, pero estos ultimos días había estado divagando demasiado en mis pensamientos, me perdia cada 10 minutos en algún tipo de conflicto filosófico sobre mis ideales y las imágenes que me topaba.
-Que demonios me esta sucediendo...-
Aveces me sentía sin identidad...a pesar de ser alguien que destacaba no por sus habilidades si no mas bien por su actitud y comportamiento rebelde, sin embargo dicho comportamiento se había mantenido oculto durante mucho tiempo...¿Estoy cambiando? No...no puede ser. ¿Por qué estaría cambiando...? Preguntas y mas preguntas, muchas de ellas sin respuestas y otras con respuestas muy parciales casi vacias.
Ahí estaba yo...perdido...pensativo debajo de la sombra que me proporcionaba aquel pilar de roca mientras observaba, pero ahora no prestaba atención mi mirada estaba fijada en ellos, pero mi mente estaba en otra parte. El clima de siempre, la intensidad del sol de siempre; era un dia común y corriente, estaba tomando un descanso depues de haber realizado tantas misiones seguidas...el tema del veneno, la cura realmente necesitaba un descanso de tantas cosas, suspire mientras acomodaba lentamente mi cabello para cerrar mis ojos y apoyar mi cabeza suavemente sobre el pilar de rocas.

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Edras

Recorrer aquella distancia, kilómetros, días y días, no era era el inconveniente al que mi mente trataba de aferrarse. Mi temor provenía de una zona más primaria y atávica en el interior de mi alma.
Abandonar el poblado por segunda vez, tras los sucesos de la vez primera, suponía un desafío emocional para el cual parecía no estar preparado. Al abandonar la pequeña aldea por primera vez, abandoné de igual forma a mi tío y a causa de esta decisión su vida se apagó, desvanecido el objeto de su persistencia.
Sin embargo, aquella mañana de hacía 3 días me encontraba ya ante el inicio del sendero, mirando hacia una capital que en el horizonte, invisible, se esbozaba como un espejismo motivador. Mis ojos cerrados, arrastrando la rojiza arena de mi tez con sus cristales de agua, y los puños apretados hasta tornar pálidos sus nudillos, dieron lugar a un primer paso. Y a otro. Y a un sin fin. Y tras 2 noches frías, con sus cegadores días, me encontraba ante las puertas de la mayor ciudad de Sunagakure.

Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze Cbdc2fc922


Había decidido, finalmente, redirigir mi vida. La capital, sus shinobis, sus maestros, todo, todo estaba allí. Ya nada me ataba al pequeño pueblo en los límites del desierto. Podría encontrar un lugar en el que medrar.
Y así fue. Pronto me indicaron cual era el mejor lugar para hallar compañeros y maestros de entrenamiento. Una zona retirada, repleta de obstáculos y ruinas, perfecta para la práctica.
Una vez llegué allí, me detuve a observar, inquieto, el primer grupo de shinobis que veía en mi vida. Practicaban el taijutsu con la dureza propia de los habitantes de la Arena. Tan concentrado estaba en lo que para mi resultaba un espectáculo, que no me percaté hasta después de unos minutos del joven que recostado descansaba a la sombra de uno de los antiguos pilares, a apenas unos metros de mi. Sus cabellos me recordaban a los míos, y nuestros ojos claros podría hacer que cualquiera nos tomara por hermanos.

Me senté allí donde me había detenido, con los codos sobre mis rodillas, y el pelo agitándose ante la brisa ardiente. De alguna forma, la presencia del joven no resultaba incómoda. Y ambos parecíamos disfrutar inicialmente del silencio y del entrenamiento que más abajo daba lugar.

Parece un buen lugar para entrenar— dije con tranquilidad.

Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 422553ddc3

Recorrer aquella distancia, kilómetros, días y días, no era era el inconveniente al que mi mente trataba de aferrarse. Mi temor provenía de una zona más primaria y atávica en el interior de mi alma.
Abandonar el poblado por segunda vez, tras los sucesos de la vez primera, suponía un desafío emocional para el cual parecía no estar preparado. Al abandonar la pequeña aldea por primera vez, abandoné de igual forma a mi tío y a causa de esta decisión su vida se apagó, desvanecido el objeto de su persistencia.
Sin embargo, aquella mañana de hacía 3 días me encontraba ya ante el inicio del sendero, mirando hacia una capital que en el horizonte, invisible, se esbozaba como un espejismo motivador. Mis ojos cerrados, arrastrando la rojiza arena de mi tez con sus cristales de agua, y los puños apretados hasta tornar pálidos sus nudillos, dieron lugar a un primer paso. Y a otro. Y a un sin fin. Y tras 2 noches frías, con sus cegadores días, me encontraba ante las puertas de la mayor ciudad de Sunagakure.

Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze Cbdc2fc922


Había decidido, finalmente, redirigir mi vida. La capital, sus shinobis, sus maestros, todo, todo estaba allí. Ya nada me ataba al pequeño pueblo en los límites del desierto. Podría encontrar un lugar en el que medrar.
Y así fue. Pronto me indicaron cual era el mejor lugar para hallar compañeros y maestros de entrenamiento. Una zona retirada, repleta de obstáculos y ruinas, perfecta para la práctica.
Una vez llegué allí, me detuve a observar, inquieto, el primer grupo de shinobis que veía en mi vida. Practicaban el taijutsu con la dureza propia de los habitantes de la Arena. Tan concentrado estaba en lo que para mi resultaba un espectáculo, que no me percaté hasta después de unos minutos del joven que recostado descansaba a la sombra de uno de los antiguos pilares, a apenas unos metros de mi. Sus cabellos me recordaban a los míos, y nuestros ojos claros podría hacer que cualquiera nos tomara por hermanos.

Me senté allí donde me había detenido, con los codos sobre mis rodillas, y el pelo agitándose ante la brisa ardiente. De alguna forma, la presencia del joven no resultaba incómoda. Y ambos parecíamos disfrutar inicialmente del silencio y del entrenamiento que más abajo daba lugar.

Parece un buen lugar para entrenar— dije con tranquilidad.

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Yugen Nendo
Disfrutando del entrenamiento que tenia frente a mis ojos, no hacía más que observar sin más, era como estar presente, pero solo en cuerpo y no en mente...mientras observaba dicho entrenamiento, mis manos no hacia más que reposar a los costados, jugando con la arena que cubría la mayor parte del pilar de rocas detrás de mí; un lugar que podía disfrutar al 100% sin duda, tenia todo lo que necesitaba, brisa, sombra y un agradable y como silencio...

Podía sentir como la arena se escapaba entre mis dedos, tanto para mi brazo normal como para aquel que presentaba la peculiaridad que despertaba interés u horros en muchas personas... ¿De dónde había salido esta maldita cosa...? Me preguntaba mientras rebuscaba en lo mas recóndito de mis memorias...sin resultado alguno.
Sería traído de vuelta a la realidad al escuchar el sonido de pisas a pocos metros de donde yo estaba, un chico de cabello rubio casi blanco para ser preciso, sus ojos...portaban un iris de color tan cristalizado que parecían dos zafiros... ¿De dónde había salido este...? Como si no existiera se sentó a un costado, separados por menos de un metro observando en la misma dirección que yo lo hacía...
- ¿Esta todo bien? No se si te habrás dado cuenta, pero estoy entado aquí para estar solo y disfrutar del silencio...no necesito que me hagas compañía...-
Diría mientras me cruzaba de brazos y me desplazaría suavemente utilizando la arena debajo de mi trasero para así sumar unos cuantos centímetros más de distancia, el chico parecía estar muy sumido en el entre miento que realizaban aquellos Shinobis; un entrenamiento de Taijutsu puro, sin utilizar si quiera chakra, sin duda tendría buenos resultados a su debido tiempo; fue entonces cuando el desconocido finalmente abriría sus labios para mencionar algo que era más que obvio...
-Pues son los “Campos de Entrenamiento” de la Aldea de la Arena... ¿Que esperabas un lago o un río? -

Realmente me importaba poco la reacción del chico ante el poco tacto que estaba utilizando para dirigirme hacia su persona, así solía hacerlo siempre a menos que considerara a esa persona como suprema a mí o de mayor rango en algunos casos.
-Te ves muy interesado en entrenar. ¿Acaso no has venido a buscar pelea o sí? -
Ahí estaba yo nuevamente; de regreso, a la espera de un sí que haría que mi sangre empezara a hervir y mi sed de combate surgiera en cuestión de segundos...solo hacia falta esperar la respuesta del chico.
Disfrutando del entrenamiento que tenia frente a mis ojos, no hacía más que observar sin más, era como estar presente, pero solo en cuerpo y no en mente...mientras observaba dicho entrenamiento, mis manos no hacia más que reposar a los costados, jugando con la arena que cubría la mayor parte del pilar de rocas detrás de mí; un lugar que podía disfrutar al 100% sin duda, tenia todo lo que necesitaba, brisa, sombra y un agradable y como silencio...

Podía sentir como la arena se escapaba entre mis dedos, tanto para mi brazo normal como para aquel que presentaba la peculiaridad que despertaba interés u horros en muchas personas... ¿De dónde había salido esta maldita cosa...? Me preguntaba mientras rebuscaba en lo mas recóndito de mis memorias...sin resultado alguno.
Sería traído de vuelta a la realidad al escuchar el sonido de pisas a pocos metros de donde yo estaba, un chico de cabello rubio casi blanco para ser preciso, sus ojos...portaban un iris de color tan cristalizado que parecían dos zafiros... ¿De dónde había salido este...? Como si no existiera se sentó a un costado, separados por menos de un metro observando en la misma dirección que yo lo hacía...
- ¿Esta todo bien? No se si te habrás dado cuenta, pero estoy entado aquí para estar solo y disfrutar del silencio...no necesito que me hagas compañía...-
Diría mientras me cruzaba de brazos y me desplazaría suavemente utilizando la arena debajo de mi trasero para así sumar unos cuantos centímetros más de distancia, el chico parecía estar muy sumido en el entre miento que realizaban aquellos Shinobis; un entrenamiento de Taijutsu puro, sin utilizar si quiera chakra, sin duda tendría buenos resultados a su debido tiempo; fue entonces cuando el desconocido finalmente abriría sus labios para mencionar algo que era más que obvio...
-Pues son los “Campos de Entrenamiento” de la Aldea de la Arena... ¿Que esperabas un lago o un río? -

Realmente me importaba poco la reacción del chico ante el poco tacto que estaba utilizando para dirigirme hacia su persona, así solía hacerlo siempre a menos que considerara a esa persona como suprema a mí o de mayor rango en algunos casos.
-Te ves muy interesado en entrenar. ¿Acaso no has venido a buscar pelea o sí? -
Ahí estaba yo nuevamente; de regreso, a la espera de un sí que haría que mi sangre empezara a hervir y mi sed de combate surgiera en cuestión de segundos...solo hacia falta esperar la respuesta del chico.

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Edras

Edras escuchó pacientemente las palabras de aquel joven mientras continuaba observando el entrenamiento. Cuando el silencio se hacía algo más denso de lo normal pellizcó en su mentón la tela que cubría la mitad de su rostro y tiró de ella mientras giraba la cara hacia el chico. Una sonrisa calmada y sosegada, propia del que la ha ensayado mil días, apareció de detrás de la tela.

Sí, claro. Podríamos entrenar —dijo con cierta desgana— supongo. No sé.

La sonrisa, estática cual máscara de porcelana, se mantuvo hasta desaparecer drásticamente justo cuando Edras se levantaba. Observabando con apatía el combate de taijutsu metros más abajo, volvió a girar la cabeza hacia el otro shinobi.

Me llamo Namikaze Edras ¿Empezamos? —preguntó mientras estiraba las extremidades y su cabello bailaba una y otra vez delante de su cara.

El terreno era idóneo para el entrenamiento. Una variedad enorme de obstáculos se  amontonaban entre antiguos pilares, ruinas, planicies y rocas desmesuradas. Había podído descansar unas horas después de su viaje y se sentía con ganas de iniciar su rutina diaría junto con el otro joven.

La arena rojiza seseaba incesante a nuestro alrededor, llenando lo silencios de un susurro tan ligado a nuestra vida como el amanecer del sol o el cálido viento y la fría noche.


DATOS:

Edras escuchó pacientemente las palabras de aquel joven mientras continuaba observando el entrenamiento. Cuando el silencio se hacía algo más denso de lo normal pellizcó en su mentón la tela que cubría la mitad de su rostro y tiró de ella mientras giraba la cara hacia el chico. Una sonrisa calmada y sosegada, propia del que la ha ensayado mil días, apareció de detrás de la tela.

Sí, claro. Podríamos entrenar —dijo con cierta desgana— supongo. No sé.

La sonrisa, estática cual máscara de porcelana, se mantuvo hasta desaparecer drásticamente justo cuando Edras se levantaba. Observabando con apatía el combate de taijutsu metros más abajo, volvió a girar la cabeza hacia el otro shinobi.

Me llamo Namikaze Edras ¿Empezamos? —preguntó mientras estiraba las extremidades y su cabello bailaba una y otra vez delante de su cara.

El terreno era idóneo para el entrenamiento. Una variedad enorme de obstáculos se  amontonaban entre antiguos pilares, ruinas, planicies y rocas desmesuradas. Había podído descansar unas horas después de su viaje y se sentía con ganas de iniciar su rutina diaría junto con el otro joven.

La arena rojiza seseaba incesante a nuestro alrededor, llenando lo silencios de un susurro tan ligado a nuestra vida como el amanecer del sol o el cálido viento y la fría noche.


DATOS:


Última edición por Edras el Miér Sep 11, 2019 2:44 am, editado 1 vez

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Yugen Nendo
Por un momento tuve la impresión de que había sido ignorado, sin embargo, pasado menos de 3 segundos el chico volteo con mucha calma, retirando la tela que cubría su boca para acto seguido expresar su respuesta ante mi última pregunta. -Jum...- Un sonido que era mas que suficiente para demostrar la inconformidad que me provoca esa respuesta. ¿Acaso no despertaba sus ansias de entrenar? Quizás debía enseñarle de que estaba hecho... ¿Debería gritarle...o ser un poco mas agresivo? La verdad no sabia como socializar mucho con las personas, era el típico chico rebelde de pocos amigos, solo aquellos que estuvieran de acuerdo conmigo y no tuviéramos muchas diferencias eran aquellos a los que consideraba amigos.

El chico sonrío de una manera algo extraña para proceder a ponerse de pie frente a mí. ¿Acaso esta demente...? Me preguntaba en el interior de mi cabeza, hace unos segundos mostros pocas ganas de entrenar, pero ahora parece que si interés había despertado... ¿Lo hacía más que nada para mofarme? No lo sabía, pero no pensabas rechazar su oferta; Decidido me levante de un salto levanto algo de arena den el proceso, cerré ambos puños y levante el derecho mostrando el entusiasmo que ahora recorría mi cuerpo. - ¡Es mejor que te prepares...! - Gritaría entonces al miembro del clan Namikaze, cuyo nombre aún era desconocido para mí. Replicando con exactitud los estiramientos del Rubio, caminaría unos cuantos metros en el proceso, descendiendo un pequeño banco de arena el cual era el único medio que nos separaba del terreno plano, pero muy mixto que utilizaríamos para combatir.


-Bien, si no te importa yo empiezo...- Colocaría ambas manos sobre mi cabeza para tronar mi cuello, luego movería un poco los hombros en semicírculos para cortar mi respiración continua con un fuerte suspiro...me ayudaba a relajar el cuerpo en momentos como estos. Inclinando mi cuerpo en dirección a mi rival, tomaría entonces la arcilla explosiva que reposaba en su contenedor el cual colgaba de mi espalda, en el área baja para ser precisos, el mismo era tapado por mis ropajes al igual que las demás bolsas donde almacenaba mis herramientas ninjas. Las boquillas de mis bocas rápidamente ingirieron la arcilla que sería necesaria para hacer 2 creaciones. Retiraría rápidamente las manos del contenedor y a su vez retrocedería un metro; aumentando así nuestra distancia a 6 metros. Una vez realizado este repliegue extendería mis manos en dirección a mi rival, 3 aves de arcilla serían expulsadas estas eran pequeñas. Había reducido su tamaño a la mitad para que de igual forma el daño que causaran no fuera considerable, tomando en cuenta que solo era un entrenamiento, esta reducción de tamaño me ahorro algunos segundos de moldeado... Estas realizarían una trayectoria lineal, con la esperanza de poder impactar sobre el cuerpo de mi contrincante, solo esperaba no causarle graves daños; si lograban su cometido no sería necesaria la pronunciación del comando “Katsu”, atento a la trayectoria de mis aves intentaría prestar atención en lo posible a la reacción de mi rival.
Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:
Por un momento tuve la impresión de que había sido ignorado, sin embargo, pasado menos de 3 segundos el chico volteo con mucha calma, retirando la tela que cubría su boca para acto seguido expresar su respuesta ante mi última pregunta. -Jum...- Un sonido que era mas que suficiente para demostrar la inconformidad que me provoca esa respuesta. ¿Acaso no despertaba sus ansias de entrenar? Quizás debía enseñarle de que estaba hecho... ¿Debería gritarle...o ser un poco mas agresivo? La verdad no sabia como socializar mucho con las personas, era el típico chico rebelde de pocos amigos, solo aquellos que estuvieran de acuerdo conmigo y no tuviéramos muchas diferencias eran aquellos a los que consideraba amigos.

El chico sonrío de una manera algo extraña para proceder a ponerse de pie frente a mí. ¿Acaso esta demente...? Me preguntaba en el interior de mi cabeza, hace unos segundos mostros pocas ganas de entrenar, pero ahora parece que si interés había despertado... ¿Lo hacía más que nada para mofarme? No lo sabía, pero no pensabas rechazar su oferta; Decidido me levante de un salto levanto algo de arena den el proceso, cerré ambos puños y levante el derecho mostrando el entusiasmo que ahora recorría mi cuerpo. - ¡Es mejor que te prepares...! - Gritaría entonces al miembro del clan Namikaze, cuyo nombre aún era desconocido para mí. Replicando con exactitud los estiramientos del Rubio, caminaría unos cuantos metros en el proceso, descendiendo un pequeño banco de arena el cual era el único medio que nos separaba del terreno plano, pero muy mixto que utilizaríamos para combatir.


-Bien, si no te importa yo empiezo...- Colocaría ambas manos sobre mi cabeza para tronar mi cuello, luego movería un poco los hombros en semicírculos para cortar mi respiración continua con un fuerte suspiro...me ayudaba a relajar el cuerpo en momentos como estos. Inclinando mi cuerpo en dirección a mi rival, tomaría entonces la arcilla explosiva que reposaba en su contenedor el cual colgaba de mi espalda, en el área baja para ser precisos, el mismo era tapado por mis ropajes al igual que las demás bolsas donde almacenaba mis herramientas ninjas. Las boquillas de mis bocas rápidamente ingirieron la arcilla que sería necesaria para hacer 2 creaciones. Retiraría rápidamente las manos del contenedor y a su vez retrocedería un metro; aumentando así nuestra distancia a 6 metros. Una vez realizado este repliegue extendería mis manos en dirección a mi rival, 3 aves de arcilla serían expulsadas estas eran pequeñas. Había reducido su tamaño a la mitad para que de igual forma el daño que causaran no fuera considerable, tomando en cuenta que solo era un entrenamiento, esta reducción de tamaño me ahorro algunos segundos de moldeado... Estas realizarían una trayectoria lineal, con la esperanza de poder impactar sobre el cuerpo de mi contrincante, solo esperaba no causarle graves daños; si lograban su cometido no sería necesaria la pronunciación del comando “Katsu”, atento a la trayectoria de mis aves intentaría prestar atención en lo posible a la reacción de mi rival.
Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:

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Edras


El joven se levantó enérgicamente. Alzó la voz a Edras, haciendo gala de su entusiasmo y predisposición para el combate mientras estiraba. Edras pensó que debía ser alguien necesitado de admiración, alguien que buscaba amistades sin tener una conocimiento claro de la forma correcta para lograrlo. En todo caso, y aunque aquello no era de su incumbencia, Edras pensó que si alguien, de la forma que fuera, buscaba una amistad, él no sería quién para negársela.
Poco después descendieron hacia un lugar más apto, con una superficie llana y algunos obstáculos, o coberturas, como pilares, rocas y antiguos muros. En aquel momento Edras se percató de una peculiaridad en su compañero de entrenamiento. Su brazo derecho estaba cubierto de una extraña tonalidad rojiza y terminaba en una no menos extraña coloración azulada. Por un instante aquello le perturbó profundamente. ¿Era esto algo común en la capital?

No tuvo mucho más tiempo para pensar en ello. El muchacho se preparaba para actuar. Colocaba sus manos en su espalda buscando algo y el Namikaze, precavido, dejó crecer discretamente su cabello por su espalda, ocultándose primero tras el cuello, evitando superar su diámetro.
El rubio de extraño brazo retrocedió un metro, para justo después lanzar con sus lo que parecían 3 aves pequeñas de arcilla.
No esperando nada bueno de un ataque con un aspecto tan inofensivo, Edras hizo uso de su cabello, cubriendo su cuerpo con él para después endurecerlo. La masa pilosa de pálida y brillante coloración se extendió recubriendo al shinobi de arriba a abajo. Una rápida descarga de chackra hizo crujir el cabello produciendo un leve sonido parecido al cuero siendo tensado.

“Sean lo que sean esas cosas, impactarán contra el Hari Jizo” pensó Edras. Y así fue. Tres tremendos estruendos colmaron el lugar. Edras, que no cabía en su asombro, escuchó el estallido desde el interior de su protección, de forma amortiguada por esta, pero claramente audible.

“No puede ser ¿Esas pequeñas aves de arcilla han causado tal despliegue de energía? Este shinobi no es ninguna broma” reflexionó Edras para sí mismo.

Tras averiguar esto, el Namikaze, aún dentro de la cobertura de cabello y tras realizar una serie de sellos, acumularía energía en su mano, preparando el Kieru Rasengan para ser lanzado en el momento justo en el que su cabello se abriese, aprovechando la cobertura aportada por la explosión para sorprender a su compañero de entrenamiento. Asumiendo la presencia de esta nube de polvo en el exterior, desatada por las explosiones, Edras crearía además 2 clones de sombra una vez fuera y entre la polvareda.



DATOS:


El joven se levantó enérgicamente. Alzó la voz a Edras, haciendo gala de su entusiasmo y predisposición para el combate mientras estiraba. Edras pensó que debía ser alguien necesitado de admiración, alguien que buscaba amistades sin tener una conocimiento claro de la forma correcta para lograrlo. En todo caso, y aunque aquello no era de su incumbencia, Edras pensó que si alguien, de la forma que fuera, buscaba una amistad, él no sería quién para negársela.
Poco después descendieron hacia un lugar más apto, con una superficie llana y algunos obstáculos, o coberturas, como pilares, rocas y antiguos muros. En aquel momento Edras se percató de una peculiaridad en su compañero de entrenamiento. Su brazo derecho estaba cubierto de una extraña tonalidad rojiza y terminaba en una no menos extraña coloración azulada. Por un instante aquello le perturbó profundamente. ¿Era esto algo común en la capital?

No tuvo mucho más tiempo para pensar en ello. El muchacho se preparaba para actuar. Colocaba sus manos en su espalda buscando algo y el Namikaze, precavido, dejó crecer discretamente su cabello por su espalda, ocultándose primero tras el cuello, evitando superar su diámetro.
El rubio de extraño brazo retrocedió un metro, para justo después lanzar con sus lo que parecían 3 aves pequeñas de arcilla.
No esperando nada bueno de un ataque con un aspecto tan inofensivo, Edras hizo uso de su cabello, cubriendo su cuerpo con él para después endurecerlo. La masa pilosa de pálida y brillante coloración se extendió recubriendo al shinobi de arriba a abajo. Una rápida descarga de chackra hizo crujir el cabello produciendo un leve sonido parecido al cuero siendo tensado.

“Sean lo que sean esas cosas, impactarán contra el Hari Jizo” pensó Edras. Y así fue. Tres tremendos estruendos colmaron el lugar. Edras, que no cabía en su asombro, escuchó el estallido desde el interior de su protección, de forma amortiguada por esta, pero claramente audible.

“No puede ser ¿Esas pequeñas aves de arcilla han causado tal despliegue de energía? Este shinobi no es ninguna broma” reflexionó Edras para sí mismo.

Tras averiguar esto, el Namikaze, aún dentro de la cobertura de cabello y tras realizar una serie de sellos, acumularía energía en su mano, preparando el Kieru Rasengan para ser lanzado en el momento justo en el que su cabello se abriese, aprovechando la cobertura aportada por la explosión para sorprender a su compañero de entrenamiento. Asumiendo la presencia de esta nube de polvo en el exterior, desatada por las explosiones, Edras crearía además 2 clones de sombra una vez fuera y entre la polvareda.



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Yugen Nendo
Mis ojos se abrieron de par en par súbitamente al observar la técnica del Namikaze...interesante, no hacia mas que encender el deseo de batalla y alentar el fuego en mi interior; sentía como lentamente las revoluciones de mis latidos iban en aumento, la masa que ahora lo cubría sería la responsable de recibir el impacto de las aves en su totalidad, tres sonidos de gran magnitud que no hicieron mas que esparcirse en la distancia de los terrenos de entrenamiento; aquel grupo que realizaba su sesión de Taijutsu pronto se acercaría al campo de batalla, cautivados por el daño que había causado, ahora observaban atentos al combate que se estaba llevando a cabo...
 


-Nada mal...- Diría al observar la cobertura de material extraño que había rodeado por completo al Shinobi de cabello rubio de pies a cabeza, aprovecharía entonces para moldear nuevamente una de mis figuras favoritas, el ciempiés. Uniendo ambas manos para agilizar el proceso tendría el tiempo suficiente para acabar mi creación, quería aprovechar que el Shinobi en cuestión no podía observarme o al menos eso parecía. Mi campo de visión era bloqueado por la nube de humo que habían dejado las explosiones, sin embargo, las fuertes corrientes de aire no tardarían en disipar dicha nube, aun así, era mas que suficiente pues podía ver el resto del material protector del Namikaze, exactamente el área de la parte baja de su cuerpo.
 

-Aun sigues ahí- Finalmente terminaría de moldear la figura de arcilla, dejándola caer sin más en la arena, la figura de arcilla que por ahora media la mitad de su tamaño máximo se introdujo sin mucha dificultad sobre la arena; le tomaría algunos segundos llegar a la posición del ahora oculto Namikaze, de pronto la estructura protectora se abriría dejando salir un proyectil de color blanco con ciertas tonalidades azules, el mismo se desvanecería segundos después... -Vaya creo que tu técnica no ha...-Sin poder finalizar mi oración fui impacto fuertemente en mi pecho por el proyectil que volvía a materializarse, sin embargo, ahora solo podían verse residuos de la técnica; fui lanzado metro y medio hacia atrás por el impacto.
 

- ¿! ¡¿Pero qué demonios ha sido eso?!- Gritaría entonces entre quejidos y una leve tos, tratando de recuperar el aire, me pondría de pie nuevamente con algo de dificultad mientras posicionaba mi visión de nuevo en Edras...Este maldito tiene buenos trucos, solo es cuestión de tiempo. Cuando podía observar nuevamente al Namikaze este había creado 2 copias exactas de sí mismo... ¿Cuál era el real? Si había algo que odiaba eran los acertijos y la técnica de clones no era para nada de mi agrado... -¿Con que quieres jugar conmigo eh...?-Rápidamente uniría ambas manos para moldear 3 aves más de arcilla; aun jadeando lanzaría las aves una para cada clon con la esperanza de descubrir cual era el real. Las aves recorrerían los entonces 7 metros y medio de distancia entre ambos para intentar cumplir la misma función que sus predecesoras.

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Técnicas y Acciones:
Mis ojos se abrieron de par en par súbitamente al observar la técnica del Namikaze...interesante, no hacia mas que encender el deseo de batalla y alentar el fuego en mi interior; sentía como lentamente las revoluciones de mis latidos iban en aumento, la masa que ahora lo cubría sería la responsable de recibir el impacto de las aves en su totalidad, tres sonidos de gran magnitud que no hicieron mas que esparcirse en la distancia de los terrenos de entrenamiento; aquel grupo que realizaba su sesión de Taijutsu pronto se acercaría al campo de batalla, cautivados por el daño que había causado, ahora observaban atentos al combate que se estaba llevando a cabo...
 


-Nada mal...- Diría al observar la cobertura de material extraño que había rodeado por completo al Shinobi de cabello rubio de pies a cabeza, aprovecharía entonces para moldear nuevamente una de mis figuras favoritas, el ciempiés. Uniendo ambas manos para agilizar el proceso tendría el tiempo suficiente para acabar mi creación, quería aprovechar que el Shinobi en cuestión no podía observarme o al menos eso parecía. Mi campo de visión era bloqueado por la nube de humo que habían dejado las explosiones, sin embargo, las fuertes corrientes de aire no tardarían en disipar dicha nube, aun así, era mas que suficiente pues podía ver el resto del material protector del Namikaze, exactamente el área de la parte baja de su cuerpo.
 

-Aun sigues ahí- Finalmente terminaría de moldear la figura de arcilla, dejándola caer sin más en la arena, la figura de arcilla que por ahora media la mitad de su tamaño máximo se introdujo sin mucha dificultad sobre la arena; le tomaría algunos segundos llegar a la posición del ahora oculto Namikaze, de pronto la estructura protectora se abriría dejando salir un proyectil de color blanco con ciertas tonalidades azules, el mismo se desvanecería segundos después... -Vaya creo que tu técnica no ha...-Sin poder finalizar mi oración fui impacto fuertemente en mi pecho por el proyectil que volvía a materializarse, sin embargo, ahora solo podían verse residuos de la técnica; fui lanzado metro y medio hacia atrás por el impacto.
 

- ¿! ¡¿Pero qué demonios ha sido eso?!- Gritaría entonces entre quejidos y una leve tos, tratando de recuperar el aire, me pondría de pie nuevamente con algo de dificultad mientras posicionaba mi visión de nuevo en Edras...Este maldito tiene buenos trucos, solo es cuestión de tiempo. Cuando podía observar nuevamente al Namikaze este había creado 2 copias exactas de sí mismo... ¿Cuál era el real? Si había algo que odiaba eran los acertijos y la técnica de clones no era para nada de mi agrado... -¿Con que quieres jugar conmigo eh...?-Rápidamente uniría ambas manos para moldear 3 aves más de arcilla; aun jadeando lanzaría las aves una para cada clon con la esperanza de descubrir cual era el real. Las aves recorrerían los entonces 7 metros y medio de distancia entre ambos para intentar cumplir la misma función que sus predecesoras.

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Edras


Para mi sorpresa mis técnicas no resultaron interrumpidas. Mi autoestima debía tomar nota de aquello. Acostumbrado a entrenar en solitario, había ideado un sin fin de combinaciones y tácticas, pero nunca imaginé que funcionarían en el momento en que las necesitase.
Tras la explosión, mi cabello Jizo se apartó rápidamente y, tras él, una esfera de aire recorrió veloz la distancia entre el explosivo ninja y yo. En su recorrido, desapareció un instante para luego impactar en mi rival. Su cuerpo salió proyectado hacia atrás cortando sus palabras de golpe y dejando su semblante aún más impactado que su cuerpo.
A pesar del golpe, el peliblanco se alzó y me miró desafiante. En su mirada no parecía haber ya pizca alguna de sorpresa. Si su habilidad se centraba en las explosiones debía conocer bien la sensación de ser derribado, y por lo que parecía estaba acostumbrado a la misma en cierto grado.
Había visto mi Rasengan resquebrajar rocas. Estaba claro que era un shinobi duro.
No tardó demasiado en volver a lanzar aquellas figuras voladoras, tres nuevas en dirección a mi y mis dos clones.
En aquel momento la decisión se dividía entre, atacar utilizando los clones o protegerme de la explosión revelando cuál de entre los 3 era el Edras verdadero. Por supuesto, cubrirnos los 3 con el Jizo hubiera sido una opción, pero consumiría una cantidad de chakra que, a pesar de mis grandes reservas, podría causar un final prematuro del combate para mi.

Una opción diferente me vino como un destello de luz a la mente. El Toton Jutsu. Parecía que mis copias habían llegado, como no podía ser de otra forma, a la misma conclusión. Mi clon de la izquierda extendíó la mano en la que había comenzado a acumular chakra unos segundos antes tras una serie de sellos de manos. Poco después, extendiéndola de forma enérgica en dirección al suelo, arrojó contra el mismo la esfera de Kieru Rasengan. Ésta, con su poder rotatorio y velocidad, impactó enseguida contra el suelo con un estruendo, provocando una explosión de arena de tamaño considerable ante los tres 'yoes', ocultándonos de la visión del rival por unos segundos. Sin embargo las aves que el peliblanco había enviado impactaron contra la onda de arena a apenas unos metros. La onda expansiva resultante de la explosión me lanzó hacia atrás fuertemente. Aturdido me puse en pie tan rápido como pude para ver una gran humareda sumada a la que causaba la destrucción de mis dos clones.
Aprovechando esos instantes, hice uso del Toton Jutsu, tras realizar los sellos requeridos, desvaneciéndome oculto por la improvisada cobertura y corriendo hacia el lado izquierdo, donde unos muros y pilares ruinosos servirían de refugio ante los explosivos ataques de mi compañero de rojiazulado brazo.
Allí, subiría por los restos de lo que algún día fue una escalera y una edificación. Ésta, con todos sus muros derribados a excepción de uno, de dos pisos de altura y con todavía una pequeña porción del suelo del segundo piso, supondría una buena ubicación desde la que vigilar los movimientos del mi rival.

Sus ataques resultaban devastadores y no podía permitirme permanecer constantemente en una posición defensiva.

En la cobertura del segundo piso de aquel muro, utilicé los últimos instantes que me ofrecía la cobertura humeante para realizar los sellos y crear un clon de sombras que permanecería a cubierto agazapado tras el muro después de entregarle un kunai.

La humareda se disipó con cierta velocidad. El campo de batalla contaba ya con varios cráteres de modestas dimensiones, de los cuales unos hilos de humo surgían agitadamente. La contusión de la explosión había agitado mi cuerpo como un muñeco de trapo, y aunque ya me empezaba a recuperar temía por las consecuencias de recibir un impacto directo.




DATOS:


Para mi sorpresa mis técnicas no resultaron interrumpidas. Mi autoestima debía tomar nota de aquello. Acostumbrado a entrenar en solitario, había ideado un sin fin de combinaciones y tácticas, pero nunca imaginé que funcionarían en el momento en que las necesitase.
Tras la explosión, mi cabello Jizo se apartó rápidamente y, tras él, una esfera de aire recorrió veloz la distancia entre el explosivo ninja y yo. En su recorrido, desapareció un instante para luego impactar en mi rival. Su cuerpo salió proyectado hacia atrás cortando sus palabras de golpe y dejando su semblante aún más impactado que su cuerpo.
A pesar del golpe, el peliblanco se alzó y me miró desafiante. En su mirada no parecía haber ya pizca alguna de sorpresa. Si su habilidad se centraba en las explosiones debía conocer bien la sensación de ser derribado, y por lo que parecía estaba acostumbrado a la misma en cierto grado.
Había visto mi Rasengan resquebrajar rocas. Estaba claro que era un shinobi duro.
No tardó demasiado en volver a lanzar aquellas figuras voladoras, tres nuevas en dirección a mi y mis dos clones.
En aquel momento la decisión se dividía entre, atacar utilizando los clones o protegerme de la explosión revelando cuál de entre los 3 era el Edras verdadero. Por supuesto, cubrirnos los 3 con el Jizo hubiera sido una opción, pero consumiría una cantidad de chakra que, a pesar de mis grandes reservas, podría causar un final prematuro del combate para mi.

Una opción diferente me vino como un destello de luz a la mente. El Toton Jutsu. Parecía que mis copias habían llegado, como no podía ser de otra forma, a la misma conclusión. Mi clon de la izquierda extendíó la mano en la que había comenzado a acumular chakra unos segundos antes tras una serie de sellos de manos. Poco después, extendiéndola de forma enérgica en dirección al suelo, arrojó contra el mismo la esfera de Kieru Rasengan. Ésta, con su poder rotatorio y velocidad, impactó enseguida contra el suelo con un estruendo, provocando una explosión de arena de tamaño considerable ante los tres 'yoes', ocultándonos de la visión del rival por unos segundos. Sin embargo las aves que el peliblanco había enviado impactaron contra la onda de arena a apenas unos metros. La onda expansiva resultante de la explosión me lanzó hacia atrás fuertemente. Aturdido me puse en pie tan rápido como pude para ver una gran humareda sumada a la que causaba la destrucción de mis dos clones.
Aprovechando esos instantes, hice uso del Toton Jutsu, tras realizar los sellos requeridos, desvaneciéndome oculto por la improvisada cobertura y corriendo hacia el lado izquierdo, donde unos muros y pilares ruinosos servirían de refugio ante los explosivos ataques de mi compañero de rojiazulado brazo.
Allí, subiría por los restos de lo que algún día fue una escalera y una edificación. Ésta, con todos sus muros derribados a excepción de uno, de dos pisos de altura y con todavía una pequeña porción del suelo del segundo piso, supondría una buena ubicación desde la que vigilar los movimientos del mi rival.

Sus ataques resultaban devastadores y no podía permitirme permanecer constantemente en una posición defensiva.

En la cobertura del segundo piso de aquel muro, utilicé los últimos instantes que me ofrecía la cobertura humeante para realizar los sellos y crear un clon de sombras que permanecería a cubierto agazapado tras el muro después de entregarle un kunai.

La humareda se disipó con cierta velocidad. El campo de batalla contaba ya con varios cráteres de modestas dimensiones, de los cuales unos hilos de humo surgían agitadamente. La contusión de la explosión había agitado mi cuerpo como un muñeco de trapo, y aunque ya me empezaba a recuperar temía por las consecuencias de recibir un impacto directo.




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Yugen Nendo
Mis aves continuarían su trayectoria sin ser interrumpidas en lo absoluto, estando a escazos metros se toparían con la primera barrera provocada por mi rival, el mismo quien había creado tres clones anteriormente de los cuales uno lanzaría o mas bien replicaría la técnica que habia impactado contra mi pecho minutos antes; la misma sería estampada esta vez contra el suelo, provocando así una corriente de aire que se interpondría entre Edras sus clones y mis aves; Pronto se desvanecería la nube de humo y dejaría ver que Edras había abandonado su posición. -¿Te estas escondiendo maldito…?-

Susurre al observar que el Namikaze ya no estaba donde lo había visto por ultima vez de seguro había realizado alguna técnica extraña; teniendo el campo libre sin individuos por los cuales preocuparme me mantuve en mi posición observando hacia los alrededores, estaba completamente solo, Edras no estaba dentro de mi campo de visión; por otra parte solo nos acompañaban los Gennins que entrenaban Taijutsu anteriormente. -Bien si no puedo verte ni oírte…no te dejare acercarte…-

Con un simple salto retrocedí linealmente 5 metros más de mi posición actual no quería permanecer en el mismo lugar de seguro había preparado alguna artimañana o algo por el estilo; habiendo retrocedido ya esta distancia; desde mi ultimo moldeado de aquellas 3 aves mis manos habían estado masticando la arcilla, la cual ahora sería expulsada y quedaría a mi disposición para nuevas creaciones. Las boquillas de mis manos se abrieron y ambas escupieron la arcilla pero en un estado mas gelatinoso este en forma de cordón que al caer al suelo empezaría a juntarse y formar un charco de arcilla del cual se empezaría a formar y tomar un poco mas de forma en un cuerpo humanoide pero con ciertos defectos.

Una vez creado el muñeco de arcilla daría unos cuantos pasos hacia atrás hasta alcanzar 50 centimetros mas de distancia de donde había creado el muñeco; del muñeco a mi mano era notable un hilo de arcilla el cual continuaba proporcionando el material para que alcanzara el máximo de su tamaño.
Hecho esto no quedaría mas que esperar a que Edras le diera por Sali de su encondite o mostrarse nuevamente frente a mí o quizás realizar algún tipo de artimañana…
 
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Mis aves continuarían su trayectoria sin ser interrumpidas en lo absoluto, estando a escazos metros se toparían con la primera barrera provocada por mi rival, el mismo quien había creado tres clones anteriormente de los cuales uno lanzaría o mas bien replicaría la técnica que habia impactado contra mi pecho minutos antes; la misma sería estampada esta vez contra el suelo, provocando así una corriente de aire que se interpondría entre Edras sus clones y mis aves; Pronto se desvanecería la nube de humo y dejaría ver que Edras había abandonado su posición. -¿Te estas escondiendo maldito…?-

Susurre al observar que el Namikaze ya no estaba donde lo había visto por ultima vez de seguro había realizado alguna técnica extraña; teniendo el campo libre sin individuos por los cuales preocuparme me mantuve en mi posición observando hacia los alrededores, estaba completamente solo, Edras no estaba dentro de mi campo de visión; por otra parte solo nos acompañaban los Gennins que entrenaban Taijutsu anteriormente. -Bien si no puedo verte ni oírte…no te dejare acercarte…-

Con un simple salto retrocedí linealmente 5 metros más de mi posición actual no quería permanecer en el mismo lugar de seguro había preparado alguna artimañana o algo por el estilo; habiendo retrocedido ya esta distancia; desde mi ultimo moldeado de aquellas 3 aves mis manos habían estado masticando la arcilla, la cual ahora sería expulsada y quedaría a mi disposición para nuevas creaciones. Las boquillas de mis manos se abrieron y ambas escupieron la arcilla pero en un estado mas gelatinoso este en forma de cordón que al caer al suelo empezaría a juntarse y formar un charco de arcilla del cual se empezaría a formar y tomar un poco mas de forma en un cuerpo humanoide pero con ciertos defectos.

Una vez creado el muñeco de arcilla daría unos cuantos pasos hacia atrás hasta alcanzar 50 centimetros mas de distancia de donde había creado el muñeco; del muñeco a mi mano era notable un hilo de arcilla el cual continuaba proporcionando el material para que alcanzara el máximo de su tamaño.
Hecho esto no quedaría mas que esperar a que Edras le diera por Sali de su encondite o mostrarse nuevamente frente a mí o quizás realizar algún tipo de artimañana…
 
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Técnica Usada -8Ck

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Edras

El silencio invadió el lugar por unos momentos tras la vertiginosa sucesión de los acontecimientos recientes. Desde la cobertura de aquellas ruinas, aún cubierto por la técnica de Escape Transparente, observé a mi rival, asomado desde lo que un día fue una ventana, ahora a medio demoler.
Mi clon esperaba ansioso. El kunai que le había entregado era uno de los que contaban con un hilo de alambre fuertemente atado al mismo.
Al otro lado del modesto campo, mi rival parecía bastante ocupado, observé como de sus manos surgía una especie de arcilla inexplicablemente. Casi parecía surgir de sus propias manos. Dejó caer la arcilla al suelo, más líquida esta vez, y poco a poco pareció tomar forma, dando lugar a una suerte de homúnculo deforme.

“¿De dónde ha salido este tipo?”
dije para mi mismo. Aquella extraña habilidad no solo era tremendamente peligrosa sino versátil. Las formas creadas no parecían contar con una gran resistencia ya que la onda causada por mi Rasengan las había hecho denotar. Sin embargo, aquel ser humanoide, parecía algo más difícil de destruir. Debía evitar el contacto directo.

El sol comenzaba ya a descender. Poco a poco el cielo se tornaría rojizo colmando el paisaje de un oportuno dramatismo, mientras las sombras se alargaban y el campo de entrenamiento se vaciaba.

En voz baja y con detalle expliqué a mi clon el siguiente movimiento, transmitiéndole lo que podía ver desde aquella atalaya improvisada. Éste, agazapado a mi lado, a cubierto como yo tras la presencia del ruinoso muro, parecía más que preparado.

Trepó una corta distancia hasta quedar a unos centímetros del borde superior del muro, allí permaneció sujeto sobre los restos de una pequeña cornisa en la que apenas entraba uno de sus pies, teniendo que dejar colgando la pierna opuesta. Aún oculto, esperando el momento para saltar al otro lado, comenzó a acumular chakra en una de sus manos tras realizar los sellos pertinentes. Yo, mientras, hice lo mismo, acumule chakra en mi mano tras ejecutar los sellos, creando otra esfera rotatoria. Lo miré fijamente. Estábamos listos.

El clon, tras mi señal, subiría de un salto a lo alto del muro para inmediatamente después saltar desde él hacia delante, en dirección al rival. En medio del saltó arrojaría el Rasengan hacia la creación del rival. Mientras, con una breve diferencia de tiempo, yo saltaría justo detrás, perdiendo el efecto del Toton, y colocándome alineado con el clon, cubierto por su misma trayectoria. Poco después, tras el lanzamiento de mi clon, realizaría el mío en dirección a mi compañero de entrenamiento.

Caeríamos ambos a 5 metros de nuestros oponentes. Habiendo recorrido con el salto 8 m. De esta forma sortearíamos parte de la distancia, pasando de los 13 m y medio que nos separaban, a aquellos 5 y medio. Ambos Kieru Rasengan serían arrojados tras recorrer 6m (estando cada uno aún a 3m de altura) en el aire, quedando 7'5 hasta el rival.

Al caer, tras hacer los sellos de manos necesarios, me cubriría con mi cabello endurecido en previsión de alguna trampa o estrategia con la que el peliblanco pudiera aprovechar la corta distancia. Mi clon, consciente de su posición existencial, se plantó defensivamente ante mi, kunai en mano.

El objeto de aquel ataque, aparte del entrenamiento de habilidades en sí, era mostar a mi compañero mis capacidades, de una forma lo menos letal posible, con el fin de determinar un “ganador” en aquel enfrentamiento.
Sin embargo no debía hablar pronto. Aquel joven había demostrado estar hecho de buen material, aún quedaba combate y me encontraba temeroso de su respuesta ante mi acción. Exponerse ante habilidades tan capaces era todo un riesgo. Solo esperaba que, al igual que yo, supiera medir su intensidad.


DATOS:

El silencio invadió el lugar por unos momentos tras la vertiginosa sucesión de los acontecimientos recientes. Desde la cobertura de aquellas ruinas, aún cubierto por la técnica de Escape Transparente, observé a mi rival, asomado desde lo que un día fue una ventana, ahora a medio demoler.
Mi clon esperaba ansioso. El kunai que le había entregado era uno de los que contaban con un hilo de alambre fuertemente atado al mismo.
Al otro lado del modesto campo, mi rival parecía bastante ocupado, observé como de sus manos surgía una especie de arcilla inexplicablemente. Casi parecía surgir de sus propias manos. Dejó caer la arcilla al suelo, más líquida esta vez, y poco a poco pareció tomar forma, dando lugar a una suerte de homúnculo deforme.

“¿De dónde ha salido este tipo?”
dije para mi mismo. Aquella extraña habilidad no solo era tremendamente peligrosa sino versátil. Las formas creadas no parecían contar con una gran resistencia ya que la onda causada por mi Rasengan las había hecho denotar. Sin embargo, aquel ser humanoide, parecía algo más difícil de destruir. Debía evitar el contacto directo.

El sol comenzaba ya a descender. Poco a poco el cielo se tornaría rojizo colmando el paisaje de un oportuno dramatismo, mientras las sombras se alargaban y el campo de entrenamiento se vaciaba.

En voz baja y con detalle expliqué a mi clon el siguiente movimiento, transmitiéndole lo que podía ver desde aquella atalaya improvisada. Éste, agazapado a mi lado, a cubierto como yo tras la presencia del ruinoso muro, parecía más que preparado.

Trepó una corta distancia hasta quedar a unos centímetros del borde superior del muro, allí permaneció sujeto sobre los restos de una pequeña cornisa en la que apenas entraba uno de sus pies, teniendo que dejar colgando la pierna opuesta. Aún oculto, esperando el momento para saltar al otro lado, comenzó a acumular chakra en una de sus manos tras realizar los sellos pertinentes. Yo, mientras, hice lo mismo, acumule chakra en mi mano tras ejecutar los sellos, creando otra esfera rotatoria. Lo miré fijamente. Estábamos listos.

El clon, tras mi señal, subiría de un salto a lo alto del muro para inmediatamente después saltar desde él hacia delante, en dirección al rival. En medio del saltó arrojaría el Rasengan hacia la creación del rival. Mientras, con una breve diferencia de tiempo, yo saltaría justo detrás, perdiendo el efecto del Toton, y colocándome alineado con el clon, cubierto por su misma trayectoria. Poco después, tras el lanzamiento de mi clon, realizaría el mío en dirección a mi compañero de entrenamiento.

Caeríamos ambos a 5 metros de nuestros oponentes. Habiendo recorrido con el salto 8 m. De esta forma sortearíamos parte de la distancia, pasando de los 13 m y medio que nos separaban, a aquellos 5 y medio. Ambos Kieru Rasengan serían arrojados tras recorrer 6m (estando cada uno aún a 3m de altura) en el aire, quedando 7'5 hasta el rival.

Al caer, tras hacer los sellos de manos necesarios, me cubriría con mi cabello endurecido en previsión de alguna trampa o estrategia con la que el peliblanco pudiera aprovechar la corta distancia. Mi clon, consciente de su posición existencial, se plantó defensivamente ante mi, kunai en mano.

El objeto de aquel ataque, aparte del entrenamiento de habilidades en sí, era mostar a mi compañero mis capacidades, de una forma lo menos letal posible, con el fin de determinar un “ganador” en aquel enfrentamiento.
Sin embargo no debía hablar pronto. Aquel joven había demostrado estar hecho de buen material, aún quedaba combate y me encontraba temeroso de su respuesta ante mi acción. Exponerse ante habilidades tan capaces era todo un riesgo. Solo esperaba que, al igual que yo, supiera medir su intensidad.


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Última edición por Edras el Mar Sep 03, 2019 11:59 pm, editado 1 vez

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Sabaku Tsunayoshi
Su mirada color turquesa se notaba perdida en el horizonte, por allá donde el azulado cielo lentamente mutaba sus tonalidades a unas color naranja con leves toques púrpuras culpa de la posición de un holgazán astro rey quien decía adiós a ese lado del planeta para dirigirse a saludar al opuesto del mismo. Aburrido podrían decir que se hallaba, sin embargo y aunque su inexpresiva mirada no dejase leer lo que sus sentimientos le transmitían internamente, en verdad se hallaba entretenido con el hermoso espectáculo natural que sólo los atardeceres en aquel cálido país solían brindarle.

Llevaba desde muy temprano allí, en aquel lugar, su segundo hogar...

El campo de entrenamiento de la Aldea oculta entre la Arena desde hacía ya un buen tiempo había sido concurrido por el pelirrojo de pronunciadas ojeras casi todos los días sin falta. Prácticamente debían de hacerle una especie de membresía en ese lugar.

Solía practicar lo que ya sabía hasta el cansancio. Experimentar cosas nuevas con sus capacidades al máximo para tratar de avanzar cada día más. Perfeccionar lo que aprendía con tal de no dejarse vencer por aquel a quien día tras día deseaba superar; él mismo. Ese día no había sido la excepción, casi una hora llevaba descansando al pie de una de las tantas formaciones rocosas del lugar, llevando únicamente su inseparable calabaza de arena en su espalda (en esos momentos a su lado ya que se encontraba recostado) como arma para su práctica ya terminada. Había decidido reposar allí el resto de la tarde y regresar de noche a su hogar, aunque se encargaría de apreciar el verdadero espectáculo que el paisaje nocturno de un increíblemente hermoso desierto y el impactante cielo estrellado del mismo le darían en minutos. Sólo debía esperar a que el sol se ocultase como normalmente hacía diariamente para deleitar sus ojos con la noche del lugar.

Una tranquilidad casi inquebrantable era sentida por el arenero, una que desafortunadamente y como se mencionó con anterioridad, era casi inquebrantable, es decir, no era segura, sería quebrantada por un estruendo cercano. Volteó su rostro instantáneamente hacia su derecha para tratar de verificar que aquel ruido que denotaba el estallido de una especie de explosivo no se tratase de algún error de cálculo en la práctica que terminase ocasionando que uno o más de los allí presentes salieran heridos por los novatos que recién ascendían a Gennin y se sentían invencibles, niños que en más de una ocasión ya habían causado varios accidentes en aquel lugar.

"Relajó" su postura al ver que se trataba de una especie de combate entre dos jóvenes y por la obviedad del lugar en el cual se hallaba y lo que se iba a hacer allí, podría deducir que era una pelea de entrenamiento entre dos compañeros. Nada grave entonces, ¿o si?
Entrecerró sus párpados intentando que su mirada se afinase de alguna forma, ya que una de las figuras se le hacía conocida. Veinte metros aproximadamente, quizás más o quizás menos, le separaban del lugar de los hechos y sin embargo pudo ver algo que no había visto hasta ahora en nadie más...

Tres animales voladores pequeños, muy posiblemente aves, habían sido arrojados por uno de los jóvenes hacia donde el otro se hallaba cubierto por una nube de arena y tan pronto hicieron contacto con aquella cortina de áridos materiales reinantes del país, un estallido aún mayor al que anteriormente había escuchado el Sabaku fue generado. Jutsu de explosivos... No podría ser otra persona, ¿o si?

Unos pocos días habían pasado desde la culminación de una misión de un grado de dificultad mayor al habitual por parte del pelirrojo en conjunto con un joven poseedor de una habilidad extraordinaria. Ese joven, posiblemente era quien protagonizaba el espectáculo de ese momento frente a Tsunayoshi. Por alguna razón quería asegurarse y no podía mentirse, le llamaba mucho la atención los combates. Le gustaban. No por razones egoístas en las que uno demostraba ser superior a otros, sino porque era un eficaz método de saber qué tanto habías avanzado en tu camino ninja y él, sí que necesitaba una autoevaluación.

Se levantó de su lugar de reposo, llevó su calabaza a su espalda y se encaminó a paso tranquilo pero no muy lento hasta el sitio del combate solo para verlo desde una distancia más favorable a su percepción. - ¿Acaso eres tú, Nendo Yugen? - Susurró aquella pregunta para sí mismo cuando sólo faltaban quince metros para llegar a la posición del usuario del impresionante y extraño elemento explosivo. Dejaría una distancia segura de diez metros a la zona de combate, notando también la presencia de un par de jóvenes además de él, observando el despliegue de destrezas y habilidades de sus compatriotas de la arena. Al estar allí pudo asegurarse bien de lo que ya sospechaba. ("Si eres tú") - Pensó sin alterar su pasivo rostro. Rápidamente le dio un vistazo al campo. El hasta ahora desconocido oponente del Nendo no se notaba por ningún lado y el propio Yugen no tardaba en formar una creación viscosa y blanquecina desde sus manos que seguramente tendrían que ver con su habilidad de arcilla explosiva. Realmente esperaba ver más de aquella batalla de la cual pensaba, se había perdido una buena parte, pero no tendría que esperar mucho, pues el movimiento del Namikaze lejos de la vista de los allí presentes estaría a punto de hacerle entrar en escena. El pelirrojo solo debía ser paciente, algo sencillo para él...
Su mirada color turquesa se notaba perdida en el horizonte, por allá donde el azulado cielo lentamente mutaba sus tonalidades a unas color naranja con leves toques púrpuras culpa de la posición de un holgazán astro rey quien decía adiós a ese lado del planeta para dirigirse a saludar al opuesto del mismo. Aburrido podrían decir que se hallaba, sin embargo y aunque su inexpresiva mirada no dejase leer lo que sus sentimientos le transmitían internamente, en verdad se hallaba entretenido con el hermoso espectáculo natural que sólo los atardeceres en aquel cálido país solían brindarle.

Llevaba desde muy temprano allí, en aquel lugar, su segundo hogar...

El campo de entrenamiento de la Aldea oculta entre la Arena desde hacía ya un buen tiempo había sido concurrido por el pelirrojo de pronunciadas ojeras casi todos los días sin falta. Prácticamente debían de hacerle una especie de membresía en ese lugar.

Solía practicar lo que ya sabía hasta el cansancio. Experimentar cosas nuevas con sus capacidades al máximo para tratar de avanzar cada día más. Perfeccionar lo que aprendía con tal de no dejarse vencer por aquel a quien día tras día deseaba superar; él mismo. Ese día no había sido la excepción, casi una hora llevaba descansando al pie de una de las tantas formaciones rocosas del lugar, llevando únicamente su inseparable calabaza de arena en su espalda (en esos momentos a su lado ya que se encontraba recostado) como arma para su práctica ya terminada. Había decidido reposar allí el resto de la tarde y regresar de noche a su hogar, aunque se encargaría de apreciar el verdadero espectáculo que el paisaje nocturno de un increíblemente hermoso desierto y el impactante cielo estrellado del mismo le darían en minutos. Sólo debía esperar a que el sol se ocultase como normalmente hacía diariamente para deleitar sus ojos con la noche del lugar.

Una tranquilidad casi inquebrantable era sentida por el arenero, una que desafortunadamente y como se mencionó con anterioridad, era casi inquebrantable, es decir, no era segura, sería quebrantada por un estruendo cercano. Volteó su rostro instantáneamente hacia su derecha para tratar de verificar que aquel ruido que denotaba el estallido de una especie de explosivo no se tratase de algún error de cálculo en la práctica que terminase ocasionando que uno o más de los allí presentes salieran heridos por los novatos que recién ascendían a Gennin y se sentían invencibles, niños que en más de una ocasión ya habían causado varios accidentes en aquel lugar.

"Relajó" su postura al ver que se trataba de una especie de combate entre dos jóvenes y por la obviedad del lugar en el cual se hallaba y lo que se iba a hacer allí, podría deducir que era una pelea de entrenamiento entre dos compañeros. Nada grave entonces, ¿o si?
Entrecerró sus párpados intentando que su mirada se afinase de alguna forma, ya que una de las figuras se le hacía conocida. Veinte metros aproximadamente, quizás más o quizás menos, le separaban del lugar de los hechos y sin embargo pudo ver algo que no había visto hasta ahora en nadie más...

Tres animales voladores pequeños, muy posiblemente aves, habían sido arrojados por uno de los jóvenes hacia donde el otro se hallaba cubierto por una nube de arena y tan pronto hicieron contacto con aquella cortina de áridos materiales reinantes del país, un estallido aún mayor al que anteriormente había escuchado el Sabaku fue generado. Jutsu de explosivos... No podría ser otra persona, ¿o si?

Unos pocos días habían pasado desde la culminación de una misión de un grado de dificultad mayor al habitual por parte del pelirrojo en conjunto con un joven poseedor de una habilidad extraordinaria. Ese joven, posiblemente era quien protagonizaba el espectáculo de ese momento frente a Tsunayoshi. Por alguna razón quería asegurarse y no podía mentirse, le llamaba mucho la atención los combates. Le gustaban. No por razones egoístas en las que uno demostraba ser superior a otros, sino porque era un eficaz método de saber qué tanto habías avanzado en tu camino ninja y él, sí que necesitaba una autoevaluación.

Se levantó de su lugar de reposo, llevó su calabaza a su espalda y se encaminó a paso tranquilo pero no muy lento hasta el sitio del combate solo para verlo desde una distancia más favorable a su percepción. - ¿Acaso eres tú, Nendo Yugen? - Susurró aquella pregunta para sí mismo cuando sólo faltaban quince metros para llegar a la posición del usuario del impresionante y extraño elemento explosivo. Dejaría una distancia segura de diez metros a la zona de combate, notando también la presencia de un par de jóvenes además de él, observando el despliegue de destrezas y habilidades de sus compatriotas de la arena. Al estar allí pudo asegurarse bien de lo que ya sospechaba. ("Si eres tú") - Pensó sin alterar su pasivo rostro. Rápidamente le dio un vistazo al campo. El hasta ahora desconocido oponente del Nendo no se notaba por ningún lado y el propio Yugen no tardaba en formar una creación viscosa y blanquecina desde sus manos que seguramente tendrían que ver con su habilidad de arcilla explosiva. Realmente esperaba ver más de aquella batalla de la cual pensaba, se había perdido una buena parte, pero no tendría que esperar mucho, pues el movimiento del Namikaze lejos de la vista de los allí presentes estaría a punto de hacerle entrar en escena. El pelirrojo solo debía ser paciente, algo sencillo para él...

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Yugen Nendo
El atardecer ya era cuestión de nada, el sol empezaba a ocultarse en el horizonte mientras yo continuaba alimentando a mi creación de arcilla, el homúnculo se formaría asimilando mi tamaño pero con ciertos problemas de estabilidad, balanceándose de un lado a otro de manera brusca, pero siempre dentro de un rango en el cual pudiera protegerme arriesgando su integridad. Continuaba buscando con la vista rápidamente en los alrededores a su oponente, el cual no tardo en hacer presencia; desde varios metros de distancia saltaría lanzando nuevamente su técnica, ya la había visto antes así que no podía caer en ella otra vez, mas que todo por precaución retrocedería unos cuantos pasos para sumar un metro mas a la distancia que nos separaba que ahora eran de 5 metros del primer Edras que saltaría a la escena, pues pocos segundos después aparecería otro el cual replicaría la técnica solo que esta vez sería yo su objetivo.

“Un Clon…” Pensé…aunque fueran solos dos, sería fácil deducir que el falso estaría por delante tomando en cuenta que ya había visto de que eran mis habilidades capaces dudo que se arriesgue de esa manera, pero al fin y al cabo no era mas que una deducción. Con un simple movimiento evasivo lateral de metro y medio, esquivaría la técnica que no tardaría en desvanecerse e impactar sobre la arena a un costado, mi creación recibiría entonces el impacto de aquella técnica viendo su integridad destrozada. El segundo Edras que ahora se ocultaba bajo el escudo de aquella superficie punteaguda y extraña estaba posicionado detrás del otro Edras, que no hacia mas que cubrir al que estaba escondido…Quizás mi deducción era correcta.


Realizando unos cuantos gestos con la mano que me unía al cordón de arcilla. Provocaría entonces que la forma de arcilla se abalanzara sobre el clon que estaba a solo 5 metros de su posición, esto le tomaría algo de tiempo; pero si estaba dispuesto a proteger a su creador o quizás el estaba dispuesto a proteger a su creación no tendría mas remedio que combatir contra mi clon el cual ya empezaba a regenerarse a medida que yo suministraba el Chakra.

Un sonido de arena siendo excarvada sería entonces audible además de visible para todos por el leve saliente de la parte superior del Ciempies.  Abriendose paso hacía el Edras que se ocultaba dentro del escudo de superficie blanca, exactamente debajo de sus pies; una vez Edras entraba nuevamente al terreno, siendo esta arena y muy fácil de penetrar le tomo muy poco tiempo hacerse su camino a través de la misma, intentaría entonces enrollarse alrededor del cuerpo de Edras, aumentando su tamaño a 1 metro y 30 centimetros. Al observar como ambas creaciones estaban dentro de sus rangos en el cual causar daño sería considerable, con mi mano libre realice un gesto. –¡Katsu!- Dicho comando separaría rápidamente el cordon de arcilla y a mi creación, retrayéndose dentro del cuerpo del mismo en cuestión de segundos. El ciempiés y el homúnculo estallarían intentando hacer daño tanto al clon como al original.

Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:
El atardecer ya era cuestión de nada, el sol empezaba a ocultarse en el horizonte mientras yo continuaba alimentando a mi creación de arcilla, el homúnculo se formaría asimilando mi tamaño pero con ciertos problemas de estabilidad, balanceándose de un lado a otro de manera brusca, pero siempre dentro de un rango en el cual pudiera protegerme arriesgando su integridad. Continuaba buscando con la vista rápidamente en los alrededores a su oponente, el cual no tardo en hacer presencia; desde varios metros de distancia saltaría lanzando nuevamente su técnica, ya la había visto antes así que no podía caer en ella otra vez, mas que todo por precaución retrocedería unos cuantos pasos para sumar un metro mas a la distancia que nos separaba que ahora eran de 5 metros del primer Edras que saltaría a la escena, pues pocos segundos después aparecería otro el cual replicaría la técnica solo que esta vez sería yo su objetivo.

“Un Clon…” Pensé…aunque fueran solos dos, sería fácil deducir que el falso estaría por delante tomando en cuenta que ya había visto de que eran mis habilidades capaces dudo que se arriesgue de esa manera, pero al fin y al cabo no era mas que una deducción. Con un simple movimiento evasivo lateral de metro y medio, esquivaría la técnica que no tardaría en desvanecerse e impactar sobre la arena a un costado, mi creación recibiría entonces el impacto de aquella técnica viendo su integridad destrozada. El segundo Edras que ahora se ocultaba bajo el escudo de aquella superficie punteaguda y extraña estaba posicionado detrás del otro Edras, que no hacia mas que cubrir al que estaba escondido…Quizás mi deducción era correcta.


Realizando unos cuantos gestos con la mano que me unía al cordón de arcilla. Provocaría entonces que la forma de arcilla se abalanzara sobre el clon que estaba a solo 5 metros de su posición, esto le tomaría algo de tiempo; pero si estaba dispuesto a proteger a su creador o quizás el estaba dispuesto a proteger a su creación no tendría mas remedio que combatir contra mi clon el cual ya empezaba a regenerarse a medida que yo suministraba el Chakra.

Un sonido de arena siendo excarvada sería entonces audible además de visible para todos por el leve saliente de la parte superior del Ciempies.  Abriendose paso hacía el Edras que se ocultaba dentro del escudo de superficie blanca, exactamente debajo de sus pies; una vez Edras entraba nuevamente al terreno, siendo esta arena y muy fácil de penetrar le tomo muy poco tiempo hacerse su camino a través de la misma, intentaría entonces enrollarse alrededor del cuerpo de Edras, aumentando su tamaño a 1 metro y 30 centimetros. Al observar como ambas creaciones estaban dentro de sus rangos en el cual causar daño sería considerable, con mi mano libre realice un gesto. –¡Katsu!- Dicho comando separaría rápidamente el cordon de arcilla y a mi creación, retrayéndose dentro del cuerpo del mismo en cuestión de segundos. El ciempiés y el homúnculo estallarían intentando hacer daño tanto al clon como al original.

Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:

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Edras


Tras unos instantes de duda caímos sobre la tersa arena. El ataque de mi clon había impactado en la deforme figura de arcilla que había creado mi rival destrozandola casi en su totalidad. El impacto hizo a su masa retorcerse brutalmente en un instante. Dos grandes trozos del humanoide salieron despedidos hacia los laterales mientras el mismo se deshacía en el suelo.
Por otro lado, mi Kieru Rasengan fue esquivado hábilmente, impactando en las inmediaciones del peliblanco y causando de nuevo una nube de arena y polvo que enturbió el ambiente por unos instantes. Para entonces yo ya había cubierto completamente mi cuerpo con el endurecido Jizo en una forma ovoidal esperando alguna volátil contramedida.

Tras aquello mi rival comenzó a reconstruir su hombrecillo arcilloso a la par que éste se arrastraba lenta y lastimosamente hacia mi clon. Su estado estructural era pobre y aún tardaría un tiempo en recorrer los 5 metros que lo separaban. Tanto era así que al escuchar un extraño sonido procedente de la arena cercana pudo observar como una suerte de animal insectoide, con el mismo aspecto blanquecino y arcilloso que el resto de creaciones, se aproximaba hacia mi reptando, por mi derecha.

El clon se movió veloz, kunai en mano, mientras me gritaba "¡No salgas aún, hay otra creación!", grito que llegó a mi de forma amortiguada pero clara.
En el interior de la cobertura de blanquecino cabello, mis oídos esperaban atentos el sonido de una tremenda explosión. El clon por su parte se adelantaría y atacaría al ciempiés, sin perder de vista la posición del "homúnculo" y su creador.

No podía prever si las creaciones reaccionarían de igual forma que lo habían hecho aquellas aves, explotando al contacto. Podía esperar una gran explosión que acabaría con mi clon, obteniendo toda la información que éste hubiera recopilado, tras la cual podría actuar, consciente de la existencia de otra criatura arcillosa, la figura humana.

Si la primera explosión se daba cerca sabría que no se trataba del humanoide que vi con anterioridad. Había escuchado a mi clon acercarse gritando aquello, por lo que sabía que la nueva creación se dirigía hacia mi.
De ser consciente de que la criatura más cercana, o ambas, habían explosionado, y tras recibir la información que mi clon habría recopilado de lo sucedido con anterioridad, realizaría una serie de sellos y lanzaría un Kieru Rasengan hacia mi rival entre mis cabellos en apertura, haciendo surcar el aire una esfera azulada que desaparecería justo antes de salir de la humareda que causaría una explosión tal.
La información de la posición de mi compañero de entrenamiento sería transmitida a través de mi clon, permitiéndome ejecutar esta estrategia o mantenerme en posición defensiva.

Aquellos pensamientos surcaron mi mente con velocidad, en forma de imágenes y abstracciones. Esta sería un buen momento para poner a prueba la resistencia del Jizo.

No tuve mucho más tiempo para reflexionar. Justo cuando mi clon llegaba hasta el ciempiés, éste se encontraba trepando por mi protección. El clon, consciente del probable desenlace, miró rápidamente hacia atrás viendo al peliblanco y su homúnculo. Éste se había desplazado más de lo que imaginaba. Alzó el brazo para atacar al ciempiés y... —¡Katsu!—

Una explosión tremenda se desató en el lugar. Mi clon desapareció en un instante. Su experiencia se materializó en mi en el mismo momento.
Un kunai salió despedido a gran velocidad, casi rozando la cabeza de un espectador de rojizo cabello que ninguno de los dos veía aún y que había aparecido recientemente.
El Jizo pareció aguantar bien en un primer instante. La explosión del ciempiés había hundido mis pies en la arena permitiéndome resistir el embate de la segunda. Sin embargo esta segunda había forzado la resistencia de mi duro cabello, empujando violentamente partes debilitadas del mismo contra mi cuerpo como pequeños proyectiles, produciendo cortes en mis hombros, rodillas y uno de mis codos.
Inmediatamente después de la explosión, e ignorando el dolor de las ardientes heridas, seguí la estrategia que había planeado. Entre los restos de mi debilitado cabello lancé la bola de chakra que había estado acumulando tras realizar una serie de sellos mientras mi clon se aproximaba y estallaba. Vi una gran nube de polvo y humo ante mi donde en un instante previo había solo espacio, un muñeco de arcilla y mi rival. La esfera desaparecería entre esta arenosa polvareda en dirección hacia donde un momento antes se encontraba el peliblanco escultor.

Mi manto Jizo se deshacía en jirons de pelo, evidenciando el resultado de aquella explosión. Apenas había podido protegerme. Pero había sido lo suficiente. Necesitaría una buena cura para aquellas heridas, eso sí. Comenzaba a sentirme fatigado tras el gran esfuerzo y gasto de chakra. En un último instante saltaría con todas mis fuerzas hacia atrás, separándome 10 metros de la escena, de forma que pudiera revisar mejor mis heridas y defenderme de algún otro ataque imprevisto.

Ésta ha estado bien—dije sonriente.




DATOS:


Tras unos instantes de duda caímos sobre la tersa arena. El ataque de mi clon había impactado en la deforme figura de arcilla que había creado mi rival destrozandola casi en su totalidad. El impacto hizo a su masa retorcerse brutalmente en un instante. Dos grandes trozos del humanoide salieron despedidos hacia los laterales mientras el mismo se deshacía en el suelo.
Por otro lado, mi Kieru Rasengan fue esquivado hábilmente, impactando en las inmediaciones del peliblanco y causando de nuevo una nube de arena y polvo que enturbió el ambiente por unos instantes. Para entonces yo ya había cubierto completamente mi cuerpo con el endurecido Jizo en una forma ovoidal esperando alguna volátil contramedida.

Tras aquello mi rival comenzó a reconstruir su hombrecillo arcilloso a la par que éste se arrastraba lenta y lastimosamente hacia mi clon. Su estado estructural era pobre y aún tardaría un tiempo en recorrer los 5 metros que lo separaban. Tanto era así que al escuchar un extraño sonido procedente de la arena cercana pudo observar como una suerte de animal insectoide, con el mismo aspecto blanquecino y arcilloso que el resto de creaciones, se aproximaba hacia mi reptando, por mi derecha.

El clon se movió veloz, kunai en mano, mientras me gritaba "¡No salgas aún, hay otra creación!", grito que llegó a mi de forma amortiguada pero clara.
En el interior de la cobertura de blanquecino cabello, mis oídos esperaban atentos el sonido de una tremenda explosión. El clon por su parte se adelantaría y atacaría al ciempiés, sin perder de vista la posición del "homúnculo" y su creador.

No podía prever si las creaciones reaccionarían de igual forma que lo habían hecho aquellas aves, explotando al contacto. Podía esperar una gran explosión que acabaría con mi clon, obteniendo toda la información que éste hubiera recopilado, tras la cual podría actuar, consciente de la existencia de otra criatura arcillosa, la figura humana.

Si la primera explosión se daba cerca sabría que no se trataba del humanoide que vi con anterioridad. Había escuchado a mi clon acercarse gritando aquello, por lo que sabía que la nueva creación se dirigía hacia mi.
De ser consciente de que la criatura más cercana, o ambas, habían explosionado, y tras recibir la información que mi clon habría recopilado de lo sucedido con anterioridad, realizaría una serie de sellos y lanzaría un Kieru Rasengan hacia mi rival entre mis cabellos en apertura, haciendo surcar el aire una esfera azulada que desaparecería justo antes de salir de la humareda que causaría una explosión tal.
La información de la posición de mi compañero de entrenamiento sería transmitida a través de mi clon, permitiéndome ejecutar esta estrategia o mantenerme en posición defensiva.

Aquellos pensamientos surcaron mi mente con velocidad, en forma de imágenes y abstracciones. Esta sería un buen momento para poner a prueba la resistencia del Jizo.

No tuve mucho más tiempo para reflexionar. Justo cuando mi clon llegaba hasta el ciempiés, éste se encontraba trepando por mi protección. El clon, consciente del probable desenlace, miró rápidamente hacia atrás viendo al peliblanco y su homúnculo. Éste se había desplazado más de lo que imaginaba. Alzó el brazo para atacar al ciempiés y... —¡Katsu!—

Una explosión tremenda se desató en el lugar. Mi clon desapareció en un instante. Su experiencia se materializó en mi en el mismo momento.
Un kunai salió despedido a gran velocidad, casi rozando la cabeza de un espectador de rojizo cabello que ninguno de los dos veía aún y que había aparecido recientemente.
El Jizo pareció aguantar bien en un primer instante. La explosión del ciempiés había hundido mis pies en la arena permitiéndome resistir el embate de la segunda. Sin embargo esta segunda había forzado la resistencia de mi duro cabello, empujando violentamente partes debilitadas del mismo contra mi cuerpo como pequeños proyectiles, produciendo cortes en mis hombros, rodillas y uno de mis codos.
Inmediatamente después de la explosión, e ignorando el dolor de las ardientes heridas, seguí la estrategia que había planeado. Entre los restos de mi debilitado cabello lancé la bola de chakra que había estado acumulando tras realizar una serie de sellos mientras mi clon se aproximaba y estallaba. Vi una gran nube de polvo y humo ante mi donde en un instante previo había solo espacio, un muñeco de arcilla y mi rival. La esfera desaparecería entre esta arenosa polvareda en dirección hacia donde un momento antes se encontraba el peliblanco escultor.

Mi manto Jizo se deshacía en jirons de pelo, evidenciando el resultado de aquella explosión. Apenas había podido protegerme. Pero había sido lo suficiente. Necesitaría una buena cura para aquellas heridas, eso sí. Comenzaba a sentirme fatigado tras el gran esfuerzo y gasto de chakra. En un último instante saltaría con todas mis fuerzas hacia atrás, separándome 10 metros de la escena, de forma que pudiera revisar mejor mis heridas y defenderme de algún otro ataque imprevisto.

Ésta ha estado bien—dije sonriente.




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Yugen Nendo
Como lo había planeado mi ciempiés de arcilla escalaba por el material puntiagudo que había creado Edras con anterioridad; por otra parte mi clon había conseguido rearmarse como lo planeado; sin embargo no había detenido su trayectoria original pudiendo recortar significativamente la distancia entre Edras, su clon y mi homúnculo de arcilla.
Ambas creaciones lograrían entrar en un rango apto para sus funciones “Estallar”. Ambas creaciones emitieron un brillo de color blanco para luego dejar ver una nube de humo y arena, mezclada con un fuerte sonido que irrumpiría todo silencio de las inmediaciones. Mi rival quien ahora estaba herido, se escondía detrás de aquel polvarín que había surgido por efecto de las recientes explosiones; aquella nube de humo que le cubría se abriría por completo dejando pasar su técnica, la cual ya había realizado numerosas veces.

“¿Hmm..?” Levantaría una de mis cejas a observar dicho fenómeno, la nube de humo se había separado de manera brusca casi como si algo la hubiera atravesado. Pasarían unos cuantos segundos y mi torso sentiría nuevamente el impacto de la técnica de mi rival; había caido por segunda vez en aquel truco.

-¡Argh!- Escupiría algo de saliva al sentir el impacto de la bola de elemento Fuuton en mi torso, la misma que me haría retroceder rodando varios metros hacia atrás sobre la arena. “Maldita seas…” Pensaba mientras con mucha dificultad y tociendo, me colocaba de pie nuevamente; estire ambos brazos hacia arriba para recuperar el aire perdido por el impacto de la ténica.

-Ma-Maldito…- Mi visión se empezaba a nublar un poco solo durante pocos segundos, pero luego mi cuerpo se recompuso nuevamente, aun sintiendo las repercusiones de la técnica, pero nada que no pudiera manejar; aunque mi cuerpo se sentía un poco mas pesado de lo normal. Observe a mi rival quien para entonces había retrocedido nuevamente unos 10 metros; sin embarog mi vista no era totalmente clara, pues había dejado un rastro de polvo luego haber rodado aquellos 3 metros.

-Con esto acabara el juego…-
Realizaría una cadena de sellos, los mismos tendrían como efecto redirigir el chakra de mi cuerpo hacia el suelo; en cuestión de segundos mi cuerpo se introduciría debajo de la arena, una capa fina de chakra se crearía ahora alrededor de todo mi cuerpo, permitiéndome desplazarme debajo de la arena sin ser detectado, durante mi recorrido de 13 metros hacia donde estaba Edras, aprovecharía la concentración de chakra restante para acumularla en mi palma, este chakra tomaría un tono verdoso.

Aparecería entonces a los pies de mi rival, justo detrás de el, mi mano izquierda intentaría tomar con fuerza su cuello para evitar que se escapara; mientras que mi mano derecha que había sido infundida en aquel chakra verdoso buscaría tocar su espalda para así transmitir el chakra a su sistema nervioso central.-Este combate es mío…- Diría luego de aparecer debajo de la arena e intentar llevar acabo mi acción mientras observaba fugazmente el cuerpo de mi rival; para no caer en algun movimiento de su parte.[/color]




Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:
Como lo había planeado mi ciempiés de arcilla escalaba por el material puntiagudo que había creado Edras con anterioridad; por otra parte mi clon había conseguido rearmarse como lo planeado; sin embargo no había detenido su trayectoria original pudiendo recortar significativamente la distancia entre Edras, su clon y mi homúnculo de arcilla.
Ambas creaciones lograrían entrar en un rango apto para sus funciones “Estallar”. Ambas creaciones emitieron un brillo de color blanco para luego dejar ver una nube de humo y arena, mezclada con un fuerte sonido que irrumpiría todo silencio de las inmediaciones. Mi rival quien ahora estaba herido, se escondía detrás de aquel polvarín que había surgido por efecto de las recientes explosiones; aquella nube de humo que le cubría se abriría por completo dejando pasar su técnica, la cual ya había realizado numerosas veces.

“¿Hmm..?” Levantaría una de mis cejas a observar dicho fenómeno, la nube de humo se había separado de manera brusca casi como si algo la hubiera atravesado. Pasarían unos cuantos segundos y mi torso sentiría nuevamente el impacto de la técnica de mi rival; había caido por segunda vez en aquel truco.

-¡Argh!- Escupiría algo de saliva al sentir el impacto de la bola de elemento Fuuton en mi torso, la misma que me haría retroceder rodando varios metros hacia atrás sobre la arena. “Maldita seas…” Pensaba mientras con mucha dificultad y tociendo, me colocaba de pie nuevamente; estire ambos brazos hacia arriba para recuperar el aire perdido por el impacto de la ténica.

-Ma-Maldito…- Mi visión se empezaba a nublar un poco solo durante pocos segundos, pero luego mi cuerpo se recompuso nuevamente, aun sintiendo las repercusiones de la técnica, pero nada que no pudiera manejar; aunque mi cuerpo se sentía un poco mas pesado de lo normal. Observe a mi rival quien para entonces había retrocedido nuevamente unos 10 metros; sin embarog mi vista no era totalmente clara, pues había dejado un rastro de polvo luego haber rodado aquellos 3 metros.

-Con esto acabara el juego…-
Realizaría una cadena de sellos, los mismos tendrían como efecto redirigir el chakra de mi cuerpo hacia el suelo; en cuestión de segundos mi cuerpo se introduciría debajo de la arena, una capa fina de chakra se crearía ahora alrededor de todo mi cuerpo, permitiéndome desplazarme debajo de la arena sin ser detectado, durante mi recorrido de 13 metros hacia donde estaba Edras, aprovecharía la concentración de chakra restante para acumularla en mi palma, este chakra tomaría un tono verdoso.

Aparecería entonces a los pies de mi rival, justo detrás de el, mi mano izquierda intentaría tomar con fuerza su cuello para evitar que se escapara; mientras que mi mano derecha que había sido infundida en aquel chakra verdoso buscaría tocar su espalda para así transmitir el chakra a su sistema nervioso central.-Este combate es mío…- Diría luego de aparecer debajo de la arena e intentar llevar acabo mi acción mientras observaba fugazmente el cuerpo de mi rival; para no caer en algun movimiento de su parte.[/color]




Equipaje:
Estadísticas:
Técnicas y Acciones:

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Edras


La púrpura línea del horizonte se iba oscureciendo a medida que avanzaba el combate. El campo de entrenamiento, invadido ya por largas sombras, cobraba un dramatismo especial. Pronto se haría de noche y ambos seríamos visibles solo bajo la incipiente luna llena, que ascendía en su batalla contra el astro.

Tras la última explosión mi Rasengan había desaparecido entre la humareda y, por segunda vez, había alcanzado a mi rival ¿O quería decir, compañero?
A lo largo del enfrentamiento había podido sentir la complicidad entre nosotros a través del intercambio de técnicas y estrategias. Era evidente que nuestras personalidades quedaban proyectadas en nuestros movimientos y ataques. La volatilidad de sus técnicas, su agresividad y potencia, reflejaban un carácter fuerte e inflexible, de voluntad férrea; mientras que mis movimientos defensivos, evasivos y perspicaces, mostraban un temperamento esquivo, cerrado y reflexivo.
Podía intuir una relación simbiótica y equilibrada entre la impetuosidad de sus formas y la sagacidad de las mías. Pero todo aquello debía superar la barrera de la aceptación. Y por lo que podría augurar, ésta estaba a punto de caer.

El joven de claros cabellos se levantó con una dificultad que, en su corta duración, apenas pudo superponerse a la voluntad del mismo. Sin perder mucho tiempo, realizó una serie de sellos y comenzó a desaparecer en el suelo hasta no quedar de él más que el rastro de sus tremendas detonaciones en la arena.

A una distancia prudente, mi rostro observaba impasible la peculiar acción, mientras mi mente comenzaba a maquinar una contramedida digna. Mis ojos se entrecerraron un poco. La pétrea sonrisa sutil que me caracterizaba, decayó unos milímetros.
Apenas contaba con fuerzas. Lentamente, mis hombros sangraban al igual que mis rodillas. Y mi chakra estaba al límite de sus capacidades.

-"Realizaré un último movimiento"- pensé.

Me desplacé 10 metros más hacia atrás, efectué una serie de sellos manuales y desaparecí en la oscuridad mientras hablaba.

Parece que hoy no habrá un ganador— declaré justo antes de desvanecerme por completo.

Era consciente de que probablemente mi nuevo compañero de entrenamiento se encontraba también cerca de su límite de energía, y suponía que aquella técnica de ocultación debía consumir una cantidad considerable de chakra al permitirle desvanecerse bajo la densidad del suelo. Si estaba en lo cierto, tanto él como yo, terminaríamos aquellas técnicas bajo un nivel de agotamiento excesivo.

Mis heridas ya apenas sangraban. El peso recaía ya sobre la fuerza de mis músculos y las pocas energías que me restaban.


DATOS:


La púrpura línea del horizonte se iba oscureciendo a medida que avanzaba el combate. El campo de entrenamiento, invadido ya por largas sombras, cobraba un dramatismo especial. Pronto se haría de noche y ambos seríamos visibles solo bajo la incipiente luna llena, que ascendía en su batalla contra el astro.

Tras la última explosión mi Rasengan había desaparecido entre la humareda y, por segunda vez, había alcanzado a mi rival ¿O quería decir, compañero?
A lo largo del enfrentamiento había podido sentir la complicidad entre nosotros a través del intercambio de técnicas y estrategias. Era evidente que nuestras personalidades quedaban proyectadas en nuestros movimientos y ataques. La volatilidad de sus técnicas, su agresividad y potencia, reflejaban un carácter fuerte e inflexible, de voluntad férrea; mientras que mis movimientos defensivos, evasivos y perspicaces, mostraban un temperamento esquivo, cerrado y reflexivo.
Podía intuir una relación simbiótica y equilibrada entre la impetuosidad de sus formas y la sagacidad de las mías. Pero todo aquello debía superar la barrera de la aceptación. Y por lo que podría augurar, ésta estaba a punto de caer.

El joven de claros cabellos se levantó con una dificultad que, en su corta duración, apenas pudo superponerse a la voluntad del mismo. Sin perder mucho tiempo, realizó una serie de sellos y comenzó a desaparecer en el suelo hasta no quedar de él más que el rastro de sus tremendas detonaciones en la arena.

A una distancia prudente, mi rostro observaba impasible la peculiar acción, mientras mi mente comenzaba a maquinar una contramedida digna. Mis ojos se entrecerraron un poco. La pétrea sonrisa sutil que me caracterizaba, decayó unos milímetros.
Apenas contaba con fuerzas. Lentamente, mis hombros sangraban al igual que mis rodillas. Y mi chakra estaba al límite de sus capacidades.

-"Realizaré un último movimiento"- pensé.

Me desplacé 10 metros más hacia atrás, efectué una serie de sellos manuales y desaparecí en la oscuridad mientras hablaba.

Parece que hoy no habrá un ganador— declaré justo antes de desvanecerme por completo.

Era consciente de que probablemente mi nuevo compañero de entrenamiento se encontraba también cerca de su límite de energía, y suponía que aquella técnica de ocultación debía consumir una cantidad considerable de chakra al permitirle desvanecerse bajo la densidad del suelo. Si estaba en lo cierto, tanto él como yo, terminaríamos aquellas técnicas bajo un nivel de agotamiento excesivo.

Mis heridas ya apenas sangraban. El peso recaía ya sobre la fuerza de mis músculos y las pocas energías que me restaban.


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Sabaku Tsunayoshi
La batalla frente al inadvertido Sabaku continuaba. Rápidamente y sin anunciarse antes, el Namikaze hizo aparición junto con otro exactamente igual a él. Sería demasiada coincidencia que fuera su gemelo así que a simple vista parecía un jutsu de clonación. ¿Qué tenía planeado? La respuesta se daba sin que el pelirrojo tuviera la necesidad de preguntárselo mentalmente. El de enfrente fue a atacar, el segundo a defender pero sin abandonar su posición de atacante también. La viscosa y desagradable creación del peliblanco fue partida en dos por una técnica prácticamente inexistente echa por el primer rubio.

Lo detallo lo mejor que pudo en aquellos momentos de confusión y tensión. El segundo enmascarado se cubría de una capa de un meterial blanquecino y puntiagudo mientras el segundo enmascarado le gritaba que no saliera por la presencia de una segunda figura arcillosa. Finalmente entró en cuenta de algo: Ya lo conocía. Habían colaborado juntos en una misión del pasado así como lo había hecho con él el oponente del recién llegado, por lo que en unos cuantos segundos logró recordarlo. - Namikaze E... - La explosión que se llevó a cabo interrumpió su susurro, eso y el paso de un proyectil perdido, que en los pocos instantes que pudo fijarse pareció ser una cuchilla, que pasó a unos pocos centímetros de su rostro... Retrocedió unos cinco paso más del campo de batalla sin decir o pensar nada teniendo una expresión muy difícil de ver en su rostro: La sorpresa. Regresó a su seriedad tan pronto notó que el ninja médico caía al suelo debido a un ataque de nuevo invisible. La segunda explosión había causado estragos en la defensa del sellador, por lo que luego de ejecutar su ataque el usuario de Fuinjutsu empezó a retroceder varios metros para mantener la distancia con el explosivo peliblanco. Tsunayoshi inició una rápida ejecución de sellos manuales que terminaron por ayudarle a realizar una de sus técnicas de clan, una que permitió que parte del contenido de su calabaza se dirigiera a sus pies, formase una base de un metro cuadrado e iniciara una elevación sobre el sitio hasta ubicarse diez metros sobre el lugar en que momentos antes había estado parado. La arena flotante retrocedió un par de metros más, sólo para estar seguros...

Aún a esa distancia, a lo lejos podría notarse sólo un poco la frustración del artesano ojiazul. Éste terminó introduciéndose bajo tierra y al parecer movilizándose bajo ésta ya que aproximadamente unos diez metros más adelante saldría con intenciones ofensivas aunque probablemente fallidas ya que el Namikaze no se había quedado tan pasivo en su lugar y había vuelto a retroceder ante la duda, esta vez desapareciendo entre la oscuridad que lentamente se hacía presente en el lugar.

- Nendo Yugen y Namikaze Edras. ¿Qué clase de futuro les espera con esas habilidades tan raras? - Hablaría consigo mismo, algo ya acostumbrado incluso antes de decidir convertirse en ninja durante las veces en que se pasaba sus tardes en solitario en el gran desierto. Claro que no podía imaginarse lo que llegarían a ser aquel par de shinobis. Sólo había convivido con ellos en muy pocas horas pero en verdad le llenaba de tranquilidad saber que la nueva generación de la aldea podría llegar a ser verdaderamente poderosa para defender la villa y hacer que siga siendo respetada a nivel mundial como merecía.

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Off Rol:
La batalla frente al inadvertido Sabaku continuaba. Rápidamente y sin anunciarse antes, el Namikaze hizo aparición junto con otro exactamente igual a él. Sería demasiada coincidencia que fuera su gemelo así que a simple vista parecía un jutsu de clonación. ¿Qué tenía planeado? La respuesta se daba sin que el pelirrojo tuviera la necesidad de preguntárselo mentalmente. El de enfrente fue a atacar, el segundo a defender pero sin abandonar su posición de atacante también. La viscosa y desagradable creación del peliblanco fue partida en dos por una técnica prácticamente inexistente echa por el primer rubio.

Lo detallo lo mejor que pudo en aquellos momentos de confusión y tensión. El segundo enmascarado se cubría de una capa de un meterial blanquecino y puntiagudo mientras el segundo enmascarado le gritaba que no saliera por la presencia de una segunda figura arcillosa. Finalmente entró en cuenta de algo: Ya lo conocía. Habían colaborado juntos en una misión del pasado así como lo había hecho con él el oponente del recién llegado, por lo que en unos cuantos segundos logró recordarlo. - Namikaze E... - La explosión que se llevó a cabo interrumpió su susurro, eso y el paso de un proyectil perdido, que en los pocos instantes que pudo fijarse pareció ser una cuchilla, que pasó a unos pocos centímetros de su rostro... Retrocedió unos cinco paso más del campo de batalla sin decir o pensar nada teniendo una expresión muy difícil de ver en su rostro: La sorpresa. Regresó a su seriedad tan pronto notó que el ninja médico caía al suelo debido a un ataque de nuevo invisible. La segunda explosión había causado estragos en la defensa del sellador, por lo que luego de ejecutar su ataque el usuario de Fuinjutsu empezó a retroceder varios metros para mantener la distancia con el explosivo peliblanco. Tsunayoshi inició una rápida ejecución de sellos manuales que terminaron por ayudarle a realizar una de sus técnicas de clan, una que permitió que parte del contenido de su calabaza se dirigiera a sus pies, formase una base de un metro cuadrado e iniciara una elevación sobre el sitio hasta ubicarse diez metros sobre el lugar en que momentos antes había estado parado. La arena flotante retrocedió un par de metros más, sólo para estar seguros...

Aún a esa distancia, a lo lejos podría notarse sólo un poco la frustración del artesano ojiazul. Éste terminó introduciéndose bajo tierra y al parecer movilizándose bajo ésta ya que aproximadamente unos diez metros más adelante saldría con intenciones ofensivas aunque probablemente fallidas ya que el Namikaze no se había quedado tan pasivo en su lugar y había vuelto a retroceder ante la duda, esta vez desapareciendo entre la oscuridad que lentamente se hacía presente en el lugar.

- Nendo Yugen y Namikaze Edras. ¿Qué clase de futuro les espera con esas habilidades tan raras? - Hablaría consigo mismo, algo ya acostumbrado incluso antes de decidir convertirse en ninja durante las veces en que se pasaba sus tardes en solitario en el gran desierto. Claro que no podía imaginarse lo que llegarían a ser aquel par de shinobis. Sólo había convivido con ellos en muy pocas horas pero en verdad le llenaba de tranquilidad saber que la nueva generación de la aldea podría llegar a ser verdaderamente poderosa para defender la villa y hacer que siga siendo respetada a nivel mundial como merecía.

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Yugen Nendo
Mi movimiento finalizaría en un movimiento errado, al ser expulsado por la tierra me abalanzaría violentamente, pero contra el aire. Mi cuerpo caería de frente sin fuerzas restantes para movilizarme. Acostado boca arriba sobre la arena, observaría como pocas estrellas ya eran visibles en el cielo... ¿Acaso no piensas pelear como es debido? Pensé al observar a mis alrededores dentro de lo posible, mi contrincante nuevamente se había escondido, el sigilo era parte de las habilidades de un ninja, pero no me daba mucho placer tener que combatir con alguien que solo había hecho mas que defenderse, aunque le había resultado pues sus malditas técnicas invisibles me habían golpeado varias veces... -No...ya me harté...-


Reprocharía en voz baja al observar que Edras nuevamente se había escondido, levante mi mano y la ondee varias veces para intentar llamar su atención fuera donde fuera que estuviera. Me reincorpore lentamente, sin heridas, pero mi cuerpo estaba algo pesado...- Me rindo... ¿Escuchas? Me rindo; ahora ven aquí para curar esas malditas heridas que te hiciste con tu superficie de pelo duro...- Mis palmas perderían su tonalidad de color verde y tomarían una tonalidad mas azul, me coloque de canclillas mientras observaba a mis alrededores esperando que Edras apareciera, su cuerpo estaba bastante lastimado no podía hacer menos que curar sus heridas...literalmente había conseguido golpearme dos veces, si tuvieran que decidir una victoria el sería el ganador...enojado, pero sin opciones no haría mas que respirar profundo y cerrar mis ojos mientras esperaba que el Namikaze hiciera presencia nuevamente para hacerme cargo de los rasguños y parar el sangrado...solo espero que no sean muy profundas pues mi chakra se estaba agotando y no quería acabar con mis reservas y colapsar...
Mi movimiento finalizaría en un movimiento errado, al ser expulsado por la tierra me abalanzaría violentamente, pero contra el aire. Mi cuerpo caería de frente sin fuerzas restantes para movilizarme. Acostado boca arriba sobre la arena, observaría como pocas estrellas ya eran visibles en el cielo... ¿Acaso no piensas pelear como es debido? Pensé al observar a mis alrededores dentro de lo posible, mi contrincante nuevamente se había escondido, el sigilo era parte de las habilidades de un ninja, pero no me daba mucho placer tener que combatir con alguien que solo había hecho mas que defenderse, aunque le había resultado pues sus malditas técnicas invisibles me habían golpeado varias veces... -No...ya me harté...-


Reprocharía en voz baja al observar que Edras nuevamente se había escondido, levante mi mano y la ondee varias veces para intentar llamar su atención fuera donde fuera que estuviera. Me reincorpore lentamente, sin heridas, pero mi cuerpo estaba algo pesado...- Me rindo... ¿Escuchas? Me rindo; ahora ven aquí para curar esas malditas heridas que te hiciste con tu superficie de pelo duro...- Mis palmas perderían su tonalidad de color verde y tomarían una tonalidad mas azul, me coloque de canclillas mientras observaba a mis alrededores esperando que Edras apareciera, su cuerpo estaba bastante lastimado no podía hacer menos que curar sus heridas...literalmente había conseguido golpearme dos veces, si tuvieran que decidir una victoria el sería el ganador...enojado, pero sin opciones no haría mas que respirar profundo y cerrar mis ojos mientras esperaba que el Namikaze hiciera presencia nuevamente para hacerme cargo de los rasguños y parar el sangrado...solo espero que no sean muy profundas pues mi chakra se estaba agotando y no quería acabar con mis reservas y colapsar...

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Edras



Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 8d655ec804

Con cierta sensación de alivio contemplé cómo el muchacho de ojos claros y blanquecino cabello volvía a salir de entre la arena y quedaba tendido observando el cielo. No sé muy bien qué pasaba por su mente en aquel momento, pero la mía hizo lo posible por imaginarlo.

Tal vez, aquel joven, había recordado algo en los últimos momentos del combate. Tal vez, la huida de la luz en su descenso por el horizonte había evocado en él alguna extraña emoción al ritmo en que se desvelaba el firmamento.

Aquella no era una conjetura. No creía realmente que aquel joven estuviera sufriendo una epifanía. Era yo el que la sentía. El dramatismo del combate, enardecido por la acción natural del escenario, con su sol y su luna inexorables, el viento incesante, y los extraños tonos que la arena iba cobrando con la variación lumínica, habían hecho presa de mi en una visión mística y etérea.

Mi caminar por toda una senda vital, larga y difusa, hasta el día en que llegué aquí. Las sensaciones de impacto al interactuar con gentes y entornos nuevos. El entrenamiento duro y continuo, en la mañana, en la tarde, en la noche, en la madrugada.

Contemplar a aquel joven, tendido ante una infinidad de granos de arena, observando una infinidad de estrellas, sobre la superficie testigo de tantas y tantas escenas de esfuerzo y sacrificio, había ocupado mi interior por un extenso instante. Profundamente perdida en ese instante, mi mirada guió mi rostro hasta encontrarse en su propio cenit, desde donde contemplaría la magnífica bóveda celeste de nuestro desierto.

La manifestación de aquel impetuoso shinobi, postrado sobre el perpétuo manto arenoso del desierto había traído hasta mi un momento de catarsis y reconciliación.

Aquel día mi visión del mundo cambió. La extenuación, tal vez. El delirio propio de la falta de energía, no lo sé. Pero aquel día encontré en el combate y en la amistad forjada en sangre, una lugar en el que existir.

La visión cesó tan rápido como empezó. Apenas uno o dos segundos en el exterior, pero un largo momento en mi interior, fueron suficientes para vivir aquello.
Volviendo a mirar hacia mi compañero, pude verle gesticular con la mano y escuchar sus palabras.

El combate había terminado.

Mis energías, de por si derrotadas, hincaron sus rodillas en la ya fría arena.

Menos mal— dije con un tono de voz que pocas personas me habían escuchado— Estaba a punto de desvanecerme. Creo, sinceramente, que era yo quien se había rendido llegado este punto.

Hacia años de la última vez que me permitía a mi mismo hablar con libertad y soltura. Aquel enfrentamiento había puesto a prueba mis cargas y emociones. Y surgía ahora entre la oscuridad, justo donde había estado todo aquel tiempo, arrodillado, y riendo descontroladamente, liberado y desatado, por unos momentos, de mis propias limitaciones.

Levanté mi cuerpo del suelo, pesadamente. Caminé tranquilo hacia el joven. Y peiné mis desordenados cabellos.

¿Cuál es tu nombre?— dije mientras le tendía la mano.

En una duna colindante, la silueta de un joven destacaba contra el oscurísimo azul del cielo. La forma de una calabaza confirmó mis sospechas. Aquel día mi visión del mundo cambió, y mis dos futuros hermanos de la Arena estaba allí para presenciarlo.




Lazos de amistad forjados en combate... | Yugen Nendo & Edras Namikaze 8d655ec804

Con cierta sensación de alivio contemplé cómo el muchacho de ojos claros y blanquecino cabello volvía a salir de entre la arena y quedaba tendido observando el cielo. No sé muy bien qué pasaba por su mente en aquel momento, pero la mía hizo lo posible por imaginarlo.

Tal vez, aquel joven, había recordado algo en los últimos momentos del combate. Tal vez, la huida de la luz en su descenso por el horizonte había evocado en él alguna extraña emoción al ritmo en que se desvelaba el firmamento.

Aquella no era una conjetura. No creía realmente que aquel joven estuviera sufriendo una epifanía. Era yo el que la sentía. El dramatismo del combate, enardecido por la acción natural del escenario, con su sol y su luna inexorables, el viento incesante, y los extraños tonos que la arena iba cobrando con la variación lumínica, habían hecho presa de mi en una visión mística y etérea.

Mi caminar por toda una senda vital, larga y difusa, hasta el día en que llegué aquí. Las sensaciones de impacto al interactuar con gentes y entornos nuevos. El entrenamiento duro y continuo, en la mañana, en la tarde, en la noche, en la madrugada.

Contemplar a aquel joven, tendido ante una infinidad de granos de arena, observando una infinidad de estrellas, sobre la superficie testigo de tantas y tantas escenas de esfuerzo y sacrificio, había ocupado mi interior por un extenso instante. Profundamente perdida en ese instante, mi mirada guió mi rostro hasta encontrarse en su propio cenit, desde donde contemplaría la magnífica bóveda celeste de nuestro desierto.

La manifestación de aquel impetuoso shinobi, postrado sobre el perpétuo manto arenoso del desierto había traído hasta mi un momento de catarsis y reconciliación.

Aquel día mi visión del mundo cambió. La extenuación, tal vez. El delirio propio de la falta de energía, no lo sé. Pero aquel día encontré en el combate y en la amistad forjada en sangre, una lugar en el que existir.

La visión cesó tan rápido como empezó. Apenas uno o dos segundos en el exterior, pero un largo momento en mi interior, fueron suficientes para vivir aquello.
Volviendo a mirar hacia mi compañero, pude verle gesticular con la mano y escuchar sus palabras.

El combate había terminado.

Mis energías, de por si derrotadas, hincaron sus rodillas en la ya fría arena.

Menos mal— dije con un tono de voz que pocas personas me habían escuchado— Estaba a punto de desvanecerme. Creo, sinceramente, que era yo quien se había rendido llegado este punto.

Hacia años de la última vez que me permitía a mi mismo hablar con libertad y soltura. Aquel enfrentamiento había puesto a prueba mis cargas y emociones. Y surgía ahora entre la oscuridad, justo donde había estado todo aquel tiempo, arrodillado, y riendo descontroladamente, liberado y desatado, por unos momentos, de mis propias limitaciones.

Levanté mi cuerpo del suelo, pesadamente. Caminé tranquilo hacia el joven. Y peiné mis desordenados cabellos.

¿Cuál es tu nombre?— dije mientras le tendía la mano.

En una duna colindante, la silueta de un joven destacaba contra el oscurísimo azul del cielo. La forma de una calabaza confirmó mis sospechas. Aquel día mi visión del mundo cambió, y mis dos futuros hermanos de la Arena estaba allí para presenciarlo.

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Yugen Nendo
El frío que se apoderaba de las noches en el desierto empezaba a acariciar los alrededores de los campos de entrenamientos, las rocas, las estrellas, todo lo característico de la noche había hecho presencia tal cual…
El rubio indicaría que su cuerpo estaba al máximo, por rendirse literalmente, yo por otra parte decidí de manera sabia utilizar lo ultimo de mis reservar antes de agotarlas y caer en un estado de cansancio mayor al que ya presentaba.



-Yugen…Yugen Nendo…- Seco tal cual, le brindaría mi identidad al chico de cabello rubio que presentaba ante mi su herida, colocaría entonces ambas palmas en zonas distintas de su cuerpo para iniciar el proceso de sanación que tomaría algunos minutos tomando en cuenta que eran rasguños no muy profundos.



-Solo podre ayudarte con los que son superficiales, lo demás deveras atenderlo en un hospital…-

Concentrado realizando mi labor como Ninja Medico, observaría al horizonte y expiraría los campos de entrenamiento buscando aquello que llamaba la atención del Namikaze. Una silueta se alzaría sobre las dunas de arenas, portando una calabaza, debajo de sus pies una superficie arenosa que ya había visto antes… ¿El destino? Fue lo primero que pensé, cerré mis ojos y dejé escapar una leve risa entre dientes mientras negaba con la cabeza.



El día había acabado y para colmo había hecho dos amigos nuevos, mas bien solo uno, puesto que ya conocía al chico que utilizaba las habilidades de control de arena…Peligrosa defensa que poseía, otro poseía una gran perspicacia con sus habilidades y se las arreglaba con mucho sigilo, por otra parte, estaba yo que no era mas que poder explosivo y la sencillez y complejidad mezclada de las artes médicas…
El frío que se apoderaba de las noches en el desierto empezaba a acariciar los alrededores de los campos de entrenamientos, las rocas, las estrellas, todo lo característico de la noche había hecho presencia tal cual…
El rubio indicaría que su cuerpo estaba al máximo, por rendirse literalmente, yo por otra parte decidí de manera sabia utilizar lo ultimo de mis reservar antes de agotarlas y caer en un estado de cansancio mayor al que ya presentaba.



-Yugen…Yugen Nendo…- Seco tal cual, le brindaría mi identidad al chico de cabello rubio que presentaba ante mi su herida, colocaría entonces ambas palmas en zonas distintas de su cuerpo para iniciar el proceso de sanación que tomaría algunos minutos tomando en cuenta que eran rasguños no muy profundos.



-Solo podre ayudarte con los que son superficiales, lo demás deveras atenderlo en un hospital…-

Concentrado realizando mi labor como Ninja Medico, observaría al horizonte y expiraría los campos de entrenamiento buscando aquello que llamaba la atención del Namikaze. Una silueta se alzaría sobre las dunas de arenas, portando una calabaza, debajo de sus pies una superficie arenosa que ya había visto antes… ¿El destino? Fue lo primero que pensé, cerré mis ojos y dejé escapar una leve risa entre dientes mientras negaba con la cabeza.



El día había acabado y para colmo había hecho dos amigos nuevos, mas bien solo uno, puesto que ya conocía al chico que utilizaba las habilidades de control de arena…Peligrosa defensa que poseía, otro poseía una gran perspicacia con sus habilidades y se las arreglaba con mucho sigilo, por otra parte, estaba yo que no era mas que poder explosivo y la sencillez y complejidad mezclada de las artes médicas…

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Kazuki Hayashi
¡Tema Aceptado!
Yugen Nendo, recibes por este tema:
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Edras Namikaze, recibes por este tema:
Calidad: 1.5PD + 1.5PD +  1.5PD + 1.5PD + 2PD + 2PD + 2PD + 1.5PD
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Tsunayoshi Sabaku, recibes por este tema:
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¡Tema Aceptado!
Yugen Nendo, recibes por este tema:
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Edras Namikaze, recibes por este tema:
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Tsunayoshi Sabaku, recibes por este tema:
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