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MADARA CHRONICLES

¡Bienvenido a Madara Chronicles! Foro de Naruto interpretativo donde buscamos que el usuario se encuentre con la mayor de las comodidades y disponga de opciones para crear y desarrollar su personaje dentro de una ambientación, permitiendo que cobre importancia con el paso del tiempo y de su propio desarrollo.

Actualmente estamos en fase Beta, pero trabajamos duramente para dar una experiencia nueva y única para el usuario, con multitud de ideas y proyectos que esperamos que pronto vean la luz.

¿Por qué no te animas a formar parte de este gran proyecto? ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
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¿Sabías que...
Madara Chronicles es un foro basado en la obra de Masashi Kishimoto "Naruto" y "Naruto Shippuden", utilizando tan solo su ambientación y personajes para crear una trama propia.

Todo el contenido producido en el foro es propiedad de sus creadores originales, así como el contenido administrativo es propiedad del Staff. La estética del foro proviene del usuario Akira Aoi, agradeciendo a Foroactivo, W3Schools y otras páginas webs por su tutoriales.

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Hermanos [2/6]

[Pasado] Los capuleto y los montesco.

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Ragnar
I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:00AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Plaza central Kumogakure.
Con:-
No era sencillo tener que estar a las escondidas para poder dejar salir todo el amor que tenía para Kaede. No había muchas más opciones de igual manera que pudiese llegar a contemplarse, su familia no aceptaba bajo ningún término el hecho de que me viese emparentado o enamorado con una Senju de familia contraria a la nuestra. Si bien las dos familias por poseer las sangres de clanes distintos se presuponía que podía existir algún tipo de colaboración con un bien común, disputas familiares entre ambos padres en conflictos añejos habría generado que la posibilidad de vernos o tener algo fuese completamente nula bajo la vista de ellos.


Mis padres se encontraban en mi casa, eran realmente un estorbo debido a que monitoreaban todos mis ingresos y salidas a la morada desde que se habían enterado de que existía la posibilidad de un romance entre ambas partes. Pero las ventanas abundaban en mi hogar y por lo tanto siempre lograba encontrar una manera de escabullirme para poder ir en busca de mi amada. Habría utilizado capas invisibles una vez descendiese con sigilo por la ventana para no realzar ruidos que pudiesen llamar la atención, una vez hecho aquello comenzaría a dirigirme por la calle principal con la intención de ir rumbo al parque central.

Ya en el parque central, aguardaría sentado en una fuente, cerciorandome de que nadie conocido pudiese llegar a observarme o delatarle a mi familia que yo me encontraba allí fuera de la revisión o cuidados familiares. ¿Por qué acaso todo tenía que ser tan calculado y tan manipulado? Sencillamente no tenía una relación plena con mi familia desde un inicio, y había veces que hacía que considerase las mil y un posibilidades para poder darme al escape con mi pareja. Ya fuese matarlos, o generar un arduo plan que pudiese permitir casarnos bajo un sauce que velase nuestros votos. Todo podía ser perfecto, el mundo podría pertenecerme, tan solo sí no hubiese esa misera traba poniéndose entre ambos.

Era una gran promesa para las fuerzas militares de la aldea... pero seguían poniéndo cadenas a mis deseos.

Emme


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I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:00AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Plaza central Kumogakure.
Con:-
No era sencillo tener que estar a las escondidas para poder dejar salir todo el amor que tenía para Kaede. No había muchas más opciones de igual manera que pudiese llegar a contemplarse, su familia no aceptaba bajo ningún término el hecho de que me viese emparentado o enamorado con una Senju de familia contraria a la nuestra. Si bien las dos familias por poseer las sangres de clanes distintos se presuponía que podía existir algún tipo de colaboración con un bien común, disputas familiares entre ambos padres en conflictos añejos habría generado que la posibilidad de vernos o tener algo fuese completamente nula bajo la vista de ellos.


Mis padres se encontraban en mi casa, eran realmente un estorbo debido a que monitoreaban todos mis ingresos y salidas a la morada desde que se habían enterado de que existía la posibilidad de un romance entre ambas partes. Pero las ventanas abundaban en mi hogar y por lo tanto siempre lograba encontrar una manera de escabullirme para poder ir en busca de mi amada. Habría utilizado capas invisibles una vez descendiese con sigilo por la ventana para no realzar ruidos que pudiesen llamar la atención, una vez hecho aquello comenzaría a dirigirme por la calle principal con la intención de ir rumbo al parque central.

Ya en el parque central, aguardaría sentado en una fuente, cerciorandome de que nadie conocido pudiese llegar a observarme o delatarle a mi familia que yo me encontraba allí fuera de la revisión o cuidados familiares. ¿Por qué acaso todo tenía que ser tan calculado y tan manipulado? Sencillamente no tenía una relación plena con mi familia desde un inicio, y había veces que hacía que considerase las mil y un posibilidades para poder darme al escape con mi pareja. Ya fuese matarlos, o generar un arduo plan que pudiese permitir casarnos bajo un sauce que velase nuestros votos. Todo podía ser perfecto, el mundo podría pertenecerme, tan solo sí no hubiese esa misera traba poniéndose entre ambos.

Era una gran promesa para las fuerzas militares de la aldea... pero seguían poniéndo cadenas a mis deseos.

Emme


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Última edición por Ragnar el Dom Ago 18, 2019 4:23 am, editado 1 vez

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Senju Kaede

No sabría explicar todo lo que sentía durante el desayuno mientras mi mirada estaba fija en el reloj y en el como sus manecillas avanzaban lenta y tortuosamente. Sin necesidad de desviar la mirada a mis padres, podía sentir como ellos me observaban con intención de descifrar cada movimiento que hacía, como si ésto le fuese a revelar mis tan anhelados deseos. —Y... saben... me ha ido relativamente bien en las misiones...— Dije suave y algo nerviosa para luego dar un largo sorbo a mi tazón de leche. El silencio tras unos segundos fue sepulcral, hasta que mi padre decidió hablar con un comentario tan ácido como: ''Es tu deber...'' y palabras similes. El ambiente era sumamente tenso, por lo que rápidamente comí una tostada y me levanté de la mesa, no sin antes tomar un pastelillo de canela y envolverlo en una servilleta. — He quedado con una amiga... para que... bueno, debemos ¡Patrullar!, Sí... toca patrullar...— Dije de manera fugaz y algo titubeante en una clara mentira. Nunca se me había dado bien faltar a la verdad y se notaba a leguas, pero no había dado pie a que me detuvieran al salir rápidamente de casa dejando un estruendoso portazo tras mi salida.

Agradecida de haberme bañado temprano por la mañana, paseaba ahora en una caminata parsimoniosa por la aldea. El día era soleado y el vestido que usaba color coral ondulaba contra el viento al igual que mi cabello que danzaba sutilmente a medida que avanzaba. Una sonrisa invadía mi rostro y mis ojos brillaban ante el próximo acontecimiento que esperaba hace días. Esperaba ver a Ragnar de hace días, tal como lo hacíamos diariamente hasta ser descubiertos por un vecino bocón y por lo que nuestros fueron suspendidos durante un tiempo. Estaba nerviosa, cada encuentro con el Uchiha despertaba un montón de sensaciones en mí, como si cada día fuera como nuestro primer encuentro. Estaba perdidamente enamorada y sucumbida por sus oscuros ojos que me hacían olvidar el mundo.

Finalmente había llegado a un parque lejano a nuestras casas. El lugar era precario, los pocos juegos que habían estaban oxidados; tampoco habían niños que animaran el ambiente, más el cantar de las aves y uno que otro perro paseando a la distancia mantendrían mi atención ocupada mientras esperaba al Uchiha que me robaba el suspiro. Sin mucho más que hacer, decidí sentarme bajo la sombra de un gran árbol mientras que con la diestra jugaba con el pastelillo y la zurda peinaba mi cabello, a su vez que observaba de lado a lado ansiosa de la llegada de mi amado.

No sabría explicar todo lo que sentía durante el desayuno mientras mi mirada estaba fija en el reloj y en el como sus manecillas avanzaban lenta y tortuosamente. Sin necesidad de desviar la mirada a mis padres, podía sentir como ellos me observaban con intención de descifrar cada movimiento que hacía, como si ésto le fuese a revelar mis tan anhelados deseos. —Y... saben... me ha ido relativamente bien en las misiones...— Dije suave y algo nerviosa para luego dar un largo sorbo a mi tazón de leche. El silencio tras unos segundos fue sepulcral, hasta que mi padre decidió hablar con un comentario tan ácido como: ''Es tu deber...'' y palabras similes. El ambiente era sumamente tenso, por lo que rápidamente comí una tostada y me levanté de la mesa, no sin antes tomar un pastelillo de canela y envolverlo en una servilleta. — He quedado con una amiga... para que... bueno, debemos ¡Patrullar!, Sí... toca patrullar...— Dije de manera fugaz y algo titubeante en una clara mentira. Nunca se me había dado bien faltar a la verdad y se notaba a leguas, pero no había dado pie a que me detuvieran al salir rápidamente de casa dejando un estruendoso portazo tras mi salida.

Agradecida de haberme bañado temprano por la mañana, paseaba ahora en una caminata parsimoniosa por la aldea. El día era soleado y el vestido que usaba color coral ondulaba contra el viento al igual que mi cabello que danzaba sutilmente a medida que avanzaba. Una sonrisa invadía mi rostro y mis ojos brillaban ante el próximo acontecimiento que esperaba hace días. Esperaba ver a Ragnar de hace días, tal como lo hacíamos diariamente hasta ser descubiertos por un vecino bocón y por lo que nuestros fueron suspendidos durante un tiempo. Estaba nerviosa, cada encuentro con el Uchiha despertaba un montón de sensaciones en mí, como si cada día fuera como nuestro primer encuentro. Estaba perdidamente enamorada y sucumbida por sus oscuros ojos que me hacían olvidar el mundo.

Finalmente había llegado a un parque lejano a nuestras casas. El lugar era precario, los pocos juegos que habían estaban oxidados; tampoco habían niños que animaran el ambiente, más el cantar de las aves y uno que otro perro paseando a la distancia mantendrían mi atención ocupada mientras esperaba al Uchiha que me robaba el suspiro. Sin mucho más que hacer, decidí sentarme bajo la sombra de un gran árbol mientras que con la diestra jugaba con el pastelillo y la zurda peinaba mi cabello, a su vez que observaba de lado a lado ansiosa de la llegada de mi amado.

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Ragnar
I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:30AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Parque de Kumogakure.
Con:-
Mi estadía en la fuente que circundaba aquel parque central sería poca. Sabía bien que aquel no era el lugar en el cual debía encontrarme con mi amada, más no podía ir de manera directa al lugar puesto que cualquiera que estuviese allí siguiendo mis pasos -si es que ese era el caso- habrían de llegar a atar los cabos suficiente para poder correlacionar los próximos pasos para dar a cabo con aquella reunión clandestina que habría de tener... aunque no tan clandestina.

Iría para un lado, iría para el otro, escabulliéndome por pasillos cercanos de las calles adoquinadas que tenía la bella ciudad del país del Rayo. La intención era clara, quería despistar a posibles perseguidores y ser mucho más astuto para poder llegar a mi lugar tan soñado sin algún tipo de inconveniente que pudiese amargarnos el día a ambos. ¿Como estaría mi princesa tantos días sin habernos visto? Mi pecho se sentía acelerado completamente y mi corazón podía percibirlo latiendo de manera repampanante como si buscase salirse de las profundidades del universo que existía en mi cuerpo.

Llegaría al parque en el que habríamos pactado la cita, podría observar un cuerpo en la lejanía sentado contra el superfluo árbol que no hacía más que rellenar una ambientación. Inefable sentimiento comenzaba a ser palpable en la inconmensurable emoción que podía observar cualquier presente... inexistente, en mi rostro. Rebozaba de alegría como un chico llegando a jugar a los juegos por primera vez. Parecía algo fuera de este mundo el hecho de poder volver a observar a la mujer a la cual mi corazón le pertenecía una vez más, lo sentía sempiterno... algo que teniendo un principio jamás tendría un final. Comencé a correr en dirección a ella, había varios kilómetros de campo por recorrer hasta poder llegar a volver a besar sus besos. Mi corrida era perenne, completamente monda de intenciones ajenas, quería que el momento fuese infinito. Cada vez más cortas las distancias, cada paso más cerca de mi amada.

Emme


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I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:30AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Parque de Kumogakure.
Con:-
Mi estadía en la fuente que circundaba aquel parque central sería poca. Sabía bien que aquel no era el lugar en el cual debía encontrarme con mi amada, más no podía ir de manera directa al lugar puesto que cualquiera que estuviese allí siguiendo mis pasos -si es que ese era el caso- habrían de llegar a atar los cabos suficiente para poder correlacionar los próximos pasos para dar a cabo con aquella reunión clandestina que habría de tener... aunque no tan clandestina.

Iría para un lado, iría para el otro, escabulliéndome por pasillos cercanos de las calles adoquinadas que tenía la bella ciudad del país del Rayo. La intención era clara, quería despistar a posibles perseguidores y ser mucho más astuto para poder llegar a mi lugar tan soñado sin algún tipo de inconveniente que pudiese amargarnos el día a ambos. ¿Como estaría mi princesa tantos días sin habernos visto? Mi pecho se sentía acelerado completamente y mi corazón podía percibirlo latiendo de manera repampanante como si buscase salirse de las profundidades del universo que existía en mi cuerpo.

Llegaría al parque en el que habríamos pactado la cita, podría observar un cuerpo en la lejanía sentado contra el superfluo árbol que no hacía más que rellenar una ambientación. Inefable sentimiento comenzaba a ser palpable en la inconmensurable emoción que podía observar cualquier presente... inexistente, en mi rostro. Rebozaba de alegría como un chico llegando a jugar a los juegos por primera vez. Parecía algo fuera de este mundo el hecho de poder volver a observar a la mujer a la cual mi corazón le pertenecía una vez más, lo sentía sempiterno... algo que teniendo un principio jamás tendría un final. Comencé a correr en dirección a ella, había varios kilómetros de campo por recorrer hasta poder llegar a volver a besar sus besos. Mi corrida era perenne, completamente monda de intenciones ajenas, quería que el momento fuese infinito. Cada vez más cortas las distancias, cada paso más cerca de mi amada.

Emme


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Senju Kaede

Claramente habías ido una ilusa al salir vistiendo sólo un coqueto vestido color coral que llegaba un poco más arriba de las rodillas, pensando en que el Sol dudaría todo el día en pleno invierno. Fui una víctima más de la estupidez cuando los rayos del Sol fueron opacados tras las densas y grisáceas nubes que indicaban una posible tormenta. La fría brisa no tardó en aparecer para jugar con mis cabellos y desordenarlos en una leve danza. — Maldición… —Pensé mientras aparecían los primeros escalofríos y temblores en mi cuerpo, al mismo tiempo que buscaba abrigarme abrazándome a mí misma y frotar mis brazos con las manos. En un vano intento decidí levantarme y caminar de un lardo a otro dentro de mi metro cuadrado en donde me hallaba parada, hasta que tras un par de minutos divisé una conocida silueta avanzando rápidamente en mi dirección. — ¡Ragnar! — Grité mientras levantaba la diestra y la agitaba animadamente en señal de saludo, para luego correr hacia él con toda velocidad.

Fueron escasos segundos, donde si él no cambiaba de dirección o hacia algún movimiento para desistir a mi agarre, terminaría por colgarme a su cuello al rodear ambos brazos en dicha zona para sellar aquel momento en un tierno abrazo. Si todo mantenía aquel curse, fijaría mis orbes violáceos sobre los de él para observarlo con infinito amor mientras sonreía ampliamente en una corta distancia de nuestros rostros. — Por fin has llegado…—Susurré ligeramente agitada y casi rozando sus labios. Mi abrazo sería aún más fuerte y sin intenciones de soltarlo en búsqueda del calor que me hacía falta ante la poca ropa que cargaba, y a su vez mi sonrisa no se borraría en ningún momento. Estaba feliz de una manera inexplicable, sentía el corazón latiendo con fuerza y con una sensación de mariposas en el estómago imposibles de controlar. — No te han visto ¿Verdad?... Estoy tan feliz de verte… estos días sin ti han sido horribles…— Agregué en voz baja para luego esconder el rostro sonrojado contra su pecho, inhalando sutilmente su embriagante aroma que me hacía perder la cabeza.

Claramente habías ido una ilusa al salir vistiendo sólo un coqueto vestido color coral que llegaba un poco más arriba de las rodillas, pensando en que el Sol dudaría todo el día en pleno invierno. Fui una víctima más de la estupidez cuando los rayos del Sol fueron opacados tras las densas y grisáceas nubes que indicaban una posible tormenta. La fría brisa no tardó en aparecer para jugar con mis cabellos y desordenarlos en una leve danza. — Maldición… —Pensé mientras aparecían los primeros escalofríos y temblores en mi cuerpo, al mismo tiempo que buscaba abrigarme abrazándome a mí misma y frotar mis brazos con las manos. En un vano intento decidí levantarme y caminar de un lardo a otro dentro de mi metro cuadrado en donde me hallaba parada, hasta que tras un par de minutos divisé una conocida silueta avanzando rápidamente en mi dirección. — ¡Ragnar! — Grité mientras levantaba la diestra y la agitaba animadamente en señal de saludo, para luego correr hacia él con toda velocidad.

Fueron escasos segundos, donde si él no cambiaba de dirección o hacia algún movimiento para desistir a mi agarre, terminaría por colgarme a su cuello al rodear ambos brazos en dicha zona para sellar aquel momento en un tierno abrazo. Si todo mantenía aquel curse, fijaría mis orbes violáceos sobre los de él para observarlo con infinito amor mientras sonreía ampliamente en una corta distancia de nuestros rostros. — Por fin has llegado…—Susurré ligeramente agitada y casi rozando sus labios. Mi abrazo sería aún más fuerte y sin intenciones de soltarlo en búsqueda del calor que me hacía falta ante la poca ropa que cargaba, y a su vez mi sonrisa no se borraría en ningún momento. Estaba feliz de una manera inexplicable, sentía el corazón latiendo con fuerza y con una sensación de mariposas en el estómago imposibles de controlar. — No te han visto ¿Verdad?... Estoy tan feliz de verte… estos días sin ti han sido horribles…— Agregué en voz baja para luego esconder el rostro sonrojado contra su pecho, inhalando sutilmente su embriagante aroma que me hacía perder la cabeza.

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Ragnar
I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:30AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Parque de Kumogakure.
Con:-
Mi pecho se sentía golpeado ante cada paso que daba sabiendo que era un paso más cerca de mi amada. Mi corazón latía tan acelerado como un motor de auto de carreras, era un claro frenesí y éxtasis que me costaba muchísimo mantener la cordura en el momento. Corría acelerado reduciendo las distancias cada vez más en un intento de poder llegar con suma prisa al lugar donde pertenecía y que consideraba mi hogar.

Las distancias se volverían un simple efecto temporal bajo la premisa de la corrida, al cabo de unos instantes ambos estaríamos juntos y Kaede se encontraría colgada sobre mi cuello. Sentía tanta alegría en mi ser que no podía llegar a describirla con palabras. Mis antebrazos formarían una especie de soporte al acomodarse entre sí y bajar sobre la cola de Kaede con la intención de levantarla y permitir que quedase alzada en brazos hacia mí. Al momento de sus susurros comenzar a tomar una participación estelar, interrumpiría los mismos con un cálido beso que pudiese aliviar aquel frío que recorría mi semblante... y posiblemente el de ella, ¿por qué había venido tan desabrigada?

Podría percibir el escaso calor proveniente de su r
ostro, sintiendo que sus mejillas estaban completamente gélidas producto de la falta de temperatura que estaba experimentando ella. — Kaede, ha sido una tortura esta espera. Es al separarse cuando se siente y se  comprende la fuerza con la que se ama. — Pronuncié, proféticamente. — Nadie me ha visto, pero no es seguro que estemos a la intemperie... podría llegar a ocurrir lo impensado y... tu rostro está completamente frío. Debemos encontrarte un lugar cálido para pasar nuestro tiempo juntos. Una amplia sonrisa habría en mi rostro que acompañaba aquel tono suave empleado producto de las cortas distancias que nos separaban. — De tí, Kaede. Ansío escuchar "¡Amado mío!" al despertar... quizás en una nueva vida en la que deje de ser Ragnar. —  
Emme


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I
Los Capuleto y los Montesco.

Hora:10:30AM.
Día:Viernes
Clima:Frío. Invierno.
Lugar:Parque de Kumogakure.
Con:-
Mi pecho se sentía golpeado ante cada paso que daba sabiendo que era un paso más cerca de mi amada. Mi corazón latía tan acelerado como un motor de auto de carreras, era un claro frenesí y éxtasis que me costaba muchísimo mantener la cordura en el momento. Corría acelerado reduciendo las distancias cada vez más en un intento de poder llegar con suma prisa al lugar donde pertenecía y que consideraba mi hogar.

Las distancias se volverían un simple efecto temporal bajo la premisa de la corrida, al cabo de unos instantes ambos estaríamos juntos y Kaede se encontraría colgada sobre mi cuello. Sentía tanta alegría en mi ser que no podía llegar a describirla con palabras. Mis antebrazos formarían una especie de soporte al acomodarse entre sí y bajar sobre la cola de Kaede con la intención de levantarla y permitir que quedase alzada en brazos hacia mí. Al momento de sus susurros comenzar a tomar una participación estelar, interrumpiría los mismos con un cálido beso que pudiese aliviar aquel frío que recorría mi semblante... y posiblemente el de ella, ¿por qué había venido tan desabrigada?

Podría percibir el escaso calor proveniente de su r
ostro, sintiendo que sus mejillas estaban completamente gélidas producto de la falta de temperatura que estaba experimentando ella. — Kaede, ha sido una tortura esta espera. Es al separarse cuando se siente y se  comprende la fuerza con la que se ama. — Pronuncié, proféticamente. — Nadie me ha visto, pero no es seguro que estemos a la intemperie... podría llegar a ocurrir lo impensado y... tu rostro está completamente frío. Debemos encontrarte un lugar cálido para pasar nuestro tiempo juntos. Una amplia sonrisa habría en mi rostro que acompañaba aquel tono suave empleado producto de las cortas distancias que nos separaban. — De tí, Kaede. Ansío escuchar "¡Amado mío!" al despertar... quizás en una nueva vida en la que deje de ser Ragnar. —  
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Senju Kaede

Aquel momento podría haber durado años sin que lo notara ante las ansias de sentir su cuerpo y calor, que me hacían perder por completo el espacio-tiempo en el cual me encontraba. Mis manos rápidamente se perdieron en su nuca para que mis dedos se enredaran suavemente entre las hebras de su azabache cabello, para así responder a su beso casi desesperada, pero sin perder aquella delicadeza y ternura en ningún momento. — Lo sé… lo ha sido. Ha sido inexplicablemente horrible estos días sin ti… pensé que jamás terminaría esta agonía, no me han sacado el ojo de encima… sobre todo mi padre, creo que me voy a volver loca. — Dije al momento de separarme de sus labios, a su vez que alzaba la mirada para fijarla cariñosamente sobre los oscuros obres del contrario. Sus palabras calaron en lo hondo de mi conciencia y así despertar aquel oscuro y perverso deseo que se ocultaba en aquel inmenso y romántico que nos profesábamos. — Sí… el día me ha jugado una pésima jugada, pensé que haría calor por como brillaba el sol, estoy cansada de sentir frío. — Agregué, dedicando una pícara sonrisa.

Tras unos segundos de perderme en su mirada, mi abrazo se deshizo para llevar la diestra hasta la ajena y entrelazar nuestros dedos en un estrecho apretón de manos. — No muy lejos de aquí, hay unas casas abandonadas… según ha dicho mi padre, iban a demolerlas o subastarlas ¿No quieres ir a ver que tipo de reliquias podemos encontrar? Sé que es algo raro… pero no hay muchos otros lugares a los que podamos ir tranquilamente, y sinceramente… me parece divertido. — Como una persona regida por la milicia sabía a la perfección que mi idea era totalmente rechazable; pero aquella pizca de adrenalina de hacer algo totalmente prohibido iluminaba mi semblante, más sólo faltaba la respuesta de Ragnar que funcionaría como combustible para avivar las llamas de mi basta imaginación. — Vamos… sé que lo quieres… — Agregué insistente y juguetona, al mismo tiempo que jalaba de su mano para avanzar un par de pasos con intenciones seguir aquel sendero que nos guiaría a aquella aventura.

Aquel momento podría haber durado años sin que lo notara ante las ansias de sentir su cuerpo y calor, que me hacían perder por completo el espacio-tiempo en el cual me encontraba. Mis manos rápidamente se perdieron en su nuca para que mis dedos se enredaran suavemente entre las hebras de su azabache cabello, para así responder a su beso casi desesperada, pero sin perder aquella delicadeza y ternura en ningún momento. — Lo sé… lo ha sido. Ha sido inexplicablemente horrible estos días sin ti… pensé que jamás terminaría esta agonía, no me han sacado el ojo de encima… sobre todo mi padre, creo que me voy a volver loca. — Dije al momento de separarme de sus labios, a su vez que alzaba la mirada para fijarla cariñosamente sobre los oscuros obres del contrario. Sus palabras calaron en lo hondo de mi conciencia y así despertar aquel oscuro y perverso deseo que se ocultaba en aquel inmenso y romántico que nos profesábamos. — Sí… el día me ha jugado una pésima jugada, pensé que haría calor por como brillaba el sol, estoy cansada de sentir frío. — Agregué, dedicando una pícara sonrisa.

Tras unos segundos de perderme en su mirada, mi abrazo se deshizo para llevar la diestra hasta la ajena y entrelazar nuestros dedos en un estrecho apretón de manos. — No muy lejos de aquí, hay unas casas abandonadas… según ha dicho mi padre, iban a demolerlas o subastarlas ¿No quieres ir a ver que tipo de reliquias podemos encontrar? Sé que es algo raro… pero no hay muchos otros lugares a los que podamos ir tranquilamente, y sinceramente… me parece divertido. — Como una persona regida por la milicia sabía a la perfección que mi idea era totalmente rechazable; pero aquella pizca de adrenalina de hacer algo totalmente prohibido iluminaba mi semblante, más sólo faltaba la respuesta de Ragnar que funcionaría como combustible para avivar las llamas de mi basta imaginación. — Vamos… sé que lo quieres… — Agregué insistente y juguetona, al mismo tiempo que jalaba de su mano para avanzar un par de pasos con intenciones seguir aquel sendero que nos guiaría a aquella aventura.

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Ragnar
I
Los Capuleto y los Montesco.


Hora:10:33AM.

Día:Viernes

Clima:Frío. Invierno.

Lugar:Parque de Kumogakure.

Con: Senju Kaede

El fugaz beso serviría de combustible para desatar aquel calor interno que tanto añoraba para el preciso momento. El ambiente se encontraba completamente gélido, no había manera alguna de que la temperatura pudiese ser soportada por las ligeras piernas de mi amada, y aquello hacía que me preocupase. Alzada sobre mis brazos sujetaría su cintura con mi zurda mientras mi diestra comenzaba a circular las piernas de la rosácea en caricias constantes sobre el muslo ajeno con pequeños vaivenes de picardía en los movimientos que serían complejos de percibir debido a la asimetría en los mismos.

Accedería con una afirmación producida por mi cabeza sin rechistar a las peticiones de Kaede, quería sentir aquella adrenalina de cometer malicias y de comportarme de maneras que no correspondían a la de un militar dedicado a la protección y buenos hábitos... quizás toda nuestra relación estaba alimentada por aquella adrenalina en sí. Era prácticamente como una especie de Bonnie y Clyde modernos en donde las prohibiciones se volvían cual petróleo para alimentar los motores de una relación tan apasionada que ambos llevábamos.
— Deberíamos deshacernos algún día de nuestros padres... huir, o buscar la manera. ¿Cómo puede ser que busquen prohibir nuestro amor? ¿A costa de qué? ¿Apellidos? — Cuestionaría, un tanto indignado, sacando el tema completamente de la galera.

Procedería a bajarla de mis brazos con la intención de que pudiese caminar y guiar el camino. Mi diestra iría a parar forzadamente sobre la muñeca ajena en caso de que no me negase la misma, y estaría completamente claro el ademán de que seguiría sus pasos sin cuestionar... o al menos así es como consideraba que mi lenguaje corporal podía llegar a ser interpretado. — Estoy tan enamorado de tí que cualquier plan suena bien. Escapemosnos a las casas abandonadas, tiñamoslas de nuestro amor y liberémonos allí hasta que las paredes caigan bajo nuestros pies. Calor no te hará falta. — Jugueteé con los términos para terminar de afirmar que estaba de acuerdo con el plan propuesto por mi pareja. — A veces sueño con que alguna guerra toque nuestra puerta y nos permita escapar juntos, o que nos quite nuestras familias. ¿Podrías vivir tú sin ellos? Yo la verdad es que no lo sé... pero lo que tengo por seguro es que sin tí no podría vivir, amada mía. — Daría una leve pausa. — ¡Guía nuestro camino a las moradas! —



Emme




I
Los Capuleto y los Montesco.


Hora:10:33AM.

Día:Viernes

Clima:Frío. Invierno.

Lugar:Parque de Kumogakure.

Con: Senju Kaede

El fugaz beso serviría de combustible para desatar aquel calor interno que tanto añoraba para el preciso momento. El ambiente se encontraba completamente gélido, no había manera alguna de que la temperatura pudiese ser soportada por las ligeras piernas de mi amada, y aquello hacía que me preocupase. Alzada sobre mis brazos sujetaría su cintura con mi zurda mientras mi diestra comenzaba a circular las piernas de la rosácea en caricias constantes sobre el muslo ajeno con pequeños vaivenes de picardía en los movimientos que serían complejos de percibir debido a la asimetría en los mismos.

Accedería con una afirmación producida por mi cabeza sin rechistar a las peticiones de Kaede, quería sentir aquella adrenalina de cometer malicias y de comportarme de maneras que no correspondían a la de un militar dedicado a la protección y buenos hábitos... quizás toda nuestra relación estaba alimentada por aquella adrenalina en sí. Era prácticamente como una especie de Bonnie y Clyde modernos en donde las prohibiciones se volvían cual petróleo para alimentar los motores de una relación tan apasionada que ambos llevábamos.
— Deberíamos deshacernos algún día de nuestros padres... huir, o buscar la manera. ¿Cómo puede ser que busquen prohibir nuestro amor? ¿A costa de qué? ¿Apellidos? — Cuestionaría, un tanto indignado, sacando el tema completamente de la galera.

Procedería a bajarla de mis brazos con la intención de que pudiese caminar y guiar el camino. Mi diestra iría a parar forzadamente sobre la muñeca ajena en caso de que no me negase la misma, y estaría completamente claro el ademán de que seguiría sus pasos sin cuestionar... o al menos así es como consideraba que mi lenguaje corporal podía llegar a ser interpretado. — Estoy tan enamorado de tí que cualquier plan suena bien. Escapemosnos a las casas abandonadas, tiñamoslas de nuestro amor y liberémonos allí hasta que las paredes caigan bajo nuestros pies. Calor no te hará falta. — Jugueteé con los términos para terminar de afirmar que estaba de acuerdo con el plan propuesto por mi pareja. — A veces sueño con que alguna guerra toque nuestra puerta y nos permita escapar juntos, o que nos quite nuestras familias. ¿Podrías vivir tú sin ellos? Yo la verdad es que no lo sé... pero lo que tengo por seguro es que sin tí no podría vivir, amada mía. — Daría una leve pausa. — ¡Guía nuestro camino a las moradas! —



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