¿Puedes oír las almas gritar cuando el silencio comienza a apoderarse del escenario? Allí me encontraba sólo, completamente sólo teñido bajo un atardecer eterno que ponía un punto final al cielo. Los días parecían volverse eternos bajo una premisa de mejora que jamás llegaba, una soledad abrumadora corroía mi ser en aquel día tan tácito a tal punto que parecía que aquel amanecer soñado jamás habría de llegar. Los vientos teñían un escenario completamente difuminado bajo un momento filosófico de mi ser en aquel lugar preciso de entrenamiento que se hallaba totalmente en solitario ese jueves a la tarde.
Nubes aisladas y vientos eran la visibilidad del cielo. Una camisa completamente de coloración roja a cuadros y unos pantalones holgados eran la vestimenta predominante que portaba en aquel preciso momento, utilizando mangas largas en ambos sentidos con la intención de poderme proteger de aquel frío que predominaba en el ambiente húmedo del país del agua donde me encontraba. Querido lector, ¿crees qué acaso las almas de los que no dan el suficiente esfuerzo están en algún lugar mejor? Aquella promesa no es más que una simple plegaria para permitirte ir sin entrar en tanto nervios, pero reflexionando un poco... ¿por qué acaso nos esforzamos? ¿para complacer a quién? el mundo militar era un verdadero calvario.
Kunais cedidos por parte de las autoridades locales se encontraban cercanos a los muñecos que en la escena había participes. Hileras de muñecos una cercana a la otra se encontraban en aquel descampado recubierto de césped y que delimitaba su introducción y salida con un vallado de madera que prácticamente cubría algo así de 300 metros cuadrados aproximadamente... no lo sé la verdad, no lo he contado. En cada hilera se encontraban diez muñecos, y las hileras se encontraban divididas cada una por veinte metros entre sí, siendo un total de ocho hileras. Y allí estaba yo sólo, reflexionando acerca de cosas que no correspondían en absoluto a un campo de entrenamiento... como siempre. ¿Quizás mi perfil en sí daba más para un filosofo que para un Ninja? La verdad no lo sé, pero no sonaría como algo demasiado raro dadas mis condiciones.
Nubes aisladas y vientos eran la visibilidad del cielo. Una camisa completamente de coloración roja a cuadros y unos pantalones holgados eran la vestimenta predominante que portaba en aquel preciso momento, utilizando mangas largas en ambos sentidos con la intención de poderme proteger de aquel frío que predominaba en el ambiente húmedo del país del agua donde me encontraba. Querido lector, ¿crees qué acaso las almas de los que no dan el suficiente esfuerzo están en algún lugar mejor? Aquella promesa no es más que una simple plegaria para permitirte ir sin entrar en tanto nervios, pero reflexionando un poco... ¿por qué acaso nos esforzamos? ¿para complacer a quién? el mundo militar era un verdadero calvario.
Kunais cedidos por parte de las autoridades locales se encontraban cercanos a los muñecos que en la escena había participes. Hileras de muñecos una cercana a la otra se encontraban en aquel descampado recubierto de césped y que delimitaba su introducción y salida con un vallado de madera que prácticamente cubría algo así de 300 metros cuadrados aproximadamente... no lo sé la verdad, no lo he contado. En cada hilera se encontraban diez muñecos, y las hileras se encontraban divididas cada una por veinte metros entre sí, siendo un total de ocho hileras. Y allí estaba yo sólo, reflexionando acerca de cosas que no correspondían en absoluto a un campo de entrenamiento... como siempre. ¿Quizás mi perfil en sí daba más para un filosofo que para un Ninja? La verdad no lo sé, pero no sonaría como algo demasiado raro dadas mis condiciones.