El Día Anterior
Me quedé sentado observando tranquilamente al Ninja que estaba frente a mi, mis piernas estaban levantadas y mis talones apoyados en el borde de la mesa mientras mis brazos se mantenían cruzados sobre mi pecho, resople tranquilamente mostrando cierta inconformidad con lo que el hombre estaba diciendo directamente hacia mi persona, no me molestaba enseñarles a niños como defenderse, lo que me enfadaba era tener que lidiar con padres, esas miradas reprochadoras y esas actitudes soberbias para con personas como yo, aquello no me gustaba, no me agradaba – ¿Pero tengo que hacerlo yo? Digo, hay muchos Gennins que no están haciendo nada – La mirada furtiva del ninja calló mi boca de manera implacable, si, no tenía absolutamente nada que refutar y debía por el contrario, preocuparme en hacer bien aquella encomienda que me había sido otorgada, bajé los pies de la mesa y me puse rápidamente de pie para acercarme hacia el hombre que estaba conmigo – Deberías tratar de tener una mejor actitud Meiner, estas misiones son necesarias – Mencionó el sujeto mientras estiraba su mano sobre mi hombro como expresión de afecto.
El Día de Clases
Me quedé de pie observando hacia el frente, la puerta de aquel dojo aún no se había abierto y pues claro, aun faltaban unos varios minutos para que sus puertas abrieran, levanté mi siniestra y rasque levemente una de mis cejas mientras mi rostro se deformaba en una expresión de desagrado por lo que tendría que hacer aquel día, volví a resoplar, costumbre mía cuando hago algo que no es de mi agrado, para luego dar un paso al frente, subí las pequeñas dos gradas y me aproxime a la puerta golpeándola con mis nudillos, inmediatamente la puerta se abrió y un hombre de cabello plateado me recibió con una enorme sonrisa aunque la misma parecía empezar a desvanecerse conforme me miraba de pies a cabeza. Si, mis vestimentas no eran precisamente las que utilizaría un shinobi, unos jeans azules oscuros, unas botas negras, una camiseta blanca con un slogan que decía “Soy un Robot… y tengo sensaciones” y mis infaltables gafas de sol – Lo se, no soy tan hermoso a estas horas de la mañana – Dije mientras hacia una ligera reverencia para luego ingresar al dojo mientras el sujeto seguía observándome algo impresionado – ¿Usted es el shinobi que enviaron? – Camine por el dojo mientras me retiraba las gafas y las colocaba en el cuello de mi camiseta para luego girarme hacia el hombre – Si… soy yo – Y claramente, eso no lo emocionaba.
Pasaron varios minutos hasta que llegó el primer niño, el silencio que había perdurado mientras esperábamos, nos había conseguido incomodar tanto a el como a mí, y por eso nuestra reacciones fueron rápidas cuando por el umbral, cruzó la primera mujer acompañada de su pequeño niño, la misma se detuvo con una expresión quizás un poco mas grotesca que la del maestro, el hombre me miró algo preocupado para luego acercarse dándole el alcance a la dama – Bienvenida, es un gusto tenerla aquí, tome asiento por favor – Decía el hombre mientras estrechaba su mano, no pude escuchar lo que la mujer preguntaba, pero estaba casi seguro que había preguntado si era una especie de broma el que un chico como yo fuera a impartir una clase, moví mi diestra detrás de mi pantalón y retire mi bandana de Iwagakure para colocármela como collar anudándola mientras el hombre recibía a los padres que llegaban acompañando a sus niños, los pequeños corrían al centro, emocionados por aquella clase que estaba a punto de impartir, mientras los padres reticentes, seguían murmurando entre ellos al tiempo que observaban la clase.
Retire las botas de mis pies y con mis manos hice unas señas para que los niños se acercaran al centro del lugar, junte mis palmas frente a mi pecho, y luego hice una reverencia la cual todos imitaron – Mi nombre es Meiner, y el día de hoy, les enseñare un poco de Taijutsu – Dije mientras hacía un movimiento leve con mis manos mostrando una pose de pelea – Pero antes de empezar, deben aprender algo, el Taijutsu no es solamente golpear a las personas, es aprender a controlar y manejar nuestro y nuestro espíritu, es armonizar nuestros pensamientos y saber actuar, por eso lo primero que deben aprender, es a respirar – Dije mientras me sentaba frente a ellos y cruzaba mis piernas en posición de loto, tras ello, inicie la clase con un método de respiración que los niños empezaron a copiar, lo que siguió fue mucho mas sencillo, una posición de defensa y un movimiento que realice un golpe directo, algo muy básico para estos pequeños.
La clase terminó y todos los pequeños se despidieron de mi persona chocando las palmas y esperando volverme a ver, como dije, los niños nunca fueron un problema, eran los padres quienes representaban un problema – Disculpa… – Dijo la madre del primer pequeño llamando mi atención – Quisiera agradecerte, no solo por la clase, recién vi tu bandana, eres uno de los ninjas de Iwagakure, y agradezco tu labor… tus padres han de estar orgullosos – La mujer hizo una reverencia desconociendo que aquellas palabras habían resultado ser mas duras que una fea mirada, sonreí tratando de tragarme el dolor y respondí su reverencia, respiré tranquilamente y retiré mi bandana para volverla a guardar mientras salía del lugar, necesitaba irme.